¿Dios creó el mundo en siete días?
El libro del Génesis cuenta con elementos simbólicos e históricos. Sus primeros once capítulos están escritos en lenguaje simbólico; por tanto, no es correcto tratar de interpretarlo en sentido literal sino, más bien, descubrir su verdadero significado.
Para comprender esto, basta observar que el texto muestra dos narraciones sobre la creación, una en el capítulo primero y la otra, en el segundo. Si tuvieran que entenderse en sentido literal habría una incongruencia insalvable. ¿Cuál de las dos narraciones sería la verdadera? El texto muestra algo más profundo que la aparente narración. Cuando menciona que Dios realizó la creación en siete días7 nos quiere decir que Dios crea en el tiempo, poco a poco. Si la Escritura dice que para Dios un día es como mil años, podemos comprender que un día en el Génesis es un tiempo largo e indeterminado. El libro no pretende informarnos cuál fue el orden de la creación, sino el cuidado que Dios pone en ella y, especialmente, la importancia del ser humano como obra culmen. El orden de la creación, según el texto, es el siguiente: Día 1, surgimiento de la luz. Día 2, creación del firmamento que separa las aguas del cielo (lluvia) y de la tierra. Día 3, separación de tierra y agua, surgimiento de la tierra firme, creación de la vegetación. Día 4, creación del sol, la luna y las estrellas. Día 5, creación de peces, anfibios y aves. Día 6, creación de animales terrestres y del hombre y la mujer. Algunos estudiosos pretenden ver en este orden la evolución que llevó al surgimiento del ser humano, porque el texto habla del agua como elemento primordial del cual surgen los peces, los anfibios, las aves, los animales terrestres y, finalmente, la pareja humana. Sin embargo, no es interés del Génesis exponer el tema de la evolución sino, más bien, la bondad de Dios que crea al ser humano como centro y culmen de la creación poniendo en sus manos todos los elementos para su ayuda y desarrollo. El fin fundamental de este capítulo es mostrar a un Dios bondadoso y providente, origen de todas las cosas. No presenta a una divinidad que hace las cosas imperfectas o las deja inconclusas. Habla de una creación llena de bien y bendecida por Dios. El libro sagrado nos enseña que los límites y leyes de la naturaleza no tienen por qué ser considerados malos o como un castigo de Dios. Finalmente, cuando el Génesis menciona que el Creador descansa el séptimo día, no intenta afirmar que Dios se cansa, porque el cansancio es propio del ser humano. Más bien, quiere que el ser humano no pierda el sentido del trabajo y se esclavice con él, porque éste es para que hombre y mujer transformen la tierra, presten un servicio y obtengan los recursos necesarios para su desarrollo. Cada ser humano, semejante a Dios, comparte con él su aspecto creativo, debe contemplar y gozar la obra de sus manos y también descansar para regresar a sus labores con mayor gozo, fuerza y la experiencia que surge de la reflexión. Así, pues, el primer libro de la Biblia no intenta ofrecer información sobre los detalles de la creación. Más bien, ofrece una respuesta de fe. No responde a ¿cómo fue la creación?, sino a ¿por qué creó Dios al ser humano? La respuesta es clara y contundente: porque lo ama. Esta simple respuesta es capaz de dar sentido a nuestra vida. No somos fruto de una casualidad, de un accidente, sino del amor de un Dios al que llamamos: ¡Padre!
Como tarea puedes leer las dos narraciones sobre la creación en los dos primeros capítulos del Génesis.
¿Cuándo fue la última vez que te admiraste de la grandeza de la Creación y de ti mismo?
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