AGRADECIMIENTOS
Yo no hubiera llegado a este libro sin la aparición de algunos personajes claves en mi vida.
Por empezar mis viejos, Yaco y Sara, quienes decidieron tener relaciones sexuales algún día cercano a fines de 1961, con tanta buena voluntad y decisión que nacimos mellizos Silvina y Roberto, quien les narra.
Gracias a Silvina por compartir nueve meses de panza con alguien que, a la luz de las pruebas, ocupaba más de la mitad de la ecografía y por seguir compartiendo hoy, fuera de la pensión maternal.
A mi hermana mayor Claudia, que primero me recibió como si fuera un hermano y luego como una madre, cuando convivimos en Israel; y después de vuelta como una hermana, cuando volví a la Argentina.
A Marcelo y Claudio, mis cuñados, que al igual que yo convivieron con mis hermanas; Marcelo desde israel y vos, Flaco, fana de Chicago que andarás por algún lado, sonriendo.
A mis sobrinos Julieta, Ilan, Jagay y Dan, que les agregan a la palabra “tío” adjetivos que van variando con mi popularidad, peso, generosidad, etcétera.
A mi familias materna y paterna, que nos reencontramos alrededor de los shows, con el zurdo Ale a la cabeza.
A todos mis amigos que se rieron de mis chistes durante años, mientras me decían: “Vos estás para la tele, más ahora que las ensancharon tanto”, y me acompañan hasta hoy.
A Quique Grinberg, que me recibió en ese curso gratuito de stand-up que bancaba la AMIA, a pesar de que era hasta treinta años y de que yo ya me había pasado más de diez. Ese gesto, el de no pagar, nunca lo olvidaré, Quique.
Gracias a Jorge Schussheim, quien puso un DVD de doce comediantes principiantes de un curso de stand-up y lo miró hasta el final, porque yo era el último, y ahí me convocó a trabajar en Peña Shmeña, la primera peña judía.
Jorge, me he preguntado mil veces qué lleva a una persona a mirar un DVD de doce estudiantes de stand-up; luego de conocerte me queda menos claro por qué lo hiciste.
Gracias por tu perseverancia y por todo lo que aprendí.
Gracias al Sr. Fernando Bravo, que me vio en aquella peña y luego se convirtió en mi guía en el camino del laburo radial.
Fernando, sé que estarás pensando: “¿Escribe un libro entero y no tiene ideas nuevas para la radio? Yo no entiendo nada…”.
Además de agradecerte, quiero decirte que en el programa la paso bien, me informo, como, me relajo… por lo que no veo tan importante mi participación.
Al Sr. Sebastián Wainraich, quien luego de verme actuar, sin que él tuviese ninguna necesidad (frase clave en el judaísmo, que luego desarrollaremos) me pidió juntarnos para hacerme una devolución —acaso una palabra difícil para un comerciante del Once—, y así me dio el empujón que me faltaba.
Gracias, Gerardo Rozín; porque como vos decís, judíos, gordos y de barba no hay tantos en la tele y nos llevamos bien por eso. Y por haberme dado la chance, en Morfi, de juntar mis pasiones: el humor, el hidrato y el asado.
Nunca imaginé que la televisión me iba a dar tanto, antes que yo le diera nada.
Al Sr. Gustavo Yankelevich, el “top top top” de los productores. Nos llevó cuatro encuentros ponernos de acuerdo; para vos una eternidad, para mí nada. Sé que te molesta mi lentitud, pero lo hago para disfrutar más el momento. Cada encuentro es un aprendizaje, pero además disfruto cada café en un bar, cada intercambio de chats y cada entrada vendida aún más. Me dijiste: “Tenés que ser una figura masiva”. Lo del “más IVA” me acobardó en un principio, siendo yo monotributo crónico. Pero tenías razón, y hoy disfruto de mi cara en la calle Corrientes, que sé que produce accidentes. No se trata del solo hecho de llenar el teatro o de ir a lo de Susana Giménez, sino del trato que me das y de lo bien que la pasamos, todo mi equipo y yo, con vos.
A la gente de Liberarte, Bululu, Boris, Syranush y hoy el Apolo, y a todos los espacios que me dejaron hacer reír.
A todos los que me invitaron a sus programas de tele, radio y me entrevistaron.
A todos los que me contrataron para sus festejos, inclusive a aquellos que me pidieron descuento y a los que me dijeron: “¡DE ESTE EVENTO TE VAN A SALIR MILES MÁS, ME LO VAS A AGRADECER!”. Creen hasta hoy que fue efectivamente lo que pasó.
A la gente de la colectividad moishe, que me banca tanto y me hizo famoso. Junté millas a lo pavote por ustedes.
A los oyentes de Continental, que me adoptaron y me mimaron desde le primer día.
A todos con quienes compartí escenario, especialmente a mi banda actual, La Valentín Gómez, con quienes disfruto cada minuto antes y después de los shows: Mati Scheines, Martín Rur, Lucas Ramírez y mi socio, casi hijo, Chelo K., con quien recorrimos miles de km. para llegar a eventos muy diversos, a cumpleaños, aniversarios, fiestas, teatros, países, etc. Soñamos juntos y hoy disfrutamos.
A mis compañeros de Radio Continental, que me bancan todo, los de la mesa y los de detrás del vidrio.
A Claudia Wolowski, que me acompañó en esos primeros tiempos. A Gabo Grosvald, que me dio una gran mano y me permitió dar mi primer gran salto.
A la Gente de RGB, Pablo Piugari, el terrenal a la cabeza, increíbles personas y súper profesionales.
A los amigos que hice de grande Pablo, Gaita, Rasu, y Edu Gamarnik.
Pablo J. y Gaby, amigos médicos, que en el judaísmo valen doble.
Edu Y Vivi, compañeros de curso de cine polaco mudo.
A mis hermanos de la vida que están afuera y compartimos esos años en Israel, Iche, Julito Mario, Fabián y el Polaco.
A mi hermanos de la vida de acá, Julio y Ale, y a los pibes de la granja a quienes les robo historias.
A Gerardo, un amigo guionista en las sombras que me acompaña en distintos países e historias.
A Marian, con quien comparto mi vida, mis sueños. AAEM.
A Chicago, mi amigo Golden que me mira escribir; testigo y compañero inseparable.
A ustedes que me escriben, me alientan, me saludan en la calle, pagan las entradas y me gritan “Moldavskyyyyyyy” desde cualquier lugar.
Hacen que me siente a escribir en lugar de estar comiendo, tirado en el sillón e imaginando que estas palabras acaso les arranquen una sonrisa.