INTRODUCCIÓN

No todas las bandas acumulan una historia épica, con altos y bajos, cumbres y decadencias, digna de ser contada. Carreras abundantes, con resultados artísticos notables y estadios llenos, se cubren de tedio a la hora de echar a imprimir la leyenda. Y aun dentro de los nombres que ameritan una versión novelada del resultante entre obra-aventuras-méritos musicales-drama-agonía-éxtasis, no todos cuajan, desde la percepción local, en un objeto donde el factor emocional le extiende un pasaporte argentino. Para el caso, Depeche Mode es un nombre que va sorteando todos esos anillos de fuego para instalarse en nuestro inconsciente colectivo.

¿Los Rolling Stones del tecno-pop? Por qué no. El tag corroborado por el propio Gahan en la prensa argentina avanza en una dualidad inequívoca: rock and roll parece ser, en teoría, lo contrario de tecno-pop. Término por término, connotación por connotación. Sin embargo, ambas instituciones sonoras británicas tienen una dupla compositiva, consolidaron un género que no inventaron y, en la Argentina, se hicieron masivos en discotecas y, más extraño aún, a partir de sendos discos en vivo. Porque así como el Still Life (1982) de los Stones sonando en los boliches más selectos de Capital y el conurbano admitió una progenie de clones de Mick Jagger bailando y cantando sobre un parlante, el 101 de Depeche Mode (1989) activó un cambio de paradigma en el gusto local: la música de baile podía ser de autor y, a la vez, replicada en el ámbito privado del cuarto adolescente.

Este libro se propone echar algo de luz (negra) sobre esa historia con textos inéditos, archivo, curiosidades y mucho más, haciendo especial énfasis en su vínculo con la Argentina. Bienvenidos al show.