La mesa de los Tallanes: origen de los sabores piuranos

Todos los especialistas coinciden en que la ancestral nación tallán es cuna y sostén del universo cultural en el que se han desenvuelto los sabores y aromas piuranos. Aunque no fueron los primeros habitantes de los valles comprendidos entre los ríos Zarumilla, Chira, Piura y sus numerosas quebradas, ni serían los últimos, los tallanes absorbieron los elementos culturales y étnicos precedentes y subsecuentes.

Treinta años de estudios (1965-1995) a cargo de antropólogos y arqueólogos como los norteamericanos James Richarson, Paul Tolstoy y Edward Lanning; el canadiense David Kelly; los peruanos Luis Lumbreras, Mercedes Cárdenas y Rafael Larco Hoyle; y los japoneses Isida Izumi y Tereda, han logrado descifrar gran parte de este misterioso proceso que desembocó en la cultura tallán. Se estableció, por ejemplo, que el hombre llegó a estos parajes entre 6000 y 9000 años antes de Cristo, específicamente a los asentamientos de Amotape (9000 a.C.), Illescas, (7500 a.C.) y Avic (4800 a.C.). En este último se hallaron restos de lo que podría haber sido un templo dedicado a los dioses de la pesca. La edad de los primeros asentamientos en Paita datan de aproximadamente 4000 años antes de la era cristiana.

Habrían sucedido luego desarrollos contemporáneos a Vicús, Moche y Salinar, que poblaron el Medio Chira y el Bajo Piura, con desplazamientos que provinieron tanto de la sierra (incluyendo la sierra ecuatoriana) como desde la costa norte y la del sur, pero todas estas etnias fueron dominadas por el ejército Inca al igual que las culturas de los Ayabacas, Huancabambas y Bracamoros, de la zona andina. Luego de un lento y largo proceso de desarrollo se forjó la cultura Piura, cuyos últimos representantes son los denominados tallanes.

Espíritu independiente

El área tallán comprendió, entonces, desde Tumbes hasta Olmos, donde se inicia el área muchik. Pese a la cercanía, ni mochicas ni chimús después, y ni siquiera los incas, llegaron a establecer un dominio pleno entre los tallanes o a influenciar mucho en ellos debido al gran sentido de independencia de estos pueblos, que derivó a su vez en que jamás formasen un estado unificado. El nacimiento de la nación tallán está recogido en diversos mitos. Jacobo Cruz Villegas, en su libro “Catac Ccaos”1, recoge el mito de Mec Non, a quien considera el primer hombre tallán, asomado desde el cerro “Tunal” (al norte de Talara), hasta llegar al valle del río Piura; cofundador con Ñari Walac de Catacaos y de un supuesto señorío tallán, pero esto último no congenia con la mayoría de los historiadores que niegan la existencia de tal organización política. Los tallanes fueron una nación, pero no un Estado. Una nación con su propio idioma (el sec) y sus propias ciudades, con dominio de la ingeniería hidráulica y la agricultura, con técnicas propias en la alfarería y metalurgia distintas a las de Chimú y con el liderazgo marino del antiguo Perú.

Ese sentido de independencia generó el odio de Atahualpa, que nunca pudo dominar a los tallanes, no porque estos fueran simpatizantes de su hermano Huáscar, sino porque consideraban la rivalidad entre ambos como una oportunidad para recobrar su autonomía. El célebre Felipillo fue el tallán que con sus intrigas contribuyó a la ejecución del inca, quien, preso, convirtió en su peor agravio la frase: “¡Perro tallán!”.

La voz tallán

Hoy los linderos geopolíticos no permiten distinguir del todo la ubicación estratégica de la región tallán y considerar que ahí se amalgamaron corrientes culturales provenientes del norte y del sur, es decir, desde los actuales Ecuador y Perú. Un mestizaje que dio como resultado una cultura singular, de gran creatividad. El hombre tallán fue fruto de un largo proceso de transculturación hasta constituir una etnia, una nación, en una fecha que podría estar entre los 700 d.C y los 900 d.C.

Antes de que lleguen los incas, esta región no tenía una denominación común y cada valle o porción tenía su propio nombre. Por ejemplo, los propios conquistadores conocían al conjunto de pueblos del Medio Chira como “Sullana” y a los del Alto Chira y Chincha como “Puchío” o “Poechos”. Pero el quechua, idioma de la nación dominante, recoge en dos palabras el significado de la voz tallán. Una es “talla”, que significa “echarse de barriga”; la otra es “tallanes”, que quiere decir “lugar donde se yace de pecho”, para identificar la postura que adoptaban los tallanes para la confección de chaquiras y ceramios, echados de pecho sobre un banquillo de poca altura, dejando libres cabeza, hombros y brazos.

Por lo expuesto, se debilita otra hipótesis sobre el nombre tallán que lo emparenta con la voz “tacllán”, que significa experto en el manejo de la taclla o arado. En el quechua se conoce la voz “taclla” pero no “tacllán”, y no se ha encontrado registro de esa palabra en la lengua “sec”.

Las capullanas

En el proceso de mestizaje que se produjo entre las gentes venidas del mar y los que bajaron de las serranías en los valles de Tumbes y Piura, cada grupo humano aportó sus elementos culturales hacia un acervo común. Sin embargo, ese proceso fue singular según la zona en que se produjo, de modo que, por ejemplo, los tallanes del valle de Tumbes (Tumpiz) presentan características particulares respecto a los del Chira y Piura, aunque comparten los rasgos étnicos generales y tienen el sec por su lengua. Se piensa que un maremoto obligó a poblaciones tallanas de Sechura a emigrar al Alto Piura y recibir la influencia mochica a través de los vicús. Pero como se ha dicho, estos procesos no fueron uniformes, porque no hubo nunca un “Señor Tallán”, sino que cada pueblo tuvo su curaca (si era hombre) o capullana (si era mujer) con su pequeño ejército, pero ninguno tan poderoso como para sostener una hegemonía o erigirse como señor de señores. Solo cuando los incas llegaron, establecieron un gobernador suyo en Poechos. Individualistas, amantes de su libertad, eso no significó que hubieran renunciado a su autonomía, como pudo comprobar Pizarro cuando arribó a la zona.

Hay quienes han querido dar una connotación más amplia a la existencia de las capullanas de la que en realidad tuvo. Hubo capullanas (llamadas así porque su prenda de vestir distintiva era el capuz, que las cubrían de garganta a pies) desde Ecuador hasta Lambayeque, entre ellas Susy Cunti (Pimentel), de quien se enamoró perdidamente el conquistador Pedro Alcón; y la capullana de Pariñas, aunque muchos historiadores piensan que es la misma. Los cronistas hablan, incluso, de una isla (Gorgona) gobernada y poblada por capullanas (tallanas, salapuyas o sallapullanas, que es como también se les conoce), y las describen como tiranas que desechaban sin piedad a sus maridos para tomar a otros públicamente. Pero lo más probable es que se tratase, en realidad, de esposas de curacas que, bien sea por la dedicación de sus esposos al cultivo de la tierra o por la ausencia de ellos, tomaban a su cargo la administración del curacazgo. Su existencia no parece haberse acabado con la conquista, pues en el archivo de Piura obra un documento del año 1778 en que se hace referencia de que en 1572 (en pleno virreinato) era cacica de Sechura doña Isabel Capullana, conocida como una mujer de armas tomar2. Lo cierto entonces es que en la nación tallán, el rol de la mujer era muy apreciado, mientras que en el resto del Antiguo Perú cumplían más bien un rol secundario.

Por otra parte, la ausencia de un Estado constituido dio como resultado la inexistencia de ciudades importantes. Antes de los incas solo se conocen algunos pocos asentamientos humanos: Tumbes, Poechos, Amotape, Tangarará, Marcavelica, Catacaos y Pabur. Los cronistas no citan a ninguno como cabeza de región al llegar al territorio inca y solo mencionan a Huancabamba, Tumbes, Tangarará, Puechío (o Poechos), Pirhúa (Piura), Pavor (Pabur) y Zarán (Serrán). De Narihualá, los cronistas españoles no dicen nada.

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Verdean los arrozales en Sullana

Unas cuarenta mil hectáreas de arroz -infaltable en el menú piurano- se cultivan en promedio en los valles de Medio y Bajo Piura, Chira, San Lorenzo y Alto Piura, según el mapa regional del sector agrario elaborado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA).

Tierras fértiles

Así como su gente provino de tierra adentro y del mar, ocurrió desde antaño lo propio con los productos en la mesa de los antiguos piuranos. La agricultura fue marcando su desarrollo cultural. Los cultivos principales fueron la calabaza, el pallar, el maní, el algodón y el zapallo; lo mismo que el mate, que se utilizó en la mayoría de utensilios antes de iniciarse la alfarería, en recipientes para guardar el agua (las actuales limetas de los campesinos), ollas y tazones (los famosos potos). Se han encontrado tumbas en Chicama con mates de hasta 4500 años de antigüedad.

Otros productos inmemoriales son el coco (en la época precolonial había 300 especies de cocoteros), los frijoles, los camotes (en quechua “kumara”), la yuca, el algarrobo, el caimito o lúcuma, el molle, los paltos (en tal abundancia que dieron nombre a toda una provincia), las huabas, los guayabos y la piña. En su desarrollo agrícola, los tallanes recibieron el consejo de los mochicas, primero; y los chimús, más tarde, de quienes aprendieron nuevas técnicas de cultivo, el mejor aprovechamiento del agua mediante obras de ingeniería y el uso del guano de las islas como fertilizante. Tan bien cultivados encontraron los españoles los territorios de Tumbes y Piura que expresaron su admiración cronistas como Cieza de León:

“Toda la tierra de los valles donde no llega arena y que está cubierta en parte de arboledas, es una de las más fértiles y abundantes del mundo, que en ellas se cosechan maíz dos veces al año, yuca, batatas dulces, papas, frijoles y frutas como pepinos, guayabas, guabas, paltas, guanábanas, caimitos y piña. Cuando los ríos bajan de la sierra por estos llanos y algunos de los valles son amplios y todo se siembra, cuando estaban más poblados, sacaban acequias en caños y por partes, que es cosa extraña afirmarla, porque las echan por lugares altos y bajos, por laderas los cabezos y albas de sierras que unas por una parte, y otras por otra, que es gran deleite caminar por aquellos valles, porque parece que se anda entre huertas y florestas llenas de frescura”3.

Alma de marineros

Pero los tallanes eran principalmente gente marinera, los únicos antiguos peruanos que se hicieron a la mar en veleros y navegaron sin temor aquí y allá. Su dotación de insumos se enriquecía con los productos marinos: pescados, conchas, mariscos y otros animales como los lobos de mar. Solo las ciudades más apartadas reemplazaban al pescado con productos de caza, como sajinos y venados. Los de la costa, diestros pescadores y nadadores, utilizaron las redes tejidas con el abundante algodón piurano, y no solo pescaron para el consumo personal (tanto fresco como secado, ahumando y salado), sino también para comerciarlo con los pueblos serranos. Por ejemplo, antes de conocer la cerámica, hallazgos arqueológicos indican que los pobladores de Illescas conocían la pesca. Utilizaban las calabazas como flotadores para suspender un extremo de la red, mientras con pesas sumergían el otro extremo.

Posteriormente, los tallanes usaron balsas pequeñas (hechas de troncos o junco) para pescar mar adentro. Así lo verificó el propio Francisco Pizarro cuando recorrió la costa peruana por primera vez al finalizar su segundo viaje, en 1528. En todo el litoral hasta Santa encontró innumerables balseros que salían a recibirlo o los encontraba en el mar, dedicados a la pesca. La pericia de los pescadores paiteños (que según la leyenda fue enseñada por Viracocha) fue descrita también por el corsario inglés Dampier, quien asoló las costas piuranas en 1683. En sus memorias escribió: “Los indios de Colán son todos pescadores. Pescan en el mar en embarcaciones hechas con troncos de árbol”4. Hasta 1930, en Paita, Colán y Sechura, se podía dar cuenta todavía de estas legendarias barcas.

Otra riqueza que los tallanes supieron obtener del mar, celebrada tanto por incas como por españoles, fueron abundantes perlas.

Amantes de la buena mesa

Todos los cronistas coinciden en que los antiguos piuranos eran personas muy hospitalarias y que cada viajero era siempre recibido con las mejores atenciones, manjares y bebidas en su honor. Y no era impostado: los tallanes, como los piuranos de hoy, amaban la buena vida y la buena mesa. Sus celebraciones estaban siempre animadas por platos, chicha y buena música, al son de tamborcillos, flautas, antaras y sonajas. Célebre era una fiesta de siete días y noches durante diciembre que perduró hasta entrada la colonia, cuyo momento culminante era el “goce erótico” y que se llamaba Acataymita5.

Los tallanes todo lo hacían comiendo y bebiendo. Y todo indica que sigue siendo así. En su hogar podía hallarse siempre gran cantidad de tinajas y vasijas de barro para guardar el maíz, la chicha, los alimentos y los vestidos. Además tenían muchas clases de tazas, vasos y calabazas (mates). Usaban fogones de adobe, ollas de barro y cocinaban a leña, dormían sobre esteras y se cubrían con matas de algodón. Usaban hamacas y banquillos de madera labrada rudimentariamente. Tostaban el maíz en cazuelas agujereadas de barro.

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La mar que es el vivir

Modestas barcazas hechas de troncos como esta que descansa en la playa de Máncora son las que encontró Francisco Pizarro a su arribo a Piura. Dan cuenta de las viejas costumbres marineras y pescadoras del pueblo de los tallanes, que junto con la predilección por los pescados, conchas y mariscos, han sido heredadas por los piuranos.

Aunque los antiguos piuranos conocían el fuego y sabían asar sus alimentos (entre ellos aves, yucas y camotes), preferían comer el pescado crudo o semicrudo, según Antonio de Ulloa registra en 1772. También fabricaban pan con harina de maíz, criaban patos de muchas variedades (la más conocida de ellas llegó hasta Europa Oriental y se conoce en el mundo como la variedad Moscovi), pavas (la zuta y la maca), secaban frutas y dotaban a sus alimentos de abundante ají. Los cronistas afirman, además, que a los tallanes se les veía siempre con un poto o cojudito de chicha en la mano. Pizarro mismo fue invitado a un brindis con la cerveza de los incas por la capullana Susi, y también por los caciques de Tumbes y de Poechos.

Como se puede apreciar, mucho de la cultura culinaria tallán ha perdurado por siglos y todavía se encuentra presente en las poblaciones piuranas. Entre ellas, el uso de batanes de madera, las ollas de barro cocido, el tueste del maíz en callanas de barro agujereadas y el servicio de la chicha en potos.

De los tallanes a la actualidad

La resistencia tallana a la invasión de Huayna Cápac y sus cuarenta mil hombres tuvo un desenlace espantoso: el inca quemó a su paso veinte pueblos y levantó una pirámide con los corazones de cinco mil vencidos. Se les impidió, en adelante, poseer armas, lo que explica la fácil conquista primero por las huestes de Atahualpa y luego por las de Pizarro, quien no vio Tumbes como un lugar apropiado para establecerse. Pero más al sur vio un emplazamiento en el valle de Tangar-Arac, Tangarará, a orillas del río Chira (que los tallanes llaman Turicará o Turicarami), que se convirtió en la primera ciudad española en el Perú, a la que llamaron San Miguel de Tangarará. Hay discrepancias sobre el nombre de la ciudad y la fecha verdadera de la fundación, pues el acta se encuentra perdida. Sin embargo, con motivo de la conmemoración del IV Centenario de la fundación de Piura, se adoptó como fecha oficial el 15 de julio. También fue en Piura donde se construyó la primera iglesia del continente, en el pueblo pesquero de Colán.

Debido al clima, hacia 1571, los piuranos se trasladaron al puerto de San Francisco de Buena Esperanza de Paita, pero con la incursión del pirata inglés Cavendish (de enero a mayo de 1587), quien arruinó la ciudad, la población fue a vivir al Chilcal de Tacalá, al pie del río Piura (Lengash, para los tallanes, que quiere decir río inestable). El 15 de agosto de 1588 se fundó en el lugar que actualmente ocupa, con el permiso concedido por el virrey Fernando Torres y Portugal6. Por real cédula del 7 de diciembre, el rey concedió el escudo de armas a la ciudad de San Miguel, el mismo día que a Lima. Desde 1590 se comenzó a llamar oficialmente Piura. A partir de entonces, disfrutó de una vida apacible, como paso obligado hacia Lima gracias al auge del puerto de Paita. Aunque ya para 1817, un personaje piurano conocido como La Pola (a quien se le rinde homenaje en la plaza principal de Piura) desafiaba a Fernando VII y fue fusilada en Colombia por antihispanista, la tranquilidad volcó en efervescencia en 1820, cuando Piura se suma a la causa libertadora del general San Martín, tras las incursiones de los almirantes Brown y Cochrane. El 4 de enero de 1821 se produce la proclama de su independencia en el atrio de la Iglesia San Francisco, encabezada por los próceres José de Lamas, Tomás Cortés, Baltasar Taboada, los hermanos Seminario y otros. La división Piura, de mil hombres, contribuyó entusiastamente en la victoria de Pichincha, el 24 de mayo de 1822.

El 30 de enero de 1837, la tierra de los tallanes se convierte en provincia litoral7. En 1861 asciende a departamento con tres provincias: Piura, Paita y Ayabaca8. En 1865, la legendaria Huancabamba se suma como cuarta provincia de Piura9. Para entonces descollaba en el Perú ya uno de sus hijos predilectos: el almirante Miguel Grau y Seminario, héroe máximo de la nación y de la armada peruana, quien también fue diputado por Paita e integraba el grupo de los llamados Ases de la Marina, junto a su paisano piurano Lizardo Montero.

Durante el siglo XIX, la vida económica de Piura se desarrolla entre la agricultura y la ganadería, aunque esta última pierde fuerza cuando se depredan los bosques de algarrobo para alimentar las máquinas a vapor. En cambio, la actividad algodonera se dispara sobre todo a partir de la crisis de producción norteamericana debida a la guerra de secesión. Las haciendas crecen muchas veces a costa de las comunidades indígenas y mediante la obra de mano del yanaconaje. A fines del siglo diecinueve se inicia la exploración y explotación tecnificada de los yacimientos petrolíferos de Talara, a manos de la International Petroleum Company (IPC), corporación canadiense subsidiaria de la Standard Oil Company (hoy Exxon), que en 1924 adquiere los derechos de propiedad de La Brea y Pariñas. En 1968, tras el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado, se anularon todos los tratados y se expropiaron los yacimientos.

En los años de la República, el progreso material del departamento no corrió de la mano con el desarrollo de sus riquezas naturales, quedando más relegadas las poblaciones del Alto Piura. Solo en los últimos años ha comenzado una etapa de lenta, pero segura, transformación económica y urbana. Es así que su desarrollo económico se ha visto ligado estrechamente gracias a un capital dinamizador mayormente privado, en donde la innovación y la generación de nuevas actividades de trabajo, basadas en sus recursos agrícolas, mineros y pesqueros, ayudan a una configuración económica de Piura sustentada en la localización geográfica y, sobre todo, en los recursos que en esas zonas se consiguen en grandes proporciones. Piura es un departamento del Perú situado al extremo noroeste del país. Colinda al oeste con el Océano Pacífico y limita con el departamento de Lambayeque al sur, con Cajamarca al este y Tumbes por el norte, así como con territorio ecuatoriano por el noreste. La ahora región Piura está conformada por ocho provincias: Piura, Sullana, Talara, Paita, Sechura, Morropón, Ayabaca y Huancabamba; y 64 distritos. Piura está ubicada a 29 metros sobre el nivel del mar; Paita y Los Organos a 3 metros; y Ayabaca a 2,715 metros sobre el nivel del mar.

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Arcilla que moldean fuegos rápidos

El caserío de Simbilá, a 7 kilómetros de Piura y a 5 minutos de Catacaos, es conocido como “Tierra de Alfareros”. En casas de barro y troncos de algarrobo, los “Olleros de Simbilá”, gente amable y acogedora, dominan la ancestral técnica del paleteado, también heredado de sus antepasados los tallanes. Este se transmite de padre a hijo a partir de los doce años.

Piura, con una población al 2013 de 1ยด815,000 habitantes10, es de clima tropical y seco, con una temperatura media máxima anual de 31.2 °C (88.1 °F) y la mínima de 17.7 °C (63.8 °F). En los años que hay presencia del Niño, es uno de los departamentos más castigados por este fenómeno: los piuranos sufren sus consecuencias entre los meses de diciembre a junio.

Vocabulario tallán

En otra demostración de su carácter independiente, los tallanes no adoptaron ni el muchik ni el quechua. Su lengua se llamó el sec. La recolección de un vocabulario sec ha sido una obra lenta y paciente que empieza desde las referencias de los cronistas españoles y peruanos, y sigue con el trabajo de estudiosos como Spruce, Middendorf, Cevallos, Ramos Cox, Robles, Bruning, entre otros. Pese a que otros estudiosos han restado importancia a este vocabulario11, ha ido creciendo de 37 palabras en el año 1864 a 1504 palabras en 1944 (existe incluso un vocabulario tallán de Colán y Catacaos y de la lengua sec de Sechura, consignado por el obispo Baltasar Jaime Martínez Compañón entre 1782 y 178412), y se llega a la conclusión de que el sec tuvo una entonación muy parecida al canturreo actual de los piuranos.

Solo han sobrevivido algunos toponímicos como Casaraná, Pelingará, Huangalá, Narihualá, Cocongorá, Mocará, Chapairá, Tacalá, Virrilá, Tangarará, Puyuntalá, Simbilá, Huaypirá. Pero mientras en el habla actual la entonación da cuenta de la gran influencia sec, los últimos censos nacionales han demostrado que los únicos departamentos en los que nadie usaba el quechua como lengua habitual eran Piura y Tumbes.

A continuación se listan algunos vocablos tallanes y su significado13:

Catac ccaos (Catacaos)

:  Llano grande y exuberante

Ñari Hualác (Narigualá)

:  Ojo grande que avisora lejanía

Hualac o Walac

:  Dios tallán del valle del Piura

Tangar Arac (Tangarará)

:  Pantano fluvial con peces

Mocca-Arac

:  Arquero certero, infalible

Shimbi-Alac (Simbilá)

:  Curaca de trenzas largas

Viccacac-Arac (Vicacará)

:  Casona con penas diabólicas

Tampu Leroc (Tambolero blanco)

:  Tambo para viajeros dinásticos

Tampu Ccomer (Alto de Chiclayito)

:  Tambo verde

Peña Alac (Peñalá)

:  Joven curaca rebelde

Muño Alac (Muñuela)

:  Curaca experto en arco y flecha

Puyuntu Alac (Puyuntalá)

:  Curaca partero

Tingu (Tingo)

:  Alfarero

Shima Achec (Simache)

:  Orfebre

Marcac Huilca (Marcavelica)

:  Bohemio, cantor

Cusuc Cusuc (Cusucuso)

:  Araña de muerte

Macca Arac (Macará)

:  Curaca, hija de curaca

Tum Pish (Tumbes)

:  Suelo plateado, rey de la cólera

Poechío (Poechos)

:  Jefe de guerreros

Chapac Yurac (Chapairá)

:  Espía blanco

Chalac Alac (Chalacalá)

:  Camisa corta

Pucusuc Alac (Pucusulá)

:  Poncho corto

Huangash Alac (Huangalá)

:  Bajada al río

Pelingu Arac (Pelingará)

:  Piedras que lloran

Congosh Arac (Congorá)

:  Valle seco

Yapater Arac (Yapatera)

:  Nube negra

Paqcha (Paccha)

:  Lluvia a chorros

Amoctaje o Moctaje (Amotape)

:  Consejero anciano

Coscomba (Coscomba)

:  Camino real

Cuccung Arac (Cucungará)

:  Sembradores de camote

Chatu (Chato)

:  Nariz corta, colina mocha

Shas (Chaz)

:  Claridad nocturna, tumba de nobles

Shinchao (Sinchao)

:  Legionario

Cashano (Casano)

:  Tronco viejo

Casharác Anac (Casaraná)

:  Colca de maíz

Cumbir Arac (Cumbivira)

:  Casa quemada

Yupic Atac (Yupita)

:  Redondo (hombre)

Tacac Arac (Tacalá)

:  Represa

Beccac Arac (Becará)

:  Gordo simplón

Chacquir Arac (Chaquira)

:  Collar de colores

Letir Arac (Letira)

:  Racimo de frutas sabrosas

Vic Cush (Vicús)

:  Salvador

Llic Qur (Llicuar)

:  Pintor

Lengash

:  Río (río Piura)

Parics Añac (Pariñas)

:  Caverna, escondite

Mincha Alec (Minchales)

:  Goma negra

Mec-Non (Menón)

:  Pájaro errante, gritón

Yarlec Aquec (Yarlequé)

:  Burlón, guapo

Shusllón (Sullón)

:  Árbol frondoso

Tinmac Anac (Timaná)

:  Botija

Adanac Aquec (Adanaqué)

:  Codicioso y débil

Mecchatu (Mechato)

:  Bailón y comelón

Cheroc Aquec (Chiroque)

:  Cantor

Sirlu Apuc (Sirlupú)

:  Bailón, comelón,

Yamunc Aquec (Yamunaqué)

:  Mandón, grosero

Pash Achec (Pasache)

:  Sobrio, calculador

Cheroc (Chero)

:  Sediento

Laluc Apuc (Lalupú)

:  Ostentoso, trabajador

Pulac Achec (Pulache)

:  Mañoso, precavido

Sococ- Alac (Socola)

:  Esposa leal

Mecca-Amo (Mecamo)

:  Irrigación

Ancaj-Jimac (Ancajima)

:  Gavilán negro

Icanc -Aquec (Icanaqué)

:  Mensajero veloz

Maccac- Apuc (Marcalupú)

:  Intrépido

Nac Aquichec (Naquiche)

:  Arriero, caminante

Colpac hual (Colpagua)

:  Rey del desierto

Cul Upuc (Colupú)

:  Guardián

Changanc Aquec (Changanaqué)

:  Adulón

Rummi Achec (Rumiche)

:  Cargador de litera

Meccac Achec (Mecache)

:  Santurrón

Namuc Achec (Namuche)

:  Poeta

Chanduc Uvic (Chanduví)

:  Charlatán

Lupuc Achec (Lupuche)

:  Consejero

Mec Len (Melén)

:  Agua mansa

Lacchir Arac (Lachira)

:  Gran nadador

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Así lo hizo Dios

Este paisaje piurano da cuenta de la verdadera conformación geográfica del país de los tallanes: un bosque seco. Al fondo, los entrañables algarrobos. Al frente, ganado caprino en busca de pastos y agua.

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1 Cruz Villegas, Jacobo. Catac Ccaos: origen y evolución histórica de Catacaos. CIPCA - Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, 1982.

2 MOYA ESPINOZA, Reynaldo. Breve historia de Piura, Tiempos Prehispánicos. Tomo I, Capítulo VI, “Las capullanas”. Caja Municipal de Piura, 2003.

3 Cieza de León, Pedro (1984) [Primera publicación 1551]. Crónica del Perú. Primera Parte. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial.

4 Dampier, William. New Voyage Round the World (1697).

5 Historia Marítima del Perú. Época Prehistórica. Tomo II, Volumen 2. Lima, 1973, página 695.

6 MOYA ESPINOZA, Reynaldo. Breve historia de Piura, Tiempos Prehispánicos. Tomo I, Capítulo 3, “Traslados de Piura”. Caja Municipal de Piura, 2003.

7 Memoria Anual de la Municipalidad de Piura http://www3.munipiura.gob.pe/institucional/transparencia/memoria_anual2012.pdf

8 Decreto de presidente Ramón Castilla: http://www3.munipiura.gob.pe/institucional/transparencia1/ley_30_marzo_1861.pdf

9 http://www.munihuancabamba.gob.pe/portal/index.php/provincia

10 Instituto Nacional de Estadística - INEI

11 Arrizabalaga Lizárraga, Carlos. “Etimologías ficticias y filiaciones etimológicas aproximadas”. En suplemento Semana, diario El Tiempo de Piura, domingo 3 de junio de 2012, y “Observaciones a las interpretaciones etimológicas de Manuel Yarlequé”, en suplemento Semana, diario El Tiempo de Piura, domingo 27 de mayo de 2012.

12 Restrepo Manrique, Daniel. La iglesia de Trujillo (Perú) bajo el episcopado de Baltasar Jaime Martínez Compañón (1780-1790). Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 1992. ISBN 84-457-0135-5.

13 Cruz Villegas, Jacobo. Catacaos: origen y evolución histórica de Catacaos. CIPCA - Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, 1982. Sobrino de Manuel Yarlequé (1848-1923), abogado sanmarquino, orador y diputado cataquense, quien señala que este legó un libro a la Sociedad Defensora de la Comunidad Indígena de Catacaos en octubre de 1922 en el que consigna vocablos tallanes recogidos “tal como se manifestaban en su época, entre sus mismos familiares, y del lenguaje propio de sus congéneres indígenas (...) analizándolos, comparándolos exhaustivamente”, que transcribió “tal y como estaban escritos”, por el propio Yarlequé, rubricado de su puño y letra.