

Las personas que consiguen lo que desean, no lo obtienen por arte de magia, sino por una serie de causas que activan esos logros.
Te invito a estudiar a las personas que ya tienen aquello que tú deseas conseguir. Estudia, aprende y conoce todo lo que hace esa persona exitosa para hacerlo tú también. Modélate para parecerte a ella en sus mejores hábitos, en los ámbitos que ha conseguido y que tú también quieres alcanzar, ser, hacer y tener. Para que puedas descubrir los «mecanismos» de pensamiento, los sentimientos y los comportamientos que hacen a esa persona exitosa.
Elige a quienes admiras por su forma de comportarse, por lo que hacen y por lo que consiguen. De cada una de esas personas, analiza cómo es, cómo actúa, cómo se esfuerza en sus hábitos diarios, y después, compórtate como ella.
Estamos acostumbrados a ver los resultados, los éxitos de otros. Y algunas personas, en lugar de modelarlos y aprender de aquellos, eligen prejuzgar, dudar y, peor aún, envidiarlas. Todo ello sin pararse a pensar en el trabajo que han hecho hasta conseguirlo, en las costumbres y hábitos que les han hecho ser quienes son, sin pensar si están trabajando desde su talento, desde la pasión que ponen en cada cosa que hacen.
Las preguntas importantes para aprender de estas personas son las siguientes:
• ¿Cuáles son los patrones de comportamiento que hacen tener éxito a esa persona?
• ¿Cómo logra sus resultados?
• ¿Qué marca la diferencia con una persona que no tiene éxito?
Tu atención debe centrarse en «qué» hace la persona (comportamiento y fisiología), «cómo» lo hace (estrategias internas de pensamiento), y «por qué» lo hace (compatible con las creencias y supuestos).
Si alguna vez te encuentras cara a cara con una persona que consideras exitosa, además de fijarte en su comportamiento y sus hábitos, pregúntale cómo lo ha hecho, qué te recomienda, si puedes formarte con ella, o mejor, dile si puede ayudarte de algún modo concreto a avanzar en tu camino para llegar adonde ha llegado ella.
«Ayer fui inteligente y quise cambiar el mundo. Hoy soy sabio y voy a cambiarme a mí mismo». RUMI
Una de las personas de las que me encanta aprender y he querido modelar es precisamente Sergio Fernández (cuyo testimonio aparece en un apartado destacado de este libro). Te recomiendo que leas sobre él y te formes con él. En una conferencia dijo: «Nada que se logre con esfuerzo merece la pena en esta vida». Y tiene sentido, porque si te estás esforzando en algo, lo vives con escasez. Si hoy me estoy esforzando, mañana obtendré esfuerzo. Lo natural es vivir una vida con sentido, con abundancia, disfrutar de esta fiesta alucinante que es la vida. Si hay algo que haces con esfuerzo todos los días de la vida, cambia. Cambia de hábitos, cambia de lugar donde vives, de compañías o de trabajo, pero te recomiendo que no te quejes ni presumas del esfuerzo, pues el esfuerzo es sinónimo de escasez.
Es más, te recomiendo que te comprometas contigo mismo a no presumir del esfuerzo, diciendo en voz alta lo siguiente:
Yo (diciendo tu nombre), me comprometo a no presumir del esfuerzo pues es sinónimo de escasez.
En lugar de presumir de tu esfuerzo, presume de tu don, de tu talento y compártelo con los demás. Pues quien no demuestre pasión, conocimiento y servicio a los demás no estará bien remunerado y trabajará más horas de las convenientes. Esta es la manera que la vida tiene de zarandearte y decirte: ¡Muévete, que aquí no pintas nada!
El mundo no necesita gente que oculta sus dones, sino personas que aman su trabajo, que ofrecen su mejor servicio a los demás, y esto es lo que hacen quienes trabajan desde el amor, su don y su talento.

Puede que tu camino sea difícil, y que al principio surjan dificultades, pero si te comprometes, desde tu don y tu talento, el resultado será positivo e irrefrenable.
Quiero hacerte una pregunta:
¿Cuántas horas de trabajo o estudio dedicas a eso que quieres conseguir?
Te lo pregunto porque hay personas que me piden consejo u opinión para poder llegar lejos o alcanzar objetivos en un campo concreto, ya sea en sus estudios, su deporte, o sus proyectos, etc., y cuando les hago esta pregunta me responden: «Poco tiempo...». Yo les vuelvo a preguntar: «¿Pero cuántas horas al día? Y sus respuestas son sorprendentes, del tipo: «un par de horas a la semana», «algunos días, un rato», «de momento, ninguna hora»... Así es realmente complicado llegar lejos en cualquier objetivo que quieras conseguir, empleando solo esos escasos momentos de preparación.
Si dedicas tan solo una hora de cada día a formarte, a aprender para saber más sobre aquello que te apasiona, en diez años te convertirás en un experto en aquello que has decidido hacer. Y si te asusta «formarte una hora al día», piensa que puedes hacerlo escuchando un audio mientras hacer cualquier otra tarea cotidiana en casa, en el coche o en otro medio de transporte.
«El emprendimiento es hacer que aquello que te apasiona en la vida sea lo fundamental, de manera que puedas sacarle el máximo provecho y lo hagas evolucionar». RICHARD BRANSON

Ejercicio
Ahora, para que te pongas en marcha, para darle acción a este capítulo, te propongo:
1. Elige a tres personas de las que quieras aprender, a quienes te gustaría parecerte en lo que han conseguido y en la forma en que lo han hecho. Pueden ser de tu entorno, del mundo de la empresa y el emprendimiento (Anxo Pérez, Sergio Fernández), del deporte (Rafa Nadal, Mireia Belmonte), de la moda o del cine (Antonio Banderas, Penélope Cruz), o incluso personas que fallecieron pero nos dejaron un legado de sabiduría del que aprender (Steve Jobs, Gandhi...).
2. Escribe en tu cuaderno dos personas de las que te gustaría aprender, a las que poder modelar.
3. Ahora, escribe una acción vinculada a cada una de ellas y que tú vas a realizar durante la próxima semana. Según la persona elegida, puede ser leer su biografía, ver cinco entrevistas sobre ella, enviarle un e-mail con alguna consulta concreta, apuntarte a un curso de formación de esta persona...
Las dos acciones que haré serán...

Vive de su pasión, la psicología, y ejerce de jefe del departamento de Psicología del Deporte en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Sant Cugat (Barcelona), además de ser codirector del Programa ACB Next Valores. Es licenciado en Psicología y máster en Psicología del Deporte por la Universidad Autónoma de Barcelona. Destaca por trabajar solamente con deportistas y se dedica a divulgar la aportación de la psicología al rendimiento de estas personas (www.youtube.com/pepmari).
Conocí a Pep Marí a través de sus libros, todos ellos llenos de aprendizaje y motivación constantes. Posteriormente, seguí aprendiendo de él a través de las redes sociales y de sus vídeos en YouTube. Hace unos meses, pude conocerle en una gala con motivo del aniversario de una editorial. Al verlo sentado a mi lado, tuve la oportunidad de agradecerle personalmente lo que aporta diariamente desde la distancia. Si aún no has descubierto a este gran psicólogo deportivo y gran persona, te animo a aprender de él.
Andrés Iniesta dice: «Lo importante no es llegar, sino disfrutar del camino». Resume magistralmente una de las claves de la psicología aplicada al deporte: céntrate en el proceso, lo único que depende de ti, y olvídate del resultado.
Se trataría de disfrutar tanto recorriendo ese camino, de aprender tantos valores, hábitos, recursos y lecciones que, aunque no se consiguiera el objetivo final, ya habría valido la pena la inversión realizada.
Para mí, el verdadero éxito consiste en aprender a disfrutar del camino. Si al final también consigues la meta que perseguías, doble premio: los aprendizajes obtenidos durante el camino y la propina que implica lograr tu objetivo.
Dice un viejo refrán: «Quien hace todo lo que puede, no está obligado a más». Pues yo creo que sí, también está obligado a creer que, haciendo todo eso, lo conseguirá. No basta con hacer, es igual de importante creer en lo que se hace.
Cuando dudé de si con mis esfuerzos conseguiría mis propósitos, me puse a creer más fuerte todavía en cuanto hacía. Qué hacemos es importante. Cómo lo hacemos es determinante.
A veces, algunos intentos fracasan porque no creemos en ellos, no tanto porque no sean buenos. Una sola duda se carga toda la confianza.
En ocasiones, para seguir mejorando, no hace falta probar cosas nuevas, sino confiar aún más en las que hacemos o tenemos.
Me hubiera gustado que me descubriera aquella cita de Robert Louis Stevenson que dice: «La misión de las personas no es tener éxito, sino seguir fracasando con el espíritu en alto».
Fracasamos mucho más de lo que triunfamos. Incluso un superclase como Kilian Jornet reconocía recientemente en una entrevista que fracasa en la mitad de los proyectos con los que se compromete. Si un «extraterrestre» como Kilian fracasa un 50 %, ¿qué porcentaje nos espera al resto de los mortales?
Me hubiera gustado que alguien con éxito me hubiera desvelado que la ilusión, el éxito y el fracaso no son tres cosas diferentes, sino tres etapas del mismo proceso.
Y me hubiera gustado también que alguien me hubiera aclarado que el fracaso no existe para frustrar, sino para enseñar. Y es que el error forma parte del proceso de aprendizaje.
Me hubiera gustado también mucho que alguien me hubiera guiado para que yo descubriera que fracasar no era errar, sino que errar es cuando no aprendes nada.