Año 2007

Dieciocho velas se apagaron.

Roxie se despidió de ellos entre lágrimas.

La asistenta social había movido algunos hilos y pasaría los próximos veinte días en un centro de acogida. Roxie les aseguró que encontraría trabajo, que los visitaría con frecuencia y que nada cambiaría entre ellos. Pero Autumn tenía un nudo tan fuerte en la garganta que tartamudeó al decir «adiós» y fue incapaz de pronunciar el «te quiero, Roxie» que tenía en la punta de la lengua, justo al lado del «no te vayas, por favor». Ya no podría colarse en su cama las noches de tormenta, cuando tenía miedo, y dormir arropada entre sus brazos. Ya nadie la calmaría con dulzura durante los días malos del señor Moore. Ya no habría cosquillas al despertar, muecas graciosas durante la cena, bailes en el sótano al son de la melodía de la radio ni trenzas cada mañana antes de ir al colegio.