Perros «buenos» y perros «malos»
¿Qué es el carácter de un perro? Igual que en el hombre, esta palabra tiene un doble significado.
El primero define el conjunto de cualidades psíquicas de un perro (valentía, temple, agresividad, curiosidad, etc.). Un perro que las posee todas en un alto grado es un perro «con mucho carácter», mientras que el perro que carece de ellas, total o parcialmente, tiene «poco carácter».
El segundo significado es más próximo a las expresiones «de buen carácter» o «de mal carácter» usadas para los hombres. Cuando se habla del «buen carácter» de una persona, se piensa en un hombre simpático, accesible, mientras que en el caso contrario se dice que alguien tiene un «carácter de mil demonios». Sin embargo, el caso del perro es muy distinto: un perro de buen carácter es en efecto simpático, disponible y bueno, pero un perro de mal carácter no puede ser un perro sin virtudes morales, por la simple razón de que el perro no tiene sentido moral.
A diferencia del ser humano, ningún perro puede ser «malo», puesto que no obedece a reglas o leyes éticas. El perro sólo tiene dos modelos de comportamiento: el que le viene impuesto por la naturaleza, que es instintivo, y el que le impone el hombre.
Pongamos por ejemplo el caso del perro mordedor: ¿de dónde le puede provenir su «mal carácter»? De la naturaleza está claro que no.
Los milenios de domesticación no han alterado la mente del perro. Aunque exteriormente haya adoptado formas, dimensiones y colores muy diferentes, por dentro sigue siendo el mismo que hace doce mil años. El cerebro del perro, al menos al nacer, es exactamente igual que el del lobo. Posteriormente interviene el ser humano, que «modifica» su desarrollo psíquico haciéndole creer que los bípedos somos sus congéneres, y enseñándole a respetar y obedecer a un jefe de manada sin cola y que camina erguido.

Todos los perros son buenos. Sólo el hombre, de manera voluntaria o por error, puede crear un perro de mal carácter
Este proceso recibe el nombre de imprinting, del que hablaremos más adelante. Por el momento nos conformaremos con saber que sin él, el perro no siente ningún vínculo con el ser humano, y lo considera un ser tan ajeno como podría serlo un tigre o un elefante.
Por tanto, el perro no tiene ningún «instinto natural» que pueda inducirlo a comportarse agresivamente contra el hombre, del mismo modo que tampoco tiene «instintos naturales» que lo induzcan a comportarse con docilidad y afecto. Estas pulsiones nacen de la intervención humana durante el imprinting, sin el cual el perro tendría una única reacción instintiva: la autoprotección, que se materializa en la fuga.

En estado natural, la defensa instintiva del perro es la huida, no el ataque
Todo el mundo debería saber que el lobo de Caperucita Roja es un invento literario: un lobo «de verdad», si encuentra a un ser humano en el bosque no lo devora, sino que huye, igual que haría un perro que no hubiera recibido ningún tipo de imprinting.
Un lobo, o un perro salvaje, sólo podría anteponer el ataque a una reacción de fuga en dos casos: cuando la hembra defiende a su camada y cuando el ejemplar que se siente amenazado no tiene posibilidad de huir. En estado natural casi nunca se da el caso de que un lobo no tenga vías de escapatoria; en cambio, en el contexto humano, hay más posibilidades de que un perro se sienta amenazado y atrapado. Este es un factor que debe tenerse en cuenta cuando se habla de perros agresivos, y que ampliaremos más adelante.
Por el momento, podemos sacar dos conclusiones: si el perro carece de moral, y si el único «instinto» natural que tiene con el hombre es huir para evitar que le haga daño, salta a la vista que los perros agresivos no son perros «naturales», sino perros que tienen un comportamiento originado por el hombre.
Dicho de otra manera: detrás de un perro mordedor, hay siempre y solamente un error humano.
En el capítulo correspondiente veremos cuáles son los posibles errores y cómo se pueden evitar.

Incluso el perro más bueno y cariñoso del mundo, si se siente amenazado y no encuentra escapatoria, reaccionará agresivamente
Las características psíquicas del perro
¿Cuáles son las cualidades que, juntas, forman el «carácter» de un perro?
La cinología moderna describe nueve cualidades básicas: reactividad, temple, agresividad, combatividad, docilidad, vigilancia, curiosidad, sociabilidad y posesividad.
No es totalmente exacto considerarlas como cualidades, porque en sí mismas no son ni buenas ni malas. Es el hombre quien convierte en útiles cada una de estas características para sus objetivos (adiestramiento y utilización del perro como auxiliar) y, por consiguiente, entiende como cualidades lo que objetivamente son partes de la estructura psicológica del animal.
El perro tiene estas características más o menos desarrolladas, del mismo modo que puede tener el pelo más o menos corto, la cola más o menos larga, las orejas más o menos erguidas.
Insisto en la candidez y la ingenuidad del perro porque es importante darse cuenta de que el perro no tiene conciencia de ser bueno o malo, valiente o cobarde. El perro aprende a sentirse un «buen perro» o un «mal perro» en función de las reacciones humanas a sus comportamientos.
Antes de tratar este tema con más profundidad, analizaremos sucintamente las cualidades caracteriales que acabamos de enumerar.

El perro no tiene sentido moral. Simplemente, si su dueño lo felicita se siente bueno, y si lo amonesta se siente muy malo
Temperamento
Con este término se indica la velocidad de reacción del perro a los estímulos externos, positivos o negativos. Un perro de temperamento vivaracho reaccionará con rapidez a la llegada del dueño o ante la agresión de un maleante.
No nos interesa saber cómo reacciona, sino sólo la velocidad con la que reacciona; cuanto mayor sea, más fuerte será su temperamento, y viceversa.

El temperamento de un perro se ve por la rapidez con que percibe al dueño que ha entrado en casa y por la alegría que manifiesta
Temple
Es la capacidad de soportar estímulos externos desagradables o dolorosos. Por ejemplo, si pisamos la pata a un perro de temple blando, este reaccionará lloriqueando, deteniéndose o cojeando ostentosamente; si es de temple muy blando, incluso podrá negarse a seguir caminando. El perro de temple duro hará caso omiso al pisotón. El de temple medio quizá soltará un breve aullido, pero reanudará la marcha alegre y seguro. El temple aumenta siempre con la edad del perro. ¡Los cachorros son muy cuentistas!
Agresividad
Es el impulso para la lucha como reacción a un estímulo amenazador dirigido a él mismo, a su territorio o a las personas que quiere.
La agresividad no es buena ni mala: es una característica natural que no puede faltar en un perro, aunque en algunas razas es más marcada que en otras. Lo que realmente cuenta, especialmente en un animal de trabajo, es la combatividad (véase el apartado siguiente); la agresividad en sí misma no es más que un impulso que puede desembocar en pelea si el perro es combativo, pero también en fuga si carece de combatividad.

Cuando se desencadena el mecanismo de la agresividad, el perro adopta una mímica corporal muy concreta: yergue el pelo, tensa el cuerpo y mira fijamente al adversario. Esta situación no desemboca forzosamente en un ataque, porque el perro tiene varias posibilidades de elección: puede pelear, someterse o huir

Si se pisa inadvertidamente a un perro de temple duro, este prácticamente no reaccionará
Es la capacidad del perro de pasar a la acción o, lo que es lo mismo, de transformar la agresividad en pelea.

La combatividad es la cualidad que provoca la reacción de lucha
Docilidad
En el perro, esta característica supone la aceptación espontánea del hombre como un superior jerárquico, sin que haya ninguna necesidad de recurrir a imposiciones.
En la práctica es la capacidad de sentir afecto por su dueño y de tener deseos de obecederle, de aprender de él y de poder contar con él en todo el mundo.

La docilidad es la capacidad de someterse a un guía humano
Vigilancia
Es la capacidad de advertir al dueño, con la voz o con la mímica corporal, de un posible peligro externo, tanto para él como para su dueño. La vigilancia se manifiesta siempre con más énfasis dentro del territorio en donde vive el animal que fuera de él. No obstante, el adiestramiento puede despertarla incluso en territorio neutro.

Un perro con un buen grado de vigilancia indica siempre la presencia de un intruso en su territorio
Curiosidad
Es el interés por el mundo externo y por todo lo que pueda atraer la atención del perro. Es una cualidad importante porque sin curiosidad el perro es apático e incapaz de aprender.

La posesividad del perro se hace extensiva a los objetos que pertenecen a su amo. Gracias a ello es un buen guardián
Sociabilidad
Es la capacidad de relacionarse con el hombre de forma simple y natural. No debe confundirse con la socialización, que es el periodo durante el cual el perro empieza a ocupar un lugar jerárquico dentro de la manada (o de la familia).

La curiosidad mueve al perro a aprender cosas nuevas. Sin curiosidad, la inteligencia del perro quedaría limitada
Posesividad
Es la capacidad del animal de considerarse propietario de algo o de alguien; la posesividad es muy importante porque el perro no defendería ni a su dueño ni su casa si no creyera que son «suyos».

La sociabilidad es una cualidad fundamental para cualquier perro, y todavía más para los perros de trabajo
Cualidades psíquicas específicas del rottweiler
Hasta el momento nos hemos referido a un perro genérico, que tanto podría ser un chihuahua como un san bernardo. Pero este libro está dedicado al rottweiler.
Es importante saber que todos los perros, sin exclusión, poseen las cualidades psíquicas antes descritas; incluso el beagle, considerado el perro más bueno del mundo, alberga en su interior una buena dosis de agresividad, y el más feroz de los pit bull es en potencia un perro dócil y sociable (el hombre se encarga de orientarlo en una dirección o en otra). Sin embargo, la selección ha modificado la estructura psicológica de las distintas razas, potenciando algunas características y reprimiendo otras. El resultado es que cada raza tiene las mismas cualidades que las otras, pero en distinta medida.
Un buen rottweiler debe caracterizarse por:
— reactividad muy alta;
— temple duro;
— agresividad media-alta;
— combatividad alta;
— docilidad media-alta;
— vigilancia muy alta;
— curiosidad muy alta;
— sociabilidad muy alta;
— posesividad alta.
Este es el resultado de una selección llevada a cabo por el hombre con el propósito de obtener un buen perro de defensa: los pasos realizados se pueden seguir con la historia misma de la raza.

Orígenes e historia del rottweiler
No es mi intención aburrir al lector con la historia del perro desde la prehistoria hasta nuestros días. Sin embargo, es importante recapitular los momentos principales de la historia del rottweiler, porque con toda seguridad nos ayudarán a entender el tipo de perro que es.
En primer lugar, el rottweiler es un molosoide. Esto significa que desciende del antiguo mastín tibetano, un perro seleccionado hace miles de años para la guerra y las peleas, y que en la actualidad está extinguido. Es evidente que un perro dedicado a estas funciones no podía ser un animal tranquilo y bonachón, capaz de aguantar las bromas de cualquiera.
En segundo lugar, la selección más reciente del rottweiler fue obra de comerciantes de ganado alemanes, que querían de sus perros básicamente dos cosas:
— que supieran dirigir el ganado, pero sobre todo vigilarlo, cuando lo llevaban al mercado, puesto que en la Edad Media no existían los camiones, y los rebaños se guiaban a pie siguiendo largos itinerarios en los que era posible encontrar desde maleantes hasta lobos;
— que supieran defender las ganancias obtenidas por la venta del ganado durante el mismo largo recorrido de vuelta a casa.
En el viaje de vuelta los lobos ya no representaban una amenaza, porque el dinero no les interesaba, bien al contrario que los salteadores de caminos. Pero el mercader resolvía el problema dejando el dinero en una bolsita de cuero que ataba al cuello del perro, como testimonian algunos grabados medievales.
Es evidente que el perro hacía la función de caja fuerte inexpugnable, y para ello los criadores de la época centraron sus esfuerzos en lograr una raza cada vez más agresiva y temible. Según las crónicas de aquella época, los perros de entonces eran designados simplemente con el nombre de Metzgerhund («perro de los carniceros»). El lugar en donde se trabajó más la selección de estos perros fue precisamente la ciudad de Rottweil, que dio nombre a la raza.
Un detalle importante es que el rottweiler era temible y agresivo con los maleantes, pero al mismo tiempo equilibrado, amigable con los niños y cariñoso con su dueño, como se explica en varios textos medievales. En cambio, no se tienen ningún testimonio de agresiones injustificadas a adultos o niños, hecho que demuestra una vez más que este es un problema «moderno». Y si tenemos en cuenta que la selección ha mejorado el carácter del rottweiler (los perros de los carniceros alemanes eran mucho más feroces que los actuales), está claro que actualmente la parte «errónea» es la humana. El rottweiler antiguo era el perro de una categoría muy concreta de personas, quizá poco cultas, pero conscientes del potencial de sus animales. El rottweiler moderno es un perro de moda, que puede acabar en manos de cualquiera. Y aquí es justamente donde empiezan los problemas.

Migración del mastín tibetano