Introducción

Asia en el espacio y en el tiempo

La primera palabra que nos viene a la mente cuando pensamos en Asia y en religión es, sin duda, budismo. Esta asociación, que no es incorrecta aunque sí parcial, irá ilustrada en la mayor parte de los casos por alguna de aquellas representaciones con sonrisas delicadas y expresión distante que desde hace mucho tiempo han dado la vuelta al mundo. También surgen referencias a la misteriosa China o al lejano Japón.

Sin embargo, estas imágenes de Épinal encajan bastante mal con una definición científica del mundo asiático.

Según algunos autores, desde el punto de vista geográfico este gigantesco continente se extiende desde el cabo Baba en Asia Menor, hasta el cabo de Dejnev en Siberia. Limita por el norte con el océano Ártico, por el este con el océano Pacífico y por el sur con el océano Índico. El límite oeste es más indefinido, en la medida en que Europa es «una península asiática».

En este vasto bloque, los especialistas distinguen Asia sudoccidental, Asia septentrional, Asia meridional y Extremo Oriente. La primera abarca Anatolia, Irán, Irak, Siria, Afganistán y la península arábiga. La segunda corresponde aproximadamente al territorio de la antigua URSS. La tercera incluye el subcontinente indio y el sudeste asiático. Por último, la cuarta está constituida por China y Japón.

La geografía humana aparece todavía más compleja con sus variedades antropológicas y lingüísticas.

Abordar toda esta extensión desde el punto de vista religioso implicaría tratar casi todas las religiones del planeta, y ello no es posible por cuestiones de límites editoriales y de competencia científica.

Visnú de Buddhanilkhanta echado, fechado en el 642, Nepal

La geopolítica, por ejemplo, ha borrado de este inventario Arabia, el Próximo Oriente, el Oriente Medio, mientras que la geografía humana ha suprimido el mundo ruso.

Para tratar la historia de las religiones nos atendremos a las religiones soteriológicas que han tenido su cuna en Asia, lo cual excluye al cristianismo de la zona eslava y el islam de numerosas regiones. Por lo que respecta al animismo, que se ha excluido también de este conjunto, hemos considerado —quizás erróneamente— que la enorme cantidad de variantes que propone este tipo de creencia, por un lado, y la pobreza estructural, por el otro, justificaban de facto su supresión de una obra como esta. Y, al contrario, la presencia del nestorianismo puede ser discutible. El corto periodo a lo largo del cual esta forma religiosa pudo expresarse en su región de origen y la difusión que ha podido tener en el espacio asiático han motivado esta decisión.