Hace unos setenta millones de años, después de la repentina y rápida desaparición de los grandes reptiles que dominaron la Tierra durante miles de siglos, en nuestro planeta se desarrollaron otras especies de seres vivos, como son los mamíferos, y, entre estos, las primeras variedades de cánidos. Eran animales de formas muy diferentes; algunos eran parecidos al oso, otros recordaban la hiena actual o tenían más similitudes con el gato que con el perro.
Todas estas especies desaparecieron a lo largo de un proceso de selección que duró varios milenios, hasta que, hace sesenta millones de años, apareció en Europa y en Asia una variedad de cánidos que muchos estudiosos consideran como el primer antepasado del perro moderno. Se le denominó Cynodictis y parece ser que vivió en la Tierra durante unos veinte millones de años, es decir, durante todo el Mioceno.
Los descendientes de este lejano antepasado fueron el Daphoenus, el Mesocyon, el Cynodesmus y el Tomarctus. Hace aproximadamente diez millones de años, llegó a Europa, Asia y África el Canis, del cual derivó hace cincuenta mil años el Canis lupus, que los expertos consideran el antecesor directo de todos los perros que existen hoy en día.
Se cree que las primeras domesticaciones tuvieron lugar quince mil años atrás, y que se iniciaron como un proceso natural, estimuladas por la utilidad recíproca que descubrieron el perro y el hombre en distintas formas de cooperación.

Representación de un bull-baiting fechada en 1820 (colección Audisio di Somma)
A medida que se fue desarrollando la convivencia entre perro y hombre, este último fue aprendiendo las características de su compañero que facilitaban las distintas tareas que le eran asignadas.
Esbeltos y veloces, los perros de caza a vista, antepasados de los lebreles actuales; trotadores infatigables, los perros de pastor; colosales y potentes, los perros de guerra y los guardianes, a los cuales se confiaba la función de luchar al lado de los ejércitos y la vigilancia de las propiedades y de la vida de los dueños.
Se sabe que en Asia existían unos perros de talla imponente y de coraje indómito que no dudaban un instante en atacar a animales más feroces. De ellos nos han llegado vestigios arqueológicos e informaciones escritas, entre las que cabe citar las de Marco Polo, el gran aventurero italiano célebre por sus expediciones a Oriente. Se dice que estos formidables animales eran originarios del Tíbet y que, por distintas corrientes migratorias (propiciadas especialmente por los fenicios), se extendieron por toda Europa. Probablemente los fenicios los introdujeron también en las islas británicas, en donde se cruzaron con otros perros autóctonos, y dieron lugar al predecesor del bulldog moderno, un perro (dog) utilizado en las peleas contra toros (bull).
Este tipo de competición nació oficialmente en 1209, después de que lord Stamford presenciara, desde su castillo, una pelea entre dos mastines propiedad de un carnicero y un toro que acababa de disputarse violentamente una hembra con un congénere.
Los perros acosaron y abatieron al toro, después de una furiosa lucha, y la escena complació tanto al señor del lugar que regaló el terreno en donde había tenido lugar la pelea al gremio de carniceros, a cambio de que el enfrentamiento se repitiera una vez al año.
Con el paso del tiempo las peleas entre perros se modificaron; si al principio el perro tenía que enfrentarse al toro y derrotarle en el menor tiempo posible, más tarde se empezó a instigar varios perros al mismo tiempo, y ganaba el que efectuaba en primer lugar una presa de una duración determinada. Para ello se utilizaban perros muy ágiles y de dimensiones mucho menores que las de los antiguos bulldog.
Otro tipo de pelea que alcanzó una gran difusión era el enfrentamiento entre perros y otros animales, como osos, asnos, monos, tejones, ratas y, naturalmente, otros perros. Para este tipo de peleas era fundamental la agilidad, y los poderosos aunque pesados bulldog no podían competir con perros mucho más rápidos. Por esta razón en el siglo XVIII era habitual aparear ejemplares de bulldog y de terrier, en un intento de obtener perros cada vez más rápidos.

Representación de un dog-fighting fechada en 1820 (colección Audisio di Somma)
Todo ello ocurría sin unas directrices concretas en la cría, ya que el único criterio era obtener los mejores resultados en las peleas.
Los ejemplares obtenidos cruzando bulldog y terrier se denominaban con varios nombres, como bull-and-terrier, pit dog (del término inglés pit, que indica el recinto en donde tenían lugar los combates), half-and-half o pit bull terrier, y tenían características muy dispares según el tipo de perros empleados en los cruces.
Los animales de talla mayor se utilizaban contra adversarios mucho más grandes: toros, osos, asnos e incluso leones; los de talla mediana contra otros perros, o contra tejones y monos; finalmente, los de talla pequeña se utilizaban en un tipo de combate muy en boga en los siglos XVIII y XIX, el rating, en el que el perro debía capturar y dar muerte al mayor número posible de ratones, en el menor tiempo posible. Se cuenta que en 1823 un pequeño bull-and-terrier, de nombre Billy, mató 100 ratones en sólo cinco minutos y medio.
En 1835, en Inglaterra se promulgó una ley que prohibía las peleas entre animales, lo cual motivó el rápido declive del bulldog, a partir de entonces inutilizable, y el desarrollo de razas más pequeñas pero con la misma valentía, la misma fuerza y la misma resistencia al dolor. Estos animales se empleaban en combates clandestinos con rivales de talla pequeña, ya que de este modo era más fácil eludir los controles de la policía.
El peso del perro, que al principio podía oscilar entre 16 y 60 kg, se redujo a los 10-25 kg, siempre buscando una buena combinación de agilidad y potencia.
Un gran criador de bull-and-terrier fue James Hinks, que a mediados del siglo pasado utilizó el bull-and-terrier, el viejo old english white terrier (actualmente extinguido) y otras razas cuya identidad mantuvo en secreto, y logró ejemplares homogéneos, de color predominantemente blanco y de gran belleza y fuerza. Hinks obtuvo el reconocimiento del Kennel Club inglés e hizo oficial la raza que él mismo había criado con el nombre todavía existente de bull terrier.

Grabado de finales del siglo XIX en el que figura una pareja de bull-and-terrier

Grabado en el que figuran unos bull-and-terrier
El nacimiento del staffordshire bull terrier
El bull terrier criado por Hinks fue el primero en ser reconocido por el Kennel Club, pero está demostrado que en la región de Staffordshire existía desde hacía tiempo una variedad de bull-and-terrier homogénea, de talla no excesivamente grande, pero dotada de fuerza, ferocidad, valentía y resistencia al dolor insuperables. El bull terrier de Staffordshire no era sólo invencible en los combates, sino que también prestaba una gran ayuda para el hombre en las tareas de guardián de las propiedades y como cazador de ratones y de animales dañinos de más corpulencia, como el tejón y la nutria.
Con la ilegalización de las peleas entre animales se perdió también el interés por las apuestas, de modo que el staffordshire bull terrier estuvo en peligro de extinción.
Afortunadamente, un reducido número de aficionados de su región de origen prosiguió con la cría del staffordshire, y gracias a su trabajo no se perdieron todas las características que habían sido seleccionadas durante siglos.
El reconocimiento oficial de la raza por parte del Kennel Club inglés tuvo lugar en 1935, fecha en que un grupo de aficionados al «stafford» (así se abreviaba y todavía se abrevia el nombre) fundó un club con sede en Cradley Heath para fomentar el desarrollo y la difusión de la raza, y redactó un primer estándar en donde se describían las características físicas y psíquicas deseadas.

Rambo, un cruce fortuito obtenido de una hembra bulldog y un terrier, que tuvo lugar casualmente en el jardín de casa, hace doce años. Es un perro todavía muy activo y realiza largas excursiones por la montaña. Así nacieron los primeros bull-and-terrier. Criador y propietario: Umberto Cuomo
En 1935 la raza fue presentada oficialmente en la exposición celebrada el 17 de agosto en el Cradley Heath Conservative Club y, entre sesenta ejemplares que fueron examinados por el señor Beilby, venció Jim the Dandy.
En 1939 nació Gentlemen Jim, el primer ejemplar que fue proclamado campeón por sus incuestionables cualidades estéticas y auténtico pilar de la raza, que vivió doce años y que hasta los diez fue utilizado como semental. Tuvo más de 250 hijos, entre los que figuran muchos campeones, cuyos descendientes forman parte de las mejores líneas de sangre.
En 1939, después de cuatro años de observación en el transcurso de los cuales se demostró la homogeneidad de los ejemplares criados, fueron permitidas las inscripciones en el Libro de Orígenes sin reservas y la raza inició su aventura en el mundo de la cinofilia oficial.
Las extraordinarias cualidades del staffordshire bull terrier fueron apreciadas rápidamente por los conocedores de las razas caninas, que se aficionaron a la nueva —y al mismo tiempo antiquísima— raza, que hoy en día sigue siendo una de las más difundidas y queridas en Inglaterra.
En los últimos años se han registrado más de 6.000 inscripciones anuales en el Libro de Orígenes y, gracias al elevado nivel de calidad alcanzado por los criadores, numerosos ejemplares han logrado resultados excelentes en las exposiciones inglesas de mayor renombre. Un buen ejemplo de ello es Belnite Dark Huntsman, que tuvo el honor de obtener el primer premio en la categoría de razas terrier de la exposición Cruft’s de 1989.
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Quick Sneewitt, bull terrier de principios de siglo |
Joe Mallen con el campeón inglés Gentleman Jim, considerado por muchos el mejor staffordshire de todos los tiempos |
El nacimiento del american staffordshire terrier
Tal como se puede intuir por el nombre, el american staffordshire terrier desciende de los staffordshire bull terrier que desembarcaron en el nuevo continente con los colonos ingleses que emigraron para hacer fortuna.
Eran perros bastante diferentes entre sí, que se utilizaban en las peleas de perros, actividad que en las nuevas colonias tenía una gran aceptación.
Además del staffordshire bull terrier, también llegaron a América muchas otras variedades de perros empleados para distintas labores, y entre ellas figuraban los legendarios blue paul terrier, cuyo nombre se dice que procede del célebre pirata escocés Paul Jones, que los había utilizado en sus enfrentamientos con notable éxito; estos perros, de temperamento feroz y combativo, normalmente eran de un color gris azulado que, según parece, Paul Jones apreciaba especialmente.
Eran animales de mayor corpulencia que los staffordshire bull terrier, que alcanzaban los 50 cm de altura y un peso de 24 kg. Hoy en día los blue paul terrier están extinguidos, pero en muchos american staffordshire terrier todavía aparece el manto de color gris azulado de sus antepasados lejanos.

A la izquierda: Paddy, uno de los primeros staffordshire bull terrier (Nueva York, 1880); A la derecha: Grabado que representa el blue paul terrier (colección Meina)

Yankee terrier de principios de siglo
En el continente americano los perros importados de Inglaterra y destinados a las peleas recibían el apelativo común de pit bull o pit bull terrier, por los mismos motivos que ya hemos explicado en el caso del stafford. A los criadores no les interesaba el aspecto o la belleza de los perros, ya que sólo querían ejemplares capacitados para la lucha y para vencer.
En la cría se utilizaron también otros perros, algunos de ellos autóctonos, otros importados de los países de origen de un número cada vez mayor de colonos que llegaba de todas las partes del mundo.
Los american staffordshire terrier tenían, y todavía tienen, una talla mayor que los staffordshire bull terrier y se utilizaban también para la caza de animales salvajes y peligrosos, como perros de boyero y como guardianes de las propiedades.
A finales del siglo pasado, en muchos estados norteamericanos se ilegalizaron las peleas entre animales y hasta 1898 la raza fue denominada de muchas maneras: pit bull, american pit bull, yankee terrier, half-and-half, pit bulldog, blue paul, etc.; estos nombres eran utilizados indistintamente en las distintas regiones en donde se criaban estos perros.
La confusión persistió hasta 1936, año en que la raza fue reconocida oficialmente por el American Kennel Club.
Una fecha fundamental en la historia del «amstaff» (abreviación para referirse a la raza) fue 1880, año en que Charlie Lloyd, llamado Cockey, importó de Inglaterra dos stafford magníficos: Paddy y Pilot. Estos dos animales fueron luchadores excepcionales que no cosecharon ninguna derrota a lo largo de sus carreras. Además, poseían una belleza y tipicidad fuera de lo normal. Su fama se convirtió en leyenda, y fueron cabezas de estirpe de muchas e importantes líneas de sangre, que todavía hoy se encuentran en los mejores amstaff, como X-Pert y Ruffian.
En 1898 C. Z. Bennet fundó el United Kennel Club, y registró con el número uno a su perro Bennet’s Ring como american pit bull terrier. A partir de aquel momento se prohibieron los cruces de ejemplares reconocidos con perros de otras razas, y los otros nombres utilizados para denominar a estos perros fueron desapareciendo paulatinamente.
La raza se hizo pronto muy popular y se extendió por todo el país, iniciando su viaje por la historia de la cinofilia que la ha llevado hasta nosotros.
Muchos aficionados empezaron a criar amstaff por su temperamento, no por su ferocidad en los combates. No tardaron en darse cuenta de que las posibilidades de utilización de la raza podían ser mayores, y empezaron a surgir círculos de criadores y simpatizantes. En 1921 el señor Dunable fundó en Clay Center (Kansas) el American Bull Terrier Club, que elaboró un primer esbozo de estándar que es la base del que actualmente está en vigor.
En 1930 el American Kennel Club (organismo afiliado a la Federación Cinológica Internacional) no aceptó registrar la raza con el nombre de american bull terrier, ya que el Bull Terrier Club de América se opuso a ello. Por otro lado, Will Judy, el conocido editor de la revista Dog World, intentó que la raza fuera reconocida con el nombre de yankee terrier, aunque sin éxito. Sin embargo, su empeño le valió el honor de ocupar el cargo de vicepresidente vitalicio del Staffordshire Terrier Club of America (STCA).
Al haber sido reconocido en 1935 el staffordshire bull terrier, el American Kennel Club (AKC), que consideró el amstaff como un pariente próximo del stafford inglés, decidió reconocer la raza y registrarla con el nombre de staffordshire terrier. Esto tuvo lugar en junio de 1936, y el 1 de julio del año siguiente se publicó oficialmente el primer Libro de Orígenes de la raza. En agosto del mismo año fue registrado el primer ejemplar que se llamaba Farmer’s Snuggles Up. Muchos perros, que para obtener un reconocimiento habían sido registrados en otras organizaciones no oficiales, como el ya citado United Kennel Club (UKC) y la American Dog Breeders Association (ADBA), que desde 1909 había homologado la raza pit bull terrier, presentaron solicitudes para ser inscritos también en el AKC.

El american staffordshire terrier en el año de su reconocimiento (1936), representado aquí por X-Pert Black Ace; propiedad de Campeón y A. Ormsby

Un cartel de 1914 dedicado a la primera guerra mundial.

Stubby, héroe en aquel conflicto
El 30 de agosto de 1936 se celebró el Northbrook Kennel Club Show en donde la raza fue expuesta por primera vez en un certamen homologado por el AKC. Allí Charles J. Doyle exhibió el macho Doyle’s Shiner. Doyle fue un gran criador que contribuyó, junto con otros aficionados, en la difusión de la raza y en la mejora de sus características. Tanto su criadero Tacoma, como los de X-Pert y Ruffian forman parte de la historia del american staffordshire terrier, y sus líneas de sangre están presentes en los mejores ejemplares modernos.
El primer campeón UKC fue Maher’s Captain D, en 1937.
El mismísimo presidente Roosvelt fue un gran admirador de la raza, que crió apasionadamente. Otro factor que repercutió en la popularidad del amstaff fue la aparición de varios ejemplares en películas de cine mudo. Un buen ejemplo lo constituye Pete, un american staffordshire terrier, que llegó a actuar en diversas series televisivas.
Varios amstaff fueron protagonistas de acciones heroicas durante la primera y la segunda guerra mundial, y algunos de ellos fueron incluso condecorados. Un perro famoso fue Stubby, que salvó a toda una división del ejército americano advirtiendo de la inminencia de un bombardeo de gas.
También actuó como mensajero, en patrullas de rescate, y en cierta ocasión detuvo con la amenaza de sus terribles dientes a un espía enemigo, a quien custodió hasta la llegada de los soldados.
Sus gestas le valieron honores, medallas e incluso el grado de sargento.
Una vez finalizada la segunda guerra mundial, la raza se fue imponiendo gracias a su maravilloso carácter y a sus excepcionales dotes psíquicas y físicas.
Llegamos así a 1972, año en que el primer staffordshire bull terrier fue importado por los norteamericanos. En aquella fecha, el AKC decidió modificar el nombre de la raza en american staffordshire terrier, añadiendo el término american para diferenciarlo claramente de su pariente inglés.
En octubre de 1974 se inició el registro de ejemplares en el Libro de Orígenes con este nombre y, en 1975, el AKC reconoció también al staffordshire bull terrier. En 1988 la asociación oficial de la raza, el Staffordshire Terrier Club of America, cambió su propio nombre por el de American Staffordshire Terrier Club.