FISIOLOGÍA

FISIOLOGÍA REPRODUCTIVA Y REPRODUCCIÓN

El momento en que el conejo alcanza la pubertad varía en función de la raza y las condiciones ambientales.

De todos modos, la hembra es capaz de reproducirse a partir de los cuatro meses de edad aproximadamente, y el macho, a partir de los seis.

En la hembra, la ovulación es inducida: la liberación de los óvulos en los oviductos se produce tras el coito o gracias a una secreción hormonal en caso de inseminación artificial.

La ovulación se produce de diez a trece horas después del estímulo, que es el tiempo medio que emplean los espermatozoides para ascender por los tubos.

Por tanto, no puede hablarse de un ciclo sexual de la coneja; en cualquier caso, se detecta una aceptación periódica del macho (a intervalos de cuatro o seis días). La ovulación se produce incluso tras un estímulo mecánico de la vagina a causa de la monta entre hembras (mayores de tres meses), o por una variación brusca de las condiciones ambientales (por ejemplo, cambios de luz), lo cual provoca la liberación de los óvulos de los folículos. Aun así, ciertas condiciones permiten calcular las probabilidades de aceptación del macho y, por tanto, de gestación. Por otra parte, según la concentración de estrógenos en la sangre, la vulva adquiere unas coloraciones que coinciden con una mayor o menor oportunidad del apareamiento. Un rojo intenso coincide, en general, con el periodo de máxima aceptación del macho; el violeta, en cambio, indica el periodo que sigue a ese momento.

Al igual que sucede con las perras, las conejas pueden sufrir casos de pseudogestación, con formaciones de cuerpos lúteos (amarillos), durante los cuales la coneja se comportará como si estuviera preñada, llegando a arrancarse pelo para hacer un nido y rechazar al macho. Al cabo de 15 o 16 días, la hembra mostrará actitudes reproductivas normales. Sin embargo, en la cría en jaulas no suele darse este fenómeno.

La gestación dura aproximadamente 30 o 32 días. El parto suele producirse a primera hora de la mañana y dura bastante tiempo, pudiendo llegar a alargarse incluso dos o tres días en algunos casos, ya que una vez expulsada del seno materno la primera cría, el resto puede sobrevivir en el útero durante todo este tiempo. Cuanto mayor sea el número de crías, más rápido será el parto, y menor, por tanto, la duración de la gestación. Las crías nacen sin pelo y tienen los ojos cerrados, encuentran su primera acogida en un nido que la hembra ha preparado con su propio pelo unos días antes del parto, después de haberlas liberado de la envoltura fetal. La camada se alimenta inmediatamente de leche materna, que constituye un alimento completo hasta que las crías empiezan a abandonar el nido (cuando han pasado unos quince días). La madre produce entre 160 y 240 g de leche al día, y va aumentando la secreción entre la primera y la tercera semana, para ir decreciendo después a partir de la cuarta semana.

PALPACIÓN PARA EL DIAGNÓSTICO DE GESTACIÓN

EL DIAGNÓSTICO DE GESTACIÓN

Vale la pena comprobar si las conejas están gestantes antes de preparar el nido o, en su caso, inducir un nuevo apareamiento. Para ello se puede recurrir a varios métodos: la dosificación hormonal, que es ardua y cara; el control de peso de la coneja, que no es exacto si varía la cantidad de alimento ingerido; la comprobación de la turgencia de las mamas, que se retrasa hasta el día 21 de gestación, es decir, muy tarde; o llevarla ante el macho, ya que en caso de estar preñada lo rechazará. No obstante, las garantías que ofrece esta última técnica no son absolutas.

El sistema más práctico consiste en palpar atenta y delicadamente el abdomen del animal; a los 10-14 días de la concepción —y siempre en función de la experiencia del criador—, pueden ya detectarse los embriones, si bien debe procurarse poner la mayor atención posible para no confundirlos con quistes, abscesos o fetos momificados.

 

COMPOSICIÓN DE LA LECHE

Agua

…………………..

69-71 %

Grasas

…………………..

10-13 %

Proteínas

…………………..

12-15 %

Lactosa

…………………..

1,4-2 %

Cenizas

…………………..

2,5 %

FISIOLOGÍA DIGESTIVA

El conejo obtiene el máximo rendimiento del alimento ingerido: de hecho, la digestión se caracteriza por dos fases muy distintas.

La primera consiste en el paso de la comida a través del tubo gastrointestinal, donde los principios nutritivos se someten a dos procesos degradantes: uno enzimático y otro fermentativo, en el que participan los microorganismos del intestino ciego. El segundo proceso digestivo se inicia con la producción de heces blandas. Consiste en la ciegotrofia, es decir, en la producción y reingestión, sin masticación, de excrementos procedentes directamente del ano.

De esta manera, el conejo asimila alimentos pobres (por ejemplo, los fibrosos) que estimulan los movimientos intestinales y evitan las retenciones alimentarias que provocan enteritis.

La ciegotrofia se activa a partir de las tres semanas de edad, y se diferencia de la coprofagia en que esta consiste en la reingestión de un único tipo de heces. En un primer momento, el ciegotrofo está compuesto por bolitas de un color verdoso, las cuales, posteriormente, cobran un tono pardo por oxidación (contacto con el aire) y acabarán por tener un diámetro superior al de las heces duras y formar un racimo; esto se debe a que las heces blandas son ricas en agua y están recubiertas por una película mucosa que ralentiza la actividad digestiva del estómago, favoreciendo además la fermentación de la mucosa operada por los microorganismos. La composición de los dos tipos de heces es distinta, tal como figura en la tabla de la página anterior.

La composición de la dieta modifica las características de las heces. Gracias a la reingestión del ciegotrofo, con la repetición de la digestión y, en concreto, gracias a la actividad del colon, el animal recupera vitaminas (sobre todo, del grupo B), aminoácidos esenciales de origen bacteriano, hidratos de carbono y agua.

EL PROCESO DIGESTIVO DEL CONEJO

El ciegotrofo (a la derecha) tiene forma de bolitas que forman un racimo de aspecto brillante; su diámetro es mayor que el de las heces duras (a la izquierda)

COMPOSICIÓN DE LA SUSTANCIA SECA DE LAS HECES (EN %)

Tipo de heces

heces duras

heces blandas (ciegotrofo)

sustancia seca

58

27

prótidos grasos

13

29,8

grasas

2,6

2,4

fibra

37,8

2,2

cenizas

8,9

10,8

extractos nitrogenados

37,7

35

MUDA

Se trata de un fenómeno fisiológico al que no suele prestarse mucha atención, pero que influye indirectamente en las capacidades productivas y reproductivas del conejo. La función de la muda es la de garantizar, de manera continuada, una temperatura corporal constante.

De hecho, este fenómeno, aunque se produce durante todo el año, cobra especial relieve durante los cambios estacionales: así, el pelaje del animal se vuelve más tupido al empezar el invierno y esponjoso al empezar el verano.

Durante los periodos de pérdida y sustitución del pelo, las actividades productivas y reproductivas quedan un tanto de lado. En concreto, la muda otoñal requiere, desde el punto de vista alimentario, un aporte elevado de proteínas y, sobre todo, de aminoácidos sulfurados (constituyentes del pelo), los cuales, por consiguiente, no pueden ser empleados para la actividad reproductiva.

La primera muda se produce a los 60-70 días de vida, y proporciona el color definitivo del pelaje del animal.

Factores como la duración de la iluminación, la alimentación y las condiciones ambientales e higiénicas influyen en la evolución de esta etapa. Por ello, habrá que prestar especial atención a la regulación y control de la temperatura ambiental durante toda esta fase (véase el capítulo «Ambiente y alojamiento del conejo»).

Rex durante la gestación. (Fotografía de Lanceau/Cogis)