«Me enseñaste a desconfiar,
a ser valiente, así que me paré a pensar un día
y decidí hacerte frente.
Cuenta cuántas veces
me has dejado vacío y ausente,
un chico frío al que le cuesta
bastante abrirse a la gente».
Piter G & Porta. Canción «Carta de sinceridad» (2015)
Por empezar con orden, puedo decir que mi infancia fue una época feliz, me gustaba jugar y salir como a todos los niños. Al pensar ahora en ella, supongo que la alegría y la inocencia de un niño hacen que el mundo sea un lugar mágico.
Hubiera deseado que mi niñez se alargase más, porque con la llegada de la adolescencia las cosas cambiaron, y en esta etapa no tuve tanta suerte. Al cumplir años también vinieron las malas emociones y la inestabilidad. No fui un mal estudiante mientras duró la educación primaria y hasta tercero de secundaria; era un chaval corriente, de los considerados «pardillos», porque mis compañeros se metían conmigo.
El niño feliz creció y pasé a ser un adolescente «rarito». He de decir que en los años que duró mi adolescencia era más fácil desconectar de la maldad y de las burlas que enfrentarme al día a día, porque yo no era invisible y los otros chicos me atacaban constantemente. La evolución de mi carácter parecía no ser compatible con los demás, pero afortunadamente yo tenía una personalidad firme y estaba muy claro lo que me gustaba y lo que no, y aprendí a ir a lo mío cuando por los pasillos o en clase me cruzaba con gente desagradable que se burlaba de mí por cosas que yo no escogía o que no podía evitar que me gustaran. Ya en la adolescencia empecé a creer en mí.
En el instituto yo no era precisamente uno de los alumnos respetados, todo lo contrario, era más bien lo que se entiende por un pringado. Los que habéis escuchado mi canción «El pardillo de la clase» sabéis de lo que hablo. Ahora creo que gran parte de mi fuerza y de mi energía se la debo a las situaciones de abuso de aquellos «matones de instituto» que tanto empeño pusieron en hacerme la vida difícil. Os puede sonar irónico, pero ¿acaso puedo quejarme del camino que ha llevado mi vida?
Veía cómo esos abusones se burlaban de mí aprovechando el más mínimo detalle, solo por diversión, sin pensar en el daño que hacían, sin calcular cómo minaban mi autoestima, sin asumir que aquellas burlas podían dejar daños irreparables en su víctima y que eso le podría afectar en su forma futura de afrontar el mundo. Lo pasé mal por carecer del valor para plantarles cara. A veces pienso que podría haber intentado conversar sobre qué les gustaba a ellos. Tal vez les habría hecho comprender que teníamos gustos e intereses diferentes, pero quizás igual de intensos y válidos. Les podría haber convencido de que nadie debe avergonzarse ni pedir perdón por hacer lo que le gusta.
Con el tiempo comprendí que lo único que consiguieron con sus burlas hacia mí fue alejarme de una senda marcada y sencilla, yo no me estaba dejando llevar por el rebaño, y me empujaron hacia un mundo más difícil pero profundo y enriquecedor en el que siempre fui consciente de lo que quería y me gustaba. Cuando comienzas por ese camino se ve todo muy oscuro, pero conforme vas avanzando descubres que lo malo no está en ti, que no es nada personal, solo tratan de machacar al que es diferente. A mí me tocó, como a tantos niños y jóvenes que sufren maltrato en los colegios e institutos de nuestro país, en los que 7 de cada 10 adolescentes son acosados psicológica o físicamente. Solo hay que abrir los ojos, hablarlo y reaccionar para alejarse de las burlas y hacer que de nuestro interior salga lo bueno.
Damas y caballeros,
les presento
al pardillo de la clase.
Camino a clase,
¿eh?
Camino a casa.
Ya los veo,
están al final de la clase.
Quieren mi dulce cogote para cebarse.
¡Mamá! No quiero volver al instituto.
¿Quizás mañana puedan faltar?
Mamá, ten piedad.
El argumento de esta canción encierra anécdotas amargas. Podría haberla enfocado hacia la dureza de afrontar las situaciones de acoso escolar, y la soledad e inseguridad que produce en un adolescente no formar parte del grupo, pero no quise hacerlo, pensé que eso sería su victoria. Enfoqué la letra de esta canción con un toque de humor y mucha ironía. Yo soy una persona que se centra en el presente, lo que más valoro es lo que soy ahora, no me gusta mirar hacia atrás cuando las épocas han sido malas, aunque estos trozos de mi historia también expliquen mi forma de ser ahora.
Te confieso que soy un friki,
no me respetan.
Nadie quiere sentarse al lado
de este cebolleta.
Me pegan en la nuca y no me dejan
avanzar por el pasillo.
Y soy el pardillo de la libreta.
Recuerdo que escribía canciones
en todo momento y que todos se reían y decían
que perdía mi tiempo.
Ahora, mientras ellos curran en la obra
yo escribo mi obra.
Gano más pasta y sigo durmiendo.
Ay, qué mal sienta saber
que lo que tú ganas al año
el Pardillo lo gana en un mes.
Abusón, métete con él
mientras puedas
porque no podrás cuando
acabes de repartidor
de kebabs.
Qué gracioso
meterse con el Pardillo.
Ahora todos quieren saber de mi dinero del bolsillo.
Qué interés tan repentino
por ser mi amigo.
Ven a por mi dedo corazón.
Cretino.
Camino a clase,
¿eh?
Camino a casa.
Escribo mi venganza
para ti, abusón.
Por el infierno que tuve
que pasar por adolescente.
En esta canción
no solo hablo por mí,
sino por todo el que pasó
y está pasando en el presente.
¡Escucha!
Es el inadaptado el que progresa,
el distinto.
Es el pastor y no las ovejas.
Tienes una prueba
justo enfrente de tus cejas.
El karma
va a ser ahora
el que te dé a ti la colleja.
También le doy un enfoque burlesco, como si la letra estuviera escrita por el karma, esa forma que tiene el universo de equilibrarnos por los actos que cometemos y su influencia para los demás.
¿Cómo sienta saber
que Piter G
era el Pardillo de tu clase?
Y ahora mírale
ganando pasta desde los 20,
con buga y casa,
respetado en dos continentes.
Hoy las víctimas
bailarán por todo
lo que el abusón nos hizo pasar,
¡he, he!
Y no pienso sentirme mal
por alardear
por lo que conseguí
haciendo rap.
No ha sido fácil,
no se regalan galardones.
Cuando tú estabas en la calle
yo estaba escribiendo canciones.
He querido poner en la letra de esta canción un mensaje de ánimo para todas aquellas personas a las que los abusones han llevado al límite, quiero que piensen que, lo que durante la adolescencia tal vez sea considerado raro, en la juventud puede ser una oportunidad de futuro, porque superar estas dificultades nos da la fortaleza para poder afrontar otros malos tragos que vendrán.
En el estudio
creyendo en lo que hacía.
El Pardillo acaba siendo
tu fin de la poesía.
Camino a clase,
¿eh?
Camino a casa.
Más de siete años
aguantando sus críticas.
Piter G
llega con esta bomba
de relojería como venganza.
Atrapadlo, hijos de puta.
A tomar por culo.
En esta canción hablo de situaciones que yo he vivido. Los nervios que sentía cuando veía a estos chicos a lo lejos y sabía que algo malo iba a ocurrir, aunque no entendía cuál era el motivo para recibir sus burlas y su maltrato.
Os he puesto las cifras para que podáis conocerlas. En todos los colegios hay chicos que están deseando que otros cometan errores o llamen la atención o sean diferentes para poder atacarlos y divertirse a su costa. Son su ignorancia y sus limitaciones las que hacen que solo así encuentren la diversión. Esto acaba provocando que los chicos atacados pierdan las ganas de asistir a clase, que callen y se encierren en sí mismos y que solo en casa se sientan a salvo, porque los abusones consiguen imponer el aislamiento social y en esa soledad es donde crees encontrar algo de paz.
Antes era diferente, terminaban las clases y las burlas acababan, al menos hasta el siguiente día. Ahora es mucho peor, porque muchos chicos son acosados a través de las redes sociales, y aunque los tengas lejos, ellos pueden seguir recordándote que no les gustas.
En mi caso, no sé si yo era ya peculiar o fue el rechazo de algunos chicos lo que causó mi peculiaridad. Pero si lo que pretendían aquellos personajes era hacerme cambiar, causaron en mí justo el efecto contrario, porque nunca quise que me aceptaran o me entendieran, y cada vez estaba más empeñado en hacer lo que me gustaba.
Dibujaba, garabateaba historias en los libros, escribía canciones y sus ataques subían de tono conforme iban descubriendo lo que me gustaba hacer. Me trataban como al pobre ingenuo colgado con los cuentos de hadas en los que cree que algún día sacará algún beneficio de la música. Nunca me parecí a ellos, ahora que lo pienso con tranquilidad supongo que era normal que me mirasen como a un ser extraño, porque yo tenía muy claro lo que quería conseguir. Yo nunca fui su competencia en aquel barrio, porque siempre aspiré a más, yo siempre quise crear mi propio destino y supe que saldría de aquella mediocridad. Eran ellos los que no se enteraban de nada, solo desahogaban así su frustración.
Lo conseguí, pese a todos los pronósticos negativos, yo lo conseguí, y ahora veo a algunos de aquellos mediocres obligados a cargar con una vida sin futuro, obligados a tragar por no atreverse a dar ni un paso fuera de la norma.
Yo tengo el horario que quiero, el trabajo que deseo y ningún tipo de presiones. Escribo cuando quiero y porque puedo, sin forzar la inspiración porque tenga un jefe que me ponga plazos para entregar informes a final de mes. Tengo la libertad y la independencia por las que desde pequeño tanto luché.
Os he contado mi caso, para que os sirva de consuelo a todos los que habéis sufrido estas situaciones humillantes. Quiero que sepáis que todos los que abusaban de los más débiles en mi colegio después han tenido destinos poco prometedores. Me parece normal, ya que desde adolescentes mostraban errores de criterio a la hora de tomar decisiones. Quiero que penséis bien lo que os cuento, puede que se hayan burlado de nosotros por ser diferentes o por hacer lo que nos diera la gana en determinados momentos, pero el mundo da muchas vueltas y solo los que están acostumbrados a enfrentarse a los problemas son los que consiguen grandes cosas. Los que tienen la fuerza para seguir en la lucha no son los que se someten a las burlas, sino los que no tienen miedo a mostrarse como son.
Sinceramente, creo que las personas que encuentran la diversión en atacar a otros solo tratan de distraer sus problemas y volcar sus frustraciones en los demás, en los que ven débiles solo porque a veces no nos importa plantarles cara. No existen razones lógicas para que unos chicos ataquen a otros por ser diferentes, solo buscan entretenerse y salir de sus vidas vacías.
Por irónico que pueda sonar, actualmente me he encontrado con algunas de las personas que me amargaron más de un día durante mi adolescencia y que ahora han querido volver a verme, incluso me han dicho: «me gustaría retomar el contacto», como si alguna vez hubiéramos tenido amistad en vez de burlas y ataques. Ahora les gusta lo que he conseguido, a veces dicen que me admiran y algunos hasta parecen sinceros al hacer ese reconocimiento. A otros en cambio se les nota la envidia, piensan cómo desaprovecharon las oportunidades mientras que aquel al que trataban como a un tonto las agarró todas.
Yo nunca rechazo el saludo ni retiro la palabra a nadie, siempre he creído que las personas pueden cambiar, que todos merecemos una nueva oportunidad, incluso los que nunca me la dieron a mí. También reconozco que a veces veo a algunos y no puedo evitar pensar «lo tenéis bien merecido». Pero esta es toda la venganza que me permito, ver que la justicia gobierna el mundo.
Le dedico esta canción a todos aquellos que en los colegios e institutos sufren las burlas y los ataques gratuitos de otros chicos y ven que su vida y su ánimo se tambalean, pero también a los que un día me hicieron daño y que ahora viven inmersos en una vida insulsa.
El acoso provoca daños, algunas veces muy importantes, pero con cada tropiezo aprendemos que no todo en la vida será fácil. Superar el daño nos abrirá otros horizontes por los que caminaremos con mayor firmeza.
No quiero parecer engreído al ponerme como ejemplo, pero todo lo que os cuento es la experiencia recibida tras años de leer comentarios en cada vídeo diciéndome que les impulsé a seguir un sueño, o que admiran mi trabajo. A todos los que han sufrido acoso escolar quiero decirles que, igual que yo pude, cualquiera puede salir de esa situación y dedicarse a luchar por sus sueños.
He conseguido más de lo que pude imaginar, a veces la vida compensa los malos momentos y te hace regalos. El éxito supone mucho esfuerzo, no llega solo, hay que sortear obstáculos e innumerables pruebas para demostrar que lo que te gusta es un deseo sincero y no un capricho. En este recorrido aprenderás, serás feliz, pero también derramarás lágrimas, esta es la escuela de la vida. A veces dejaremos por el camino caprichos y fantasías para dedicarnos en cuerpo y alma a conseguir nuestro sueño. No hay que desesperar, porque no hay mayor felicidad que alcanzar aquello por lo que has trabajado sin descanso.
Espero, al menos, haber puesto una sonrisa en la cara de todos los que habéis sufrido burlas cuando erais más jóvenes.
Cuando llegué a 3.0 de educación secundaria dejé de ser buen estudiante, no sabría decir cuál fue la causa, porque no hubo ninguna concreta, pero dejé de tener interés, quise convertirme en un chico «guay», iba a algunas fiestas y hacía todas esas cosas que hacen los adolescentes cuando abandonan los estudios.
Esa etapa llegó a su fin cuando suspendí y tuve que repetir 4.0 curso, entonces tuve que ponerme las pilas y empezar a estudiar de nuevo. Volví a ser el joven callado que únicamente se metía en sus asuntos, pero como iba a lo mío a veces les daba la impresión de que solo podía tragar y tragar. Quizá a algunos os sorprenda, creo que mi respuesta era la acertada, aunque me crease algunos problemas de desánimo, conseguí no verme involucrado en ninguna pelea en el instituto y me ayudó en la capacidad de expresar mis emociones en el futuro. En ese tiempo, aprendí algo que después me ha sido muy valioso: saber qué y quiénes merecían mi atención, es decir, aprendí a dedicar mi tiempo y energía a las cosas relevantes de la vida, a mi crecimiento personal, a cultivar mi creatividad y a trabajar duro.
Ya os he contado que no fui un estudiante constante. No creo que me faltase inteligencia, pero el instituto no me resultaba nada estimulante, sentía que allí se adormecían mis aptitudes. Yo soy una persona que avanzo mejor con estímulos, y si algo no me motiva, no me mueve, y los profesores prácticamente ignoran estas necesidades.
Siempre he tenido la sensación de moverme en un mundo de gente cansada, sin paciencia, con prisa, rodeado de profesores, padres y referentes tan ocupados que no hacen esfuerzo alguno por estimular las capacidades de los niños ni captar su interés. Por suerte, en el colegio había asignaturas que hablaban de algunos valores éticos, aunque me parece triste que esto no se aprenda en la familia. Aun así, alguna generación debe empezar a ser la semilla del cambio, a pesar de que en este país no predominan los grandes estudiantes.
Recuerdo que pasaba las horas de clase dibujando o escribiendo canciones. De hecho, os contaré que me gradué gracias a que mis padres me prometieron que si lo conseguía, me cederían un local para montar mi propio estudio de música y grabación. Sé que lo más indicado no es sobornar a los hijos con bienes materiales, que lo apropiado es transmitir motivación y proporcionarles la ayuda para conseguir sus ilusiones. Tal vez mi caso no sea un buen ejemplo, pero lo cierto es que fue así como logré terminar el instituto… Y así fue como conseguí tener mi primer estudio de grabación. Empecé con un material no muy profesional, pero para mí supuso un gran logro, por fin podía dedicar mi tiempo a lo que me apasionaba.
Desde que era muy pequeño he sido muy creativo. Cuando la mayoría de los niños se divertían con sus juguetes, yo me divertía creando los míos propios. Inventaba aparatos, abría todos los que tuvieran algo electrónico y fabricaba aparatos nuevos con sus luces, motores o cualquier cosa que considerase útil. Supongo que en ese proceso también influía el hecho de que me gustase la acción, mantenerme ocupado montando esos nuevos artefactos, saliendo a la calle a probarlos y siempre poniéndome a prueba para mejorar. Mi mente siempre ha sido más inquieta y ha tenido más energía que mi cuerpo.
Gracias a que mi trabajo creativo me ocupaba y me alejaba de las malas energías de los demás, comencé a tener mejor consideración sobre mí mismo y sobre lo que me rodeaba. Con la edad, si logras mantener la creatividad te harás más resistente a las influencias externas negativas, tendrás la mente abierta para analizar y no creer automáticamente lo que se considera normal u obvio y te estarás proporcionando los recursos necesarios para alcanzar las metas que te propongas.
Mi mente no entendía que algo solo pudiera ser de una única forma, mi imaginación siempre me hacía ir más allá y barajar muchas ideas y posibilidades diferentes. Como dijo la escritora estadounidense Úrsula K. Le Guin: «Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido».
Todo lo que veía me resultaba una fuente de inspiración y de creatividad, me animaba a dar otro paso hacia delante. He dibujado cómics, he diseñado videojuegos, he producido cortometrajes 3D y grabado cortometrajes sencillos. Dibujé un cómic que trataba sobre un alienígena rapero que tenía un humor algo absurdo, podría recordaros alguna de mis canciones, como «El Diario de Bagman» o «Jacky el Osito»,y creaciones nacidas de ideas algo extravagantes.
«Jacky se quería adaptar (sí), pero no lo lograba (no),
ya que adaptarse no le divertía para nada (no).
Él soñaba con el mundo al revés,
donde las pelis duraban más que los anuncios en Antena 3.
¡Ay, Jacky!, buscaba cambiar todo.
La fiesta nacional ya no será la de matar toros…».
Piter G. Canción «Jacky el Osito» (2015)
Para el videojuego me inspiré en el Grand Theft Auto, pero el mío estaba basado en mi barrio. Los personajes eran mis amigos y sus familias, y vivíamos aventuras del estilo GTA. Nos invadían los aliens y mis amigos y yo tratábamos de salvar el planeta. Nuestra arma especial eran las rimas y atacábamos rapeando. Me atrevía con todo y, como veréis, siempre he tenido el rap presente en mi vida. ¡Qué divertido fue crear esa locura! Los cortometrajes no llegaron a gran cosa, pero también tenían un argumento similar al videojuego.
Otro aspecto que recuerdo de mi infancia es mi lado emprendedor, que solo ha ido en aumento hasta el día de hoy. Desde muy pequeño siempre andaba montando negocios. En mi barrio, abrí un pequeño rinconcito que simulaba un videoclub, y por las calles, mis amigos y yo hacíamos espectáculos como si fuésemos artistas de un circo ambulante. En una zona montañosa de mi pueblo, improvisamos algunos juegos como si se tratara de un parque de atracciones. Menos mal que todo salió bien, dicen que los niños son de goma, porque no era un espacio con actividades nada seguras.
Os contaré una anécdota que me sucedió y que creó bastante polémica cuando la mencioné en una canción. Sobre esto nunca he hecho declaraciones y sé que a algunos de vosotros os gustará conocerla y saber algunos detalles. Una Navidad, para la fiesta de Nochevieja, alquilamos un local en mi barrio, Campanillas. Estábamos el grupo de amigos, todo estaba saliendo genial hasta que, más o menos a las tres de la madrugada, se presentó en la puerta un hombre. Se notaba que iba drogado y no coordinaba lo que decía ni lo que hacía. De repente, sacó una pistola, todos nos tiramos al suelo y nos escondimos y encerramos como pudimos. El hombre comenzó a disparar, tiroteó el cristal del local y las balas entraban dentro y veíamos como unas se incrustaban en la pared y otras rebotaban. Por suerte, ninguno de los que estábamos allí resultó herido, pero recuerdo haber pasado muchísimo miedo. Seguimos escondidos y tirados por el suelo y el hombre con la pistola se dio a la fuga antes de que llegase la policía. Todos tuvimos que prestar declaración y contar lo que habíamos presenciado. Cuando la policía terminó de recoger pruebas y se marchó, algunos propusieron que la fiesta continuase, pusieron música y se inició de nuevo la juerga, aunque yo ya no estaba para fiestas y me marché a casa todavía con la impresión por lo que había sucedido. Creo recordar que el hombre de la pistola fugado no fue capturado y no supimos nada más de aquel suceso. Estoy seguro de que los que estábamos en aquel local nunca olvidaremos aquellos momentos de pánico.
Nos lo pasábamos genial y vivimos muchas experiencias que nos hicieron coger fuerzas para enfrentarnos a la vida adulta. Aquellas experiencias juveniles me hicieron creer en mis posibilidades de conseguir todas mis metas gracias a mi esfuerzo, y así continúo, pues siempre he sido una persona autónoma, nunca he trabajado para nadie y he vivido de mis propias ideas.
También he sido siempre un chico muy competitivo, tanto con los demás como en un afán de superación constante conmigo mismo. Nunca me he conformado con un segundo puesto si lo que estaba haciendo me parecía que era algo importante. Mucho menos podía aceptar un fracaso o perder en algo. Siempre he querido ser el mejor, y tener esta mentalidad desde tan joven ha sido decisivo para convertirme en la persona que ahora soy.
Siempre me he preguntado si la competitividad forma parte de las personas o se va desarrollando en nosotros al vivir en sociedad, porque pueden ser ambas posibilidades. Ser competitivo no a todas las personas les influye de la misma forma, puede hacerlo negativamente, pues he observado que para algunos ganar el mejor puesto puede ser tan prioritario que no les importe pisar a los demás o pasar por encima de los objetivos de terceras personas.
En mi caso, creo que es un aspecto muy positivo de mi carácter, siempre pienso que mi lado competitivo es como un cohete que me ayuda a coger impulso. La competición nos debe alentar a emprender y a superarnos. Es un instinto necesario para la evolución humana, ya que una persona con espíritu luchador no lo hace solo para sí misma, también genera productividad e ilusión a su alrededor.
Aunque me encerrase en mí mismo durante la adolescencia por las burlas de los abusones, conseguí mantener casi intacta mi autoestima. Creo que es muy importante pensar en positivo sobre uno mismo, os lo recomiendo, a mí me ayudó a mejorar y a convertirme en mi propio referente para evolucionar.Una de las moralejas que he sacado es que se consiguen más satisfacciones alcanzando las metas que uno mismo se propone que compitiendo contra los demás.
«Soy una persona humilde, sé de qué hablo, que la espalda de mi padre sigue en pie es un milagro. Que mi madre aguante en esa tienda cada año. Que a ese banco le sobre el dinero y siga haciendo daño (Ah)».
Piter G. Canción «Débiles» (2016)
No siempre quise hacer algo grande, pero debo explicaros cuáles fueron mis orígenes. Crecí en Campanillas, un barrio de las afueras de la ciudad de Málaga, un lugar que más parecía un pueblo pequeño que un barrio de una ciudad. Campanillas estaba rodeado de montañas, por lo que desde pequeño siempre he estado en contacto con la naturaleza, me pasaba las tardes subiendo y bajando cerros o construyendo cabañas y fuertes en los árboles.
En mi barrio, la mayor parte de sus habitantes realizaban trabajos que requerían un esfuerzo físico más o menos duro, pero para los que no era obligatoria la cualificación académica. Esta práctica, arrastrada durante décadas, fue dejando ancladas a sus gentes que olvidaban sus metas y valores morales en la rutina diaria, y perdían día a día en comparación con los habitantes de las grandes ciudades. En efecto, la inercia estaba allí instalada, se seguía el camino por otros marcado desde hacía muchas generaciones y a nadie parecía importarle demasiado pensar ni plantear cambios.
El afán de superación en mi barrio brillaba por su ausencia. Yo, como persona emprendedora y competitiva, pienso que la constancia y la actitud respecto a lo que nos proponemos es una de las claves para conseguirlo. Por eso, conforme iba creciendo, cada vez era más consciente de la falta de expectativas de los que me rodeaban.
Era un barrio con personas de muy distintas procedencias, por lo que había mucha mezcla de culturas, pero no se enseñaba a convivir porque cada uno solo pensaba en sí mismo. No existían la comprensión ni el respeto tan necesarios para lograr la convivencia en armonía, porque la tolerancia se dejaba a un lado. Para mí, el respeto siempre ha sido muy importante, tal vez porque a mí me faltaron al respeto tantas veces, nunca me ha gustado juzgar y siempre he sido tolerante con las diferencias.
En mi barrio existía el racismo, yo he presenciado muchas escenas de intolerancia para las que no encuentro más explicación que el miedo y la falta de valores. Entre sus gentes existía el temor a que vinieran otros a alterar sus vidas, a sacarlos de esa zona de confort limitada y mediocre. Había miedo a aceptar que había personas que rezaban diferente, pensaban diferente y tenían un color de piel diferente.
Dicen que «la burla es el medio que emplea el ignorante acomplejado para sentirse sabio», y había crueldad y falta de respeto, no solo con las personas de otras culturas, también eran objeto de burla las personas que tenían algún defecto físico o discapacidad, o las que, sencillamente, tuvieran gustos distintos o que destacaran por algo peculiar entre la masa homogénea. Todos los que se saliesen de la norma o fueran diferentes eran objetivo de los ataques. Siempre me he preguntado quién o quiénes eran los que establecían los patrones de normalidad, pero con el tiempo descubrí que no eran conductas conscientes, que solo eran actos instintivos causados por el miedo y la mala educación recibida.
¡Cuánta violencia nos habríamos ahorrado si en lugar de opresión y temor hubiésemos aprendido respeto, libertad y tolerancia! ¡Cuánta felicidad se ha quedado enjaulada por no ver que la llave está a nuestro alcance!
Decía Albert Einstein: «Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo». Estoy de acuerdo. En mi pequeño barrio no había ambición ni deseo de conseguir resultados diferentes, solo aquellos a los que ya estaban acostumbrados, por eso se negaban a evolucionar. Si la vida allí les ofrecía las comodidades suficientes…, ¿para qué iban a cambiar? Una sociedad avanza cuando mira más allá y rompe los esquemas establecidos, no cuando se acomoda.
Como podéis imaginar por lo que habéis leído, donde crecí ser diferente no era lo que se enseñaba ni tampoco el esfuerzo ni la constancia. Las personas constantes, tarde o temprano, se enfrentan a las dificultades y las superan cuando les han inculcado que no hay que conformarse. Por eso, yo les di libertad a los pájaros de mi cabeza, para que anidaran en los sueños que yo quería perseguir, aunque eso me pusiera en el punto de mira de las personas que vigilaban para que todo estuviera dentro de su normalidad.
Hay una frase que me gusta recordar: «Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría». La soberbia es uno de los peores defectos, porque los que la tienen a veces lo ignoran, o no lo quieren reconocer. A riesgo de hablar mal en exceso, me encontré con cantidad de personas con este perfil, aunque no me dejé influenciar por su actitud.
Es importante saber que todo lo que logramos cuesta un esfuerzo y que lo bueno que nos pueda pasar hay que agradecerlo con humildad, y no sentir que uno es mejor que los demás por ello. Dar lo mejor de uno mismo es un aliciente para seguir creciendo. Debemos ser conscientes de nuestras capacidades y también de nuestras limitaciones y debilidades. Es importante saber que siempre es peor el orgullo que el amor propio. Hay que desear lo mejor para nuestra vida; sin embargo, si encontramos dificultades en nuestro camino, actuar guiados por el orgullo solo nos aportará sentimientos negativos y nos llevará a una lucha que solo desgasta.
Yo aprendí a reconocer mi valor sin olvidar que, aunque estaba basado en mi esfuerzo, siempre habría personas de las que aprender, por eso es positivo rodearse de otros que nos aporten las cosas que a nosotros nos faltan, personas que sumen y que también estén dispuestas a seguir aprendiendo con nosotros.
Mi gran interés por actuar con valores, por asimilarlos y criticar a quienes tienen carencia de ellos me ha llevado a crear canciones tratando estos temas.
Sé que no te has parado a pensar
dónde está realmente la paz.
De la película veis la mitad,
tener dinero no es libertad.
Nos han enseñado de niños una falsa imagen de ganador,
olvidando que la vida se trata de calentar tu corazón,
pequeño detalle pasado por alto.
El rico ha llegado a matarse dentro de su casa gigante por algo.
Temblando... se metió en la bañera despacio
y se cortó las venas en el acto,
porque todo lo que tiene no le vale de nada si su mujer hace tiempo que murió de un infarto.
Me gusta hacer hincapié en la distinción entre ambición y avaricia. A veces, se trata de darles a ambas palabras un significado negativo que no tienen. La ambición es un intenso deseo de conseguir algo que no resulta fácil y que necesita dedicación y esfuerzo. Lo veo como lo contrario del conformismo. La ambición promueve la actividad y la realización de trabajo para alcanzar grandes objetivos, te ayuda a mejorar, a aprender todo lo posible y a crecer como persona.
Hay un límite que puede superarse en la ambición, una línea peligrosa que cuando se cruza te sitúa en el territorio de la avaricia. La avaricia es el afán desmedido de atesorar y acumular bienes, más de los necesarios, porque no se trata de alcanzar sueños, sino de hacer lo imposible para conseguir un fin, sea ético o no. Una buena persona puede ser ambiciosa y con ello encontrar la felicidad, nunca debe ser avara. El avaro nunca estará conforme con lo que tiene y no parará hasta conseguir más de lo que pueda abarcar.
Espero que estés apuntando,
y dejes ya de atorar al más alto.
La rabia con la que te observo por dentro me está devorando.
Puedes fiarte de este que tiene todo lo que quiso
y al final lo único que le importa es que lo sigan amando.
Cuida bien lo que mira por ti.
Por ello merece la pena existir.
Si caminas con esa venda,
luego puede que te sorprendas
cuando pongan tu vida en venta
y te quedes tan solo que solo desaparezcas.
Está la avaricia dentro de ti,
durmiendo, esperando poder salir.
Donde acaba tu fe, ella puede volver
y arrebatarte el poder que te ha sido concedido.
Por ese camino te puedes perder.
Luz que ya nunca podrás encender.
El valor de una vida no tiene precio.
Donde acaba tu fe, ella puede volver
y arrebatarte el poder que te ha sido concedido.
¿Cómo se conecta con una persona avara? ¿Buscan encontrar la paz o siempre estarán en permanente lucha interior? ¿Se sienten libres para hacer lo que quieran en algún momento o siempre anhelan más y más?
Y en el fondo ya no puedo fiarme de nadie.
No es por ti, es por mí que dirijo la banda del baile.
De la batuta tenéis hambre,
de la avaricia del hombre cobarde.
Que prefiere gastarse el dinero en mansiones y no en ayudar a sus padres.
Y en el pueblo van a suicidarse
porque tu presidente prefiere gastarse
el dinero en un yate gigante y no en hacer que nadie pase hambre.
Absurdo como cuando en la guerra se mueve el dinero del mundo.
Absurdo, la gente no come balas ni duerme en un tanque.
Yo me siento multimillonario
porque tengo dos padres que son un palacio
y una chica con un corazón infinito como el espacio.
De la película veis la mitad,
al final lo que importa es con quién logras volar más alto.
La riqueza de un hombre no se esconde en el banco,
y al final lo único que le importa es que lo sigan amando.
No comprendo a estas personas, solo veo lo absurdo que es acumular riqueza y destinarla a cosas innecesarias cuando el dinero hace tanta falta para que muchas personas tengan una vida digna. Tampoco entiendo a los que se dedican a financiar las guerras y a invertir en la investigación para la mejora del armamento. Se tragan el dinero como un pozo sin fondo para que las armas cada día sean más dañinas y más letales. Absurdo es gastar dinero en guerras para conseguir más dinero y más poder. Es miserable causar tanto daño a una parte tan grande del planeta para que unos pocos avariciosos sin conciencia puedan hacer suculentos negocios acumulando más de lo que necesitarán a lo largo de sus vidas.
Cuida bien lo que mira por ti,
por ello merece la pena existir.
Si caminas con esa venda, luego puede que te sorprendas
cuando pongan tu vida en venta
y te quedes tan solo que solo desaparezcas.
Está la avaricia dentro de ti
durmiendo, esperando poder salir.
Donde acaba tu fe, ella puede volver
y arrebatarte el poder que te ha sido concedido.
Por ese camino te puedes perder.
Luz que ya nunca podrás encender.
El valor de una vida no tiene precio,
donde acaba tu fe, ella puede volver
y arrebatarte el poder que te ha sido concedido.
Ya conocéis mi opinión sobre las injusticias y las desigualdades sociales, pero en esta canción no quise expresar solo mi descontento y rabia sobre el tema, sino plantear una reflexión. Pienso que, tanto los valores morales como las malas influencias se aprenden desde pequeños, pero ¿quién puede enseñar que es bueno conseguir el éxito aunque te aleje de la felicidad? Podrás tener todo lo material que desees, pero si no tienes amor en tu vida, te sentirás completamente vacío. ¿No es síntoma de falta de cordura no ver que la alegría está en el amor de quien se preocupa por ti? Por este motivo, nunca lograré entender cómo no se ve algo tan obvio. Me produce rabia ver a personas que buscan la felicidad por caminos erróneos, no poder decirles que están desorientados y andan ciegos con la venda que ellos mismos han puesto sobre sus ojos.
El dolor destiñe, el mundo pierde su color y ni se percatan porque han puesto la felicidad en un segundo plano y esa no es una buena decisión. Al final se quedarán solos, rodeados de cosas completamente innecesarias que les harán sentir profundamente vacíos.
Cuando se nace en una familia privilegiada, desde pequeño estás rodeado de bienes y estás acostumbrado a que nada te falte; puedes tener dificultades para distinguir la línea entre ambición y avaricia. También cuando hay problemas y se pasa por momentos amargos podemos vernos tentados a cruzar esa delgada pero peligrosa línea. Yo os recomiendo que nunca olvidéis que ansiar más de lo que se necesita te aleja de tu poder interior, del valor que tiene tu esfuerzo y la gratificación personal que sientes cuando consigues metas y ves sonrisas en caras ajenas. Es una sensación magnífica conseguir algo merecido, y eso sube tu autoestima. Cuando lo tienes todo, no valoras los detalles de cada día, es como si vivieras una vida a medias, porque desconoces lo realmente importante.
Los años y el esfuerzo me han enseñado que lo verdaderamente necesario es abrazar a los multimillonarios de corazón, tener una buena familia, personas que den su vida por hacer agradables y felices los momentos de los que los rodean, y mujeres y hombres que eduquen en valores, enseñando el respeto y la dignidad.
La riqueza es encontrar el amor puro con una persona a la que admires, de la que te sientas orgulloso y con la que puedas compartir los momentos buenos y los difíciles. Riqueza es poder ocupar tu tiempo en aquello que te gusta y encontrar la alegría.
Mi padre fue una persona buena, y me gusta creer en el dicho popular que asegura: «de tal palo, tal astilla».No solo me enseñó a caminar, sino que su educación condujo mis pasos hacia un camino del que puedo enorgullecerme hoy en día.
Mi padre me concienció, con mucha persistencia, sobre lo malo que podía haber en la vida, cómo la droga acaba con las personas hasta matarlas y cómo las malas influencias traen los malos hábitos. Yo nunca fui un joven rebelde, no desatendí los consejos de mi padre y creo que gracias a eso soy como soy, una persona que detesta los conflictos y basa su alegría en aportar lo que puede para que los demás sean felices
No sería justo dar toda la importancia únicamente a mi padre, tengo una familia que vale oro. No son perfectos, pero la vida se resume en poner todo el amor posible en las cosas que hacemos y ellos siempre lo han hecho, se han esforzado y me han apoyado. Mi madre me educó con cariño, siempre ha sido una mujer protectora que ha querido evitarme cualquier problema que pudiera perturbar mi infancia.
Siempre se ha esforzado en que mi mundo tuviera mucha luz, aunque por fuera todo estuviera nublado.
Quiero que estas líneas también sean un homenaje para las personas que ya no están, pero que endulzaron mi infancia y adolescencia, de las que tanto aprendí y de las que me siento acompañado allá donde estén.
Sigue aquí, sé que sigues aquí,
tu cuerpo se va pero aquí se siente.
Has tenido coraje, bastante coraje.
Tú siempre de frente.
Aguantando cada palo, que la vida a ti te ha dado.
No hay palabra para describir lo bien que te has portado.
No mirabas por ti, solo por el de tu lado.
Me dedico a escribir el amor que tanto has dado.
Una luz que velará siempre por mí.
Sé que nos esperas en alguna parte.
Un lugar en el que pueda abrazarte,
donde las estrellas puedan enseñarme
que tu luz sigue brillando en otra parte.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré,
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré,
Velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Todo se puede acabar.
Cambiar tu momento.
Ficha de ajedrez,
cuida bien tu movimiento.
No te quedes parado como en el cemento.
Date cuenta lo infinito que es el tiempo.
Se te puede acabar de repente.
Sin avisarte, desaparece.
Así que, cuando salga el sol,
vive y deja una huella gigante en la gente
como la que tú dejaste sobre mi piel.
Aún recuerdo tu llamada para comer,
y es que tu mayor tesoro fuimos nosotros.
Sé que nos esperas en alguna parte.
Un lugar en el que pueda abrazarte.
Donde las estrellas puedan enseñarme
que tu luz sigue brillando en otra parte.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré,
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Y allí donde estés,
yo contigo estaré
velando por todo lo que fuiste ayer.
Sé que nunca regresarás,
por eso tu recuerdo cuidaré.
Esta es la canción más reciente que he dedicado al tema de la muerte. Yo acepto la muerte como un proceso natural en el que sufrimos los que nos quedamos sin la persona a la que amamos. La muerte me merece mucho respeto.
Tras una pérdida familiar, escribí este tema, «Allí donde estés», en el que no quise profundizar sobre la persona en concreto que había desaparecido de mi vida y de la de mi familia, sino sobre el concepto de la muerte como pérdida, por la que tarde o temprano todos pasamos. Yo ya había escrito la canción «Luz y fuego», dedicada a mi tía, en la que detallé más sobre la persona que se había ido. En este caso no fue así, solo quise hacer un homenaje a todos los que se van pero permanecen en nuestro pensamiento. Aunque una persona muera, siempre nos quedarán su cariño, sus vivencias y enseñanzas, porque las cosas hermosas siempre permanecen en nuestros recuerdos: la verdadera muerte es olvidar.
Hoy os diré que es una canción dedicada a la muerte de mi abuela, aunque no es fácil encontrar palabras para hacerle este homenaje y transmitir todo el amor que siento por ella, y el que ella derrochaba por todos los poros de su piel. Mi abuela era una mujer que no le temía a nada, que siempre decía las cosas como las sentía, que transmitía valor para afrontar la vida y te hacía sentir seguro solo con tenerla cerca. Su vida no fue fácil, pero lejos de ser la excusa para ser agria de carácter, era todo lo contrario. Dedicaba su tiempo a hacer lo posible para alegrar a todos los que la rodeaban, por eso siempre ha sido y será mi ejemplo a seguir, por sus ganas de aportar ese granito de arena para que el mundo fuera un poco mejor. Siempre me acuerdo de ella cuando veo a personas cuidando de los suyos, a gente dando amor y siendo fuertes frente a la adversidad. Yo siempre mantendré su recuerdo tan fuerte como si aún estuviera apretando su mano. Sé que no regresará, pero nunca olvidaré lo que ella fue para mí.
Desconozco qué ocurre después de la muerte, si ahí acaba todo o si hay algo más allá. Si el alma existe y es cierto que consigue escapar del cuerpo y vivir de otra forma, sé que las personas que han sido buenas y que han repartido alegría y felicidad en su vida merecen seguir iluminando por toda la eternidad, porque la luz de mi abuela siempre iluminará las vidas de los que tuvimos la suerte de conocerla.
La vida es efímera y desperdiciarla es un verdadero error. Nada ni nadie deben frenar nuestro avance, no podemos dejar escapar ni un instante del presente, porque es triste darnos cuenta de que hemos dejado pasar la vida sin haberla vivido plenamente, en cambio, si hemos sabido aprovecharla, no nos lamentaremos cuando llegue nuestra hora.
Debemos tener en cuenta que hemos venido al mundo para ser felices, siempre que para conseguirlo no hagamos daño a los demás. Nuestra felicidad es la meta, sin pensar lo que los demás esperan de nosotros y sin arrepentirnos de lo que hemos hecho, ni siquiera de nuestros errores. Gandhi dijo: «Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre». La vida es un aprendizaje constante en el que hay que ser valientes y tomar decisiones, siempre será mejor hacer algo, aunque no salga como esperamos, que quedarnos con la incertidumbre de lo que podría haber sido.
Creo que el sentido de la vida debería ser dejar huella en el mundo, hay muchas maneras de hacerlo, no solo se trata de realizar grandes hazañas, a veces basta con una pequeña aportación dando lo mejor de uno para contribuir a la felicidad y la alegría de los demás. En esta canción he hablado de la muerte, algo que nos entristece. Hoy los recuerdos se agolpan en mi cabeza, pienso en mi abuela y eso me hace sonreír, ya no hay tristeza en su recuerdo, las buenas personas siempre vivirán en nuestro corazón, porque eso es recordar, «volver a pasar por el corazón».
Quiero aprovechar estas páginas para mandar todo mi ánimo y apoyo a los que hayáis perdido a alguna persona importante. El mejor homenaje que les podéis hacer es vivir la vida que soñaron para vosotros y dejar abierto vuestro corazón para seguir sintiendo su apoyo desde donde estén.
«Por el que luchó y no se supo callar.
Por el boli que manchó esta canción de RAP.
He man, soñé más de lo que debería
y he conseguido más de lo que soñé aquel día.
No, no pienso parar, estoy tan cerca.
Escribo para no volverme loco
y consigo que me entiendas.
La vida será lo que quieres que sea.
No hay definición para tanta pregunta sin respuesta».
Piter G. Canción «La voz de la gente vuelve a ser» (2015)
Para poder explicaros cómo nació Piter G, he tenido que hablar antes de cómo fue mi infancia y, sobre todo, mi adolescencia, en la que, como os he contado, me empecé a plantear qué camino quería tomar en la vida.
Conocéis mi principio, pero el comienzo real de esta historia es el momento en el que descubro un nuevo yo que nace desde la música, por eso, a partir de aquí, cuanto más os hable de ella, mejor me estaré describiendo a mí mismo.
Nunca pude imaginar que tenía tanto en mi cabeza, sentimientos y emociones que vagaban dentro de mí y que no pudieron salir hasta que conocí el poder que escondía la música. ¿Cuántas veces hemos sonreído nada más escuchar el ritmo y los primeros segundos de una canción? ¿Cuántas veces nos hemos desahogado en un mal momento con una melodía que parecía escrita para nosotros? ¿Cuántas veces un mal día se ha arreglado nada más empezar a escuchar unos acordes?
Fue liberador para mí el día que descubrí en la música la forma de sacar todas las palabras que se habían atascado en mi garganta creando un nudo. Escribir música fue la forma de deshacer ese nudo.
Siempre que plasmo en un papel mis ideas, estas se ordenan, el caos que me rodea se organiza y mi mano sujetando el bolígrafo se siente como si agarrase las riendas de mi vida.
Este fue el comienzo. Había encontrado el refugio en el que me sentía más libre, ahora podía abandonar las máscaras que había creado cuando creía necesario esconderme y pasar desapercibido ante la multitud, ahora podía ser yo al cien por cien, mostrarme ante los demás como yo era en realidad.
Como si un ancho camino se abriese ante mí llegó el rap, con sus formas y valores. Siempre me han gustado las cosas que me enseñan a pensar, a no aceptar todo como lo encuentras, sino a plantear que hay otras alternativas a la norma.
Me interesé particularmente por los grupos y raperos que concienciaban en sus letras y describían la situación de la sociedad e incitaban al crecimiento personal, como Xhelazz, Nach, Chojin, Frank-T y tantos otros grandes. Describían el nefasto sistema educativo del país que adormece nuestra creatividad desde pequeños, criticaban la corrupción de la política que se aprovecha del pueblo al que debería cuidar, hablaban de abusos y de desigualdad.
A la gente le gustaba lo que yo tenía que decir, o tal vez era la forma de contarlo, fuese por lo que fuese, lo que al principio eran burlas, se convirtieron en respeto y reconocimiento. El chico raro que siempre iba con la libreta apuntando y dibujando todo el tiempo, ese que se pasaba los fines de semana en casa escribiendo en lugar de salir como el resto, por fin tenía algo que decir y lo hacía bien.
No utilizaba la música como el arma peculiar para enfrentarme a los matones de barrio y de instituto que habían amargado mi adolescencia, la música es especial, no puede usarse para albergar sentimientos negativos. El sentimiento que mejor refleja y al que estamos más acostumbrados a dedicar nuestras palabras es el amor. Cuando ese sentimiento nacía en mí al conocer a una chica especial y le escribía una canción intentando unir su belleza a la del amor, todo parecía encajar de repente. Seguro que al leer estas líneas pensáis que suenan cursis, pero tranquilos, la música para mí siempre fue el lenguaje, tal como os lo cuento, porque cosas que jamás me hubiera atrevido a decir a una chica en persona sí eran fáciles de decir en canciones…, todo suena mejor con música.
En mis inicios, aquella explosión de emociones y la responsabilidad de decir exactamente lo que sentía podían confundir mi mente. Creí que era necesario plasmar en una canción lo que supone poner tu corazón en manos de otra persona, acoger el suyo y cuidarlo.
Yo he escrito teniendo como tema el amor muchas veces. Canciones de amor hay y habrá siempre, este sentimiento universal es único en cada persona, pese a las similitudes que encontramos todos los que alguna vez hemos amado. Aunque parece haber algunas claves para tener una relación sana y fructífera en la que ambos alcancen la felicidad, la experiencia me ha demostrado que lo importante es disfrutar del amor sin perder la cordura por el camino.
¿Qué le prometes a ella? ¿Que no le vas a mentir?
Las palabras sobran, los actos hablan por ti.
Le dices que la quieres, y ella te dice que no.
¿La quieres? Pues no se lo digas, demuéstraselo.
En esta primera estrofa quise reflejar que lo más importante en el amor es la confianza, no solo hay que creer en el amor, sino creer en la persona a la que se ama. Esto solo pasa cuando encuentras a la persona adecuada, cuando no necesitas que demuestre sus palabras porque tienes confianza en ella. El amor es un sentimiento que nos tiene que transmitir seguridad y coherencia.
No eres su dueño, si se quiere ir, pues déjala.
No la presiones ni la obligues, gánatela.
Ella estará esperando a que la sorprendas.
Hacerla sentir especial es lo que quiero que entiendas.
Es muy importante que tengamos claro que, por mucho que queramos a alguien, esa persona no nos pertenece, lo único que es de nuestra propiedad son los sentimientos que tengamos hacia ella. El amor es necesario cuidarlo y siempre debemos ser merecedores de los sentimientos de la otra persona, porque a veces creemos que por tener a esa persona cerca ya está todo hecho y no es así, el amor supone un esfuerzo diario. Creo que uno de los pilares en los que se basa es el respeto, incluso en el momento en que se termina hay que respetar las decisiones de la otra persona, aunque no nos guste que tome un camino diferente al nuestro. Cuando dos personas que se han amado se separan puede ser por múltiples razones o porque cambien las necesidades de uno de los dos; entonces, podemos pensar que esta persona no era la adecuada para nosotros o esforzarnos por demostrar que todavía existen sentimientos y que aún queda mucho por ofrecer.
Olvida tus prejuicios en esa relación,
ten calma cuando el amor sea cosa de dos,
cuando la veas hablando con otro, déjala,
los celos son los reflejos de tu inseguridad.
Debemos ser uno mismo con la persona a la que amamos, nunca hay que tener miedo, porque todo fluye cuando uno se muestra tal como es. Nunca hay que juzgar por mostrar una opinión ni por aspectos de la personalidad de quien amamos, porque a nosotros tampoco nos gusta que nos juzguen por ello. En las relaciones hay que conocerse y adaptarse el uno al otro con paciencia y cariño.
Y quién soy yo para darte consejos, conozco el fracaso en el amor.
A mí me han engañado y el verlo me ha enseñado que el amor es cosas de dos.
No creo en nadie, solo tú y yo, dejando que el amor sea cosa de dos.
En este baile, en esta situación, importas como importaría yo.
Ninguno nacemos conociendo todas las claves, por eso cometemos errores, a veces los mismos errores, y creemos que el amor duele, pero lo que duelen son las personas. Es importante que dos personas que se quieren tengan intereses comunes y que los dos sujeten el timón con la misma fuerza, porque si no se rema con igual intensidad y con el mismo ritmo la relación se romperá.
Es difícil encontrar a alguien que tenga nuestros mismos gustos o nuestras mismas intenciones, por eso podemos equivocarnos muchas veces, porque los errores son experiencias que hacen que nos acerquemos a la persona adecuada. El amor puede causar mucha alegría y también mucho dolor, pero de todo tenemos que aprender, quedarnos con las buenas vivencias que nos nutren el alma y con las experiencias negativas que nos hacen aprender y madurar.
Y a mis espaldas se acostó con otro, lo odié con toda mi energía,
me dejó el corazón roto, me llené de impotencia,
experimenté cambios en mi cerebro, aprendí de la experiencia.
Y aprender no es decir que las mujeres son unas zorras,
es mucho más que eso, algo me dijo no corras, detente,
no dejes que el odio te ciegue, me dijo que con el amor nunca juegue,
que si ella es para mí, se quedará, y si no se irá,
como piezas de Tetris, todo encajará.
Somos creyentes de no encontrarla nunca,
intentando escribir con un lápiz al que le falta la punta.
Yo no me libré de la traición y del consiguiente sufrimiento. Al principio crees que te falta el aire, que nunca te recuperarás, pero es importante pensar con tranquilidad y ver lo que hubo de bueno y en qué se falló. No me ha gustado hacer culpable a la otra persona por haberme fallado, ¿de qué me serviría culpar de todo al otro? Supongo que ella también aprendería de sus errores y alguna vez se habrá preguntado la causa que la llevó a proceder de esa manera. De mis fracasos he aprendido que, antes de entregarse a alguien y crearse una imagen idealizada de la persona a la que amamos, hay que avanzar poco a poco y con cautela; no siempre se consigue, pero es mejor conocer a la persona y que el amor vaya creciendo de forma lógica y coherente.
Muchos dejan de creer en el amor tras sufrir un desengaño, es lógico, se rompe la confianza y es difícil volver a tener fe en una persona. Aunque creo que una vez que pasa algo de tiempo, el justo para reconstruir los pedazos rotos del corazón, todos volvemos a tener esperanza ciega en el amor, a creer que encontraremos el verdadero. Entonces…, ¿se puede decir que nunca se deja de creer en el amor? La experiencia me ha enseñado que en una relación, aunque te arriesgues al dolor o la pena, solo se puede avanzar depositando toda la fe.
Y quién soy yo para darte consejos, conozco el fracaso en el amor.
A mí me han engañado y el verlo me han enseñado que el amor es cosas de dos.
No creo en nadie, solo tú y yo, dejando que el amor sea cosa de dos.
En este baile, en esta situación, importas como importaría yo.
El amor es comunicación, siempre me llama la atención ver a parejas que están juntas y ni siquiera se hablan o se miran, a veces solo están pendientes de sus teléfonos móviles. En el amor hay que hablar, contar opiniones y detalles por pequeños que sean, ser capaz de hacer que la otra persona comparta con nosotros el día a día, sentir que no tienes que dejarte nada dentro si no quieres. También medir las palabras, porque a veces se hace daño y no se es consciente de lo que se puede herir. No hay que dejar los temas sin hablar, se evita así que haya malentendidos, los problemas no pueden durar eternamente, porque si hay amor todo se puede arreglar. Hablar y aclarar, no interpretar las señales a nuestro antojo ni enfocarlas a nuestros complejos, sino sencillamente comentar para que nadie vea lo que no es.
Dejar claras tus prioridades. Puede que esa persona no sea más que otra de las miles de personas que se cruzan contigo a lo largo de los días, pero para ti es la que revolucionó tu mundo. Es justo lo que necesitas, te hace que saques lo mejor de ti mismo y es la que te da las herramientas para enfrentarte a tus días.
El mayor poder del amor es cómo hace desaparecer por arte de magia el egoísmo y los miedos acumulados. Cuando amamos nos atrevemos a todo, solo queremos compartir lo bueno, ser comprendidos y no sentirnos juzgados. En el amor bueno, no hay lugar para los celos, no hay hueco para que se materialicen nuestras inseguridades y no puede crecer el temor a ser abandonado o incomprendido, porque el amor solo puede hacer crecer nuestro valor y autoestima. No son solo dos personas que se juntan, o una que absorbe la vida de la otra, son dos personas que se complementan, no es poner una tirita cubriendo una herida que se desangra, es hacer que las vidas de dos personas tengan un mismo sentido.
El amor es compartir tu vida con la de la otra persona para ser y estar mejor. Todas las personas pasan por nuestra vida por una causa, siempre nos aportan la enseñanza que necesitamos, aunque ni siquiera lo sepamos en ese momento; por eso sabes que es amor cuando representa las cualidades que queremos para nosotros y alumbra la belleza de la vida que antes se ocultaba en la penumbra.
«Perdido en un sueño del que no despierto.
Me esfuerzo por verlo, con ello me entiendo.
No esperes de mí lo que no tienes de ti.
Me sinceré con el ring, así que golpeo, golpeo».
Piter G. Canción «Iluminado» (2016)
He tenido suerte en mi vida, y cuando era más joven veía extremadamente lejano poder llegar a ser un triunfador, como si fuese algo que va en el ADN de los humanos, como si la fortuna solo se transmitiera de padres a hijos en las generaciones de triunfadores. Pensaba que no era nada justo, pero era lo que siempre habíamos conocido la mayoría de nosotros.
Por eso, cuando mi vida empezó a cambiar, pese a todo mi esfuerzo, mi esperanza e ilusión, había una parte de mí que todavía no se lo podía creer. No me he hecho millonario, pero escapé de la vida que se suponía que me esperaba, la que para mí estaba escrita de antemano.
Vivo como quiero vivir, me permito algunos caprichos y aprendí que las cosas pueden cambiar, aunque sea a paso de hormiga. Siempre me he preguntado qué hice yo para merecerme algo así, qué hice diferente a los demás que siguieron el guion establecido. Como ya os he contado en estas páginas, al final el mundo es de los que se arriesgan, el mundo avanza para los que se aventuran a construir sus sueños, los que le echan valor y se salen del molde para poder levantar algo nuevo.
Como os he dicho, me costaba mucho abrirme a los demás si era hablando de mí, y al final es curioso cómo con el paso de los años miles de personas de tantos países diferentes han terminado escuchando lo que pienso, mis reflexiones más personales y profundas y también mis ideas más disparatadas, pero todo dicho sobre una instrumental. Cuando mis compañeros la tomaban conmigo yo utilizaba la música rap para expresar todo lo que nunca me hubiera atrevido a decirles a la cara, así fui poco a poco ganando confianza en mí mismo y, sobre todo, afianzando mi faceta musical.
La música siempre estuvo presente en todas las épocas de mi vida, me desahogaba con ella a todas horas y no podría imaginar mi día a día sin tener la música como compañera y como medio de expresión, ni entonces ni ahora.
Recuerdo que hacíamos fiestas con los amigos del barrio de Campanillas. Yo siempre intentaba hacer canciones con el tema especial de la fiesta. Era muy gracioso porque casi siempre eran malísimas, las hacía en cualquier estilo, porque yo nunca me he encerrado en ningún género musical, aunque el rap fuera el que mejor me encajaba a la hora de expresar las vivencias y los sentimientos con palabras.
Yo también he atravesado por etapas de inseguridad y de falta de comunicación, supongo que a todos nos pasa por la cabeza en algún momento que quizás lo que vayamos a decir no le va a importar a nadie, pero con la música nunca me sentía así. La música es un confidente que no te juzga, es un amigo que aconseja, es un padre que te apoya y, en definitiva, es un diario muy íntimo en el que decides poner todo lo que sientes para poder compartirlo. La música tiene un extraño don, quien se sienta identificado con lo que escuche, o tenga una mente abierta, lo guardará en su memoria, le hará pensar y, como mínimo, le provocará sentimientos y sensaciones. Sin embargo, a quien no la entienda o no le interese, le hará el efecto contrario, igual que entra en sus oídos se esfumará sin dejar huella.
La música es un código encriptado que solo pueden desentrañar los que quieren atender con el corazón. Yo valoro de una forma especial a los que saben escuchar la música de esta forma, sin dejarse influir ni alterarse por el ruido del mundo ni por sus distorsiones.
Quita de mi cara tu poder, pues no lo quiero.
He visto niños bailando en cueros, sin dinero.
Donde no queda nada, se respira la vida
y por ello es por lo que aplaudo, por lo que aplaudo.
Los que me conocéis, de sobra habéis comprobado la importancia que le doy a la lucha contra las desigualdades sociales y la energía que pongo al denunciar y hacer visibles las injusticias en muchos de mis temas. Soy consciente de que una sola persona no podrá cambiarlo todo, pero como mínimo debemos ser conocedores de la situación actual del mundo en el que nos ha tocado vivir y enfrentarnos a los problemas. Ojalá en algunos de los que oigan mis canciones se implante la semilla del cambio, solo con eso ya habrá merecido la pena el trabajo, porque ya no habrá uno solo, y entre todos lograremos aportar nuestro granito de arena para mejorar tanto desastre.
No esperaba llegar tan lejos,
y es que no sé si merezco todo lo que tengo.
La vida es una putada para quinientos,
donde solo diez acaparan su momento.
¿Y por qué tanto poder para una sola pieza de este ajedrez?
¿Por qué tanto poder? ¿Por qué reyes y peones? ¿Por qué no todos iguales a la vez, men?
La vida es una batalla desde pequeños, nada resuelto.
Ese pez gordo puede poner punto a tu cuento.
Por un poco de lujo te vende a tres euros.
Renuncio a cegarme por las brillantes luces del poder y del lujo, nada puede cambiar mi preocupación por un mundo con restricciones, donde solo entran los VIPS. No le encuentro sentido al concepto que algunos tienen del bienestar, ya que consiste en aprovecharse, acumular todo lo posible y aparentar. Mantienen una lucha diaria por ser considerados importantes, influyentes, respetados, incluso temidos; pocos de entre los poderosos se preocupan de valorar el interior, porque están demasiado ocupados temblando por sus propias inseguridades.
¿Acaso no hay comida suficiente?
¿Acaso no eres humano y te la mereces?
Siento vergüenza por toda esa gente
que te habla de igualdad y después te la vende.
Aplaudo porque no es fácil ver a un padre feliz cuando todo va hacia abajo.
Aplaudo porque aunque todo sea una mierda cada Navidad siga habiendo regalos en el árbol.
Aplaudo porque el poder de un humano para ser feliz no tiene fin.
Porque el aplauso conseguirá levantarnos
y dará sentido a la batalla por el mando.
Quita de mi cara tu poder, pues no lo quiero.
He visto niños bailando en cueros, sin dinero.
Donde no queda nada, se respira la vida
y por ello es por lo que aplaudo, por lo que aplaudo.
Sin embargo, si me pongo extremista, vemos vídeos de chicos y familias del llamado Tercer Mundo, o de países en vías de desarrollo, y no tienen más ley que sonreír siempre. Creo que es porque no tienen ninguna distracción que les haga desviarse del amor, por eso disfrutan de los pequeños detalles y saben crear situaciones dignas de diversión. Viven con dignidad, en general, aunque carezcan de agua potable cercana a sus casas o sus viviendas estén a medio construir, aunque pasen frío y calor insoportables, mientras vivan y tengan a alguien con quien compartir la vida, ellos son felices.
Somos peones, esclavizados en un tablero,
dejándonos la piel por un poco de dinero,
cogiendo lo que los de arriba nos tiran al suelo.
Acostumbrados a que nos prohíban el cielo.
Maquillando nuestras cicatrices.
Aplaudo por los que a pesar de eso son felices.
Aplaudo por los que sobreviven y deciden seguir
por ver a sus hijos sonreír.
Porque puede haber final feliz sin el castillo y el tesoro
que ese dragón custodia para el solo.
Por eso los que miran a su alrededor
y encuentran el mayor de los tesoros en el amor.
Aplaudo, porque sin nada lo tienen todo
y aguantan la tormenta esperando el sol.
Y me surgen tantas preguntas. ¿Qué ocurre en la naturaleza humana que no reacciona ante las imágenes de miseria? ¿Cuándo fue el momento en el que la maldad y el egoísmo pasaron a ser cotidianos? Hemos llegado a un punto en el que ayudar se considera una debilidad: el que comparte o ayuda a triunfar a otro es considerado un tonto que se arrepentirá. ¿No se sabe que se puede subir sin usar a los demás como peldaños de una escalera? ¿El éxito de unos es acaso proporcional a la miseria de otros?
Al final, todo esto me entristece, me produce dolor pensar que formo parte de un mundo inmoral en el que no existe la justicia social, en el que solo existe la suerte y no la igualdad, donde nunca se recibe recompensa o castigo según lo que merezcamos por nuestros actos.
Por aquellos que caminan sin suela
por encima de las trampas que impone el don.
Aplaudo y no dejaré de aplaudir
por aquellos que sí tienen motivo
y no se deciden rendir ante la presión.
A un paso del fin y vuelven a la acción.
Porque por muy oscura que esté la situación,
se levanta a ciegas y camina
buscando el agujero por donde entra el sol,
golpeando el loco sus heridas.
Precisamente, algunos de los que más tienen son quienes merecerían una lección de humildad que les enseñara a ser felices con lo que son como personas, no por lo que poseen.
Todo el mundo merece lo básico para la supervivencia con dignidad, nadie tiene derecho a acaparar tanto que deje a muchas personas sin nada. La gente critica cuando salen niños enfermos o viviendo situaciones desesperadas en los anuncios de las ONG, algunas personas apenas pueden soportarlos, como si fueran temas de mal gusto. Pero todos somos responsables de la desigualdad, debemos verla, esté a miles de kilómetros o cerca de nosotros, cuando sabemos que un vecino va a ser desahuciado de su hogar o pasa frío porque no puede pagar la luz ni hacerse cargo de los más mínimos gastos y no hacemos nada por solucionarlo. Un acto solidario de muchas personas podría solucionar tantos problemas…
Aplaudo, hagamos ruido por aquellos que atraviesan
desnudos un campo lleno de espinas,
sonriendo a la vida, viviendo de aquello que tiran,
compartiendo el poco aire que respiran.
Por aquellos que encuentran la felicidad sin pisar a los demás.
No necesito tu poder, puedo ver más allá.
Que te follen, hoy valemos mucho más.
Quita de mi cara tu poder, pues no lo quiero.
He visto niños bailando en cueros, sin dinero.
Donde no queda nada, se respira la vida
y por ello es por lo que aplaudo, por lo que aplaudo.
Por desgracia, solo unos pocos consiguen alcanzar sus metas, eso logro entenderlo. Lo que no asimilo en mi cerebro es saber que la riqueza de los diez hombres más ricos del mundo podría acabar con todo el hambre del mundo y, sin embargo, nadie hace nada. Parece no interesar que un continente entero y partes de los demás pasen hambre, parece que el valor de compartir es un valor en desuso, parece que la solidaridad se ha ido eliminando del organismo humano como si fuese un defecto, y hemos mutado hacia aspectos egoístas inimaginables.
Si el dinero de los impuestos que pagamos entre todos en nuestro país no se perdiera ni se lo quedasen los poderosos, no habría tanta miseria, tantas salas de espera en hospitales abarrotadas por falta de personal y de medios, no habría familias enteras desamparadas en la calle obligadas a malvivir, ni personas que encuentran en la delincuencia la única forma de conseguir dinero para alimentarse.
Se rebajan los sueldos para ayudar al empresario y se limitan las ayudas y los servicios para los ciudadanos, nada tiene sentido, se ayuda al que más tiene para que acumule más y se abandona al que lo necesita porque es una carga. Cada vez la gente está más descontenta, más cansada, nadie se atreve a tomar iniciativas para hacer algo. Nos anulan.
Intento no obsesionarme con los problemas del mundo, los hago visibles, pero quiero centrarme en las cosas que lo embellecen. Me gusta ver el lado bueno de las cosas y, día a día, sigo conociendo detalles que me hacen alegrarme e incluso enorgullecerme de nuestra especie. Por eso aplaudo.
Aplaudo por todo lo que consigue mantener la ilusión, el cariño con el que se cuida de un ser querido para darle felicidad, y aplaudo al ver que la gente todavía tiene capacidad de sonreír ante la adversidad, una capacidad que parece tan arraigada en nosotros como el instinto de supervivencia. Quizás ambas vayan relacionadas. Y aplaudo porque quiero hacerle ver a todo el mundo que se encuentre en una situación desfavorecida que, aunque falte lo material, si se tiene bien amueblada la cabeza sabiendo distinguir el bien del mal, actuando según unos valores, deseando ser mejor persona, se será rico de corazón. Quien tenga tanto poder en su interior será dueño de lo que le da valor a la vida y nunca se rendirá porque sabrá que después de la tormenta siempre sale el sol.
«Piter está tentando el beat.
Todos están detrás de mí.
Yo te suelto el verso, que viene tan recto.
Me conocen ya, por este modo experto.
Mire donde mire verá mi misil.
Este regalito para ti.
Mírame, retírate, medícate si te apetece,
mequetrefe.
Yo seré tu jefe, di que sí».
Piter-G. Canción «Rapeando a Súper Doble Tempo» (2017)
Queréis que os hable de mis primeras canciones? Pues bien, si estáis pensando que sería bueno escuchar algunas de aquellas creaciones, olvidad la idea. No os las recomiendo y os diré el porqué.
Como ya os he contado, al principio esto no era más que una manera de desahogarme, de evadirme y de divertirme, pero no era un trabajo nada serio. Sin embargo, la música poco a poco me fue enganchando y gracias a eso empecé a conocer este mundo y a introducirme en él de forma autodidacta. Ese es el lado bueno de Internet, nos facilita de forma rápida el aprendizaje de los temas que nos interesan. Me dispuse a aprender todo lo posible en cuanto al manejo de los programas de grabación, acordes básicos de guitarra para las bases, defenderme con el piano, etc.
Actualmente, sigo aprendiendo cada día y de la misma forma; aunque cada vez hay más información en la red que hace ese trabajo más fácil, sigo pensando que en la vida nunca se sabe lo suficiente de nada, yo tengo una constante necesidad de saber.
En el proceso de ese aprendizaje, vi lo amplio que era todo, la de pequeños detalles que conforman cada canción. Yo había comenzado escribiendo únicamente las letras, pero por mi constante curiosidad, quise probarlo todo. Descubrí que, componiendo melodías, se abrían ante mí caminos muy interesantes por los que yo podía mostrar mi creatividad. Me sorprendía que a veces yo era capaz de decir más tocando las teclas de un piano que con las palabras que escribía para esas notas. Cuando las palabras se aturullaban en mi cabeza, la música hablaba en mi lugar, sentía que tenía una segunda alma. En ocasiones, me inspiraba un sentimiento que me llevaba a escribir, y en otras los sentimientos me inundaban y me hacían crear. Era como tener dos vidas creativas diferentes dentro de mí, y sentía que formaban el equipo perfecto.
Como he dicho al comienzo, no creáis que nací con el don de hacer una obra de arte al primer intento. Tenía que aprender a estructurar las frases para que sonasen lo mejor posible sin quedarme sin aliento, procurar que las rimas no se repitieran en exceso, que las palabras recogieran lo que yo estaba pensando y sintiendo, y todo ello sin olvidarme de entrenar todos los recursos de mi voz. Es cierto que tenía una facilidad innata, pero no era perfecta, había que trabajar mucho para que pudiera salir algo interesante, para poder hacer los estribillos que ahora conocéis había que probar muchas formas y ensayar muchos modos. En cada disco que he sacado se pueden percibir esas variaciones y pruebas de métodos, en algunos la voz es más grave, en otros es más aguda, he trabajado muchos los matices…, pero no quiero aburriros con jerga musical técnica.
Siempre he sido muy perfeccionista, aun así, en esos momentos no me preocupaba mucho el resultado final de los matices, lo que quería era completar una canción, y para ello no me gustaba depender de nadie. Quería crear un tema de la nada, que música y letra nacieran y crecieran en mí.
Esto no me hace un ser especial, creo realmente que a todos nos gusta ser independientes y autosuficientes cuando nuestro trabajo o hobby nos apasiona, hacerlo en el momento que nos apetezca o en el que la inspiración acuda, sin esperar que nadie opine sobre el contenido o sobre lo que todavía nos queda por perfeccionar, como en mi caso serían las bases.
De todas formas, recibir, procesar y asimilar tanta información estuvo a punto de saturarme, lo que habría sido muy normal. Es inevitable encontrarse en ese momento de tu vida en el que puedes seguir avanzando, pero quizás no en la dirección correcta que desearías, tal vez ni siquiera sientes que puedes continuar adelante porque has cambiado el paso. Lo que, desde que el mundo es mundo, se considera sentirse perdido.
Por suerte, la motivación y la ilusión de conseguir metas y objetivos, y la aparición de nuevos proyectos me dieron cantidad de fuerza. Aunque ¡quién sabe cuánto tiempo puede permanecer uno firme sin tambalearse...!
Completamente perdido,
buscándole a la vida ese sentido.
Si ella no me mira yo no la miro.
Palizas que me han dado y he resistido.
He sido víctima de ella una y otra vez,
eso de levantarse y volver a caer.
Mi abuelo me decía que fiarse de quien nos da su placer nos puede matar con él.
Me gustaría explicar la referencia que aparece en la canción a una enseñanza que aprendí de mi abuelo: la frase «Quien nos da su placer nos puede matar con él» nos previene de todos los atajos que en ocasiones nos vemos tentados a tomar. A veces, por no sentirnos dueños de nuestra propia felicidad, otras por no soportar el dolor de un acontecimiento o de un duelo... Es inevitable querer rendirse ante alguna situación, estar cansados de empujar muros que nunca se mueven. Cuando nos sentimos así hay que parar, tomar aire, pensar y encontrar una razón que nos ayude a reponernos de todo lo sufrido. Tomar un atajo es el camino más fácil, pero no es así, creeremos estar avanzando cuando realmente lo único que hacemos es dar vueltas en círculos sobre nuestros problemas, pasar de puntillas sobre ellos, pero no afrontarlos. No solo no daremos pasos hacia delante, sino que estaremos retrocediendo.
Algo ha pasado cuando he crecido,
yo era feliz y uno se olvida de cómo lo ha sido,
cada patada te deja más aturdido.
Tal vez deba ser como todos, aunque no tenga sentido,
pero lo tacho porque no es algo que yo tenga,
es lo que ocurre cuando señora inocencia se va,
se aleja, llega la verdad y te da de su lengua,
te lo cuenta todo y huye con tu felicidad.
A veces es mejor no saber,
el retrasado mental vive bien,
el listo se suicida,
el filósofo se vuelve loco
y es que la vida no es la casa
donde el sabio moriría poco a poco.
Cuando nos sentimos perdidos o desorientados por los irracionales acontecimientos a los que la vida nos somete, sin saber si es el azar o son nuestras acciones la causa por la que estamos en esa situación, tendemos a culpar a los demás, a calumniar a otras personas porque es difícil afrontar algunos problemas. Es más fácil alzarle la voz a otro, o pedir explicaciones, o enfadarte con otras personas y recriminarlas, que pararse a pensar y racionalizar los problemas y sus posibles soluciones.
A pesar de todo consiguen ser felices,
por eso sigo buscando mis raíces.
Pero sigo perdido,
seguiré buscándole a la vida sentido.
Cada día que pasa la felicidad se vuelve más esquiva y necesitamos mayores dosis de todo para sentir las cosas con intensidad. La desidia acecha y borra de tus recuerdos la fórmula que antes usabas para sentir tanto y sentirte bien.
Sigo perdido,
entre la tierra y el cielo, perdido,
buscando motivos, buscando motivos
de por qué nada tiene sentido,
siendo tan frágil.
Tú tan pesado,
yo tan armado de hormigón sincero.
El mundo entero
debe ser como hoy.
Yo sigo buscándome,
siendo como soy.
Cada revés nos desorienta y pasa demasiado tiempo hasta que transformamos esa experiencia en sabiduría: usar lo que ya has vivido y sentido para entrar en acción y enfrentarnos a los retos. La única solución es levantarse tras cada caída, no tirar la toalla y utilizarla únicamente para secar el sudor de nuestro esfuerzo.
Pretendemos ser normales, pero no siempre se consigue, porque realmente no somos capaces de lograr la felicidad como lo hace el resto de la gente, no podemos encontrar la alegría en las rutinas establecidas. Sin embargo, hay veces que los que sentimos que no podemos seguir ese ritmo ni queremos caminar por el mismo sendero no podemos evitar sentirnos perdidos. No hay guía ni un patrón que nos oriente y nos marque el ritmo que hemos de seguir. Es frustrante esperar, buscar siempre la ruta correcta y querer encontrar un atisbo de luz en tan inexplorado camino.
Una forma de huir de la realidad creyendo que recobraremos las fuerzas es con las drogas. Sería un claro ejemplo de debilidad y pérdida del sentido de nuestro camino. Puede parecer que hacen la vida más fácil, más alegre, pero te limitan los movimientos, hacen que te quedes parado mientras el mundo sigue girando y avanza dejándote atrás.
Por mucho que huyas y no quieras verlos, tus problemas habitan en tu mente, y puedes afrontarlos o pueden destruirla. La vida te pone constantes pruebas de valentía, puedes tomar decisiones que fortalezcan la personalidad y que te conduzcan por los caminos correctos en los que seguir aprendiendo, o decidir llorar por tus debilidades y estancarte sin afrontarlas. Podemos ser valientes y hacerle cara a nuestros miedos y ni siquiera así tenemos garantizada la felicidad. Yo no puedo plantearme ser un hombre simple ni quedarme quieto en una reducida zona de confort con la mente sonámbula. No puedo evitar plantearme cada cosa que observo y vivo.
Cuando era más joven veía el mundo con otros ojos, o quizás solo quería ver la belleza, pero cuando llega el momento en el que se cruzan las injusticias y los problemas sin solución, tus ojos se abren y captan la otra cara de la vida, incluso a veces la dureza de la realidad es capaz de eclipsar todo lo bonito de la alegría.
Todos los que somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor tenemos propensión a pensar en exceso, tanto en lo positivo como en lo negativo que llevamos en nuestro interior. Alguna vez he querido que sea el mundo el que pase desapercibido y no nosotros, tal vez así podría sentir paz en mi cabeza.
Conforme va creciendo el conocimiento, es necesario que, en paralelo, crezca la responsabilidad de usar nuestras capacidades sabiamente. Si esto no sucediera, enloqueceríamos ante la posibilidad de poseer tanta experiencia y que fuera inútil usarla para hacer mejorar en algo el mundo. Solo nos provocaría desdicha y preocupación.
Pero, ¿y qué? La vida siempre fue intensa, la disfrutamos cuando somos inocentes, y si recuperamos el poder que nos da saber que tras la tormenta siempre está el sol más brillante, seremos capaces de saborear un tipo de felicidad digno de unos privilegiados.
Tal vez la clave sea la paciencia y seguir superando las pruebas de la vida hasta ir comprendiendo cada uno de sus enigmas… si es que logramos entender algo.
En esta etapa de mi vida, como habréis comprobado por las letras de mis temas, tuve una visión más pesimista del mundo. No entendía la causa por la que solo podía seguir una ruta marcada ni qué era lo correcto, no sabía por qué la rutina era lo que me debía hacer sentir bien. No entendía para qué serviría el esfuerzo por mejorar el lugar donde vivimos, ni siquiera si era posible hacer algún cambio. Aunque, poco a poco, empiezas a valorar los pequeños detalles, que, irónicamente, son los que más llenan el alma, y te obligas a salir de la inercia vital. En esta época de mi vida todo eran preguntas y encontraba pocas respuestas…, en más de una ocasión he tenido la necesidad de escribirle cartas a la vida.
«Quiero que me escuches por una vez,
que mires en mi piel, que Piter G vive dentro de Pedro,
y Pedro no está bien, Pedro desespera,
se pregunta si hay alguien
que lo recuerde tal y como era antes,
porque sigue siendo ese;
si alguna vez se fuera el de la G
no querría que regrese».
Piter-G. Canción «Maldita Maldición» (2014)
Quiero ahora contaros cómo comencé a crear. Era una locura, no tenía horarios que me limitaran, las horas del día me parecían cortas para convertir en música todo lo que surgía de mi cabeza. Amigos, no sigáis mi ejemplo en este caso, pero reconozco que pasé parte de las horas de clase escribiendo, deseando que llegara el momento de volver a casa para grabar y darle forma de canción a mis letras.
Os contaré un poco cómo era mi improvisado estudio de grabación por aquel entonces. Tenía un micrófono de los que en esos años se utilizaban para las videollamadas de los chats, lo envolví entre calcetines para imitar un antipop (este objeto sirve para evitar que ciertos sonidos, como el que se produce al pronunciar la «p», distorsionen algunos golpes de voz) y con eso grababa.
El programa donde lo recogía todo era uno de estos que servían para grabar canciones o películas en CD o DVD. Todo funcionaba sin gastar mucho dinero, porque era muy rudimentario, ojalá todo fuese tan barato ahora como lo era antes, pero la calidad tiene su precio.
Lo que tenía más claro a la hora de componer era que mis creaciones debían ser únicas. Al igual que dos personas nunca serán iguales, mi música tenía que ser original, diferente a las demás. Quería que cada canción tuviera ese sello de identidad con el que, aun escuchándola sin mucha atención, se reconociera que era mía.
Dedicaba muchísimas horas y trabajaba con un especial esmero para conseguir la originalidad, y esto me hacía sentir orgulloso porque pensaba que cada canción que hacía era mejor que la anterior, todavía lo sigo pensando y por ello sigo esforzándome con toda mi alma.
Siempre era igual, trabajaba horas y horas, y cuando terminaba una canción que creía que sonaba genial, me sentía realizado al cien por cien. Al día siguiente, volvía a escucharla y, al revisarla, encontraba decenas de fallos, dejaba de considerarla tan buena, y volvía a empezar.
Soñaba con que si las cosas no me salían como planeaba y no podía hacer mi propia música, al menos compondría bases para otros artistas, incluso, quién sabe, para alguno de los que yo admiraba realmente. En ese momento solo esta idea ya era ambiciosa para mí.
Tengo que confesar que la primera canción nació durante una tarde de un verano, con la única finalidad de que mi primo y yo nos divirtiéramos. Estábamos escuchando rap, alucinando con algunas canciones y sus letras, y decidimos probar nosotros y ver qué nos salía de ese momento. No hablábamos de nada en especial en la letra, fue una mera toma de contacto con este mundo.
Si os confieso un pequeño secreto, mi sueño no siempre fue este; durante la infancia mi sueño no se alejaba del de los demás chicos, porque yo quería ser futbolista. El fútbol te atrapa porque comienza como el hobby que tenemos en común la mayoría de los niños, que practicábamos durante el recreo y los descansos en el colegio, por las tardes al quedar con los amigos, porque era el más accesible y el más fácil de compartir.
Un día todo eso cambió, porque la música me enamoró, tal vez en mi cabeza no fue un cambio de repente ni brusco, pero recuerdo que comencé a dedicarle la mayor parte de mi tiempo, y abandoné el resto de las actividades, incluido el fútbol, casi de golpe. Aunque no me gusta presumir, debo admitir que parecía que podía llegar lejos en el deporte, tenía ciertas aptitudes, así que la gente le preguntaba a mi padre qué tal me iba con el fútbol. Él se dio cuenta rápido de cómo la música me había atrapado, pero entonces no le parecía algo muy serio y creía que en poco tiempo se me acabaría pasando la euforia. Recuerdo su respuesta burlona, contestando que «había aparcado el balón porque ahora solo me encerraba en mi cuarto a gritarle a un micrófono que había improvisado con lo que tenía por la casa». Su respuesta no se alejaba mucho de la realidad, es cierto que así pasaba los días. Por algo había que empezar.
Los primeros periodos creativos no fueron muy fructíferos, nunca terminaba las canciones, las dejaba a medio hacer porque cada día me invadían nuevas ideas que necesitaba contar, y no podía esperar a plasmarlas, mi cabeza iba a un ritmo más rápido que mis manos al escribir y componer.
En esto también jugaba un papel decisivo mi perfeccionismo. Si durante la creación de una canción iba viendo que no iba a quedar perfecta según mi baremo personal, desistía y me lanzaba a componer un nuevo tema. Mi nivel de exigencia siempre ha sido muy alto, y siempre el mismo, la única diferencia entre los temas de mis inicios y los de ahora es la experiencia adquirida y los medios cada vez más profesionales. Siempre busco todas las oportunidades para hacer mi música cada vez más perfecta.
Como dijo Yoda, maestro Jedi de la película Star Wars, «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes». Así que nunca me he conformado con intentar que una canción esté solo razonablemente bien, siempre trato de dar el máximo de mis capacidades para que el resultado sea total.
En mi opinión, las canciones dependen mucho del estado mental y vital, y del optimismo del artista.
La fe del artista en una canción es lo que le da la vida, la impulsa porque cree en ella, porque una nueva canción nacerá como idea en su cabeza, y como toda idea se tiene que gestar con calor y mimo para que crezca. Cada tema que va naciendo tiene un tiempo y un proceso creativo diferente, pero el momento de materializarse, cuando una canción está totalmente completa, es cuando yo siento cómo un escalofrío casi mágico recorre cada punto de mi cuerpo, en ese preciso instante comprendo que hay creencias que sí se apoyan en fundamentos firmes, que están ahí para empujarnos y que son imposibles de negar.
Hoy te cuento mi historia,
el cómo, el cuándo,
no soy diferente, soy como tú,
he llegado hasta aquí soñando.
No creas que soy más bueno que nadie,
no ha sido eso lo que me trajo aquí,
lo que pasa es que despertaba y seguía soñando
hasta que lo conseguí.
Como tal vez cualquier niño,
como Tolkien para sus libros,
tú tan fuera de lugar,
tantas buenas cartas y jugar tan mal.
Comienzo el tema diciendo cómo es mi historia, que pese a la fama y el reconocimiento no soy diferente a cualquier persona. Si me conocéis es porque me esforcé en seguir la estela que dejaban mis sueños. Reconozco que tengo cierta facilidad para la música, tengo lo que se considera un buen oído musical, pero no nací con un talento que fascinara ni tuve un entorno personal, familiar o económico que me abriese las puertas de la fama. Solo he trabajado para ir aprendiendo cada día sobre algo que me entusiasma, he practicado hasta controlar la voz y sus tonos, y he conseguido que esta mejoría se haya ido notando paulatinamente en mis canciones. Soñar ha hecho que el esfuerzo dejase de ser considerado como tal, he disfrutado cada momento de mi trabajo, como un niño que monta un fuerte con cajas de cartón y, aunque la preparación le lleve incontables horas, solo ve diversión. Mi lema ha sido disfrutar con el camino y no únicamente con la finalidad.
¿No te da vergüenza mirar a tus hijos
y decirles que no sueñen?
¿Que la vida se basa en vivir para trabajar
bajo el sol hasta la muerte?
Que no te digan que no puedes hacerlo,
esculpidor de tu templo,
tú eres el que vive dentro
y solo tú puedes verlo.
Escúpeles a la cara y canta:
tengo 23 y me encanta
encender una luz dentro de un ser oscuro
que no se levanta.
Te dirán que no, pero no caigas,
acabará bailando el niño que no baila,
y todos en alza.
No dirás más NO,
quitarás peso de la balanza.
Con esto no quiero decir que la intención de un padre no sea asegurar el bienestar de sus pequeños, pero a veces hay padres que inculcan miedos y cobardía en sus hijos, que no solo dan palabras de ánimo, sino que les impiden crecer y seguir sus sueños. Nadie sabe qué podemos conseguir, incluso uno mismo lo va comprobando con cada paso dado, porque cada camino de sueños comienza con un paso. ¿Hay mayor disfrute que la satisfacción personal cuando maduras y te sientes fuerte manteniendo como motor la constancia y el esfuerzo? Nunca sabrás cuántos intentos tendrás que hacer para conseguir tu anhelada recompensa, por eso hay que insistir sin cesar. Nadie puede influirte si tus deseos son sinceros, y eso nos vuelve personas más resistentes, ejemplares únicos, luchadores y constantes y, por supuesto, personas más felices. Cuando se consigue un objetivo nunca hay que contar lo que costó, de los fracasos se debe coger energía, y siempre debemos celebrar tener una nueva oportunidad.
La mayor parte de la gente no muere por la edad,
sino justo en el momento
en el que dejan de soñar.
Sigue soñando,
llevas el mando del cambio
y puedes pulsarlo.
Sigue soñando,
deja de andar por el barro
de sus comentarios.
Bórralos,
como tú no hay dos,
busca en el amor
el valor de soñar con él.
Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando.
Me pregunté qué era lo que movía a la gente sin sueños, qué piensan al levantarse de la cama cada mañana, con qué fantasean durante el día y si están satisfechos cuando vuelven de regreso a la cama al dar por terminada la jornada.
Siempre opiné que lo triste no era que las personas muriesen, sino que nunca hubiesen vivido con la intensidad y la valentía que nos da tener sueños, la ilusión con la que hay que enfrentarse al mundo día a día. No hacerlo es vagar por la vida sin dejar huella, sin levantar polvo.
El título de esta canción va por mí,
no es por ti,
algo me está absorbiendo la vida,
me está haciendo sufrir.
Ya basta.
Sinceramente soy débil,
pero ¿quién no lo es?
Con mil heridas en el corazón
y mil tiritas que no se pegan bien.
No quiero que te alejes más,
luz caprichosa que viene y va,
vas a quedarte a mi lado, ¿verdad?,
necesito de tu amor para funcionar.
Para poder volar y lograr
todo lo que aquel niño se propuso,
soy tan fuerte como el metal,
pero hasta el metal se derrite, iluso.
En el momento en que escribía sentí parte del agotamiento por correr tanto tras mis deseos. Necesitaba ser consciente de mis aptitudes y mis facultades, pero también ser responsable con mis actos, es decir, saber cuándo estaba dando el cien por cien de mí y cuándo me estaba acomodando ante la posibilidad de una recompensa pasajera. En este viaje no hay cabida para el conformismo, esto no es una tarea fácil. Me llevé tantas decepciones…, cambié tanto los planteamientos sobre mí mismo…, hasta llegué a dudar de si hacía bien o mal. Intentaba reponerme herida tras herida, creo que es normal sentir que pierdes el Norte, porque perder tanta sangre en el camino no causa más que mareo. Me he sentido débil cuando he flaqueado y he perdido energía al luchar por mis sueños, a veces el camino es el correcto pero nos desviamos al emprenderlo, lo importante es saber que esa luz y esa energía no están fuera, residen dentro de nuestro pecho y marcan nuestros latidos.
Estúpido niño, agárrame,
no me sueltes, sigue soñando.
Tan lejos
y a la vez tan cerca de alcanzarlo.
Puedo notar que estás cansado, asqueado, nublado, gris, deshecho,
pero recuerda,
tu mejor versión llevará una medalla en el pecho.
Sigue soñando,
llevas el mando del cambio
y puedes pulsarlo.
Sigue soñando,
deja de andar por el barro
de sus comentarios.
Bórralos,
como tú no hay dos,
busca en el amor,
el valor de soñar con él.
Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando.
Como os he ido contado al hablaros sobre mí, desde que tengo memoria le he dedicado toda mi energía a perseguir mis sueños y a no conformarme con la versión más cómoda que nos ofrecen para nuestra vida.
Esta canción fue mi manera de explicaros parte del transcurso de mi vida, cómo fueron mis pasos y qué dirección tomaron. He querido haceros llegar mi filosofía de vida. Consideré que lo correcto era animar a todo aquel que se encontrase en la difícil encrucijada entre echar valor para adentrarse en la tarea de lograr deseos, sabiendo que costará mucho esfuerzo, o dejar que te lleve la corriente más cómoda, que es seguir las huellas de la mayoría.
Siempre he causado cierta sorpresa en los que me rodeaban, les resultaba extraño ver a una persona tan joven con las ideas tan claras, tan volcado en conseguir una meta. Si os soy sincero, alguna vez también he pensado que estaba perdiendo el tiempo y que debería buscar lo que podría llamarse «correcto». Conozco personas que han madurado bajo las leyes de unos padres que, de manera invisible, envenenaban la magia que hay dentro de cada persona para dar forma a sus metas. Padres que quisieron apostar sobre seguro sin saber que quizás era el riesgo lo que haría más felices a sus hijos. Lo importante es demostrar en cada momento que perseguimos lo real, que estamos dispuestos a caer y levantarnos y que tenemos fuerzas para llegar al final del camino.
Lo importante que quiero transmitir con esta canción se resume en el ánimo para no rendirse jamás, para encontrar la senda e ignorar los comentarios que no aportan nada y nos pueden desviar de nuestro objetivo. Visualizar nuestros deseos, preparar un plan y no obsesionarnos con el tiempo que tengamos que emplear. Disfrutar de las pequeñas recompensas que obtenemos cada cierto tiempo, esos detalles serán los que nos den fuerzas cuando parece que estamos tan agotados que tenemos la tentación de desistir. Por eso, no renuncies, la infelicidad que crea deambular por la vida sin ilusiones ni objetivos no es comparable con el cansancio que generas cuando te esfuerzas por algo que adoras. Un buen luchador encuentra amor en lo que hace, y el camino le hace feliz.
Aun así, no es debilidad ser sensible ante los vaivenes de la vida. En ocasiones, el dolor ha sido el empujón preciso que necesitaba para continuar y, aunque duela que las cosas no salgan bien, he conseguido ser fuerte y resistir sin llegar a caerme del todo. La falta de temor que sentía cuando era un crío es la que en numerosas ocasiones me ha salvado, jugar y soñar como ese niño que yo era, sin más pensamientos que disfrutar con cada cosa que hacía.
No hay que obsesionarse con la luz del final, sino usar esa luz para iluminar un túnel que quizás esté hermosamente decorado.
Me gustaría recordaros a todos los que estáis inmersos en una batalla en la que luchan vuestros miedos contra vuestras ilusiones que las sensaciones negativas siempre cesan, y la vida siempre nos prepara regalos inesperados, que las heridas son medallas por todo lo que hemos superado, que la mejor versión de uno mismo siempre está por llegar y que con afán de superación siempre mejoraremos. Si algún recuerdo duele, cambia, mejora, y haz que no te represente. Tal vez las personas nunca cambien, pero sí pueden mejorar, y solo reconociendo nuestros errores podremos hacerlos buenos
Si me aceptáis un consejo, os diré que arrepentirse sirve para mejorar, pero avergonzarse solo nos hunde. Nunca debemos flagelarnos ni torturarnos por nuestros fallos o nuestras dudas. Eso no tendría ninguna utilidad, lo único que ayuda es aprender de nuestras experiencias. Sobre lo que no nos gusta nadie tiene poder, nadie más que nosotros, para no repetirlo. Si tenemos ilusiones y sueños propios, ¿por qué anhelar los sueños ajenos?, de poco nos sirven si no los sentimos en nuestra piel. Amigos, hacedme caso, nadie puede caminar nuestros pasos.
Desde el sueño aparentemente más pequeño hasta el más ambicioso, de corazón, sigue soñando. La grandeza la marcas tú.