Prólogo

En la historia de la humanidad afloran de vez en cuando relatos de personas comunes cuyas experiencias las catapultaron más allá de los límites de lo que se creía posible. Desde la longevidad de Li Ching-Yuen, el maestro de artes marciales cuya vida comenzó en 1677 e incluyó catorce esposas y más de doscientos hijos antes de que le llegara la muerte en 1933, 256 años más tarde, hasta la curación espontánea de infinidad de enfermedades, documentadas por el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS, del inglés Institute of Noetic Sciences) en 3.500 referencias de más de 800 publicaciones en 20 lenguas, las pruebas indican con absoluta certeza que no somos lo que se nos hizo creer en el pasado, sino mucho más de lo que jamás nos hemos atrevido a imaginar.

Según va calando entre la población la idea de que el ser humano posee un potencial desconocido, la pregunta ha dejado de ser «¿Hasta dónde podemos llegar?» para convertirse en «¿Cómo lo hacemos?, ¿cómo podemos acceder a esos extraordinarios poderes en la vida diaria?». La respuesta a esos interrogantes constituye la base de este libro: Sobrenatural: gente corriente haciendo cosas extraordinarias.

Joe Dispenza es doctor, científico y un místico de hoy en día. También consigue sintetizar grandes dosis de información desde un enfoque que desborda los límites de una sola disciplina. Partiendo de ámbitos científicos tan sólidos como la epigenética, la biología molecular, la neurocardiología y la física cuántica, Joe borra las fronteras que tradicionalmente han separado el pensamiento científico de la experiencia humana, y al hacerlo abre la puerta a un paradigma nuevo y rompedor de empoderamiento autorrealizado, una manera de pensar y de vivir basada no sólo en lo que aceptamos como verdad científica, sino también en aquello que creemos posible. Esta inédita frontera en relación con nuestro potencial redefine lo que implica ser una persona en plena posesión de sus facultades y capacidades. Y el paradigma alberga promesas para todos, ya sean amas de casa, estudiantes o trabajadores especializados, como científicos, ingenieros y profesionales de la salud.

Si el enfoque de Joe atrae a tanta gente es porque recoge un modelo de eficacia demostrada que los maestros han empleado con sus discípulos durante siglos. La base de este modelo es muy simple: una vez que hemos experimentado en carne propia nuestro máximo potencial, nos resulta mucho más sencillo incorporarlo a la vida diaria. El libro que tienes en las manos, Sobrenatural, es un manual único en su género que se propone precisamente eso: acompañarnos en un viaje paso a paso hacia la máxima expresión de nuestro potencial en aspectos que van desde el cuerpo y la salud hasta las relaciones y el propósito vital. Por si fuera poco, nos permite llevar a cabo ese viaje a nuestro propio ritmo.

En las paredes de una cueva de la meseta del Tíbet pude comprobar por mí mismo cómo los grandes yoguis de la antigüedad recurrían a ese mismo método para liberar a sus discípulos de sus miras limitadas. El legado de aquellas enseñanzas sigue vivo, preservado en la misma roca que, hace ocho siglos, sirvió a un maestro como hogar y como aula.

En la primavera de 1998 acompañé a un grupo de peregrinos a las tierras altas del Tíbet occidental. Nuestro recorrido nos llevó directamente a la remota cueva en la que, en sus tiempos, vivió el poeta, místico y yogui del siglo xi Jetsun Milarepa, conocido en la actualidad, sencillamente, como Milarepa.

Descubrí la figura de este yogui legendario cuando estudiaba con un místico sij que empezó a enseñarme yoga en la década de 1980. Pasé años investigando el misterio que rodea la vida de Milarepa, un joven nacido en el seno de un hogar privilegiado que un buen día decidió renunciar a todas sus posesiones terrenas: el abuso que sufrió su familia a la muerte de su padre; cómo la venganza y el consiguiente sufrimiento lo llevaron a buscar refugio en lo alto de las montañas del Himalaya, donde descubrió su extraordinario potencial como místico yogui. Yo quería ver con mis propios ojos el lugar en el que Milarepa rompió las leyes de la física para demostrarse a sí mismo, y a sus discípulos, que el único límite es la barrera de nuestras propias convicciones. Llevaba diecinueve días de viaje cuando mi deseo se hizo realidad.

Después de acostumbrarme a una humedad de una sola cifra y a alturas de más de 4.500 metros por encima del nivel del mar, fui a parar al mismo lugar exacto en el que Milarepa enseñaba a sus discípulos 800 años atrás. Con el rostro a pocos centímetros de la pared de la cueva, tenía delante el indescifrable misterio que los científicos modernos no han sabido explicar ni reproducir. En ese preciso lugar, Milarepa plantó la palma de la mano contra la roca, a la altura del hombro, y luego siguió empujando como si la piedra no existiera. Cuando lo hizo, la roca se tornó tan blanda y maleable que cedió a la presión de su mano. Y la prueba estaba allí mismo, la huella perfecta de la mano izquierda del yogui grabada en la piedra, para que sus alumnos, los de entonces y los que vendrían a lo largo de los siglos, la vieran. Cuando iluminamos las paredes y el techo de la cueva encontramos más impresiones, pruebas palpables de que Milarepa había llevado a cabo su demostración más de una vez.

Cuando abrí la mano y la posé sobre la impronta, mis dedos se ajustaron como un guante a la impresión que la palma del maestro dejara allí ocho siglos atrás. El encaje era tan perfecto que cualquier duda que pudiera albergar sobre la autenticidad de la huella se disipó al momento. Me invadió una sensación de humildad y entusiasmo a un tiempo. Al momento, mis pensamientos volaron hasta aquel hombre. Quería saber qué le ocurría por dentro cuando hundió la mano en la piedra. ¿Qué pensamientos le pasaban por la cabeza? Y, tal vez lo más importante, ¿qué sentía? ¿Cómo se le ocurrió desafiar las «leyes» de la física según las cuales una mano y una roca no pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente?

Como si me leyera el pensamiento, el guía tibetano respondió la pregunta antes de que yo la formulara siquiera.

—La meditación del geshe («gran maestro») nos enseña que él es parte de la roca, no algo distinto a ella. No ve la roca como una barrera. Para el geshe, la cueva representa un lugar de experiencia y no un límite. En este lugar es libre y se puede mover como si la roca no existiera.

Las palabras del guía tenían sentido. Cuando los discípulos de Milarepa vieron a su maestro llevar a cabo algo que no tenía cabida en sus creencias convencionales, se enfrentaron al mismo misterio que nos desafía hoy día cuando decidimos liberarnos de las convicciones que nos limitan.

El misterio es el siguiente: la mentalidad de la familia, los amigos y la sociedad de aquellos discípulos los había llevado a concebir el mundo en términos de límites y fronteras. En consecuencia, creían que la pared de una cueva representa una barrera para el cuerpo humano. Cuando Milarepa introdujo la mano en la roca, sus alumnos descubrieron que la supuesta ley no siempre se cumple. Paradójicamente, ambas formas de ver el mundo son acertadas. Cada una de ellas se fundamenta en la concepción de nosotros mismos que elegimos tener en un momento determinado.

Cuando posé la mano en la huella que el yogui dejara allí tantos siglos atrás para que sus discípulos la vieran, me pregunté: ¿acaso en la actualidad somos víctimas de las mismas convicciones que limitaban a los alumnos de Milarepa en sus tiempos? Y, de ser así, ¿cómo podríamos adquirir el poder necesario para trascender las nuestras?

He descubierto que en esta vida, cuando algo es verdad, esa realidad se manifiesta de muchas formas distintas. En consecuencia, no debe sorprendernos que la documentación científica relativa a los descubrimientos de Joe apunte a las mismas conclusiones a las que llegó Milarepa y otros místicos del pasado: que el universo, nuestros cuerpos y las circunstancias de la vida «son» de determinada manera a causa de la consciencia y del modo en que nos concebimos a nosotros mismos en este plano de la experiencia. He compartido la historia de Milarepa para demostrar este principio aparentemente universal.

El secreto que nos reveló el yogui a través de sus enseñanzas es el siguiente: cuando experimentamos por nosotros mismos o a través de otra persona algo que antes nos parecía imposible, nos liberamos de nuestras certezas de un modo que nos permite trascender los límites de la vida que conocemos. Y por eso, exactamente, el libro que tienes en las manos podría cambiar tu existencia. Al mostrarte cómo aceptar un sueño referido al futuro como si fuera la realidad presente, y enseñarte cómo inducir a tu cuerpo a creer que ese futuro se está desplegando «ahora», te ayuda a provocar una cascada de procesos emocionales y fisiológicos que reflejarán tu nueva realidad. Las neuronas de tu cerebro, las neuritas de tu corazón y los compuestos químicos de tu cuerpo se reorganizarán en armonía para reflejar tu nueva mentalidad. Cuando eso suceda, las posibilidades cuánticas de la vida se redistribuirán para sustituir las circunstancias no deseadas de tu pasado por las nuevas que has aceptado en el presente.

Y ése es el poder de este libro.

Con un estilo sencillo, directo y accesible, Joe Dispenza ha aglutinado en un solo volumen los revolucionarios descubrimientos de la ciencia cuántica y las trascendentes enseñanzas a las que los místicos del pasado dedicaron la vida: nos muestra cómo convertirnos en seres sobrenaturales.

Gregg Braden

Autor de los superventas La matriz divina y Human by Desing