INTRODUCCIÓN                

Receta a receta, pasito a pasito

Queridos lectores:

Receta a receta y paso a paso es el diario de a bordo de mis andanzas y aventuras culinarias por este gran país llamado España.

En cada aldea, en cada plaza, en cada rincón, siempre encontré una sorpresa, una sonrisa, un aroma y muchas ganas de compartir recuerdos, tradiciones, trucos y recetas. Todo ello ha sido parte de un viaje a los sabores con más encanto de la vida.

Durante este interesante recorrido, he podido visitar municipios grandes, medianos y pequeños, algunos de poco más de ocho habitantes… Aljucén, Montijo, Malcocinado, El Tiemblo, Noreña, San Martín de Valdeiglesias, San Facundo, Bembibre, Rollán, Pelayos de la Presa, Almoguera, Tuéjar, Martos, Monteagudo de las Vicarías, Baena, Priego de Córdoba, Calpe, Serrada, Val de San Lorenzo, Manzanares, La Calzada de Oropesa, Candelario, Candeleda, San Pedro de Latarce, Buendía y un sinfín de lugares mágicos llenos de tesoros por descubrir.

La entrega, la gentileza y el afán por dar a conocer sus secretos gastronómicos que han cultivado con mimo de generación en generación no han dejado de maravillarme. Me han enseñado lo orgullosos que están de sus productos autóctonos y me han abierto la puerta del lugar más preciado de su casa: la cocina. Los restaurantes, entregados al máximo, han parado las máquinas por unos instantes para desvelarme su buen hacer. No puedo estarles más agradecido por ello.

En esta ruta, el mapa se ha llenado de refranes gastronómicos que ya forman parte de mi haber. Difícil olvidar ese marcado acento gallego que me acompañó, «As sardiñas en Maio pingan no borrallo e polo San Xoan pingan no pan» («Las sardinas en mayo gotean en la ceniza, y por San Juan gotean en el pan»). En Asturias me indicaron con acierto que «Nun ta la carnen pletu, por falta guetu» («No está la carne en el plato por falta de gato»), y en Cantabria, que «Al que bien come y mejor bebe, la muerte no se le atreve». De Castilla y León aprendí un dicho que afirma que «Por San Marcos, tu garbanzal, ni nacido ni por sembrar». De Castilla-La Mancha me traje ese «Todos los duelos con pan son menos», y de Madrid, aquello de «No te comes ni una rosca». En Andalucía me recomendaron que «Aceituna, una, y si es buena, una docena». En Extremadura me susurraron al oído: «El queso de abril para mí y el de mayo para mi amo», y en Murcia me recordaron que «La sartén le ice ar cazo: “Asepárate que me mancho”». «Magraner a vora camí, agre serà» («Granado al lado del camino, agrio será») vino conmigo de la Comunidad Valenciana, y en Cataluña escuché que «El pa no té cames, però fa caminar» («El pan no tiene piernas pero hace andar»). En Navarra, La Rioja y el País Vasco me sedujeron dichos como «Ahoa zabal, logale edo gose» («Boca abierta, sueño o hambre») o el célebre «Al pan, pan y al vino, vino». Nuestras islas aportaron sabiduría al acercarme a las Baleares con su: «Quan vegis la gavina per l’horta, entra la llenya, fes foc i tanca la porta» («Cuando veas la gaviota por la huerta, entra la leña, haz fuego y cierra la puerta»), y en las Canarias descubrí que «En abril no hay papa chica ni higo ruin».

Con la maleta cargada de valiosos conocimientos que poner en práctica, quisiera reiterar mi agradecimiento absoluto a cuantos han compartido conmigo momentos inolvidables y han ayudado a enriquecer mi bagaje gastronómico, que ahora, con este libro que tienes en las manos, será también tuyo.

SERGIO FERNÁNDEZ