Introducción

A ver, que yo sólo me metí en esto por la pizza.

El editor me dijo:

—¡El año pasado lo bordaste con el libro sobre los dioses griegos! ¡Ahora queremos que escribas otro sobre los héroes de la Antigua Grecia! ¡Será una pasada!

Y yo contesté:

—Chicos, que soy disléxico. Ya tengo bastante faena con leer libros...

Pero entonces me prometieron un año entero de pizza de pepperoni gratis y todos los caramelos Jelly Beans azules que quisiera.

Y me vendí.

Tampoco es mala idea, en realidad. Si tienes previsto salir por ahí a luchar contra monstruos, estas historias pueden ayudarte a evitar algunos de los errores más comunes, como mirar a Medusa a la cara, o comprar un colchón usado a un tío al que llaman «el Estirador».

Pero la mejor razón para leer sobre los héroes de la Antigua Grecia es que hace que te sientas mejor. Por más que te parezca que tu vida es un asco, aquellos tipos lo tenían mucho más chungo. Ellos sí que lo pasaban mal de verdad.

Por cierto, por si no me conocéis, me llamo Percy Jackson. Soy un semidiós contemporáneo: hijo de Poseidón. En su momento pasé por algunas malas experiencias, pero los héroes de los que os voy a hablar son casos clásicos de infortunio épico. Unos valientes que fueron capaces de fastidiarla donde nadie la había fastidiado antes.

Vamos a escoger a doce. Con esos tendremos de sobra. Y si para cuando terminéis de leer sobre sus desdichadas vidas —llenas de envenenamientos, traiciones, mutilaciones, asesinatos, parientes psicópatas y animales de granja carnívoros— no os habéis reconciliado con vuestra propia existencia, pues, en fin, yo ya no sé qué lo conseguirá...

Así que coged vuestra lanza flamígera, poneos la capa de piel de león, sacad brillo al escudo y aseguraos de que tenéis flechas en el carcaj. Vamos a retroceder en el tiempo unos cuatro mil años para decapitar monstruos, salvar algún reino que otro, disparar a unos cuantos dioses en el trasero, saquear el inframundo y robar a gente muy mala.

Y luego, para acabar de rematarlo, sufriremos muertes trágicas y dolorosas.

¿Listos? Perfecto. Vamos allá.