1. Gramática


En la sección «Gramática» serán tratados los problemas relativos a las disciplinas consideradas propias de esta ciencia, en sentido estricto: la morfología y la sintaxis. En esta concepción, quedan excluidos el estudio de lo fónico, lo léxico-semántico, lo estilístico y, como es obvio, lo ortográfico.

Presentamos, en primer lugar, las notas morfológicas y luego, las sintácticas. Dentro de cada uno de estos apartados, las notas se encuentran agrupadas por temas.

1.1. Morfología

La morfología corresponde a «la parte de la gramática que se ocupa de la estructura de las palabras, las variantes que estas presentan y el papel gramatical que desempeña cada segmento en relación con los demás elementos que las componen» (NGLE). La morfología flexiva se ocupa de «las variaciones de las palabras que implican cambios de contenido de naturaleza gramatical», tales como la conjugación de verbos (amaba, amé, amemos, amado, amando, etc.) y la flexión de género y número de sustantivos y adjetivos (amigo, amiga, amigos, amigas, etc.). La morfología léxica o formación de palabras, por otra parte, estudia «la estructura de las palabras y las pautas que permiten construirlas o derivarlas de otras»; es decir, estudia fenómenos como la derivación (limpio > limpieza, limpiador, limpiar, etc.) y la composición (limpiar + vidrios > limpiavidrios).

La morfología del español puede suscitar dudas a los hablantes, especialmente en los casos en que existen paradigmas irregulares, que no admiten la aplicación mecánica de reglas. Así, mientras el paradigma de conjugación de un verbo como amar se ajusta a una regularidad formal fácilmente asimilable (amo, amas, ama, amaste, amaríamos, he amado, amando, etc.), otros verbos, tales como ser, muestran un paradigma irregular (soy, eres, es, fuiste, seríamos, he sido, siendo, etc.). Las irregularidades de este tipo se deben al carácter histórico de las lenguas: factores como el cambio fonético y la analogía pueden operar con fuerza distinta en diversas palabras y en las variadas formas flexivas de cada una de ellas. Puede ocurrir, incluso, que en un mismo paradigma de conjugación existan formas procedentes de distintas raíces o étimos (como en ser, donde coexisten formas derivadas de los verbos latinos esse y sedēre). En el ámbito nominal, por otra parte, suelen presentarse problemas en lo que toca a los plurales, en especial los de préstamos léxicos (véase también la sección 4.1, «Extranjerismos»), así como en el género de algunos sustantivos y adjetivos que designan profesiones (abogado > abogada, etc.). En lo que respecta a los derivados, familias léxicas y compuestos, las dudas suelen deberse a irregularidades de tipo morfológico (por ejemplo, en calamidad - calamitoso, o en superlativos como célebre > celebérrimo y antiguo > antiquísimo) o bien al comportamiento idiosincrásico de los elementos que quedan fosilizados en el interior de algunos compuestos (verde + blanco > verdiblanco, mano + largo > manilargo, sordo + mudo > sordomudo, plural sordomudos, femenino sordomuda).

En las notas incluidas en esta sección se ofrece solución para algunas dudas de tipo morfológico, pertenecientes a varios de los ámbitos señalados.

1.1.1. Conjugación de verbos

«Hubieron conferencias muy interesantes» (consulta).

De acuerdo con la norma culta escrita, el verbo haber, cuando indica existencia, debe ser considerado como un verbo conjugable solo en la tercera persona del singular (hay, hubo, había, habrá, habría, ha habido, etc.). Por este motivo, en la expresión transcrita debió haberse usado «Hubo conferencias muy interesantes».

Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia, y desde hace ya más de dos siglos, hablantes cultos de Chile y de otras regiones hispánicas sienten que cuando haber denota existencia se puede usar en plural si está referido a una palabra con ese número. Desde este punto de vista, la expresión «Hubieron conferencias muy interesantes» no debe ser totalmente rechazada en el nivel informal o coloquial o en la lengua oral. Lo mismo ocurre, por cierto, con las formas compuestas, como han habido y otras. De cualquier manera, en el lenguaje formal y en el escrito, se debe usar el singular.

«¿Está bien decir “Si fuere cierto lo sabría”?» (consulta).

Fuere es una forma del futuro de subjuntivo, tiempo verbal que casi no se usa en la actualidad. Solamente algunos textos jurídicos utilizan este tiempo para indicar un tipo de posibilidad. En los demás casos, este futuro ha sido reemplazado por el pretérito imperfecto de subjuntivo en cualquiera de sus dos formas (-ra y -se). En consecuencia, debió haberse dicho «Si fuera (o fuese) cierto, lo sabría».

«Preocupémosnos de dejarlo bonito» (periódico).

Las formas verbales de primera persona plural, que siempre terminan en -mos, pierden la ‹s› final cuando se unen al pronombre nos; por ejemplo, preocupémonos, juntémonos, reunámonos, casémonos, etc. Cuando, en cambio, las mismas formas verbales se unen con otros pronombres, la ‹s› final se mantiene; por ejemplo, preocupémoslo, juntémosle, reunámoslos, casémoslos. De acuerdo con lo anterior, debió escribirse «Preocupémonos de dejarlo bonito».

«¿Por qué partistes sin avisarme?» (comunicación oral).

En el habla coloquial o informal, y con mayor frecuencia en la popular, suele agregarse una ‹s› final a la segunda persona singular del perfecto simple, el que, por razones históricas, se diferencia de otros tiempos que siempre terminan en ‹s›, excepto en el imperativo.

En la lengua culta formal, especialmente en el lenguaje escrito, la forma adecuada es partiste, al igual que en amar es amaste (no amastes) y en comer, comiste (no comistes).

«Él me aseguró que le satisfacería mucho recibir esa invitación» (comunicación oral).

El empleo de satisfacería, ilustrado en el texto, es un ejemplo de la confusión en que incurren usuarios de nuestra lengua al asimilar el uso de algunas formas de satisfacer con verbos como parecer o carecer. El verbo satisfacer, en la mayoría de sus formas, se conjuga del mismo modo que hacer. En consecuencia, la forma que corresponde al ejemplo es satisfaría (como haría, desharía). Otras formas en que satisfacer debe seguir la conjugación de hacer son: satisfaré (como haré, desharé) y satisfice (como hice, deshice).

«Hubo rumores de que A. C. se aveniría a hablar» (periódico).

El verbo avenirse, que en este caso significa ‘aceptar, acceder’, se conjuga como el verbo venir, del cual deriva. Por lo tanto, así como se dice vendría, debió decirse «Hubo rumores de que A. C. se avendría a hablar».

«Me doldría mucho no volver a verte» (comunicación oral).

En la cita, la forma verbal correspondiente en el tiempo llamado condicional es dolería. El verbo doler se conjuga en forma regular, es decir, este tiempo se construye agregando la terminación -ía a la forma del infinitivo doler. La vacilación en su uso se debe a que suele conjugarse según el modelo de verbos irregulares como poner y tener: poner, pondré, pondría; tener, tendré, tendría.

«Insistió en que los diputados X e Y intervenieron con maquinación […] y oportunismo político» (periódico).

Debió decirse intervinieron, con ‹i›, aunque el infinitivo del verbo es intervenir, con ‹e›. Este cambio de vocal —‹e› por ‹i›— ocurre también en verbos tales como venir (pero vino, vinieron), mentir (pero mintió, mintieron), corregir (pero corrigió, corrigieron), sentir (pero sintió, sintieron) y muchos otros.

«Ojalá se atenieran a las instrucciones» (programa de radio).

El verbo atenerse se conjuga como sostener, contener, mantener, retener y otros, formados con el verbo tener. Por lo tanto, se debió decir atuvieran, tal como se dice sostuvieran, contuvieran, mantuvieran, retuvieran y, por supuesto, tuvieran. El uso que comentamos se explica por la natural tendencia a la analogía, que busca homogeneizar o uniformar la lengua, haciendo regulares las formas irregulares o menos frecuentes.

«Era como si una fuerza especial los atrayera» (programa de televisión).

Debió decirse atrajera, con ‹j›. El verbo traer y sus derivados (atraer, contraer, distraer, extraer, maltraer, retraer, etc.) emplean sistemáticamente la consonante ‹j› en todas las personas del pretérito perfecto de indicativo (traje, trajiste, trajo, trajimos, trajisteis, trajeron; atraje…; contraje…; distraje…; etc.) y del pretérito imperfecto de subjuntivo (trajera o trajese, trajeras o trajeses…; atrajera…; contrajera…; distrajera…; etc.).

«Hay situaciones —como los temporales y los terremotos— que no se pueden preveer» (programa de radio).

El infinitivo preveer (resultado del cruce de prever con proveer) no es aceptable, como tampoco cualquiera de las formas conjugadas de este verbo (prevee por prevé, preveyó por previó, preveyendo por previendo, etc.). Debió decirse, en consecuencia, «Hay situaciones […] que no se pueden prever».

«Resulta muy fácil […] apuntar con el dedo a los que profieren insultos y denostan a las personas…» (periódico).

El verbo denostar, tal como el verbo contar, posee una irregularidad en su conjugación: cada vez que la -o- va en sílaba tónica cambia en -ue-. Así, en el presente de indicativo, decimos denuesto, denuestas, denuesta, denuestan (pero denostamos); en el presente de subjuntivo, denueste, denuestes, denuesten (pero denostemos); y en el imperativo, denuesta (pero denostad). En el ejemplo que comentamos, pues, debió decirse «… los que profieren insultos y denuestan a las personas…». También, en la duda, pudo haberse dicho lo mismo con un sinónimo, como injuriar: «… los que profieren insultos e injurian a las personas…».

«Los animales que poblan su poesía no son puramente animales» (periódico).

El verbo poblar es irregular: cuando su raíz (pobl-) se acentúa prosódicamente, su -o- se transforma en -ue- (puebl-). Lo mismo ocurre, entre otros, con los verbos engrosar (engruesa), soldar (suelda), tostar (tuesta). Por lo tanto, lo adecuado en este caso es decir «Los animales que pueblan su poesía…».

«Se alínean neumáticos» (anuncio comercial).

La forma correcta de esta palabra es alinean (palabra grave, con acento prosódico en la sílaba -ne-). Con toda seguridad, influye en este error el sustantivo línea, que sí lleva acentuada la sílaba -li-. Este verbo, en consecuencia, se conjuga yo alineo, alineas, él alinea (y no yo alíneo, alíneas, él alínea). Lo mismo ocurre con compuestos como interlinear y desalinear.

[Recuadro 1]

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[Recuadro 2]

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[Recuadro 3]

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1.1.2. Plurales


«Los mapuche han entregado muchas palabras a la lengua española» (programa de radio).

Aunque mapuche es en mapudungún la forma tanto del plural como del singular, el empleo de mapuche (en vez de mapuches) en español para el plural debe considerarse inadecuado. Cuando una voz extranjera o indígena se incorpora a nuestra lengua, lo recomendable es que se acomode a su morfología, y en este caso, la morfología del español exige el empleo de la ‹s› final en el plural de los nombres terminados en ‹e›, como verde-verdes, fungible-fungibles, diferente-diferentes, roble-robles, etc. [Ødpd]

«Pronto recibiremos los últimos memorándum» (consulta).

Se suele titubear respecto de la formación del plural de este latinismo, como también del de currículum. En el caso consultado, algunos dicen «los memorándums» (plural a la inglesa); otros, «los memoranda» (plural a la latina); otros, «los memorándum» (plural invariable); otros, «los memorándumes» (plural a la española); y otros, en fin, «los memorandos» (latinismo ya perfectamente hispanizado y con su plural regular).

Al haber alternancias en el uso, recomendamos la última opción (al igual que el DPD), esto es, la que acomoda esta palabra al sistema del español: «los memorandos». Sin embargo, la OLE considera que en los latinismos también es aceptable la forma que no está hispanizada en su terminación pero sí en su ortografía: memorándum. El plural de esta forma, según lo que indica la NGLE, sería «los memorándums», y el de currículum, «los currículums».

Para estos latinismos, las obras académicas desaconsejan encarecidamente los plurales terminados en -a, como «los memoranda», «los currícula».

«Los entrenadores de fútbol tienen distintos modus operandis» (programa de radio).

Aquí debió decirse modus operandi (‘modo de obrar’), sin ‹s› final. El giro modus operandis es incorrecto, ya que las locuciones latinas permanecen siempre invariables en plural. Así también, por ejemplo, corresponde hablar de «los modus vivendi» (y no «los modus vivendis»), «los mea culpa» (y no «los mea culpas» o «los meas culpas»), «los curriculum vitae» (y no «los curriculums vitae» o «los curriculums vitaes»).

«Chilenos cualquiera, tranquilos y fieles, sacan un alter ego cuando viajan fuera del país» (periódico).

El plural de la palabra cualquiera es cualesquiera. En la cita que aquí se comenta, cualquiera debería estar en plural, concordando con chilenos, al que está determinando como adjetivo. En nuestro medio, es frecuente el empleo inapropiado de esta voz: unas veces —como aquí— se usa el singular en vez del plural, lo cual, aunque frecuente en el lenguaje oral, debe evitarse en la lengua escrita; otras, se pluraliza la palabra agregando una ‹s› al final (cualquieras), forma inaceptable en español. No es raro, incluso, el empleo del plural en vez del singular; a veces se escuchan (o se leen), por ejemplo, giros ultracorrectos como «Un hombre cualesquiera».

«¿Por qué algunas palabras, como pantalones o tijeras, se usan en plural a pesar de referirse a objetos singulares?» (consulta).

Ciertas palabras se usan tanto en singular como en plural, haciendo referencia a un solo objeto; por ejemplo, pantalón/pantalones, tijera/tijeras, pinza/pinzas, nariz/narices, bigote/bigotes y algunas otras. Esto se debe a que designan objetos que constan de dos partes simétricas. En casos como pantalones, tijeras y pinzas, es mucho más frecuente usar el plural, aunque también es aceptable el singular. Se da la situación contraria en nariz y bigote: lo normal es el singular, y el plural tiene mayor frecuencia únicamente en usos expresivos y frases hechas, como dar de narices, relamerse los bigotes.

[Recuadro 4]

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En el caso de régimen y espécimen, la dislocación acentual se explica por la tendencia del español a evitar las palabras sobresdrújulas.

Son impropias de la lengua culta escrita (aunque puedan ocurrir en la oralidad coloquial) las formas de singular ⊗regimen, ⊗especimen y ⊗caracter (pronunciadas como graves, las dos primeras, y como aguda, la última), así como las formas de plural ⊗régimenes, ⊗espécimenes y ⊗carácteres.

En algunos préstamos, se prefiere, en el uso, mantener el plural invariable, pero si su plural se formara según las reglas habituales del español, deberían experimentar este mismo cambio de acento. De este modo, gásfiter (del inglés gas fitter), que habitualmente se mantiene invariable («los gásfiter») o se pluraliza sin añadir una sílaba («los gásfiters»), debería pronunciarse gasfíteres en plural. [Ødpd] 

[Recuadro 5]

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1.1.3. Género


«María Isabel es arquitecto y académica del Departamento de…» (periódico).

En este caso debió decirse «María Isabel es arquitecta y académica…». Los nombres de cargos y actividades que terminan en -o o en -e cuando son ejercidos por un hombre, terminan en -a cuando los ejerce una mujer. Si a veces se siente extraña esa terminación en -a, es solamente por falta de costumbre. Es correcto, en consecuencia, hablar, cuando corresponda, de «la abogada», «la magistrada», «la ministra», «la diputada», «la carabinera», «la decana», «la ingeniera», «la arquitecta», «la intendenta», «la jefa», «la presidenta», etc. No obstante, en el uso mayoritario chileno, está asentada la expresión «el/la estudiante», con género común.

En cuanto a médico, aunque el DPD recomienda seguir este mismo patrón («el médico», «la médica»), el uso mayoritario en Chile emplea la forma masculina para referirse a mujeres: «Ella es médico». Esta opción se ve reforzada por el hecho de que la forma más frecuente para referirse a esta profesión es doctor, la cual sí admite un femenino regular: «el doctor», «la doctora». [dpd]

«¿Es correcto decir “La poeta tuvo una brillante participación” o debe decirse “La poetisa tuvo…”?» (consulta).

La palabra poeta tiene una forma femenina, poetisa, de larga tradición en nuestra lengua, que se ajusta al patrón ilustrado por papa-papisa, sacerdote-sacerdotisa, diácono-diaconisa, profeta-profetisa y pitón-pitonisa. Por otra parte, hoy es frecuente darle género común a poeta («el/la poeta»), de modo análogo a artista, dentista y otras palabras terminadas en -a que tienen género común. Ambas formas coexisten en la actualidad y son legítimas.

«El hechor utilizó la cortaplumas que portaba…» (periódico).

Según el DPD, cortaplumas, al igual que cortapapeles, cortapuros, cortafuegos y otras voces similares, es de género masculino en el uso culto de la mayor parte del mundo hispánico. Sin embargo, esta misma obra señala que en partes de América, especialmente en Chile, se usa en femenino: «la cortaplumas». En la prensa escrita chilena sigue siendo mayoritario el género masculino, por lo cual en un periódico habría sido más apropiado decir «… utilizó el cortaplumas».

Además, en Chile se usa con o sin la -s final: «el cortaplumas» o «el cortapluma».

«Si se dice “el hacha” y no “la hacha”; “el agua” y no “la agua”; “el área” y no “la área”, ¿por qué entonces se dice “la harina”, “la hamaca”, “la habitación”, “la hacienda”, “la abeja”, y no “el harina”, etc.?» (consulta).

No se trata de cambio de género, como pudiera creerse; esos sustantivos (hacha, agua y área) siguen siendo femeninos. Prueba de ello es que en plural se dice «las aguas», «las hachas», «las áreas», etc., y que el adjetivo con el que concuerdan tiene terminación femenina, como en «el agua cristalina», «el hacha afilada», «el área arbolada», «el alma pura», «el águila negra», «el hambre inmensa», «el ama de llaves era cariñosa», etc. Lo que ocurre es que los sustantivos de género femenino que comienzan por ‹a› o la secuencia ‹ha› con acento prosódico (y a veces también gráfico) se combinan, por razones históricas, con el artículo femenino (seudomasculino) el, y no con la. Eso explica por qué se dice «la harina», «la hamaca», etc., ya que en estos casos la primera sílaba es átona (inacentuada prosódicamente).

Esto no opera, sin embargo, en los nombres propios de mujer precedidos de artículo, tan frecuentes en el uso chileno: «la Alba» (pero «el alba»), «la Ana», «la Ada» (pero «el hada»), «la Ángela». Lo mismo ocurre en el caso de «la hache», que, como todo nombre de letra, es sustantivo femenino. Tampoco se evita la -a cuando se dice —precediendo el determinativo a tales sustantivos—, por ejemplo, «esa hacha afilada», «cristalina agua la del río», «hermosa águila», «aquella alma pura», «Santa Águeda», etc.

Es distinto el caso de azúcar, que es un sustantivo que admite ambos géneros: «el azúcar» o «la azúcar». Aunque el DPD señala que en el mundo hispánico es mayoritario el género masculino, en Chile es preferentemente de género femenino: «la azúcar». Esta palabra tiene la particularidad de que, a pesar de que no comienza por ‹a› o la secuencia ‹ha› con acento prosódico (el acento va en la ‹u›), se puede emplear con el artículo seudomasculino el y un adjetivo en femenino: «el azúcar blanca». Como indica el DPD, esta particularidad es un remanente del uso medieval.

[Recuadro 6]

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1.1.4. Compuestos


«Camiones en la frontera argentina-chilena» (periódico).

En estos compuestos de dos adjetivos, el primero toma siempre forma masculina, independientemente del género del sustantivo al que determinan. Por lo tanto, lo adecuado es decir «frontera argentino-chilena», así como decimos «enseñanza científico-humanista» y no «enseñanza científica-humanista», y «evaluación teórico-práctica» y no «evaluación teórica-práctica».

En el caso de los numerales compuestos, su primer elemento varía en género y número si se escribe separado del segundo: «vigésima tercera edición», pero se conserva invariable si se escriben unidos: «vigésimotercera edición». 

Por otra parte, debe recordarse que en casos como estos es obligatorio el uso del guion entre los elementos que los conforman. [Ødpd]

«¿El plural de buenmozo es buenmozos, buenosmozos o buenos mozos?» (consulta).

Buenmozo es palabra compuesta usada como calificativo con el significado de ‘guapo, de buena presencia’. Su forma femenina es buenamoza, y sus formas de plural son buenosmozos, buenasmozas.

En la composición, las características de género y número suelen afectar a la totalidad del compuesto; sin embargo, buenmozo es una excepción, puesto que los dos elementos que lo conforman (buen y mozo) llevan marcas de género y número.

«En esa reunión hubo una serie de malos entendidos» (periódico).

Malentendido es una palabra compuesta en la que mal es originalmente una forma invariable —un adverbio— equivalente a la que aparece en el giro «entendió mal». No se trata, pues, del adjetivo malo. Del mismo modo, se puede decir que un niño maleducado es un niño ‘que ha sido educado mal’. En consecuencia, debió haberse dicho «En esa reunión hubo una serie de malentendidos». Como esta, se comportan también, entre otras, las siguientes palabras: malaconsejado, malacostumbrado, malagradecido, malcriado, malhablado, malintencionado, malmirado, malparado y malpensado.


1.1.5. Derivados 


«¿Cómo es el diminutivo: calientito o calentito?» (consulta).

Según las normas generales de derivación, deberíamos decir calentito, esto es, sin diptongo, por ser -len- una sílaba átona (como, por ejemplo, en calentar o en calentamos). Sin embargo, los derivados diminutivos están tan íntimamente ligados a su forma primitiva, que hoy tienden a mantenerla intacta, y por eso decimos calientito, ya que su forma primitiva es caliente. En resumen: tanto calentito como calientito son aceptados en la norma culta, si bien este último es algo más informal. [Ødpd]

«¿Cuáles son las formas correctas: reembolsar o rembolsar, reemplazar o remplazar?» (consulta).

El DRAE documenta las cuatro formas, pero considera más formales las que se escriben con doble ‹e›. La OLE considera que las voces formadas con el prefijo re- y que comienzan con e- pueden escribirse tanto con -ee- como con -e-.

Apoyados en la tendencia del uso oral, nuestra sugerencia ortográfica, es que se simplifique la secuencia ‹ee› en ‹e› en todos aquellos casos —como en estos— en que la palabra con el prefijo re- efectivamente se pronuncia con una sola /e/. Esta recomendación vale no solo para los verbos (rembolsar, remplazar, etc.), sino también para sus derivados (rembolso, remplazo, etc.). [Ødpd]

«¿Cómo debe decirse: se rumora o rumorea que pronto saldrán en libertad?» (consulta).

Ambas formas son aceptables. En la formación de nuevos verbos es frecuente, en Hispanoamérica, que se use la terminación -ear. Así ocurre en casos como rumorear, frente a rumorar; pitear (‘tocar el pito’), frente a pitar, etc. En consecuencia, es recomendable preferir en nuestro medio la forma rumorear. [Ødpd]

«¿Está bien decir “Se necesita papel pauteado”, o debería ser “papel pautado”?» (consulta).

El calificativo pauteado proviene de pautear, verbo derivado del nombre pauta mediante la terminación -ear, de uso normal en el español de Chile, como en telefonear, apuñalear, disparatear, etc. En España, en estos y otros términos, se prefiere la terminación -ar. En el caso de la consulta, alternan ambas formas, pauteado y pautado, igualmente aceptables.

«Ese político demostró mucha ductibilidad» (programa de radio).

La palabra ductibilidad está mal formada: la voz correcta es ductilidad. Sobre el particular, la norma es que los adjetivos terminados en -il —como dúctil—, formen sustantivos derivados agregando el sufijo -idad. Por ejemplo: débil > debilidad, dócil > docilidad, estéril > esterilidad, fácil > facilidad, fértil > fertilidad, frágil > fragilidad, hábil > habilidad, inmóvil > inmovilidad, pueril > puerilidad, senil > senilidad, útil > utilidad, versátil > versatilidad.

Los sustantivos terminados en -bilidad, en cambio, derivan de adjetivos terminados en -ble. Por ejemplo: afable > afabilidad, amable > amabilidad, durable > durabilidad, estable > estabilidad, honorable > honorabilidad, inefable > inefabilidad, permeable > permeabilidad, respetable > respetabilidad, responsable > responsabilidad, sociable > sociabilidad, vulnerable > vulnerabilidad. [Ødpd]

[Recuadro 7]

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1.2. Sintaxis


La sintaxis es la disciplina gramatical que se ocupa del «análisis de la manera en que se combinan y se disponen linealmente [las palabras], así como el de los grupos que forman» (NGLE). Describe la pertenencia de las palabras a distintas categorías (sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, etc.), de acuerdo con sus propiedades combinatorias, así como la formación de grupos sintácticos (grupo sustantivo, grupo verbal) y el establecimiento de funciones o relaciones sintácticas entre los grupos (sujeto, complemento directo, etc.) para conformar oraciones.

La mayor parte de las notas incluidas en esta sección ofrece solución para problemas relativos a dos modos de expresión de las relaciones sintácticas: la selección de preposiciones y la concordancia. Presentamos, en primer lugar, las notas relativas al uso de preposiciones, agrupadas según las siguientes categorías: omisión, adición, confusión y combinación. Aparecen tratadas con mayor extensión, por su importancia, la omisión indebida de preposiciones (en particular, el problema del queísmo) y la adición indebida de la preposición de (incluido el dequeísmo). En segundo lugar, las notas que tratan el problema de la concordancia se dividen en concordancia de número, género y persona gramatical. Finalmente, se agrupan en un único apartado las que tocan otros problemas (como la posición del pronombre se o la concordancia de tiempos verbales), debido a la baja frecuencia con que aparecen representadas en las consultas recibidas y entre los problemas observados en textos.

1.2.1. Uso de preposiciones

Las preposiciones conforman un grupo cerrado y relativamente reducido de signos lingüísticos que tienen carácter invariable y cumplen la función de introducir complementos de verbos, sustantivos o adjetivos. Algunos de estos signos poseen contenido léxico, como bajo y durante, mientras que otros cumplen una función predominantemente gramatical, tales como a y de.

Algunos verbos, sustantivos y adjetivos exigen un complemento encabezado por preposición. Por ejemplo, confiar exige la preposición en: «confío en ti». Estos complementos son conocidos como complementos de régimen preposicional. La selección de una preposición en particular, aunque puede tener fundamentos semánticos, normalmente obedece a razones históricas y, en consecuencia, no es siempre predecible. Aún más: algunos verbos del español han modificado, con el transcurso del tiempo, su régimen preposicional. Por ejemplo, hablar, que hoy exige la preposición de («hablar de algo o alguien»), en español medieval podía construirse también con en. Asimismo, acordarse, que hoy exige de, en el español de la Edad Media podía además usarse sin preposición, o bien con en.

Por lo señalado, existen vacilaciones en materia de régimen preposicional que requieren orientación idiomática. El régimen preposicional aparece, con frecuencia, indicado en los diccionarios, en las entradas correspondientes a los verbos, sustantivos y adjetivos que lo poseen. Asimismo, puede encontrarse en las gramáticas normativas y de uso. La casuística de los regímenes preposicionales es muy amplia, por lo cual sería imposible resolver cabalmente todas las dudas al respecto en el espacio del que disponemos. No obstante, los problemas tratados en esta sección parecen ser los más frecuentes y los que mayores vacilaciones producen entre los hablantes de español. En varias ocasiones, entregamos recomendaciones generales, aplicables a una gran cantidad de casos.

1.2.1.1. Omisión de preposiciones: queísmo y otros fenómenos relacionados

El queísmo corresponde a la omisión indebida de preposiciones exigidas por verbos, sustantivos o adjetivos (especialmente la preposición de) ante la conjunción que, cuando esta encabeza oraciones subordinadas sustantivas (por ejemplo, «Me alegro que hayas podido venir», en lugar de «Me alegro de que hayas podido venir»).

Un caso distinto es el de la omisión de preposiciones ante que (o, a veces, quien) cuando este corresponde a un pronombre relativo: «El perro que le dieron las galletas…», en lugar de «El perro al que le dieron las galletas…». En este ejemplo, la preposición a es obligatoria por tratarse de un que núcleo de grupo sustantivo que cumple la función de complemento indirecto («alguien da algo a alguien»). Además, en algunos casos, es necesario restituir el artículo determinado (el, la, los, las). El fenómeno explicado puede considerarse como ejemplo de un fenómeno de mayor amplitud: la generalización de que como forma única de relativo, caso en que esta conjunción es conocida como «que archirrelativo». La extensión de que como forma única de relativo ocurre, a veces, en desmedro del empleo de otras formas, tales como cuyo («El autor que su libro leí», en lugar de «El autor cuyo libro leí»).

La omisión de preposiciones, en especial el queísmo, se considera impropia de la lengua culta, sobre todo en la escritura, por lo cual es recomendable no incurrir en ella. Las siguientes notas muestran algunos ejemplos representativos de los problemas más frecuentes al respecto. Además, pueden servir de orientación general las indicaciones contenidas en los recuadros de esta sección (véase el recuadro «Casos en que no debe omitirse la preposición de», en la pág. 43).

«Argentina confía que cumplirá metas del FMI» (periódico).

En este texto hay un problema de construcción que se pone en evidencia al formular la pregunta correspondiente: «¿En qué confía Argentina?». Por tanto, la forma adecuada tiene que ser «Argentina confía en que cumplirá metas del FMI». Se trata aquí, pues, del verbo confiar en algo o en alguien.

«Todos coinciden que la crisis no nos afectará» (periódico).

El verbo coincidir rige la preposición en; se dice «coincidir en algo», no «coincidir algo». En consecuencia, aquí también debió emplearse la preposición en y decirse «Todos coinciden en que la crisis no nos afectará». dpd]

«De lo que se trata es que el arte y la literatura expresen la vida tal cual es» (periódico).

La construcción es imperfecta, ya que faltó la palabra de antes del segundo que. Debió decirse, en efecto, «De lo que se trata es de que el arte y la literatura expresen la vida tal cual es». El verbo pronominal tratarse, usado en construcciones impersonales como equivalente de ser, exige la preposición de: «se trata de algo».

Adicionalmente, se advierte alguna cacofonía o pesadez en la construcción por la recurrencia de la palabra que. Se podría alivianar la estructura diciendo, por ejemplo, «Se trata de que el arte y la literatura expresen la vida tal cual es».

«… que fue un autor famoso en la vida, no cabe la menor duda» (programa de radio).

Obsérvese que, cuando se emplea la locución verbal caber duda, no es posible decir «No cabe duda esto», sino que es obligado el uso de la preposición de: «No cabe duda de esto». Por lo tanto, aquí debió decirse «… de que fue un autor famoso en la vida, no cabe la menor duda».

«Paquete de señales que un abonado dispone» (consulta).

La forma propia es «… de (las) que un abonado dispone». Cuando el verbo disponer significa ‘tener algo’ y ‘servirse de alguien o algo con total libertad’ —como ocurre en la cita que se comenta—, debe construirse con la preposición de. Esta preposición se ha de poner delante del término que representa aquello de lo que el abonado dispone (que). Así también, por ejemplo, «Los medios de que carecen» (carecer de medios), «Los hechos de que se ufanan» (ufanarse de algo).

«Ante la inquietud surgida en fuentes judiciales en el sentido que la autonomía de dicho poder del Estado puede verse afectada…» (periódico).

La expresión destacada debería llevar la preposición de. Debió decirse, por tanto, «Ante la inquietud surgida en fuentes judiciales en el sentido de que la autonomía». [Ødpd]

«Todos los que trabajamos en el espectáculo tenemos un poco de ego y vanidad, con la diferencia que él lo reconoce» (periódico).

En este texto falta la preposición de antes de la partícula que. Aquí se está hablando de la diferencia de algo; entonces, lo adecuado es decir «… con la diferencia de que…». [Ødpd]

«Surge la duda entre decir “después de que llegaron” o “después que llegaron”, como también entre “antes de que salieran” o “antes que salieran”» (consulta).

Ambas construcciones (las que llevan la preposición de y las que no la llevan) están igualmente aceptadas, de modo que puede decirse antes de que o antes que, y después de que o después que (véase recuadro «Se pueden construir con de o sin ella»).

«¿Cómo debe decirse: “En circunstancias de que conferir la calidad que afecta a dicho trámite constituye una función privativa de esta entidad…”, o bien, sin la preposición de, “En circunstancias que conferir…”?» (consulta).

El empleo de la preposición de es aquí obligado; de otro modo, estaríamos ante un caso de queísmo. Que aquí no se puede omitir la preposición de se prueba al sustituir la conjunción que por esto: «En circunstancias de esto: conferir la calidad que afecta a dicho trámite constituye una función privativa de esta entidad…». En cambio, carece de sentido decir «En circunstancias esto: conferir…».[Ødpd]

«… porque lo que carecemos en Chile es una ley sobre…» (programa de televisión).

«El lugar que usted vacacionó…» (programa de radio).

En ambos ejemplos falta la preposición: en el primero se omitió la preposición de exigida por el verbo carecer, y en el segundo, en, exigida por el verbo vacacionar. Ambas preposiciones se hacen patentes en las formas interrogativas correspondientes: «¿De qué carecemos en Chile?» y «¿En qué lugar vacacionó usted?». Por tanto, las construcciones adecuadas deben ser «… porque de lo que carecemos en Chile es de una ley sobre…», en un caso, y «El lugar en que usted vacacionó…», en el otro. [Ødpd]

«Servicio de Salud deberá pagar $80 millones a enfermera que se le diagnosticó sida por error» (periódico).

En el texto citado, se desliza el error común de omitir la preposición a delante de que. Mejor todavía resulta si, además de la preposición, este término lleva el artículo correspondiente (el que, la que, los que, las que), debiendo quedar entonces «… a enfermera a la que se le diagnosticó sida por error», o «… a la cual se le diagnosticó…». [Ødpd]

«Conozco solo dos personas que le gustan los pasteles calientes» (programa de televisión).

En esta declaración formulada por uno de los participantes en el programa, hay dos usos inadecuados: por una parte, la falta de la preposición a (y el artículo las), y por otra, la falta de concordancia del pronombre le (singular) con la expresión dos personas (plural), a la que se refiere. De manera que aquí debió decirse «Conozco solo dos personas a las que (o a quienes) les gustan los pasteles calientes». [Ødpd]

«Al interior del Gobierno había personas que no les gustaban las reformas económicas que habíamos hecho» (periódico).

Aquí se debió haber dicho «Al interior del Gobierno había personas a las que (o a las cuales, o a quienes) no les gustaban las reformas…». [Ødpd]

«Primer Plano indagó en temas que los participantes no quieren hablar» (programa de televisión).

Se ha producido en este texto una simplificación en la oración subordinada construida con el pronombre relativo que, el que debió combinarse con la preposición de, puesto que el verbo hablar se combina con esta para dar el significado ‘referirse a’: hablar de algo o de alguien equivale a decir  referirse a algo o alguien. De acuerdo con esto, debió decirse «Primer Plano indagó en temas de los que los participantes no quieren hablar». [Ødpd]

«… a comienzos del siglo xix Brasil se convirtió en un imperio, y fue bajo ese régimen de gobierno que proclamó su independencia en 1822» (periódico).

Hay aquí un inadecuado uso de que en lugar de cuando, por tratarse de un enunciado con que se expresa tiempo y que tiene un antecedente. Debió decirse «… fue bajo ese régimen de gobierno cuando proclamó su independencia en 1822», lo que equivale a decir «… fue entonces cuando…». Situación similar ocurre al usar donde en enunciados con que se expresa lugar: «Fue allí donde»; por ejemplo, «Fue en el río donde perdí los anteojos», y en ningún caso «Fue en el río que perdí los anteojos».

«Un club que siempre fue considerado el tercer equipo de la capital hispana y que su camiseta fue creada en honor a…» (periódico).

Es bastante frecuente el desconocimiento y consiguiente desuso del nexo relativo cuyo, de carácter posesivo. Así, por ejemplo, «La empresa cuya gestión ha sido exitosa…», «La familia en cuyo seno hay unión…», «El médico cuyos servicios solicité ayer…», etc. En el texto que se comenta, debió haberse escrito «Un club que siempre fue considerado el tercer equipo de la capital hispana y cuya camiseta fue creada en honor a…».

«Me llamó una persona que no sé su nombre» (consulta).

Hay aquí un uso inadecuado de que y de su. Debió haberse dicho «Me llamó una persona cuyo nombre no sé». También son formas aceptables «una persona de la que no sé el nombre», o «… de quien no sé el nombre», o «… de la cual no sé el nombre». En estos tres últimos casos, la relación del nombre con la persona está dada por la preposición de. Por lo tanto, no se justifica el uso de la palabra su. En el texto de la consulta se ha producido, al parecer, una confusión con un enunciado como «Me llamó una persona que no me dio el nombre», del todo aceptable.

«En definitiva, nadie tiene idea quién es la atractiva dama…» (periódico).

Esta construcción verbal ejemplifica una ampliación del «que archirrelativo», que en este caso afecta al pronombre interrogativo quién. Debió decirse «… nadie tiene idea de quién es…», puesto que la construcción es «tener idea de algo».

«Fueron siete en total en las películas que apareció James Dean» (periódico).

Aquí hay una curiosa construcción, en que la preposición en se antepuso al sujeto de la oración, y no al relativo que. El texto debió decir «Fueron siete en total las películas en (las) que apareció James Dean». [Ødpd]

«Depende cómo nos vaya en el próximo partido» (consulta).

El verbo depender rige la preposición de; decimos, por ejemplo, «Depende de ti», «Depende de la hora», etc. En consecuencia, aquí debió decirse «Depende de cómo nos vaya en el próximo partido».

«¿Está conforme cómo colaboró la autoridad en este caso?» (programa de televisión).

La expresión estar conforme, en casos como este, debe ir seguida de la preposición con. Aquí, en consecuencia, debió decirse «¿Está conforme con cómo colaboró la autoridad en este caso?», o mejor, tal vez, «¿Está conforme con la manera en que colaboró la autoridad en este caso?».

«Apelan fallo de extradición» (periódico).

En este texto, el verbo apelar corresponde a la acepción, propia del ámbito judicial, ‘pedir a un tribunal superior la revisión de una sentencia dictada por un tribunal inferior’. En cuanto a este uso especializado, no se considera adecuado decir «apelar una sentencia», sino «apelar de o contra una sentencia». De acuerdo con esto, en el caso que comentamos se debió decir «Apelan de fallo de extradición» o «Apelan contra fallo de extradición». También pudo decirse «Impugnan fallo de extradición».

No obstante, la frecuencia y la amplia difusión social y situacional del empleo ilustrado por la cita hacen pensar que, al menos en nuestro medio, terminará triunfando.

«… proyecto al que el Ejecutivo se comprometió dar urgencia en marzo» (periódico).

El verbo comprometerse va regularmente acompañado de la preposición a. Uno se compromete a algo. Aquí debió decirse, por tanto, «… proyecto al que el Ejecutivo se comprometió a dar urgencia en marzo». [Ødpd]

«Exministros de Lagos embisten las críticas» (periódico).

El verbo embestir significa ‘ir con ímpetu sobre alguien o sobre algo’, ‘atacar’. Puede usárselo acompañado de la preposición contra («El camión embistió contra la muralla») o sin preposición («El camión embistió la muralla»). No obstante, cuando lo embestido es algo abstracto, se emplea regularmente la preposición contra. En nuestra cita, por lo tanto, sería preferible decir «Exministros de Lagos embisten contra las críticas».

1.2.1.2. Adición de de: dequeísmo y otros fenómenos relacionados

El dequeísmo (adición de la preposición de ante la conjunción que cuando no es exigida por el verbo) es uno de los casos más frecuentes de adición indebida de preposiciones. Al mismo tiempo, se trata de un fenómeno sujeto a valoraciones normativas muy marcadas. Aunque tiene larga data (en textos chilenos, se hallan ejemplos de hace al menos un siglo) y se encuentra muy difundido en el español, especialmente en las variedades americanas, y aunque en las últimas décadas su empleo parece haber aumentado en forma significativa, especialmente en el discurso culto oral, no ha logrado convertirse en un uso propio de la lengua culta panhispánica. Las obras normativas, como el DPD y la NGLE, recomiendan evitar el dequeísmo.

Además de los ejemplos de las siguientes notas, puede servir de orientación general la información contenida en los recuadros de esta sección (véase, en especial, el recuadro «Casos en que no se debe usar la preposición de»).

«El mandatario […] negó de que esta reforma conducirá a un nuevo “rescate” de los bancos» (periódico).

En la cita se observa un caso de dequeísmo. El verbo transitivo negar exige un complemento directo, pero este no requiere preposición: «negar algo». En el texto citado, la conjunción que encabeza la cláusula subordinada «que esta reforma conducirá a un nuevo “rescate” de los bancos», que corresponde al complemento directo del verbo negar. En consecuencia, en el ejemplo, debió decirse «… negó que esta reforma conducirá…», sin la preposición de.

«El presidente ruso […] aseguró el viernes pasado de que la sequía que afecta a Rusia desde junio ha arrasado una cuarta parte de los cultivos de cereales» (periódico).

Asegurar no exige la preposición de: «asegurar algo». En la cita, asegurar está usado en forma transitiva: «que la sequía… ha arrasado una cuarta parte de los cultivos de cereales» es el complemento directo de asegurar («El presidente ruso lo aseguró»). Debió escribirse, por tanto, «El presidente ruso […] aseguró el viernes pasado que la sequía que afecta a Rusia desde junio ha arrasado una cuarta parte de los cultivos de cereales».

«Todos los inscritos en el Registro Electoral deben de votar en las elecciones de presidente»  (programa de radio).

No es correcto emplear deber de para indicar obligación. Deber de significa ‘ser probable’; por ejemplo, «Debe de estar haciendo mucho frío en el sur», es decir, es probable que en el sur esté haciendo mucho frío.

En la cita que se comenta, pues, debió decirse «Todos los inscritos en el Registro Electoral deben votar en las elecciones de presidente».

«… es muy difícil de que el líder estudiantil se encuentre fuera del país» (periódico).

El adjetivo difícil, en un contexto como el citado, no exige la preposición de. En efecto, la cláusula introducida por que funciona como sujeto de la oración: «que el líder estudiantil se encuentre fuera del país es muy difícil» («eso es muy difícil»). La confusión se debe, probablemente, a que existe otro contexto en que difícil sí exige la preposición. Por ejemplo, cuando lo sigue un verbo en infinitivo que expresa la acción en la que radica la dificultad: «difícil de ver», «difícil de encontrar». Un cruce similar puede ocurrir en otros adjetivos, como fácil («Es fácil que suceda», pero «fácil de entender») o imposible («Es imposible que suceda», pero «imposible de hallar»). 

En el ejemplo, en consecuencia, debió escribirse «… es muy difícil que el líder estudiantil…».dpd]

«Valdría la pena de intentarlo» (consulta).

Lo habitual y recomendable en esta construcción de valer la pena seguida de un verbo en infinitivo es que se omita la palabra de. Cuando el orden de estos elementos se invierte, se aprecia con claridad el error: «Intentarlo valdría la pena», y no «De intentarlo valdría la pena» (o bien al transformarlo en la pregunta «¿Qué valdría la pena?», cuya respuesta es «Intentarlo» y no «De intentarlo»). En el caso que aquí comentamos, en consecuencia, lo correcto es decir «Valdría la pena intentarlo».

«Otro tema que preocupó de sobremanera fue el cambio en la alimentación» (periódico).

Sobremanera es adverbio de modo y significa ‘en extremo’, ‘muchísimo’, y es impropio anteponerle la preposición de, como ocurre con cierta frecuencia, tal vez por influencia del giro de manera seguido de un adjetivo (por ejemplo, «de manera solapada»). Debió decirse, por tanto, «Otro tema que preocupó sobremanera fue el cambio en la alimentación».

[Recuadro 8]

A8

[Recuadro 9]

A9

[Recuadro 10]

A10

[Recuadro 11]

A11

[Recuadro 12]

A12

1.2.1.3. Adición de a ante objeto directo inanimado

«Senador republicano sigue criticando a los filmes de Hollywood».

«El senador atacó a la película» (periódico).

Hay en estos dos textos un inadecuado empleo de la preposición a. En nuestra lengua, la norma establecida es construir sin preposición el complemento directo que se refiere a seres inanimados, y con la preposición a el que se refiere a personas o cosas personificadas. Así, decimos «ver algo» (pero «ver a alguien»), «recibir algo» (pero «recibir a alguien»), «proponer algo» (pero «proponer a alguien»), etc. Lo mismo ocurre con los verbos empleados en las citas que comentamos: «criticar algo» (pero «criticar a alguien»), «atacar algo» (pero «atacar a alguien»). En esta noticia, por tanto, debió haberse dicho «Senador republicano sigue criticando los filmes de Hollywood» y «El senador atacó la película».

«Hoy son varios los que añoran a la desaparecida Oficina de Planificación» (periódico). 

Es frecuente el uso de la preposición a encabezando un complemento directo (en este ejemplo, lo que expresa lo añorado) que nombra algo inanimado. En estricta doctrina, uno «añora algo» y «añora a alguien», así como uno «ve algo» y «ve a alguien», o «conoce algo» y «conoce a alguien». Usar la preposición indistintamente encabezando cualquier complemento directo, sin considerar si se refiere a seres animados o a entes inanimados, introduce un matiz de personificación del cual el usuario no siempre está consciente y que, posiblemente, ni siquiera desea.

En consecuencia, debió decirse «Hoy son varios los que añoran la desaparecida Oficina de Planificación».

«Aquí tenemos los ocho representantes…» (consulta).

Lo adecuado, en este caso, es decir «Aquí tenemos a los ocho representantes…», puesto que «los ocho representantes» se refiere a seres humanos.

1.2.1.4. Confusión de preposiciones

«El 84 % de los médicos discrepa con el Gobierno» (periódico).

El verbo discrepar se construye con la preposición de, no con la preposición con. Debió decirse, por tanto, «El 84 % de los médicos discrepa del Gobierno».

Existe un contexto distinto en que se justifica la preposición con: cuando hay coincidencia en las personas que discrepan de algo. Por ejemplo: «Discrepo con Jorge de lo que nos están proponiendo», es decir, «Ambos discrepamos de lo mismo».

«Dijo que el Gobierno confiaba en que A. P. no interferiría con la ejecución de la sentencia» (periódico).

El verbo interferir se construye con la preposición en. Por lo tanto, debió decirse «Dijo que el Gobierno confiaba en que A. P. no interferiría en la ejecución de la sentencia».

«En los comentarios de prensa se ha aludido de que se presentan en escena dos generaciones de actores» (periódico).

Hay que notar el empleo inadecuado de la preposición de en este texto, porque el verbo aludir se construye con la preposición a (aludir a alguien o a algo). En consecuencia, debió haberse dicho «… se ha aludido a que se presentan…».

«¿Cómo debe decirse: “Con motivo de su asunción del elevado cargo de presidente de la república” o “Con motivo de su asunción al elevado cargo de presidente de la república”?» (consulta).

Lo adecuado gramaticalmente es el uso de la preposición de, encabezando el complemento que especifica qué es lo que se asume. En efecto, se asume (esto es, se toma para sí) un cargo o función, y por lo tanto corresponde hablar aquí de «… su asunción del elevado cargo de presidente de la república», igual como, al decir que «se toman responsabilidades», se está hablando de «la toma de responsabilidades».

La duda que frecuentemente surge ante este caso se debe, probablemente, a que los hispanohablantes tienen registrada en su memoria la expresión «la asunción (‘elevación’) a los cielos» de la madre de Jesús, según la doctrina católica. La duda también puede deberse a que es fácil confundir asunción con su parónimo ascensión, que sí se construye con la preposición a. [Ødpd]

«Al comienzo, muchos hicieron caso omiso a este mensaje» (periódico).

En esta cita hay un uso inadecuado de la preposición a, ya que hacer caso omiso debe construirse con la preposición de. Por consiguiente, debió haberse escrito «Al comienzo, muchos hicieron caso omiso de este mensaje». [Ødpd]

«Ese día su hijo le insistió con que quería salir andar» (periódico).

En el caso de esta cita, el verbo es insistir en, no insistir con. Es posible que aquí estemos ante una confusión con la expresión más popular le dio con, que tiene el mismo significado que insistió en. Debió decirse, por tanto, «Ese día su hijo le insistió en que quería…».

Pero en esta cita hay un segundo error: en vez de «… quería salir andar», debió decirse «… quería salir a andar». Esta omisión de la preposición a se debe seguramente a que la palabra siguiente comienza por ‹a›, produciéndose una contracción de la preposición con la primera vocal de la palabra siguiente. De hecho, un error como «Salió correr», en vez de «Salió a correr», sería altamente improbable. [Ødpd]

«… en contraste del lenguaje utilizado…» (periódico).

El giro en contraste —al igual que el verbo contrastar— se construye con la preposición con. Debió decirse, en consecuencia, «… en contraste con el lenguaje utilizado…». [Ødpd]

«Organizan redes para lucrar de estos menores» (periódico).

El verbo lucrar se construye con un complemento encabezado por la preposición con, de modo que se debió decir «Organizan redes para lucrar con estos menores». [Ødpd]

«Quisiera que se desligue mi estancia aquí con ese escándalo» (periódico).

Posiblemente, al escribir esta oración se tuvo presente la expresión estar ligado con algo. Sin embargo, el verbo desligar se construye con la preposición de: se dice «desligar de algo», o «desligarse de algo». En consecuencia, aquí debió escribirse «Quisiera que se desligue mi estancia aquí de ese escándalo». [Ødpd


«… una historia que raya con lo universal» (periódico).

Cuando el verbo rayar significa ‘lindar’, ‘estar próximo a’, se construye regularmente con la preposición en, pero también lo hace algunas veces con la preposición con. Decir, por lo tanto, «… una historia que raya con lo universal» es gramaticalmente aceptable, si bien, de acuerdo con el uso más frecuente, también podría decirse «… una historia que raya en lo universal».

1.2.1.5. Combinación de preposiciones con otros nexos

«Determinar las causas exactas del accidente tomará entre 3 a 6 meses» (programa de radio).

Se da aquí un caso frecuente de confusión y mezcla entre dos construcciones que alternan con el mismo significado: entre… y, por un lado, y de… a, por otro. Ante la necesidad de decidirse entre decir «entre 3 y 6 meses» o «de 3 a 6 meses», el hablante comienza con una construcción y termina con la otra. En consecuencia, lo correcto habría sido «… tomará entre 3 y 6 meses» o «… tomará de 3 a 6 meses». [Ødpd]

«Son porcentajes que van entre el 15 % al 18 %» (programa de radio).

Hay en esta expresión una confusión entre dos formas alternativas de indicar rango, distancia o lapso: entre… y…, por una parte, y desde… a… (o hasta), por otra. De modo que aquí habría que decir «entre el 15 % y el 18 %», o bien «desde el 15 % al 18 %». [Ødpd]

«… se ha barajado desde el nombre del presidente como el del exsenador» (periódico).

La distancia que media, en este caso, entre los dos elementos correlativos, explica tal vez el cruce que se produjo entre desde… hasta…, por una parte, y tanto… como…, por otra. Se debió elegir entre decir «… desde el nombre del presidente hasta el del exsenador», o bien «… tanto el nombre del presidente como el del exsenador». La elección dependerá de si se quiere establecer alguna prioridad entre ambas alternativas (desde… hasta…), o bien una equiparidad (tanto… como…). [Ødpd]

«Todos tienen la culpa: tanto los estudiantes que atacan a la policía y las autoridades, que no los sancionan» (periódico).

La combinación de tanto con y, que se observa en esta cita, es incorrecta. Lo apropiado es la fórmula correlativa tantocomo... Debió haberse dicho, entonces, «… tanto los estudiantes […] como las autoridades…».

 1.2.2. Concordancia

La concordancia es uno de los mecanismos mediante los cuales reciben expresión formal las relaciones sintácticas establecidas entre dos o más palabras. Corresponde a «la coincidencia obligada de determinados accidentes gramaticales […] entre distintos elementos variables de la oración» (DPD).

Se distinguen dos grandes ámbitos: la concordancia nominal y la verbal. La concordancia nominal se manifiesta en los elementos que acompañan a los sustantivos, los cuales deben coincidir en número y género con la palabra o expresión a la que se adjuntan. Los determinantes y adjetivos de casas (plural de casa), por ejemplo, deben llevar número plural y género femenino: «las casas vecinas». La concordancia verbal determina que los verbos deben coincidir en número y persona con su sujeto. Por ejemplo, cuando la palabra casas (junto con sus determinantes) cumple función de sujeto, un verbo como quedar, si forma parte del predicado respectivo, debe conjugarse en tercera persona y en plural: «Las casas azules quedan cerca».

Las siguientes notas se encuentran agrupadas de acuerdo con los accidentes gramaticales en que se manifiesta la concordancia: número, género y persona. El número sirve para entregar, en sustantivos y pronombres, información de tipo cuantitativo sobre las entidades designadas. El género, en el caso de los sustantivos que se refieren a seres sexuados, puede señalar pertenencia a un sexo específico; por ejemplo, en amigo/amiga. La persona gramatical indica si un pronombre se refiere a quien habla o escribe (yo), a quien escucha o lee (, usted), a un tercero (él, ella, ellos, ellas), a un grupo del cual forma parte quien habla o escribe (nosotros), o a un grupo del cual forma parte quien escucha o lee (ustedes o, en el español peninsular, vosotros).

Ponemos en primer lugar las notas relativas al número, pues afectan tanto al ámbito nominal como al verbal, y corresponden a la mayor parte de las consultas recibidas y las vacilaciones observadas en el uso. A continuación de estas, presentamos las que ofrecen orientación frente a dudas respecto de la concordancia de género y de persona.

1.2.2.1. Concordancia de número

«Un sector de funcionarios amenazaron con ponerse en huelga» (consulta).

Es frecuente que en el lenguaje oral la concordancia del verbo se haga con el sustantivo más cercano —en este caso, funcionarios—, y no con el sustantivo principal, desde el punto de vista gramatical, del sujeto —en este caso, sector—. Sin embargo, en el estilo formal escrito, es aconsejable mantener la concordancia entre el verbo y el elemento que cumple la función de sujeto. Debería, pues, haberse dicho «Un sector de funcionarios amenazó…». [dpd]

«El 50 % de los escolares de 12 a 13 años se han iniciado en el consumo del licor» (periódico).

En esta cita se emplea un sustantivo en plural (escolares) precedido de un cuantificador singular (50 %). En casos como estos, la lengua culta admite que el verbo concuerde tanto en plural (si se hace una interpretación más «sicológica», teniendo en cuenta la pluralidad del conjunto designado por escolares) como en singular (si la interpretación es más «lógica», y se tiene en cuenta al conjunto como una unidad). El DPD señala que es «mayoritaria, en general, la concordancia en plural».

Por lo tanto, es tan válido decir «El 50 % de los escolares se han iniciado…» como decir « El 50 % de los escolares se ha iniciado…».

«Un primer contingente de 50 efectivos partió hoy rumbo a la central localidad de Multan…» (periódico).

«Un primer contingente de 50 soldados nipones partieron hoy en misión humanitaria a Pakistán» (periódico).

Ambos ejemplos están tomados del mismo texto: el primero es la bajada de la noticia, y el segundo corresponde al comienzo del primer párrafo de la misma. Esto muestra las vacilaciones existentes en cuanto a la concordancia entre sustantivos colectivos (en las citas, contingente) y los verbos respecto de los que funcionan como sujeto.

Los colectivos son sustantivos que «designan en singular conjuntos homogéneos de personas, animales o cosas» (NGLE), como familia, rebaño o contingente. Una manera de identificarlos es comprobar si se pueden combinar con el adjetivo numeroso: «una familia numerosa», «un rebaño numeroso», «un contingente numeroso». Estos sustantivos, cuando se usan en singular, exigen que el verbo vaya en este mismo número: «La familia llegó» (y no «La familia llegaron»), «El rebaño se disgregó» (y no «El rebaño se disgregaron»), «El contingente se reunió» (y no «El contingente se reunieron»).

En algunas ocasiones, sin embargo, la existencia de elementos intercalados entre el sustantivo y el verbo, y, en especial, la aparición de una construcción seudopartitiva (como «… contingente de 50 soldados [o efectivos]»), puede explicar que los hablantes usen el verbo en plural, estableciendo una concordancia por el sentido (ad sensum).

En estos casos, lo correcto, en la lengua culta escrita general, es hacer la concordancia en singular. En consecuencia, en ambas citas debió haberse dicho «Un primer contingente de 50 soldados (o efectivos) partió…».

«Ayer apareció el presidente y sus ministros» (periódico).

El sujeto del enunciado está formado tanto por el presidente como por sus ministros. Se trata, entonces, de un sujeto complejo, formado por dos elementos coordinados entre sí. Sin el hipérbaton (o cambio del orden habitual), recurso estilístico adecuado, se advierte mejor la relación sujeto-predicado: «El presidente y sus ministros / aparecieron ayer». Podría argüirse que, en el lenguaje oral, esta falta de concordancia es natural, pues el segundo componente del sujeto (sus ministros) se añade después, y, por lo tanto, en un comienzo se conjugó el verbo pensando únicamente en el primer elemento (el presidente). Sin embargo, esto no puede aceptarse en el lenguaje escrito, donde existe la oportunidad de planificar bien el texto y cuidar detalles como el señalado.

Tratándose de un periódico, es necesario, pues, ajustar la concordancia: un sujeto compuesto por dos sustantivos coordinados y referidos a entidades distintas requiere, en el predicado, un verbo conjugado en plural. Lo correcto, en consecuencia, es «Ayer aparecieron el presidente y sus ministros».

 «… una mujer y un hombre que cumple el rol de padres» (periódico).

En esta frase, debió haberse dicho cumplen, no cumple, porque si un sujeto está compuesto de dos sustantivos en singular, como ocurre aquí, se exige que el verbo del predicado vaya en plural.

«¿Cómo es el plural de “tercero y cuarto medio”: “tercero y cuarto medios” o “terceros y cuartos medios”?» (consulta).

El DPD señala que, cuando un adjetivo determina a dos o más sustantivos coordinados y aparece pospuesto a ellos, lo recomendable es que vaya en plural y en masculino; por ejemplo, «Tiene la barba y el pelo enmarañados».

No obstante, en nuestro caso, se trata de dos grupos sustantivos, tercero medio y cuarto medio, que aparecen coordinados. Por razones de eufonía o economía, se omite el adjetivo medio en el primer elemento coordinado: «… jóvenes de tercero (medio) y cuarto medio…». Habría sido igualmente adecuado decir «… jóvenes de tercero medio y cuarto medio…».

Si se quisiera usar estos compuestos en plural y coordinados entre sí, la marca de plural debería ponerse en todos sus elementos:  «… los terceros y cuartos medios…». La forma «tercero y cuarto medios», en resumen, no es recomendable. [Ødpd]

A propósito de esta construcción, debe evitarse usar el primer numeral en su forma apocopada, como se puede leer u oír con cierta frecuencia: «… la invitación es para estudiantes de tercer y cuarto medio». El adjetivo tercero, en este caso, se encuentra sustantivado, por lo cual no debe apocoparse. [Ødpd]

«Se han culpado a los colegios, a los padres, a la institución familiar» (periódico).

En este caso, lo adecuado es decir «Se ha culpado a los colegios», con el verbo en tercera persona singular (se culpa, se culpaba, se culpó, se culpará, se culparía, etc.), puesto que se trata de una oración impersonal (carece de sujeto). No tiene que concordar, pues, con un nombre en plural, como colegios, padres, etc. La misma construcción se puede observar en estos ejemplos: «Se visitó al enfermo (o a los enfermos)», «Se aplaudía al artista (o a los artistas)», «Se ha interrogado al sospechoso (o a los sospechosos)», etc.

«¿Es correcta la oración: “Con ese dinero sería preferible construir un tribunal en el lugar donde se pretende llevar a cabo esos mejoramientos y ampliaciones”?» (consulta).

La oración es correcta: el sujeto de la oración es llevar a cabo esos mejoramientos y ampliaciones, y este es un sujeto singular (cuyo núcleo es llevar a cabo), que debe concordar con el verbo en singular: se pretende.

«Se vende artículos de tocador» (aviso comercial).

Tradicionalmente, este texto es considerado una oración en la que artículos de tocador es un sujeto pasivo («artículos de tocador son vendidos») y, en consecuencia, el verbo debe concordar con él, tomando forma plural. Debió haberse escrito, entonces, «Se venden artículos de tocador».

No obstante, muchas personas ven en estas expresiones un modo de indicar impersonalidad, por lo cual el verbo no tendría por qué concordar con su objeto (artículos de tocador, en este caso). De acuerdo con este modo de interpretar el problema, la expresión «Se vende artículos de tocador» debería ser considerada aceptable, del mismo modo como se dice «Se vende carbón y leña», etc. Sin embargo, lo cierto es que siempre se debe emplear, especialmente en el lenguaje escrito, el uso que muestra concordancia entre el verbo vender y la expresión que lo acompaña, que es su sujeto.

Como regla general, el DPD señala que en la lengua culta la construcción impersonal (sin concordancia) debe ser usada solamente si el complemento directo del verbo se refiere a persona y lleva determinación (por ejemplo, si tiene el artículo los o las) y, en consecuencia, se le antepone la preposición a: «Se invita a los alumnos…». En cambio, se debe usar la pasiva refleja (con concordancia) cuando el complemento directo se refiere a cosa, o cuando se refiere a persona pero no lleva determinación: «Se compran objetos usados…» y «Se buscan encuestadores…», respectivamente.

«¿Se debe decir “son la una y media” o “es la una y media”?» (consulta).

En el español coloquial se da con frecuencia la primera expresión, con el verbo en plural: «Son la una y media», pero lo recomendable es emplear la segunda, con el verbo en singular: «Es la una y media». Cuando se trata de otra hora que la una —es decir, desde las dos en adelante—, corresponde, sí, emplear el verbo en plural: «Son las dos y cuarto», «Son veinte para las siete», «Son las doce y media», etc.

Cuando se pregunta por la hora, se recomienda emplear, asimismo, el singular: «¿Qué hora es?». El DPD señala que el uso del plural («¿Qué horas son?»), «es admisible, aunque menos recomendable».

«¿Qué fotos fue las que ella halló por ahí…?» (periódico).

El texto citado presenta un desajuste de concordancia entre fotos y fue; debió decirse «¿Qué fotos fueron las que ella halló por ahí?», puesto que el verbo destacado (fueron) se refiere a fotos, que es plural.

«Dios le sonríe a los hombres» (periódico).

Es común en el español de Chile reforzar el complemento indirecto (en este caso a los hombres) utilizando un pronombre (le) delante del verbo. Así, por ejemplo, decimos normalmente «Alicia le envió una carta a José», y no «Alicia envió una carta a José». Esta duplicación del complemento indirecto constituye la construcción normal en nuestro idioma. Sin embargo, hay que tener el cuidado de mantener la concordancia de número entre el complemento indirecto y el pronombre que lo representa. La consideración de le como un pronombre invariable (tal como se) tiene alta frecuencia en el lenguaje oral de nuestro medio, tanto culto como popular. Aunque este uso se puede considerar aceptable en el lenguaje oral, por su frecuencia y arraigo, no lo es en el escrito. En consecuencia, debió escribirse «Dios les sonríe a los hombres», tal como, por ejemplo, deberá escribirse «Alicia les envió una carta a los niños».

«Como me lo contó se los cuento a ustedes» (periódico).

La expresión manifiesta un desajuste de concordancia. Lo adecuado es decir «Como me lo contó se lo cuento a ustedes». El lo, en singular, se refiere en este texto a aquello que le contaron al periodista y que ahora él cuenta a otras personas. Por consiguiente, se trata de un concepto singular, que debe ser expresado por lo, en singular. El hablante parece sentir la necesidad de poner una marca de pluralidad, relacionando el pronombre lo con a ustedes, y, puesto que se (el verdadero correferente) es invariable, añade la marca de plural a lo. Aunque esta transferencia es común en la oralidad, entre hablantes de todos los niveles, debe evitarse en la escritura y en el habla esmerada.

«Recuerda lo hermosas que eran las navidades y lo feliz que eran las tres niñitas» (periódico).

La primera concordancia está bien («hermosas […] navidades»); la segunda, en cambio, no. Debería haberse dicho «… lo felices que eran las tres niñitas», haciendo concordar el calificativo con la frase nominal a que se refiere. [Ødpd

«Los delitos contra menores me parecen atroz» (programa de televisión).

La expresión manifiesta un desajuste de concordancia. Lo adecuado es decir atroces, porque este término, aunque determina al verbo parecen, está referido a delitos, nombre con el cual debe concordar en plural. Lo mismo sucede con el verbo ser: «Los delitos […] son atroces». [Ødpd]

«Preocupante le parecen las primeras cifras de cuentas externas que se han dado a conocer al economista N. N.» (periódico).

Hay aquí una falta de concordancia entre el adjetivo preocupante (en singular) y la frase sustantiva a que se refiere: las primeras cifras de cuentas externas (en plural); debió, por lo tanto, decirse «Preocupantes le parecen las primeras cifras…». [Ødpd]

«Debemos tener presente estos consejos» (programa de televisión).

En esta cita, el adjetivo presente debió estar en plural, pues está referido a estos consejos. La regla es que todo adjetivo debe concordar en número (y también en género) con el sustantivo al que se refiere. Así, por ejemplo, debemos decir «Tenemos pintado el mueble», pero «Tenemos pintados los muebles»; «Tenemos lavada la cortina», pero «Tenemos lavadas las cortinas». La vacilación en el empleo de este giro ocurre porque tener presente es sentido como un todo compacto, estabilizado, en el que presente funciona como un adverbio (invariable). En resumen, debió decirse «Debemos tener presentes estos consejos».

«Los dirigentes deportivos estaban medios resignados » (periódico).

En este caso debió decirse «Los dirigentes deportivos estaban medio resignados», ya que medio es aquí un adverbio, que, como tal, no tiene variación ni de número ni de género. Por ello, es igualmente errado decir, por ejemplo, «Está media loca», en lugar de «Está medio loca». El significado de este adverbio es ‘parcialmente’.

«Los sesentones son considerados demasiados jóvenes» (consulta).

Aquí debió decirse «Los sesentones son considerados demasiado jóvenes», pues en esta oración demasiado es un adverbio invariable, cuya función es determinar al adjetivo jóvenes. Si la palabra jóvenes fuera un sustantivo, en tal caso podría estar determinada por el adjetivo cuantificativo demasiados; por ejemplo, «Demasiados jóvenes se subieron al techo».

«Era uno de los personajes mejores vestidos de su época» (programa de televisión).

El error reside aquí en hacer concordar la palabra mejor con el adjetivo vestido. En este caso, mejor es palabra invariable, un adverbio: «mejor vestido», «mejor vestida», «mejor vestidos», «mejor vestidas». Del mismo modo, no se dice «personajes malos vestidos», sino «personajes mal vestidos». En suma, debió decirse «Era uno de los personajes mejor vestidos de su época».

«Este programa, como bien saben nuestros auditores, se transmite todos los domingo» (programa de radio).

El sustantivo domingo, al igual que sábado, forma el plural con una -s final. En el ejemplo que se comenta, por tanto, lo correcto habría sido decir «Este programa […] se transmite todos los domingos». [Ødpd]

1.2.2.2. Concordancia de género

«Pocos artes, como el cine…» (consulta).

Lo propio, aquí, es decir pocas artes, ya que el sustantivo arte es normalmente femenino en plural (por ejemplo, «las artes plásticas», «las bellas artes», «las malas artes»). En singular, en cambio, lo normal es que arte sea masculino («el arte románico», «el arte figurativo», «el arte chileno»), si bien hay unos pocos casos en que es femenino («el arte cisoria», «el arte poética», «el arte métrica»).

Cuando arte es femenino singular, se emplea el artículo seudomasculino el, por el hecho de que empieza con una a acentuada fónicamente, como agua («el agua clara»), alma («el alma blanca»); pero en plural, «las aguas», «las almas», etc.

«El motivo de la queja tiene que estar relacionada…» (consulta).

En este caso, lo adecuado es decir relacionado, ya que este término está aquí referido a motivo, sustantivo con el que debe concordar en género (masculino) y número (singular). [Ødpd]

«Declararon contrario a la constitución estas capitalizaciones…» (consulta).

En este ejemplo, lo adecuado es decir contrarias, ya que este vocablo está aquí referido a capitalizaciones, sustantivo con el que debe concordar en género (femenino) y número (plural). [Ødpd]

«Cuando en un formulario se pregunta escuetamente: “Nacionalidad”, ¿cómo debe responder un hombre: chileno, de acuerdo con su sexo, o chilena, haciendo concordar la respuesta con nacionalidad? Y cuando en el mismo formulario se pregunta: “Color de los ojos”, ¿se debe contestar azul, en singular (por color), o azules, en plural (por los ojos)?» (consulta).

Lo más consecuente es hacer concordar el adjetivo de la respuesta con el sustantivo que figura en la pregunta (nacionalidad y color, respectivamente). Así, habrá que responder, por ejemplo, «Nacionalidad: chilena… Color de los ojos: azul».

Sin embargo, al estar formulada la pregunta en forma tan lacónica, es posible suponer un contexto que podría ser «¿Qué es usted (con respecto a su nacionalidad)?», en cuyo caso cabe la respuesta «(Soy) chileno». Lo mismo sucede en relación con el color de los ojos: podría suponerse una pregunta del tipo «¿Cómo son sus ojos (con respecto al color)?», cuya respuesta adecuada sería «azules».

Además, si quien responde es un hombre (como se plantea en la consulta), probablemente le suene raro responder chilena, con género femenino, en lugar de chileno, con género masculino, o tema que se piense que es mujer, lo cual entorpecería la correcta identificación del sexo de quien responde el formulario.

En consecuencia, ambos modos de responder pueden considerarse aceptables. [Ødpd]

«Huyeron en una camioneta color blanca» (programa de radio).

La incorporación innecesaria del sustantivo color crea una confusión en relación con la concordancia del calificativo. Se debe decir «… camioneta blanca» o «… camioneta de color blanco», pues el sustantivo camioneta es femenino, mientras que el sustantivo color es masculino. El adjetivo blanco, en el texto que se está comentando, determina a color, por lo que debe concordar en género y número con él. [Ødpd]

«Fue una decisión de tipo política» (periódico).

Debió haberse dicho «Fue una decisión de tipo político» (o bien, prescindiendo de la frase innecesaria de tipo, «Fue una decisión política»), ya que el adjetivo político está referido al sustantivo tipo (nombre masculino), y no a decisión (nombre femenino). Este error de concordancia es bastante común; por ejemplo, «Una medida de carácter administrativa». En este caso el adjetivo (administrativa) debería concordar con carácter (masculino), y no con medida (femenino). Es decir, debería ser «Una medida de carácter administrativo» o bien, simplemente, «Una medida administrativa».

Este error se produce por una especie de atracción mecánica que sobre el adjetivo ejerce en el hablante el sustantivo que tiene más relieve en el enunciado (decisión y medida, respectivamente).

«¿Cuál de las siguientes expresiones es la correcta: cuarenta y un casas, cuarenta y una casas, o cuarenta y una casa?» (consulta).

La forma correcta es cuarenta y una casas, con el sustantivo casa en plural, precisamente porque hay más de una, y con el numeral en terminación femenina: «cuarenta y una», porque se refiere al sustantivo casa, de género femenino. Distinto sería, por ejemplo, si se refiriera al sustantivo libro, de género masculino. En este caso habría que decir «cuarenta y un libros». dpd]

1.2.2.3. Concordancia de persona

«Yo soy un hombre que necesito descansar» (consulta).

En esta cita hay un problema de concordancia. La expresión que aquí corresponde, de acuerdo con las reglas gramaticales del español, es «Yo soy un hombre que necesita descansar», puesto que el verbo necesitar se refiere a que (sujeto), el cual, a su vez, se refiere a hombre, tercera persona singular; por lo tanto, necesita.

Lo mismo podría advertirse en ejemplos como «El que te equivocas eres tú», donde el predicado debería concordar con el sujeto (el que, tercera persona singular): «Tú eres el que se equivoca» o «El que se equivoca eres tú». Algo parecido sucede con la falta de concordancia entre sujeto y predicado en el ejemplo «Todo el mundo necesitamos amigos con quienes conversar», en vez de «Todo el mundo necesita amigos con quienes conversar», y si el que habla se quiere incluir, «Todo el mundo, incluido yo (incluso yo, igual que yo, lo mismo que yo), necesita…» o, simplemente, «Todos necesitamos».

«Hay personas que tenemos inquietudes artísticas» (consulta).

En la cita se hace un uso impersonal de haber, en el que el complemento directo (personas que…) no lleva artículo. En este tipo de construcciones, «se establece una relación predicativa entre el núcleo del objeto directo y su complemento» (NGLE). Es decir, en nuestro ejemplo, de ciertas personas, se dice que tienen inquietudes artísticas.

En casos como este, las formas verbales personales que aparecen en el complemento directo (en nuestra cita, el verbo tener) deben construirse en tercera persona. En consecuencia, debió decirse «Hay personas que tienen…». Esta expresión no incluye explícitamente al que habla o escribe. Para incluirse, podría decirse, por ejemplo, «Hay personas que, como nosotros, tienen inquietudes artísticas».

«Yo quiero seguir dialogando con los demás y consigo misma, tratando de saber…» (periódico).

Hay aquí una falta de concordancia: debería haberse dicho conmigo misma, puesto que el sujeto es yo (esto es, ). La forma refleja (sobre todo en este caso, en que va al interior de una palabra, donde no se tilda) pierde a veces la relación significativa exclusiva con la tercera persona (él, ella, ellos, ellas), para adquirir un valor de reflejo de cualquier persona (yo, tú, nosotros, ustedes). Es lo que ocurre con la voz ensimismado (derivada de en sí mismo): «Yo estaba ensimismado», «Nosotros estábamos ensimismados», etc., fórmulas todas aceptables, a diferencia de enmimismado, enmimismados, etc. La misma equivocación del diario se comete cuando se dice, por ejemplo, «Me costó mucho volver en sí», en vez de «… volver en mí». [Ødpd]

«Ruego asimismo a usted que vuestra solicitud sea acompañada de cotizaciones» (periódico).

El adjetivo posesivo de usted es su, no vuestro, que corresponde a la forma de tratamiento reverencial vos. Sin embargo, la intuición de la ambigüedad del adjetivo su (que corresponde no solo a de usted y de ustedes, sino también a de él, de ella, de ellos y de ellas) lleva a los hablantes a buscar formas de desambiguación utilizando los giros su de usted, su de ella, etc., o bien empleando la forma vuestro (usado normalmente en nuestro medio solo en situaciones de alta formalidad) para indicar el posesivo de usted y ustedes. Ello explica el uso, cada vez más frecuente, de este último recurso, pero no lo disculpa. Se debió decir «Ruego asimismo a usted que su solicitud…», puesto que el contexto excluye toda posible ambigüedad. [Ødpd]

1.2.3. Otros problemas sintácticos

«Que acogen a ruandeses:

 ONU analiza seguridad en campos de refugiados» (periódico).

Es frecuente que en los periódicos se presenten las noticias mediante un titular acompañado de un epígrafe. Este, además de ir con un tamaño de letra menor, se ubica siempre arriba del título y sirve para contextualizarlo. El epígrafe normalmente corresponde a un complemento circunstancial que indica el lugar, el momento o la razón por la que ocurre algo, entre otros tipos de datos. Véanse  los siguientes ejemplos, registrados en un periódico nacional:

«En cena el miércoles:

Mandatario abordó cambios al binominal con senadores».

«Anoche en Vitacura:

Familia sufre segundo asalto en siete meses».

«Debido a quiebra:

Principal línea mexicana deja de volar».

Nótese que estos ejemplos pueden ser transformados en oraciones donde el epígrafe funciona como un complemento circunstancial que, por estar en posición inicial, debe ir separado por una coma del resto de la oración: «En cena el miércoles, mandatario abordó cambios al binominal con senadores»; «Anoche en Vitacura, familia sufre (o sufrió) segundo asalto en siete meses»; «Debido a quiebra, principal línea mexicana deja de volar». Los complementos circunstanciales, en general, pueden ocupar diversos lugares dentro de la oración. Suelen ir al comienzo cuando introducen un marco o escenario para el evento descrito por el verbo principal, como ocurre en nuestros ejemplos. Por tal razón, el uso de estos epígrafes se ajusta a las reglas gramaticales del español.

Sin embargo, en la cita que encabeza esta nota se puede apreciar una fuerte transgresión a la sintaxis de nuestro idioma, puesto que el epígrafe (Que acogen a ruandeses) corresponde a una oración de relativo, de función adjetiva, que determina a campos de refugiados. Las oraciones de relativo, a diferencia de los complementos circunstanciales, no poseen libertad de posición dentro de la oración, y no entregan información de marco, por lo cual no es posible decir, por ejemplo, «Que acogen a ruandeses, ONU analiza seguridad en campos de refugiados». La oración de relativo en función de adjetivo, en este caso, no puede ir sino inmediatamente a continuación del sustantivo o grupo sustantivo al que determina.

En resumen, en el ejemplo analizado se debió evitar el uso de epígrafe, o bien usar como tal la frase «En campos de refugiados que acogen a ruandeses», que sí es un complemento circunstancial:

«En campos de refugiados que acogen a ruandeses:

ONU analiza seguridad». [Ødpd]

«¿Cómo debe decirse: deberías prestar más atención o debieras prestar más atención?» (consulta).

Ambas construcciones son aceptables. No obstante, cada una de estas formas corresponde a modos verbales distintos, por lo cual no son semánticamente equivalentes. En el condicional de indicativo, deberías, la orden tiene un carácter más asertivo y directo en comparación con el subjuntivo, debieras, caso en que hay mayor atenuación y la orden se siente como menos categórica, más cortés, casi como una petición. [Ødpd]

«En los casos siguientes, ¿debe decirse hubiera o habría?:

- Imagina qué hubiera / habría ocurrido si no hubieras estado allí.

- ¿Qué título le hubiera / habría puesto él?

- Escribe el final que te hubiera / habría gustado que tuviera la historia.

- ¿Qué hubiera / habría hecho él en ese caso?» (consulta).

En todos los casos propuestos se debe usar el condicional (habría), no el subjuntivo (hubiera). En las construcciones condicionales, el modo subjuntivo es propio de la oración subordinada o miembro condicionante, la cual expresa la condición o causa y normalmente va encabezada por si («Si no hubieras estado allí…»), mientras que el condicional es propio de la oración principal o miembro condicionado, que expresa el efecto o situación que se deriva de cumplirse la condición («… habría ocurrido algo»).

De este modo:

Miembro condicionante: 

subjuntivo 

Si hubieras estado allí…

(Si estuviera en sus manos…)

(Si pudieras escoger) 

(En ese caso / Si fuera el caso…)

dpd]

Miembro condicionado:

condicional

 habría ocurrido algo

 él le habría puesto ese título

te habría gustado este final

 él habría hecho algo

«Problemas de la Argentina para cumplir el pacto oficialista» (periódico).

Normalmente, los nombres de países no van precedidos de artículo. Así, decimos «Vive en Chile»; «Llegó a Japón»; «Viajó a China»; «Viene de Argentina»; «Contra Estados Unidos».

En algunos de estos casos, sin embargo, suele emplearse el artículo; por ejemplo, «Llegó al Japón»; «Viajó a la China»; «Viene de la Argentina»; «Contra los Estados Unidos». Hay casos en que el empleo del artículo predomina: «Está en la India» es más usado que «Está en India».

Cuando hay una referencia parcial al país, ya sea en el tiempo o en sus sectores, el empleo del artículo se vuelve necesario: «Antes del Perú del 1800…»; «Desde el Chile de Alessandri…»; «En el Chile de la zona central…».

«Neruda y la Mistral le han dado mucha gloria a Chile» (comunicación oral). 

En la lengua culta general, se considera legítima la anteposición del artículo determinado a un apellido cuando este designa a una mujer famosa, como «la Mistral», «la Bachelet», «la Kournikova», etc.

En cambio, el empleo del artículo determinado con nombre propio de persona, de mujer o de hombre («el Daniel», «la Rosa») es considerado informal o familiar, e incluso, en ciertas situaciones, despectivo, por lo cual debe evitarse en la escritura y en el habla cuidada.

«Sin otro particular, le saluda atentamente… » (periódico).

Es frecuente este empleo de le por lo o la, y parece deberse principalmente al prestigio que tienen los usos del español peninsular en el resto del mundo hispanohablante. En efecto, el español de España presenta el fenómeno conocido como leísmo, que consiste en usar le para objetos directos, especialmente cuando estos se refieren a personas de sexo masculino («Le vi ayer en la calle», en lugar de «Lo vi ayer en la calle»). Aunque este fenómeno es característico del habla popular de ciertos lugares de España, ha logrado penetrar en la lengua ejemplar y extenderse, en el nivel culto, a otros territorios.

En América, donde en general se mantiene el uso etimológico de los clíticos, el leísmo no es un rasgo propio del habla, y el uso de lo para objetos directos es considerado totalmente aceptable en todos los registros. En consecuencia, aquí perfectamente pudo haberse dicho «Sin otro particular, lo saluda atte.», y, si la carta hubiera estado dirigida a una mujer, «Sin otro particular, la saluda atte.». Si se tratara de una circular, dirigida a hombres y mujeres indistintamente, podría emplearse la fórmula «… saluda atte. a Ud…». [≠dpd]

«… y la gente quiere seguirse reuniendo» (programa de televisión).

La construcción «quiere seguirse reuniendo» es tan aceptable como lo son «se quiere seguir reuniendo» y «quiere seguir reuniéndose», siendo esta última la más eufónica. En nuestro idioma, el pronombre personal reflejo se admite combinarse con el verbo nuclear o con los verbos o segmentos verbales con que puede estar construido; por ejemplo, «se quiere ir a acostar» o «quiere irse a acostar» o «quiere ir a acostarse»; «se puede retirar» o «puede retirarse»; «se comienza a animar» o «comienza a animarse», etc. [Ødpd]

«La mayoría se regresó a Osorno» (periódico).

El verbo regresar, con el sentido de ‘volver al punto de partida’ no es pronominal en la lengua culta general, es decir, no se construye con los pronombres me, te, se, nos, aunque así se construya en el habla coloquial de varias partes de América. Por lo tanto, debió decirse «La mayoría regresó a Osorno», o «La mayoría volvió o se volvió a Osorno». [≠dpd]

«¿Son correctas las formas regrésamelo y quédatelo?» (consulta)

Las formas transitivas (con complemento directo) y pronominales de estos verbos no se consideran propias de la lengua culta general, cuando equivalen a devolver y conservar, respectivamente.

Aunque estos términos se emplean en el habla de varios países americanos, en la escritura y el habla cuidada es preferible usar devolver y quedarse (con algo): «Devuélvemelo», «Quédate con él». [≠dpd]

«El equipo de Chile tuvo una actuación muy paupérrima» (programa de televisión).

La norma señala que los superlativos (adjetivos que expresan el grado máximo de una propiedad) no pueden ser determinados por adverbios de grado como muy y otros semejantes. La idea de ‘gran magnitud’ ya está expresada en el mismo adjetivo, por lo cual muy es redundante. Así, no decimos, por ejemplo, «Hoy fue un día muy calurosísimo»; decimos o «… muy caluroso» o «…calurosísimo». Pues bien, paupérrimo también es un superlativo, de pobre (aunque de forma menos frecuente, tal como libérrimo de libre, acérrimo de acre, misérrimo de mísero y algunos más). Debió decirse, por tanto, «El equipo de Chile tuvo una actuación paupérrima».

«Agradezco mucho esta distinción, especialmente por haber sido otorgada por un jurado compuesto por tan destacadísimas personas» (exposición oral).

Los adjetivos que están en grado superlativo (como aquí destacadísimas) no deben usarse precedidos del adverbio comparativo tan. Este adverbio puede emplearse solamente si el adjetivo está en grado positivo (destacadas). En este caso, por tanto, debió decirse «Agradezco mucho esta distinción, especialmente por haber sido otorgada por un jurado compuesto por tan destacadas personas».

«¿Por qué se considera incorrecto decir “Que gane el más mejor”?» (consulta).

Mejor, así como peor, mayor, menor, antes y después, son comparativos sincréticos, es decir, adjetivos o adverbios que contienen de manera implícita una comparación. Siempre se es mejor o peor en comparación con otro. Algo mejor es ‘más bueno (que otro)’, algo peor es ‘más malo (que otro)’, así como algo que está antes está ‘más cercano en el tiempo o espacio (que otro)’ y algo que está después se encuentra ‘más adelante en el tiempo o espacio (que otro)’. Al adjuntarles el adverbio comparativo más, entonces, se añade información redundante.

«… una tasa de interés más preferencial» (programa de radio).

Lo que llama la atención en este caso es el uso de la construcción comparativa más preferencial por su asociación con expresiones inadecuadas como más superior o más mejor. En efecto, el término preferencial proviene de preferencia, una de cuyas acepciones es ‘primacía’. Cuando preferencial se usa con ese significado, no acepta expresiones de grado. En consecuencia, el uso de la cita no es correcto. [Ødpd]



¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos «rosa», con otro nombre olería igualmente bien. (William Shakespeare)

Una cosa de la que no se habla no ha existido nunca. Sólo la expresión es lo que da realidad a las cosas. (Óscar Wilde)

En el lenguaje, lo convencional y arbitrario abraza mucho más de lo que comúnmente se piensa. Es imposible que las creencias, los caprichos de la imaginación, y mil asociaciones casuales, no produjesen una grandísima discrepancia en los medios de que se valen las lenguas para manifestar lo que pasa en el alma. (Andrés Bello)

No es un purismo supersticioso lo que me atrevo a recomendarles. El adelantamiento prodigioso de todas las ciencias y las artes, la difusión de la cultura intelectual y las revoluciones políticas, piden cada día nuevos signos para expresar ideas nuevas, y la introducción de vocablos flamantes, tomados de las lenguas antiguas y extranjeras, ha dejado ya de ofendernos, cuando no es manifiestamente innecesaria, o cuando no descubre la afectación y mal gusto de los que piensan engalanar así lo que escriben. (Andrés Bello)

El nombre es, en cierto sentido, la cosa misma; dar nombre a las cosas es conocerlas y apropiárselas; el nombramiento es un acto de posesión intelectual. (Miguel de Unamuno)

El lenguaje no es sólo un sistema de signos para la comunicación, sino también el medio por el cual el hombre articula su mundo y su vida. (Ramón de Zubiría)

Yo pensé que todas las palabras, o que todo un idioma, pueden ser mitológicos, ya que reducen el mundo que cambia continuamente, a una serie de palabras rígidas. (Jorge Luis Borges)

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… (Pablo Neruda)

Existe el placer de las palabras, y del ritmo de las palabras, de la música de las palabras. (Jorge Luis Borges)

La facultad simbólica en el hombre alcanza su realización suprema en el lenguaje, que es la expresión simbólica por excelencia; todos los demás sistemas de comunicación, gráficos, de gestos, visuales, etc., derivan de aquel y lo suponen. (Emile Benveniste)

En la lengua guaraní, ñe ê significa ‘pala­bra’ y también significa ‘alma’. Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma. (Eduardo Galeano)