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Eres un ser eterno con un alma inmortal

Somos viajeros en un viaje cósmico, polvo de estrellas que gira y baila en los inagotables remolinos del infinito. La vida es eterna… Nos hemos detenido un momento para encontrarnos, conocernos, amarnos, compartir. Es un momento precioso, aunque transitorio. Un pequeño paréntesis en la eternidad.

Deepak Chopra

Lo primero que necesitas saber si quieres hacerte la vida fácil de verdad es que tú eres mucho más que un cuerpo. Eres, en realidad, un Alma que ha vivido muchas vidas y que vivirá muchas más. Te has estado reencarnando una y otra vez para aprender a traer al Espíritu a la materia. Tu parte Divina con una vibración elevada está aprendiendo a bailar en el lodo al haber entrado en la sustancia más densa del universo: la materia. La meta principal es convertirte en un cocreador Divino en esta tierra. Tu Alma es la que establece el camino para conseguirlo y llevarte más cerca de la Fuente. Cada vida vivida nos enseña lecciones nuevas para que aprendamos a unirnos con nuestra parte Divina, que es Dios. Todos acabamos al final alcanzando la meta de la iluminación, pero existen distintos niveles de conciencia actuando en la tierra.

Entender del todo que somos inmortales y que nuestra experiencia actual no es más que una continuación para nuestra Alma nos permite captar mejor lo que es necesario para hacernos la vida fácil. Nos ayuda a comprender por qué afrontamos ciertos retos y qué podemos hacer para superarlos. También hace que nos abramos para conectar con el camino del Alma y ver qué es lo que nos permitirá progresar en nuestro viaje a la iluminación, y a la unión con Dios. Estas dos cosas nos ayudan a estar sanos y serenos en esta vida actual.

Este no es tu primer rodeo

Empezaré con la reencarnación, porque cuando aceptamos su existencia nuestra vida mejora en todos los sentidos.

Muchas personas han cuestionado la reencarnación, pero hay tantos ejemplos extraordinarios de su existencia que cada vez es más difícil negarla. La hija mayor de una amiga mía murió en un incendio a los ocho años. Al cabo de varios años, mi amiga tuvo otra hija. Cuando la niña aprendió a hablar, le dijo: «Soy Kayla y morí en un incendio. Ahora he vuelto». Madres que sufrieron abortos han oído frases parecidas de boca de sus hijos: «Cuando vine para nacer contigo y con papá no era el momento, pero ahora sí lo es». Hay montones de historias de niños que recuerdan sus vidas pasadas.

Lo importante sobre la reencarnación, a nivel emocional, es que nos ayuda a entender, afrontar y resolver las situaciones difíciles de esta vida, como los retos que tienen que ver con la posición social, la familia, la muerte de seres queridos y la salud. Tu Alma ha elegido cada una de esas circunstancias de tu vida para ayudarte a avanzar hacia la iluminación.

Todos hemos vivido miles de vidas. Y las personas que te rodean han estado contigo en otras existencias, sobre todo los miembros de tu familia, que suelen ser los que nos plantean los mayores retos. Mi amiga, la doctora Gladys McGarey, lleva mucho tiempo dando a conocer la reencarnación y la labor de Edgar Cayce. En una ocasión en la que dos de sus hijos se estaban peleando, les dijo: «Recordad que ambos habéis elegido esta familia». A lo que uno de ellos repuso apuntando con el dedo a su hermano: «Sí, pero ¡no sabía que ÉL iba a estar aquí!»

Entender los retos y las situaciones dolorosas que estás viviendo —sobre todo aquellos que el intelecto no llega a comprender— no hará que dejes de sufrir, pero les dará un sentido, ayudándote a afrontarlos con más serenidad. Una vez oí a un maestro budista enseñar que hay una legión de Almas haciendo cola para gozar del privilegio de nacer reencarnadas en un cuerpo en la tierra. No existe otro lugar en el universo en el que se dé un escenario tan profundo para el «Espíritu entrando en la materia» donde podamos practicar el llevar la luz a la oscuridad. Imagínate una cola larguísima de Almas esperando anhelantes vivir lo que tú estás viviendo en este mundo. Por más doloroso que sea. Para hacerte la vida fácil, no olvides que vivir en un cuerpo en la tierra, aunque estés enfermo o tengas a tu cargo a alguien que ha perdido la salud, no es una especie de castigo que un Dios enjuiciador separado de ti te ha impuesto por haber obrado mal. Esta forma de verlo es un gran error.

Las situaciones desgarradoras, como la muerte de un bebé justo antes de su nacimiento, un cáncer infantil o la pérdida de un padre o una madre en la niñez, son sumamente traumáticas cuando no tienen ningún sentido. Pero, al darles un significado profundo, transformamos mucho mejor el dolor y la tristeza de las pérdidas inevitables que forman parte de la condición humana. Si no intentas encontrarles un sentido, te pasarás la vida flagelándote lleno de rabia y de reproches. Por ejemplo, hace poco, mientras visitaba el lugar donde viví de pequeña, fui a ver el cementerio donde la familia Northrup está enterrada, y oí una historia sobre un familiar mío que murió a una edad muy temprana a inicios del siglo xx. Ese niño era el único hijo de uno de mis antepasados y había muerto cuando solo tenía un año. Su padre se pasó el resto de su vida culpando a Dios de esta pérdida. Nunca la superó.

Nuestro corazón y nuestra mente no pueden darle un sentido a esta clase de pérdidas a no ser que les pidamos a nuestra Alma y a Dios que nos ayuden a ver más allá de la situación. De lo contrario, acabaremos creyendo que nuestro destino depende de la buena o la mala suerte que tengamos en la vida. Y esta actitud, francamente, hace que la vida en esta tierra sea un verdadero infierno. Si no vemos las cosas desde una perspectiva más amplia, no aprenderemos las lecciones que se supone que debíamos aprender en esta vida, y entonces tendremos que volver a reencarnarnos para aprenderlas, lo único que la próxima vez serán más duras.

Cualquier cosa que afrontes tiene una razón de ser. Tu Alma te está mostrando el trabajo emocional que necesitas realizar para traer la luz a tus aspectos oscuros. Has venido a este mundo para aprender a vivir en la tierra y elevar tu vibración. Y, si no le pides ayuda a lo Divino (a Dios), no lo conseguirás. No le encontrarás un sentido a la vida.

Encontrar consuelo

Entender que somos Almas en lugar de cuerpos le da un sentido distinto a la muerte de un ser querido. Cuando hacía mi residencia en la especialidad de Ginecología y Obstetricia en Boston, recibí una llamada telefónica que hizo que el mundo se me viniera abajo. Cindy, mi hermana pequeña, había muerto en un accidente de tráfico de vuelta a casa, después de dar una clase de educación física en Buffalo, Nueva York.

Cyndy tenía 23 años y se acababa de sacar el título de Educación Física en la Universidad de Alaska. Era un espíritu libre que había estudiado en tres universidades distintas sin preocuparle en lo más mínimo la mala impresión que esto causaría en su currículum. Después de hacer con ella el viaje por Europa con el que llevábamos soñando durante tanto tiempo, yo ingresé en la facultad de Medicina y Cindy volvió a Alaska para trabajar en la construcción del famoso oleoducto Trans-Alaska. Vivía en la caja de embalaje de un buldócer adaptada como cabaña. Nos alegraba la vida contándonos historias de cómo se deslizaba por las tuberías recién construidas de los oleoductos echada en uno de esos carritos equipados con ruedas que los mecánicos usan para reparar la parte baja de los coches, con la música de Pink Floyd retumbando a todo volumen por los altavoces colgados a ambas bocas del conducto. Era un ser muy luminoso y divertido, su muerte nos dejó consternados a todos.

Al poco tiempo de la muerte de Cindy, mi madre se encontraba en el aparcamiento de una iglesia espiritista de la amiga de una amiga. Tal como ella lo cuenta, apenas sabe cómo acabó allí. Cuando asistió al oficio religioso, la pastora, que se comunicaba con los espíritus, dijo desde el altar: «Hay alguien aquí cuyo nombre empieza por C. Quiere decirle a su madre que está bien. Y que su abuela estuvo con ella en el coche». (La madre de mi madre —mi abuela— había fallecido de un infarto mientras sacaba con una pala la nieve de la entrada de la casa nueve meses antes de la muerte de mi hermana.)

Mi madre se sintió tan aliviada por esta afirmación que le pidió a Margarete Haney, la pastora de la iglesia, que fuera a su casa para hacer una sesión de espiritismo. En aquella época yo estaba en Boston, pero mi hermana Penny vio a la señora Haney entrando en trance con las facciones y la voz totalmente transfiguradas. Se puso a hablar con voz masculina. Se presentó como el doctor Andre y él nos habló de la muerte de mi hermana. Nos dijo que no había sufrido y que no estaba sola cuando murió. También nos comunicó que ahora estaba a salvo y feliz en el más allá. Mi familia grabó la sesión y nunca olvidaré lo que sentí al escucharla. No cabe duda de que el cuerpo de la señora Haney fue poseído por el Alma de un ser llamado doctor Andre con el fin de enseñar y curar a la gente. El doctor Andre nos ayudó a superar la pérdida de mi hermana y a ver que en realidad no había muerto, solo había abandonado su cuerpo.

Sentir la presencia del pasado

Aceptar la existencia de la reencarnación no solo nos ayuda a afrontar el dolor y las pérdidas, sino también a darle un sentido a las cosas inexplicables que nos pasan en esta vida. Por ejemplo, cuando se publicó la primera edición de mi primer libro Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer, solía despertarme gritando en mitad de la noche, sin duda había alguien en mi casa que quería matarme con una pistola. Mis hijas pueden dar fe de ello. Estaban aterradas. Pero no tanto como yo. Acabé concluyendo —probablemente como muchas lectoras— que en más de una ocasión me habían quemado viva en una hoguera, acusándome de bruja. Por suerte, en esta vida no me han matado por mi enfoque holístico de la salud femenina, aunque he tenido mis escaramuzas con figuras de autoridad en mi profesión. La mayoría de las cuales fueron también mis inquisidores en el pasado.

He hablado con innumerables mujeres que habían sentido un «miedo irracional» al decir lo que pensaban ante figuras de autoridad. A veces bromeamos sobre todas las formas en las que hemos sido silenciadas. Y no es una fantasía. Después de todo, nueve millones de curanderas y comadronas —y también los hombres que las apoyaban y los que eran sanadores— fueron quemadas vivas en la hoguera en la primera década del siglo xv, después de que dos inquisidores publicaran en la Edad Media el Malleus Maleficarum (en latín, El martillo de las brujas), un texto infame que señalaba quiénes ejercían la brujería. Y, por lo que sé, se trataba de cualquier mujer (u hombre) que usara las propiedades curativas de la tierra o su propio don para curar a la gente.

¿Cómo hace irrupción el pasado en el presente? El famoso biólogo británico Rupert Sheldrake habla de un «campo mórfico» de energía e información más allá del tiempo y el espacio. En este espacio queda registrado todo cuanto ha ocurrido en el planeta. A veces esta información se manifiesta en nuestra vida como miedos, ansiedad o incluso enfermedades. Por suerte, si eres capaz de reconocer la influencia del pasado, los síntomas que estás experimentando pueden llevarte a la curación y a la limpieza del campo mórfico.

Hace muchos años mi madre sufrió un dolor abdominal intermitente. En lugar de ir al médico —intuía que de nada le serviría—, sintió que debía cruzar el país en coche para visitar a mi hermana. Necesitaba hacer ese peregrinaje, aunque no sabía por qué razón.

Mientras conducía, el dolor de estómago fue aumentando de intensidad. En un momento dado, le dolía tanto que tuvo que detenerse en la cuneta para acuclillarse. Incluso creyó haber escupido sangre. Pero descubrió que no era así. Y de súbito —retrocediendo en el tiempo— tuvo una visión tan real que parecía que le estuviera ocurriendo en ese momento. Era una vikinga empuñando una espada. Y se la clavó a una mujer embarazada en el vientre, matando al bebé y a la madre a la vez. En ese momento —del presente— se dio cuenta de estar viviendo tanto la experiencia de la perpetradora (la vikinga) como de la mujer a la que ella había matado con la espada. Se la había clavado precisamente en el lugar que ahora tanto le dolía. Lo que había hecho, cuando era una vikinga, le perturbó muchísimo.

El sentimiento de culpa y los remordimientos siguieron torturándole. Al llegar a la casa de mi hermana, hizo un ritual con un chamán del lugar. Escribió en un papel todo lo que se le ocurrió sobre el incidente. Y luego, en una noche de luna llena, lo quemó hasta reducirlo a cenizas. Después durmió muchas horas de un tirón. Cuando despertó, el dolor abdominal y la pena que sentía habían desaparecido. De algún modo había «limpiado» la energía del pasado, purificando una parte de su karma. Mi madre me dijo que sabía, sin la menor duda, que si no se hubiera permitido experimentar todo ese proceso, desde el principio hasta el final, habría acabado desarrollando una dolencia gastrointestinal mortal. Estoy segura de que tiene razón.

Curiosamente, mientras cruzaba el país de camino de vuelta a casa, se detuvo para ir a ver a un pariente. Durante la visita, él la llevó a su dormitorio y le dijo que quería darle algo. Le regaló una estatua de casi un metro de altura. Era de un vikingo. Con una espada.

Limpiando el campo mórfico del pasado

En los círculos médicos convencionales nunca se ha escrito sobre esta clase de historias. Sin embargo, con el paso de los años he aprendido que la salud, las enfermedades, los traumas y las recuperaciones son mucho más misteriosos de lo que nos han hecho creer. Si crees que lo único que nos hace enfermar son los gérmenes o las lesiones, recapacita. El campo mórfico es una atracción magnética. Es la ley de la atracción en la que lo similar atrae a lo similar. O la de «Dios los cría y ellos se juntan». Es una ley universal constante, y en nuestra vida seguirán dándose las mismas circunstancias una y otra vez hasta que las transformemos por medio del amor y la comprensión. Solo entonces el campo mórfico cambia, al igual que el punto de atracción.

Para hacerte la vida más fácil es esencial cerrar las heridas del pasado, tanto si has sido la víctima como el verdugo (porque todos hemos sido ambas cosas). Las enfermedades y las sensaciones inexplicables no se pueden tomar a la ligera. Pueden ser señales del Alma indicándonos que ha llegado el momento de curarlas. El Alma siempre está intentando sanar nuestros patrones negativos, de ahí que los saque a la luz para que los liberemos y abandonemos. Algunas veces lo hacemos tomando una decisión en un determinado momento, y otras dedicándonos a aquello que vinimos a hacer en este mundo. En una ocasión fui a ver a una mujer que ayudaba a la gente a curarse y a lidiar mejor con los problemas de la vida combinando la numerología, la astrología y un sistema místico hebreo conocido como cábala. Mientras le contaba lo maravilloso que era el cirujano pélvico que iba a extirparme un fibroma del útero —yo había mandado a muchas de mis pacientes a verle y él había hecho todo lo posible por curarles los órganos pélvicos en lugar de extirpárselos—, me dijo: «Me pregunto qué le habrá hecho él a las pelvis en una vida pasada». Se estaba refiriendo a que su sorprendente dedicación en esta vida a la salud de los órganos pélvicos femeninos era para reparar o contrarrestar lo que habría hecho en el pasado.

Considerar que los problemas de nuestra vida actual vienen de lo que hicimos en nuestras vidas pasadas es un gran paso para muchas personas, pero esta idea se está aceptando cada vez más. Durante muchos años la han estado viendo como una posibilidad, pero no han compartido la información por miedo a que les tacharan de locos. Recuerdo que hace años leí los relatos del doctor Raymond Moody sobre niños que habían vivido experiencias cercanas a la muerte. Muchos adquirieron facultades extraordinarias, como una memoria fotográfica prodigiosa o la capacidad de componer música extraordinaria. O un vínculo de por vida con un espíritu que les guiaba. Sin embargo, la mayoría de las veces, cuando compartían lo que les había ocurrido, les decían que «se lo estaban imaginando». Por lo que decidían dejar de compartir sus vivencias y guardárselas para ellos. En nuestra cultura se han perdido muchas experiencias maravillosas por creer solo en lo que se puede ver con los ojos y percibir con los cinco sentidos.

Pero, tarde o temprano —y espero que sea pronto en lugar de en un futuro lejano—, todos veremos que nuestra Alma siempre ha sido la que nos ha estado guiando divinamente. El Alma es una fuerza mayor que la del intelecto. Tanto si la llamamos una guía interior como un presentimiento o una sensación que nos pone la carne de gallina, sea cual sea el nombre que le demos, debemos recurrir a ella para que nos guíe y ayude. Hemos nacido con esta guía interior y siempre estará ahí, dirigiéndonos para que alcancemos lo que nuestra Alma vino a alcanzar en este mundo. La llamemos como la llamemos, hay unas formas muy concretas con las que podemos aprender a trabajar con esta voz del Alma.

Las regresiones a vidas pasadas

Una de las herramientas más poderosas que he descubierto para conectar con las experiencias de vidas pasadas y sanar la vida actual es la de las regresiones. Si lo deseas, puedes hacerlas por tu cuenta con audios concebidos para este fin, como los del famoso terapeuta Brian Weiss, un psiquiatra que estudió en Harvard, experto en este tipo de regresiones. También se han publicado muchos buenos libros sobre el tema, como los del doctor Weiss. David Wells, de Portsmouth (Inglaterra), un gran astrólogo y cabalista, también ha escrito varios libros excelentes sobre cómo trabajar con las vidas pasadas. El libro extraordinario Repetition: Past Lives, Life, and Rebirth de Doris E. Cohen es muy útil para ir atando cabos y descubrir la historia de tu vida pasada al advertir las pautas que se repiten en tu vida actual.

Mi colega Bob Fritchie, fundador del World Service Institute y autor de Being at One with the Divine y de Divine Love Self Healing: The At Oneness System, señala que las personas que no responden al sistema curativo habitual del Amor Divino (del que hablo en el siguiente capítulo) están estancadas por lo que les ocurrió en su vida anterior. El miedo les impide a muchos mirar en el pasado, pero podemos acceder fácilmente a él sin temor alguno si sintonizamos con nuestro Espíritu y el Amor Divino. Para hacerlo, cierra los ojos y haz esta petición, que encontrarás en Divine Love Self Healing: «Con la ayuda del Espíritu interior y del Amor Divino, retrocederé en el tiempo hasta la vivencia o las vivencias que expliquen totalmente mi problema actual (nómbralo)». Después de hacer esta petición, respira hondo por la nariz. Retén el aire contando hasta cuatro y exhálalo luego como si lo soplaras por la nariz. Normalmente rememorarás imágenes de las situaciones que te están causando el problema. Y, como Fritchie apunta, el problema viene casi siempre de un acto cruel tuyo del pasado que te separó de lo Divino. Esa separación se convierte en la deuda del Alma que tienes en esta vida. Puedes saldar esa deuda del Alma abandonando los reproches y las críticas, y reemplazándolos por la autoaceptación y el amor.

Hacer este trabajo interior es muy positivo, pero trabajar con un terapeuta experto en regresiones a vidas pasadas también es útil. Para encontrar uno, te sugiero que preguntes a las personas de tu entorno si conocen alguno. Deja que alguien te recomiende uno. Muchas veces, en cuanto sientes que estás listo para esta clase de experiencia, alguien te presenta de pronto al terapeuta adecuado. La vida es así de fácil cuando sintonizas con tu Alma y con lo Divino.

El plan original de tu Alma

Verte como un Alma que se ha estado reencarnando a lo largo de muchas vidas como parte de un viaje más importante no solo le da un sentido a tu sufrimiento, sino que además te ayuda a ser consciente del viaje de tu propia Alma. Saber que estás intentando alcanzar algo y entender que sigues un camino te permite observarlo para recorrerlo con más destreza. Una carta astral —interpretada por un buen astrólogo— es una de las herramientas más prácticas que conozco para ello.

Tu carta astral es un mapa de lo que los cielos estaban haciendo cuando naciste, y tu Alma eligió ese preciso momento antes de que aspiraras la primera bocanada de aire. Es también el mapa del viaje de tu Alma a lo largo del tiempo. Te permite hacerte una idea muy completa de lo que has venido a ser y a hacer en este mundo.

Tu carta astral contiene las posiciones planetarias en el cielo —tanto por encima como por debajo del horizonte— en el momento de tu nacimiento. Describe tus tendencias, características, retos y potencial. También te proporciona información muy concreta sobre los retos de tus vidas pasadas y aquello que tu alma ha venido a hacer en esta vida. Esta información se encuentra en lo que se conoce como los nodos lunares: los nodos del norte y del sur. Los del sur te indican dónde has estado. Y los del norte, a dónde te diriges y a lo que has venido a especializarte en este mundo.

Cabe tener en cuenta que la astrología a la que me refiero no es la de los horóscopos de los periódicos y las revistas. Esos horóscopos representan el signo zodiacal de cada uno, que no es más que una parte interesante de la astrología. Las secciones de la prensa con la interpretación de los signos zodiacales empezaron a publicarse en el siglo xx para vender más periódicos. Pero tu signo zodiacal no es más que un aspecto de tus características astrológicas, y no te aportará demasiada información a no ser que conozcas el resto de tu carta astral.

Una carta astral completa contiene el signo lunar, el signo solar, el ascendente, una serie de planetas, los nodos lunares y, a menudo, algunos asteroides. Tu signo zodiacal (Libra, Aries, Géminis) no es más que una pequeña parte de tu horóscopo. Pero, con todo, te indica varias cosas. El astrólogo Daniel Giamario llama a nuestro signo solar el «combustible» que usamos para alcanzar nuestro objetivo en esta vida. De modo que, si eres Capricornio, lo más probable es que seas una persona práctica y realista, dependiendo de dónde se encuentren los otros planetas y de las influencias que estén recibiendo.

Hay muchas clases distintas de astrología —evolutiva, zodiacal, chamánica, védica y de la estrella venusiana—, para nombrar unas pocas, y cada una nos ayuda a conocer algo distinto sobre nuestro periplo en la tierra.

No dejes que la astrología te intimide

Mucha gente, al consultar su carta astral o su horóscopo, pregunta: «¿Es malo?» Pero esta pregunta es innecesaria, porque la respuesta siempre es «no». La astrología no es más que una herramienta, no tiene más poder que el que le demos. Es como consultar el tiempo que hará para ver si debemos llevar el impermeable. No nos muestra nuestro destino. Este depende totalmente de cada uno. Un horóscopo sugiere la trama de la obra de teatro en la que estamos actuando. Pero no nos indica cómo representar nuestro papel, lo que llevaremos puesto, ni cómo acabará.

Lo que la astrología nos da es una hoja de ruta para el viaje de nuestra Alma. Está concebida para ayudarnos a acceder lo máximo posible al plan original del Alma. Cada carta astral contiene sus retos y sus dones. Pero no existen cartas astrales «malas».

Aunque la astrología como guía siga teniendo mala fama, este estigma ha ido disminuyendo paulatinamente a lo largo de mi vida. Hace años, la astróloga que interpretó por primera vez mi carta astral me dijo que un día ella celebraría una fiesta y que invitaría a todos los médicos —mis colegas— que iban a verla con regularidad. Me dijo: «Te quedarías de piedra si supieras quién ha estado aquí». A partir de ese día, me enteré de que muchas personas muy famosas y exitosas usan la astrología. Lo que pasa es que no hablan del tema.

Una y otra vez, nuestra sociedad intelectualizada en exceso nos aleja de las cosas que tienen el poder de reforzar el camino de nuestra Alma y que le dan sentido a la vida. Durante muchos años, en las editoriales que publicaban mis libros me decían: «Por favor, no hables de astrología, a los lectores no les gusta». Así que no hablé de ella (sobre todo) durante los años en los que «intenté no salirme del molde». Pero esos años han quedado atrás.

Muchos de quienes hablan mal de la astrología no han investigado sobre ella. Rob Brezsny, astrólogo y autor de La pronoia es el antídoto para la paranoia, afirma brillantemente: «No han leído a astrólogos inteligentes como Dane Rudhyar, no saben que el influyente astrónomo Johannes Kepler era un gran astrólogo, ni que el eminente psicólogo C. G. Jung hacía horóscopos y creía que «la astrología representa el resumen de todo el conocimiento psicológico de la antigüedad». Lo único que los «escépticos» fraudulentos hacen para intentar entender el antiguo arte de la astrología es echar un vistazo a la sección del horóscopo de la prensa amarilla. Su despreocupación es como si yo pasara con el coche por delante de un centro comercial y declarara que la profesión de arquitecto es superficial y decadente».

La interpretación de la carta astral

Como he comentado al empezar a hablar de astrología, la carta astral es muy útil cuando la interpreta un buen astrólogo. Ojalá pudiera decir que puedes interpretarla por tu cuenta, pero entender de verdad lo que revela una carta astral exige años de estudio. Es todo un arte. Por eso, lo mejor para aprovechar la sabiduría de la astrología es ir a ver a un astrólogo que te hayan recomendado. Uno que lleve años interpretando cartas astrales. No entres simplemente a una tienda esperando vivir una gran experiencia. Guíate por las recomendaciones. Investiga.

Cuando busques un astrólogo de confianza, evita a los catastrofistas. Ese tipo de personas tiende a compartir la información de un modo que te quita la fuerza. Demasiados clientes han sido «hechizados» por astrólogos que interpretan cartas astrales como si fueran advertencias divinas. Un astrólogo le dijo a una amiga mía que no trabajara en grupo porque no tenía ninguna habilidad en este aspecto. Pero en su carta astral no había nada que indicara esta incapacidad en lo más mínimo, te lo aseguro. Parte del viaje de tu Alma consistirá en descubrir a astrólogos, videntes y otros guías que te ayuden a lo largo del camino.

Los tránsitos: Saturno, Urano y Quirón

Si bien es mejor que sea un buen astrólogo el que te interprete la carta astral, hay algunas verdades universales reflejadas en la astrología que te ayudarán a entender los retos que afrontas en determinados momentos de tu vida. Ciertas alineaciones planetarias nos afectan a todos por igual y suelen darse en momentos concretos de la vida. Las más poderosas que debes tener en cuenta a medida que pasan los años son las de Saturno, Urano y Quirón.

El viaje del alma

Entender tu verdadera naturaleza inmortal, que tu Alma está realizando un viaje a lo largo de muchas vidas, es una gran herramienta para hacerte la vida fácil. Saber que hay unas fuerzas universales que nos afectan sin que las podamos controlar nos ayuda a darle sentido a la existencia. Trabajar con esas fuerzas, mediante prácticas como las regresiones a vidas pasadas y la astrología, nos permite llevar una vida que nos llena y enriquece al máximo. Nos permite aprender las lecciones que necesitamos aprender. Y esas lecciones son muy sencillas: traer el amor, el perdón y la comprensión a los aspectos de nuestra vida en los que brillan por su ausencia. Y también dejar de vivir con miedo. Lo cual incluye amarnos y perdonarnos a nosotros mismos.

Todos estamos avanzando para unirnos con lo Divino y, sin embargo, existimos en este plano mortal. El plano de lo material. El lugar más denso del universo. Cuando traemos más luz y amor a este mundo, cambiamos el universo entero, le ayudamos a evolucionar. ¡Qué servicio tan colosal hacemos a «todo cuanto existe»! Fusionar estas dos realidades y trabajar hábilmente en ellas es la labor más importante, gratificante y práctica que podamos jamás realizar.