DESCUBRIR Y CONOCER AL PERRO

EL CACHORRO

Qué preguntas debemos formularnos

¿Por qué un golden?

¿Es el golden el perro que mejor se adapta a nuestras necesidades? La respuesta a esta pregunta pasa por el examen del carácter de esta raza, y por la posterior valoración de nuestros conocimientos y disponibilidad.

El golden destaca por su docilidad y por la atención que presta a lo que se le pide. Debido a su fuerte temperamento, siempre se muestra atento a todo lo que sucede a su alrededor. Es valeroso y al mismo tiempo muy posesivo, cualidades que lo hacen comportarse con mucha determinación en el cumplimiento de las órdenes, a veces incluso con obstinación. La escasa agresividad y combatividad lo convierten en un perro en absoluto peligroso y poco apto para la guarda. En cambio, establece buenas relaciones tanto con las personas como con los perros que encuentra en sus paseos diarios. Por esta razón puede considerarse un animal muy adecuado para la vida ciudadana, aunque no debemos olvidar que necesita hacer ejercicio y recibir un adiestramiento que le permita expresar plenamente las capacidades para las que ha sido seleccionado.

Cómo y dónde comprarlo

Una vez hayamos decidido comprar un golden, no nos quedará más que empezar a buscarlo. El mejor camino es obtener las direcciones de los criaderos especializados, que podemos encontrar en revistas especializadas, en centros veterinarios o consultando en el club de la raza.

No debe importarnos hacer unos kilómetros de más para ir a un criadero de calidad que nos inspire confianza. Puede ser una buena excusa para tomarnos unos días de vacaciones e incluso viajar por la península o por Europa. Habrá merecido la pena porque conseguiremos un cachorro criado por manos atentas y expertas, y nos relacionaremos con un criador que se convertirá en un punto de referencia que nos solucionará más de una duda, sobre todo en las primeras etapas de la vida del perro.

Puede darse el caso de que conozcamos a algún particular propietario de una hembra que haya tenido una camada. No olvidemos que esta persona no es profesional. Por lo tanto, no olvidemos pedirle toda la información que creamos necesaria sobre la genealogía del padre y de la madre.

En las tiendas de animales a veces también se venden cachorros. Comprobemos su procedencia e inspeccionamos el estado de salud del animal que nos interesa, porque los repetidos cambios de mano podrían haber hecho mella en el carácter y en la salud.

¿Un cachorro o un adulto?

Un grupo de cachorros se nos acerca con las orejas al viento: son diez hermanos, unos de color crema muy claro, otros más rojizos, todos ellos muy sociables y contentos de conocernos. Uno de ellos lleva un zapato viejo en la boca, otro un calcetín, como si quisieran dárnoslo: son cachorros retriever y desde pequeños recogen todo lo que encuentran. Pero, ¿estamos preparados para criar un cachorro?

Otra alternativa sería elegir un perro joven, de ocho o nueve meses, ya socializado, que haya aprendido los primeros rudimentos de educación y que ya sepa caminar con la correa. Será un poco más caro y nos perderemos parte del proceso de aprendizaje del cachorro, pero podremos ver sus características morfológicas y valorar con más aproximación sus cualidades; veremos con claridad si es un buen representante de la raza, tanto desde el punto de vista físico como psíquico, o si simplemente es un buen perro. Esta será la opción preferida por la persona que pretende participar en exposiciones caninas o en pruebas de trabajo.

Si son estos nuestros objetivos, no deberemos dejarnos engañar con promesas de futuro referidas a un cachorro de dos meses, del cual es imposible predecir si será un campeón o si no pasará de digno representante de la raza. Si nos conformamos con la segunda posibilidad y si creemos estar en condiciones de hacernos cargo de un pequeño de dos meses —en ningún caso hay que llevarse a casa un perro que no haya pasado los primeros 50-70 días junto a la madre y los hermanos—, leeremos las páginas que siguen y podremos emprender la aventura. Suerte.

¿Sabremos ser unos buenos jefes para él?

Tan pronto como el cachorro entra en casa, ve en nosotros un nuevo hermano, un nuevo padre y una nueva madre. Sin embargo, es fundamental no desempeñar funciones que no nos correspondan: somos seres de otra especie, a quienes el cachorro pedirá afecto y sobre todo autoridad, ya que esperará a que nosotros tomemos la iniciativa y le indiquemos lo que debe hacer.

El perro necesita un nuevo jefe de manada, una persona de referencia que sepa sustituir dignamente al jefe de la antigua manada de la que desciende, y que en etología se denomina un lobo alfa.

En este capítulo procuraremos conocer mejor nuestro futuro golden, ya sea para elegir el ejemplar idóneo, o para entender mejor su psicología.

USAR LA VOZ SIN «LADRAR»

El perro tiene un oído muy sensible, capaz de percibir sonidos que el hombre ni tan siquiera puede imaginar que oye; si le hablamos demasiado alto, nuestra voz puede incluso molestarlo. Cuando queremos decirle algo o darle una orden, es suficiente con un silbido o un susurro para hacerle entender lo que esperamos de él: lo importante es el tono de la voz, no el volumen.

El perro ladra contra algo o alguien que le da miedo o para advertir a la manada de un peligro inminente, y nosotros no le hemos de dar la posibilidad de que tema nuestra voz.

Por esto, no lo molestemos con nuestro «ladrido»; el perro nos ama por instinto y esto es precisamente lo que le impulsa a cumplir lo que nosotros le pedimos. Al gritarle, el animal podría creer que hay algo en él que despierta temor en nosotros.

LA ELECCIÓN DEL CACHORRO

Por fin hemos localizado el criadero y queremos saber si la persona con quien hemos contactado es realmente competente. Esto podemos averiguarlo en la primera entrevista.

Un buen criador querrá comprobar que sepamos todo lo que comporta la tenencia de un perro en casa, especialmente si se trata de un perro de defensa. Su primera preocupación será asegurarse de que sabemos lo que nos traemos entre manos, porque será consciente de estar vendiendo un ser vivo que deberá integrarse en una familia en un ambiente tranquilo, en compañía de personas responsables y sabedoras del esfuerzo que deberán realizar para que la convivencia con el perro sea un éxito.

¿Macho o hembra?

La diferencia de aspecto entre un macho y una hembra se define con la expresión dimorfismo sexual, y afecta básicamente al tamaño del animal; sin embargo, no debemos quedarnos sólo con el aspecto exterior: lo importante en el momento de la elección es conocer las diferencias que hay en el comportamiento de cada sexo.

Nunca aceptemos llevarnos a casa un cachorro antes de los 50 días. Lo mejor es esperar al segundo mes de vida, ya que la protección de la madre y la seguridad infundida por el grupo de hermanos, con los que aprende las primeras reglas de comportamiento son fundamentales para afrontar el nuevo mundo que le espera.

1. Las hembras son más pequeñas y más reflexivas que los machos. Son muy buenas con los niños, con los cuales difícilmente entablan juegos violentos porque saben discernir los límites físicos de sus pequeños amigos; 2. Los machos son más corpulentos, y normalmente más fuertes y juguetones. A pesar de comportarse con menos seriedad que las hembras, no creamos que son más fáciles de gobernar, ya que tienden a asumir el papel de guía del grupo, por lo que el propietario deberá tener una personalidad lo suficientemente fuerte como para imponerse a un perro que tiene a su favor una extraordinaria capacidad de aprender

Los primeros dos meses de vida le indicarán los términos en los que debe considerar su relación con los otros miembros del grupo y, sobre todo, con el ser humano, al que considerará un miembro más de la manada.

Antes de hacer efectiva la compra es fundamental pedir que nos muestren los pedigríes (documento de origen o árbol genealógico) del padre y de la madre. Allí figuran los nombres de los antepasados (hasta un máximo de cuatro generaciones) de nuestro futuro cachorro, los títulos y diplomas obtenidos, y la exención de displasia o el grado, en caso de aparecer esta patología hereditaria.

El libro de calificaciones certifica la participación de los padres en las exposiciones de belleza, y en él constan las clasificaciones y las calificaciones obtenidas.

En la cartilla sanitaria del cachorro se indican las desparasitaciones y vacunaciones efectuadas, y el programa de vacunas propuesto por el criador. El veterinario podrá respetarlo o plantear otro distinto si lo creyese conveniente.

Si el cachorro es de raza, el criador lo habrá inscrito en el Libro de Orígenes, cumplimentando dos impresos:

 el formulario A, «Notificación de monta y nacimiento de la camada», que se envía a la RSCFRCE durante los primeros 25 días a partir del nacimiento de los cachorro, debidamente firmado por el criador (o propietario de la hembra) y por el propietario del semental;

 el formulario B, «Descripción y solicitud de inscripción de los cachorros», que el criador debe enviar a la RSCFRCE dentro del periodo de tres meses a partir del nacimiento de los cachorros. En este formulario se indica el nombre, el sexo, el número de tatuaje y el nombre del nuevo propietario si el cachorro ha sido cedido antes de cumplir los tres meses.

EL TATUAJE

El tatuaje es obligatorio y representa el «número de matrícula» en caso de extravío. El número está formado por letras y cifras: las letras son las siglas del criador o, si el animal no proviene de un criadero reconocido por la Real Sociedad Central de Fomento de las Razas Caninas en España, de la provincia de nacimiento; las cifras indican el año de nacimiento y el número del cachorro.

Muy raramente un cachorro procedente de un buen criadero presenta problemas sanitarios. En cualquier caso, pueden apreciarse ciertos síntomas que nos harán rechazar el cachorro que los presente.

1. Pústulas o costras en la barriga: pueden ser indicio de la presencia de parásitos externos (pulgas o piojos) o de la aparición de posibles inflamaciones bacterianas de la piel, causadas por una higiene escasa; 2. Ojos legañosos: es probable que el cachorro padezca una inflamación intestinal y, en ejemplares que todavía no han sido vacunados, puede ser indicio de una infección vírica; 3. Mucosidad en la nariz: inflamación de las vías respiratorias altas y posible indicio de infección por moquillo; 4. Extremidades: si las patas no son rectas o los huesos de los metacarpos o de los metatarsos presentan fuertes hinchazones, existe un grave retraso en la osificación y el cachorro necesita un complemento calcio-fosfórico; 5. Vientre hinchado y terso: si el cachorro no ha acabado de comer, es posible que sufra verminosis; 6. Testículos: si el cachorro es macho habrá que comprobar que tenga ambos testículos en el escroto. A los dos meses pueden ser todavía móviles, pero deben estar ambos dentro

CONVERSAR CON EL CRIADOR ES IMPORTANTE

Lo primero que hará un criador es indagar cómo es la persona que se le ha presentado con la intención de comprarle un cachorro y si sabe lo que significa convivir con un perro.

Esta actitud por parte del criador a menudo sorprende al comprador, acostumbrado a tratar con vendedores que se empeñan en destacar las cualidades de su mercancía, y con un claro interés en cerrar la venta. Un criador de perros, sobre todo de una raza que últimamente está experimentando un incremento de la demanda, no puede adoptar esta estrategia; en primer lugar porque no propone una mercancía, sino un ser vivo al que debe garantizar un ambiente que se ajuste a sus necesidades, casi como si fuera un juez tutelar que tuviera que asignar un niño adoptivo a una familia; en segundo lugar, porque sabe que su trabajo no se acaba cuando el cachorro se va al nuevo domicilio, sino que continua durante toda la vida del perro.

LA VALORACIÓN DEL CARÁCTER

El test de Campbell

¿Nos interesa saber qué tipo de relación tendremos con el perro cuando crezca?

Considerando que una buena relación entre el perro y su dueño depende en gran medida de la posición que adopta el hombre respecto al animal, podemos responder parcialmente a la esta pregunta con un test de carácter, elaborado por el doctor W. E. Campbell, y que nos permite poner a prueba, a las siete semanas de vida, la tendencia al dominio o a la sumisión de los cachorros.

Debe ser realizado por una persona desconocida.

Antes de comenzar, deberemos prepararnos una tabla como la de la página siguiente, en donde marcaremos las respuestas de los distintos miembros de la camada.

Atracción social: Dejamos el cachorro en un ángulo del espacio destinado al test, nos agachamos a una cierta distancia y damos una palmada para llamar su atención.

Facilidad para el seguimiento: Nos alejamos del cachorro caminando con normalidad y sin llamarlo.

Respuesta a la obligación: Colocamos el cachorro boca arriba y lo mantenemos durante 30 segundos, aguantándolo suavemente por el pecho con una mano.

Dominio social: acariciamos al cachorro, con un único movimiento desde la cabeza hasta la inserción de la cola, pasando por el cuello y el lomo.

Consentimiento a ser levantado: después de haber sujetado al cachorro con las dos manos por debajo de la barriga, lo levantamos a unos 30 cm del suelo por espacio de treinta segundos.

TEST DE CAMPBELL

FICHA DE CALIFICACIONES

Prueba y comportamiento obtenido

A

B

C

D

E

F

Atracción social

 

 

 

 

 

 

Viene rápidamente - cola alta - nos salta encima - muerde las manos

m

md

md

md

md

md

Viene rápidamente - cola alta - nos rasca las manos con las patas

d

d

d

d

d

d

Viene rápidamente - cola baja

s

s

s

s

s

s

Viene indeciso - cola baja

ms

ms

ms

ms

ms

ms

No viene de ninguna manera

i

i

i

i

i

i

Facilidad para el seguimiento

 

 

 

 

 

 

Sigue inmediatamente - cola alta - se pone entre los pies - muerde los pies

m

md

md

md

md

md

Sigue inmediatamente - cola alta - se pone entre los pies

d

d

d

d

d

d

Sigue inmediatamente - cola baja

s

s

s

s

s

s

Sigue indeciso - cola baja

ms

ms

ms

ms

ms

ms

No sigue o se va en otra dirección

i

i

i

i

i

i

Respuesta a la obligación

 

 

 

 

 

 

Se revuelve violentamente - forcejea - muerde

m

md

md

md

md

md

Se revuelve - forcejea

d

d

d

d

d

d

Se revuelve - se calma

s

s

s

s

s

s

No se revuelve - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

Dominio social

 

 

 

 

 

 

Salta encima - rasca con las patas - gruñe - muerde

md

md

md

md

md

md

Salta encima - rasca con las patas

d

d

d

d

d

d

Se gira - lame las manos

s

s

s

s

s

s

Se tumba boca arriba - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

Se va y permanece alejado

i

i

i

i

i

i

Consentimiento a ser levantado

 

 

 

 

 

 

Se revuelve violentamente - gruñe - muerde

md

md

md

md

md

md

Se revuelve violentamente

d

d

d

d

d

d

Se revuelve - se calma - lame las manos

s

s

s

s

s

s

No se revuelve - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

TOTALES

Identificaremos cada cachorro con una letra (A, B, C, etc.). En la columna correspondiente a cada letra marcaremos la valoración obtenida en cada prueba (md = muy dominante; d = dominante; s = sumiso; ms = muy sumiso; i = inhibido).

md

3

 

 

 

 

 

d

1

 

 

 

 

 

s

1

 

 

 

 

 

ms

 

 

 

 

 

 

i

 

 

 

 

 

 

RESULTADOS

Dos o más respuestas md, con algunas d: cachorro muy dominante, no apto para niños y ancianos, y probablemente agresivo: relación conflictiva con los otros perros, a los que deberá conocer desde muy pequeño para aprender las reglas de convivencia canina. Necesitará una mano firme y experta para el adiestramiento.

Tres o más respuestas d: cachorro dominante que se adaptará muy bien en ambiente de adultos. Fuerte deseo de aventajar a los demás.

Tres o más respuestas s: cachorro sumiso, muy apto para los niños. Será un buen perro de defensa porque es buen protector y poco agresivo.

Predominio de ms con respecto a s: cachorro muy sumiso que necesitará un trato particularmente afable; los niños no deberán tratarlo con excesiva brusquedad o violencia.

Ms y s asociados con i, sobre todo en la prueba de dominio social: atención, perro que podría ser agresivo por miedo. Deberá ser sometido a una fuerte socialización con seres humanos adultos y niños; debe aprender a aceptarlos para evitar que, en caso de verse amenazado, muerda por miedo. Es muy difícil, y por lo tanto desaconsejable, darle un adiestramiento propiamente dicho. Los primeros ejercicios de obediencia requerirán mucha paciencia y suavidad en el trato.

La psicología del cachorro

Criar una camada no significa simplemente aparear un macho con una hembra, esperar a que los cachorros cumplan los 25 días de vida para empezar el destete, recoger los excrementos y vacunarlos cuando toca. Los primeros cuatro meses de vida son un periodo de tiempo muy corto en el que se concentran momentos muy importantes del desarrollo psicofísico del pequeño. Estos momentos deben ser controlados con atención y profesionalidad, si se quiere ofrecer a la persona que se llevará a casa uno de estos cachorros un animal que, al estar sano desde el punto de vista fisiológico, también sea equilibrado psicológicamente.

Los dos primeros meses son competencia del criador, mientras que el responsable de los restantes es el nuevo propietario. Veamos a grandes líneas esta rápida evolución y cómo hay que proceder.

Periodo neonatal (hasta los 12 días): contrariamente a lo que se cree, el periodo neonatal es esencial para el desarrollo del cachorro. Primeramente porque ya al momento de nacer podemos cuantificar, por medio del biotono, el grado de vitalidad del recién nacido; en segundo lugar porque, mediante distintas modalidades de manipulación y estimulación (por ejemplo, el corte de las uñas) podemos originar en ellos respuestas fisiológicas positivas.

Periodo de transición (13-21 días): el cachorro abre los ojos, empieza a oír y a mover la cola. Es conveniente tocar a los cachorros y, si la madre quiere, hacer que conozca otros perros adultos, y en especial al padre.

Periodo de la toma de consciencia individual (22-28 días): todos los sentidos están ya en funcionamiento; el hábitat de los cachorros debe mantenerse inalterado, y en ningún caso tienen que ser separados de la madre.

Se les darán los primeros juegos (pelotas, cajas y cilindros para entrar y salir) y en muchos casos se les puede enseñar a defecar sobre un papel de periódico, que se dispondrá siempre limpio en el mismo lugar. Empieza la fase del imprinting, durante la cual es muy importante la socialización con el hombre con vistas a una futura convivencia.

Periodo de la socialización canina (29-55 días): los cachorros aprenden a reconocerse como perros y se ponen en marcha los primeros comportamientos específicos de caza y juego. Aprenden de la madre, que riñe a los más dominantes y da los primeros rudimentos de disciplina canina. También son receptivos a la educación impartida por el hombre: se les puede poner el collar y la correa por primera vez y acostumbrarlos a que se les cepille. Los cachorros separados de la camada antes de los 55 días a menudo son agresivos, pesados y en algunos casos incapaces de reconocer a los otros perros como congéneres.

EL BIOTONO

El biotono es una forma de valorar la vitalidad de los cachorros, estudiada por el etólogo alemán Eberhard Trumler. Consiste en un test que se efectúa al nacer, ya que los primeros minutos de vida son significativos de la manera en que el perro afrontará su futuro. El biotono se evalúa con una simple puntuación:

1 punto: el cachorro, en cuanto se ve liberado de la membrana amniótica, empieza a buscar el pezón o incluso empieza a moverse cuando todavía está envuelto en ella.

2 puntos: el cachorro yace unos momentos antes de entrar en actividad.

3 puntos: el cachorro se esfuerza en llegar al cuerpo de la madre, pero no logra encontrar el pezón y, para empezar a mamar, tiene que acercársele, o bien chupa un poco y luego desiste.

4 puntos: todavía más lento que el anterior, a veces no puede sobrevivir.

Periodo del miedo (8-11 semanas): puede parecer una contradicción, pero es el mejor momento para introducir un cachorro en un nuevo ambiente. Precisamente gracias a esta receptividad psicológica es el periodo en que el cachorro se relaciona mejor con el mundo exterior y con el hombre (periodo de socialización con el hombre hasta la 12.a semana). Lo único que hay que hacer es tener conciencia de que se trata de un momento difícil en el que habrá que evitar traumas, como por ejemplo espolones, cola y orejas. Los cachorros que se quedan en el criadero deberán ser alejados de la madre a espacios de tiempo cada vez más largos, para que vayan adquiriendo seguridad en ellos mismos. Deberán inhibirse duramente los cachorros que se excedan mordiendo, tanto a los hermanos como las manos del hombre.

EL IMPRINTING

Hasta el momento hemos indicado que nuestro cachorro no debe perder la confianza en los seres humanos, en quienes, dada su posición subordinada, busca compañeros de manada y sobre todo un punto de referencia seguro. Para él todo es bastante fácil porque, pese a ver que somos diferentes que él y sus congéneres, no nos considera diferentes. El perro nos ha catalogado como similares, casi como si perteneciéramos a la misma especie y con una psicología parecida a la suya. Para que pueda establecerse una comunicación, para que podamos saber cuáles son sus estados de ánimo y sus necesidades, tenemos que aprender su código; es decir, tenemos que asimilar sus modelos de comportamiento para poder percibir sus reacciones y actuar de manera que el animal entienda lo que le pedimos.

Periodo de afirmación de la dominancia (12-16 semanas): en este periodo se deben evitar taxativamente los juegos violentos, ya sea con los hermanos o con el hombre. No deberá permitirse que el cachorro con tendencia dominante, especialmente en estas semanas cruciales, se comporte con excesiva agresividad. Cuando salgan a pasear no habrá que dejarles morder la correa, puesto que deberá considerarla como la prolongación de la mano del dueño. Al concluir esta fase se puede decir que la personalidad y el carácter del cachorro están formados.

EL CACHORRO LLEGA A CASA

Por fin, después de largos días de espera, ha llegado el día. Seguros de haber sopesado todas las ventajas y los inconvenientes, y de haber elegido el cachorro adecuado, emprendemos el viaje hacia el lugar en donde nació nuestro cachorro. El criador nos estará esperando, sonriente al constatar nuestra emoción. No deberemos avergonzarnos, es la misma sensación que vivió él la primera vez y que seguramente tiene cuando nacen todas las camadas. Tendrá todos los documentos a punto, y habrá preparado un poco de la comida habitual del cachorro, lo cual nos permitirá evitar los cambios bruscos de alimentación durante los primeros días. Con toda seguridad no le habrá dado de comer a lo largo de las últimas cinco o seis horas para que no se maree durante el viaje, en especial si el recorrido es largo.

Si el viaje es largo, cuando veamos que el cachorro se ha tranquilizado es conveniente introducirlo en la jaula de viaje en cuyo interior habremos dispuesto papel de periódico cortado a tiras para absorber la orina. Si el viaje dura horas, haremos una parada en un lugar alejado del tráfico y haremos bajar al cachorro para que desentumezca las patas. Probablemente no defecará, atemorizado por las novedades; esto no deberá preocuparnos: le haremos beber un poco de agua fresca y cuando volvamos a introducirlo en la jaula le daremos una galleta para roer especial para perros. Si se le ve agitado, lo acariciaremos con la mano, pero evitaremos cogerlo en brazos para que no crea que somos víctimas de cualquier emoción suya. Debemos darle la impresión de que comprendemos sus dificultades y a la vez de que no seremos nunca sus esclavos.

Una vez llegados a casa, le presentaremos uno a uno todos los componentes de su nueva familia, sin excedernos en las efusiones ni emitir exclamaciones, y sobre todo sin mostrar ningún interés si hace sus necesidades dentro de casa: sería la primera vez, y nos limitaremos a limpiar con total indiferencia. Cuando haya conocido a toda la familia, le ofreceremos un plato de comida y un poco de agua; aunque probablemente no les prestará ninguna atención, se dará cuenta de que en aquel lugar hay alguien que se ocupa de satisfacer sus necesidades primarias.

No acojamos al cachorro con exclamaciones de alegría ni con demasiado bullicio. La sala en donde se producirá el primer encuentro deberá estar exenta de cualquier peligro. Es importante que el animal se sienta a gusto y esté tranquilo, pero no deberá creer que es el centro de atención: no es el rey de la casa, sino un miembro más.

No deberá preocuparnos que el cachorro haga sus necesidades fisiológicas en casa, porque a él también le gusta vivir en un lugar limpio y carente de olores desagradables. Cuando haga su primera micción, impregnaremos un papel de periódico que colocaremos sobre otro limpio en un lugar apartado. Cuando veamos que se dispone de nuevo a orinar, lo llevaremos al lugar en donde pusimos el papel de periódico al tiempo que le felicitamos. En poco tiempo veremos que él solito irá a buscar el periódico cuando tenga que hacer sus necesidades.

El felpudo de la puerta será durante un cierto tiempo uno de sus lugares preferidos para hacer sus necesidades, sobre todo después de un largo paseo. Es normal que un cachorro no orine los primeros días cuando se encuentra en un nuevo hábitat para no dejar indicios de su paso a un hipotético predador. Lo mejor para él es hacerlo cerca de la madriguera, en donde podrá ser defendido por la madre y en donde además, debido a la presencia de los adultos, es difícil que un predador se aproxime. Entonces, ¿qué mejor que hacerlo en el felpudo? Está fuera y absorbe los líquidos, por lo que no habrá ningún peligro ni tampoco ningún olor en la casa, que es el lugar para dormir.

No lo levantemos nunca sujetándolo por las patas delanteras, porque podríamos dañarle los ligamentos del hombro o del codo, sino que pasaremos las manos por ambos lados del tórax, o bien una mano entre las patas traseras y la otra por debajo del tórax.

Ha llegado el momento de explorar la casa y el jardín, si lo hay. No debemos alterarnos si se le escapa algún pipí: es la forma de ir dejando su olor y de tomar posesión de los nuevos lugares. No hay que pretender que aprenda rápidamente todo lo que no le está permitido hacer. Si por ejemplo no queremos que entre nunca en una determinada habitación, no se lo prohibamos con la voz, limitémonos a cerrar la puerta o a poner un obstáculo que impida su paso. Más adelante lo aprenderá mejor.

La jaula de viaje dentro de la cual ha llegado a casa es un objeto que ya conoce; procuremos que la pueda encontrar en un algún rincón apartado, pero de fácil acceso. Lo incitaremos a entrar con la ayuda de una galleta para perros. Una vez dentro, lo dejaremos tranquilo para que entienda que aquella puede ser su madriguera, un lugar resguardado en donde puede instalarse cuando quiere estar solo.

El estrés que ha vivido el cachorro a lo largo del primer día lejos de la madre, de los hermanos y del lugar en donde nació ha sido muy intenso, y ahora se encuentra con personas nuevas y en un territorio desconocido. Es probable que quiera descansar un rato en su nueva madriguera, pero no habrá que dejarlo solo porque podría ser presa de la melancolía. No le demos nuevos estímulos, pero permanezcamos a su lado para acariciarlo. Si no quiere estar en la jaula, durante media hora no le prestaremos atención y nos limitaremos a vigilarlo.

El bocado que le ofrecimos al llegar a casa era sólo una forma de hacer que se sintiera en casa, y ahora ya tendrá hambre de verdad. Le prepararemos la comida que nos ha proporcionado el criador en la cantidad que nos haya aconsejado. Puede ocurrir que por culpa de la nueva situación rechace la comida. No habrá que preocuparse, al cabo de unos minutos le retiraremos la comida y no nos ocuparemos más de su alimentación hasta el día siguiente: entonces tendrá hambre y superará así la tristeza de la separación.

La primera noche suele ser difícil. El cachorro echará en falta el calor de la madre y de los hermanos, que a lo largo de dos meses habían sido una cómoda y cálida almohada. Con toda seguridad querrá sustituirlos con nuestra presencia e intentará a toda costa subirse a nuestra cama. Si en un futuro queremos prohibírselo, tampoco deberemos permitírselo ahora. Bastará con poner su cama o una manta junto a nuestra cama, acariciándole cada vez que pretenda levantarse, y no tardará en dormirse. Evitemos encerrar al cachorro, ya que ladrará hasta que le abramos la puerta. Si no logra dormirse, nosotros también pasaremos la noche en vela y jugaremos con él procurando hacernos cargo de su difícil situación psicológica. Es muy probable que la noche siguiente la pase durmiendo a pierna suelta junto a nuestra cama.

LA JAULA

Mucha gente cree que enseñar a un perro a estar dentro de la jaula en casa es una tortura inútil. Y se equivocan, porque se imaginan que la jaula se utiliza para encerrar al animal durante horas para que no nos moleste; naturalmente esto no sería educación, sino tortura, pero no es el caso que nos ocupa. La jaula tiene que representar para el perro un lugar agradable y tranquilo, una especie de madriguera apartada en la que pueda pasar unas horas lejos de la gente pesada que siempre quieren algo de él: adiestramiento, juego, paseos, mimos... Por otro lado, si se acostumbra a la jaula, el perro se siente más tranquilo cuando tiene que viajar en automóvil, un poco como si llevara parte de su casa a cuestas.

También es una forma de garantizar un ambiente tranquilo en casos puntuales; por ejemplo cuando recibimos la visita de un amigo a quien horrorizan los perros, lo mejor es encerrar en la jaula al golden, que ya estará acostumbrado a ella, con un buen hueso para roer. El animal permanecerá dentro tranquilo y contento, y nuestro amigo se ahorrará pasar un mal trance.

La jaula es particularmente útil cuando se va a un hotel con el perro; si está acostumbrado, se le podrá dejar en la habitación sin miedo a que organice un desastre a las primeras de cambio. Las jaulas más comunes son de dos tipos:

Jaula de viaje: es la que se usa para viajes en avión. Está cerrada por tres lados, con dos tomas de aire laterales. La puerta, situada en uno de los lados cortos, es de rejilla y permite una buena aireación y visibilidad. A los perros les gusta porque se sienten protegidos y simula muy bien la función de la madriguera.

Jaula de rejas plegable: se usa sobre todo para viajar en automóvil y para instalar a los perros en las exposiciones caninas. En verano es ideal, y resulta muy cómoda porque es plegable, y si no se utiliza a diario ocupa muy poco espacio. El «efecto madriguera» se puede obtener tapándola con una tela, cosa que sólo es posible si el perro no adquiere el hábito de morderla y estirarla hacia el interior.

Para determinar las medidas ideales, el perro ha de poder ponerse en pie con la cabeza alta dentro de la jaula; para viajes en automóvil o en avión la jaula no debe ser excesivamente grande porque el perro se golpearía contra los lados con el traqueteo y las curvas.

LOS PRIMEROS MESES DE CONVIVENCIA

El cachorro que llega a la familia ingresa en una nueva manada, cuyo orden jerárquico debe comprender y en donde tiene que hacerse un lugar. Procede de una situación que está regida por unas normas muy exactas en la relación entre adultos y entre cachorros y adultos, mientras que todavía están por determinar los papeles de los cachorros: mediante el juego, se reconoce el cachorro con la personalidad más fuerte, el más extrovertido, el más tímido y el más reflexivo; ahora debemos ser nosotros quienes le ayudemos a adaptarse y a ocupar el lugar adecuado.

Tan pronto como haya reconocido al macho o a la hembra de referencia en su nuevo grupo, lo respetará inmediatamente y procurará saber quién se ocupará de él y le indicará sus obligaciones. Con sus iguales iniciará un sutil tira y afloja hecho de mimos y enfados. Con ellos jugará, les mordisqueará los zapatos y las manos para ver quién es más fuerte y saber si podrá permitirse el lujo de considerarse primus inter pares a partir del momento en que se le confíen importantes funciones de custodia.

Un golden no es sólo un animal de compañía, y hay otras muchas razas que desempeñan este papel mejor. Deberá sentirse querido, comprendido y respetado. Siempre que dispongamos de tiempo libre, saldremos con el perro a dar largos paseos a lo largo de los cuales podremos observarlo y entender el porqué de muchas de sus acciones, que a primera vista pueden parecer absurdas o equivocadas, pero que sin embargo responden a una clarísima lógica canina.

Excavar constituye un ejercicio tan agradable para el perro como odiado por el hombre cuando el hoyo lo advierte en el jardín de casa. Los perros —y sus antepasados— han excavado siempre: para hacer una madriguera, protegerse de la nieve, enterrar parte de una presa no totalmente consumida, etc. Es un comportamiento ancestral todavía útil, pero a veces incomprensible para el hombre. Excava en la alfombra de casa o en la cama la hembra que está a punto de parir, movida por la necesidad de preparar una madriguera confortable, para ella y para sus cachorros; si el instinto no le obligara a hacerlo, no se desencadenaría el mecanismo del parto. Con un ¡no! pronunciado con autoridad enseñaremos progresivamente al cachorro a no hacerlo en nuestro jardín, pero no se lo neguemos completamente, porque pondríamos en peligro su identidad de perro.

Revolcarse procura al perro una sensación muy placentera. Lo hace cuando está contento y no se siente amenazado, y a veces después del baño, especialmente si tiene a mano arena o tierra seca. A veces se da un revolcón sobre materiales orgánicos en descomposición: este es un comportamiento típico del animal salvaje que no quiere dejarse reconocer por una posible presa a través del olor corporal. Se trata de otra conducta ancestral y no es demasiado difícil enseñarle a no hacerlo, aunque se requiere una cierta cautela.

El perro es ladrón por naturaleza, o mejor dicho, considera suyo todo lo que encuentra en su territorio. El asado listo para ser servido, la caja de los caramelos o los objetos de la casa —especialmente aquellos a los que el dueño tiene más apego— son fuente de deseo para el perro, que busca así la forma de reafirmar su dominio. Conviene enseñarle pronto a no hacerlo, pero para ello deberemos esperar a pillarlo con las manos en la masa.

Lo detendremos con la negativa de rigor, y le haremos jugar permitiéndole que recupere el dominio sobre lo que sí le pertenece. Esta es otra razón por la cual es aconsejable dar al perro, desde cachorro, algunos juguetes que se convertirán en objeto de su dominio.

El cachorro que roe un objeto que encuentra o una prenda de vestir siempre tiene algún problema. Puede ser la dentición, aunque a menudo es un síntoma de tensión que se exterioriza casi siempre cuando no se siente querido, sino simplemente tolerado. Es un modo de desahogar la tristeza, y que repite cuando se le riñe. La solución consiste en cambiar el trato que se dispensa al cachorro mostrándole nuestro desagrado cuando lo sorprendemos in fraganti, y jugando más con él para que se sienta nuevamente aceptado.

También pueda ocurrir que sea un perro particularmente mimado: en este caso se trata también de una forma de dar desahogo a su neurosis, es decir a un papel equivocado dentro de la jerarquía del grupo en el que vive.

Tal como hemos repetido en varias ocasiones, no se debe dar total libertad a un cachorro; el animal no sabría dónde están los límites que se le imponen y no tardaría en creerse el dueño de la casa, que no es en absoluto el lugar que le corresponde. Además de impedirle «robar» habrá que ponerle otros tipos de límites: una sala en la que no debe entrar, el sillón del «jefe» en el que no debe subirse. No deberá ni podrá necesariamente entender el porqué: simplemente se dará cuenta de que no todo le está permitido y encontrará el lugar que le corresponde en la jerarquía.

EL DUEÑO IDEAL: CÓMO TENER AUTORIDAD SIN SER AUTORITARIO

La característica principal de la figura dominante que el cachorro quiere y debe encontrar en el seno del grupo es la experiencia. El golden no aceptará nunca a un déspota que descargue sus propias frustraciones gritándole órdenes sin sentido. Y, al contrario, una persona aprensiva que crea que un perro es un santurrón tendrá como compañero un golden que, no pudiendo convertirse, por motivos obvios, en el jefe de la manada, le exigirá constantemente su consentimiento y pretenderá de ella comportamientos al límite del ridículo.

No se necesita nada del otro mundo para convertir un cachorro en un golden equilibrado y feliz.

Simplemente hay que tener muy claros los comportamientos que esperamos de él y dárselo a entender con coherencia y firmeza, ya a partir del momento en que entra en su nueva casa. Las malas costumbres de los primeros días se perpetúan inevitablemente.

En primer lugar, un buen jefe nunca alza la voz y, en los momentos cruciales (para mostrar su disgusto o para enseñar una orden) usará un tono perentorio y seco, que no admite objeciones. Gritar es generalmente un signo de incoherencia, del mismo modo que el ladrido de un perro es signo de miedo (o de advertencia), nunca de fuerza. Cuando un perro quiere adoptar una actitud de amenaza gruñe, pero no ladra; de igual modo, un buen jefe sólo usa un tono de voz fuerte cuando quiere mostrar una gran contrariedad o cuando advierte de un peligro.

Un perro feliz es un perro que no se mete en situaciones difíciles y no crea momentos de tensión, y para que se cumpla esta condición necesita alguien que le guíe con autoridad. Esta es la función de la «persona de referencia» (que debe ser siempre el dueño): si esta le inspira estimación y confianza, le gustará ser guiado y aprenderá a respetarla. Esta es la condición principal para su felicidad, y sólo así puede compensar a las personas que ama con su devoción y cariño.

EL GOLDEN IDEAL

QUÉ ES EL ESTÁNDAR

El estándar es la descripción detallada del aspecto morfológico de los perros de una determinada raza.

El aspecto general, la conformación de la cabeza, la complexión, el tipo de manto, el movimiento, el carácter y las aptitudes se describen para un modelo ideal de perro, que representa el punto de referencia para los criadores y permite saber las características generales que constituyen la tipicidad de una raza determinada.

1. Cola de inserción baja en la línea de prolongación de la grupa, con abundantes mechas y llevada horizontalmente en movimiento; 2. Muslo robusto y rodilla bien flexionada; 3. Línea superior recta y horizontal; 4. Cuello de buena longitud; 5. Hombro bien inclinado y de la misma longitud que el brazo; 6. Color: todas las tonalidades del oro o del crema, nunca rojo o caoba; 7. Extremidades anteriores rectas, con buena osamenta; 9. Pelo liso o bien ondulado con abundantes mechas; 8. Pie redondo, casi como de gato

La característica principal que debe apreciarse en cuanto se ve un golden es la buena proporción de sus miembros, que deben ser simétricos y equilibrados. La estructura es robusta y atlética, sin dar una impresión de rusticidad

ALTURA Y PESO

 

Machos

Hembras

Altura

de 56 a 61 cm

de 51a 56 cm

Peso

de 29 a 33 kg

de 25 a 28 kg

1. Stop bien definido y hocico fuerte; 2. Ojos de color marrón oscuro, bien separados entre sí; 3. Cráneo ancho; 4. Orejas de tamaño mediano insertadas casi a la altura de los ojos; 5. Trufa negra; 6. Cierre dental en tijera; 7. Mandíbulas fuertes

El elemento característico de la cabeza de un golden es el equilibrio entre sus diversas partes, y entre la cabeza y el cuerpo. La expresión ha de ser amistosa y las características de sexo perfectamente identificables

La dentadura debe ser completa, fuerte y con los incisivos superiores cerrados en tijera sobre los inferiores. El cierre en tenaza es un defecto penalizable, en tanto que son descalificantes el prognatismo y el bragnatismo. En el primero, el arco dental inferior sobrepasa al superior; en el segundo, el maxilar inferior es mucho más corto que el superior

1. cierre en tijera; 2. cierre en tenaza; 3. cierre prognático; 4. cierre bragnático

Las extremidades anteriores son rectas, paralelas entre sí, con buena osamenta, y con los codos pegados al tórax

Las extremidades posteriores son paralelas entre sí, y en movimiento, si las angulaciones son correctas, generan un impulso potente

El golden es un trotador, y tiene un andar suelto, armonioso y vigoroso. La angulación correcta del hombro (aproximadamente 45°) y de las articulaciones del tren posterior hacen que el paso sea largo, firme y a ras de suelo

Su expresión es amistosa, y la mirada, simpática y curiosa, inspira confianza. Nunca se comporta con agresividad, ni con otros perros ni con personas, excepto durante la pubertad, periodo en que los machos se miden con otros ejemplares de la misma edad

EL GOLDEN EN FAMILIA

El golden retriever es un perro muy adecuado para la familia. Pero cuidado: no podrá ser nunca el perro de alguien que sólo pueda dedicarle unos minutos al día, o que crea que puede dejarle solo en casa o en el jardín durante horas. Necesita sentirse parte del grupo y todos los componentes de la familia deben educarlo desde pequeño, aprovechando el periodo del imprinting, para que se sienta un miembro más de la familia.

El ambiente ideal para un perro es el mismo en donde viven «sus» personas, sin las cuales se sentiría muy infeliz y triste.

El jardín no es una condición indispensable, es más: podría convertirse en una cárcel de oro si se le dejara siempre solo y sin nadie que se preocupara por educarlo o pasar un rato con él.

En el jardín, el golden bien educado también debe saber lo que no está permitido hacer, como por ejemplo excavar un número indefinido de hoyos, romper las flores, etc. No podemos obligarlo a que pasee por la hierba de puntillas, pero el hecho de no abandonarlo y de enseñarle lo que puede y lo que no puede hacer le dará más seguridad porque se sentirá controlado y más integrado en la familia.

Encerrar al perro un rato en un canil de reja metálica, por ejemplo cuando nos visita un amigo a quien dan miedo lo perros, no supone trauma alguno. Si, además, dentro tiene la caseta y la puerta está siempre abierta, puede convertirse en un lugar para aislarse cuando quiere estar tranquilo.

Este mismo canil será de gran utilidad en aquellas situaciones en que sea necesario aislar a la hembra en celo.

Los cuidados diarios son una buena forma de que vea que nos ocupamos y nos interesamos por él.

Cada día lo cepillaremos con mucho cuidado, le miraremos los ojos, las orejas, los dientes y los dedos para asegurarnos de que se mantiene en perfecto estado.

El golden y los niños

La relación que se establece entre un niño y un cachorro sigue unas fases que transcurren con rapidez. Cuando el cachorro llega a casa ve al niño como su superior jerárquico, pero como el perro se hace adulto antes (aproximadamente al año de edad), en poco tiempo la relación pasará a ser entre iguales, y acabará invirtiéndose al cabo de pocos meses. Entonces el golden ya no aceptará del niño juegos y enfados antes inocentes, que ahora interpretará como tentativas de dominarlo.

Si queremos que entre los niños y el golden se establezca una relación de perfecta camaradería, deberemos elegir un ejemplar sumiso, más fácil de educar, porque tendrá más aguante. En cualquier caso, se aconseja no dejar nunca solos un perro y un niño hasta que no se esté seguro de que ninguno de los dos tiene intención de hacer enfadar al otro. Hay que procurar siempre que el niño no moleste al perro explicándole que no debe tirarle de las orejas, ni tocarle los ojos o la trufa, ni agarrarlo por la cola.

El niño no debe mirar al perro fijamente en los ojos, ni soplarle en la nariz, molestarlo mientras come, o acercársele en silencio por la espalda o con un bastón en la mano. Aparte de estas prohibiciones, puede subirse a la grupa, jugar a pelearse, correr y saltar hasta la extenuación. Lo importante es que no se creen momentos de tensión o de incomprensión que el perro, que tiene mucha memoria, podría no olvidar y en consecuencia podría no apreciar la compañía de quien no se comportó bien con él.

EQUIVALENCIA ENTRE LA EDAD DEL HOMBRE Y LA EDAD DEL PERRO

Perro

Hombre

6 meses

10 años

12 meses

15 años

18 meses

20 años

2 años

24 años

3 años

28 años

4 años

32 años

5 años

38 años

6 años

43 años

7 años

49 años

8 años

54 años

9 años

60 años

10 años

65 años

15 años

87 años

EL LENGUAJE

El perro «habla» y posee tantas posibilidades de expresión que no tiene problemas de comunicación. Lo único que debemos hacer es saber interpretarlo. Usa la voz para ladrar, aullar, gruñir, gemir, etc. Recurre a la mímica facial para expresar alegría, miedo o agresividad. Emplea la cola para comunicarnos que está aterrorizado o contento, o bien que es dominante. Asimismo, suele manifestar su estado anímico mediante cambios en el pelo y en la posición del cuerpo.

El perro también sabe «leer», a pesar de no tener una vista muy aguda (exceptuando los lebreles). Con el olfato y el oído capta matices increíbles en el humor de sus congéneres y de los hombres, y analiza situaciones que no podemos ni imaginar. Oye desde lejos cómo se aproxima el coche de su dueño y percibe que en la casa del otro extremo de la calle hay una hembra en celo. Todas estas cualidades representan para nosotros una gran ayuda, y por esto lo hemos convertido en amigo privilegiado en el mundo animal. Por nuestra parte, debemos aprender a reconocer sus estados de ánimo y sus necesidades a partir de sus expresiones.

Cambiando de expresión, el perro puede comunicar sus cambios de intenciones y sus emociones. Mediante la combinación de orejas, ojos, labios y piel, consigue expresar sus diversos estados anímicos.

Todas las expresiones vocales del perro tienen un significado particular. El ladrido es típico del perro doméstico. El aullido es más raro y sirve par avisar: un cachorro que se queda solo en la casa puede aullar delante de la puerta para que su dueño se entere de que no puede entrar y de paso indicarle dónde se encuentra. Algunas veces, el perro estornuda para expresar su desagrado ante una situación determinada. Los cachorros gañen para indicar su sumisión antes de tumbarse con el vientre al aire, o bien gañen fuertemente escondiendo la cola entre las patas hasta que los atiendan.

La cola del golden expresa toda su jovialidad, gracias a las fantásticas mechas (si están bien cuidadas) y al movimiento que le imprime continuamente.

Al ser un perro en absoluto conflictivo, raramente la utiliza como un instrumento de amenaza, aunque cuando la lleva erguida e inmóvil, como el mástil de una bandera, lo mejor que podemos hacer es dejarle estar, puesto que está afirmando su vigor, en una actitud que es típica del macho cuando está en compañía de su hembra.

LAS PRIMERAS LECCIONES

La educación del cachorro de los dos a los cuatro meses

Cuando un cachorro de dos meses entra en nuestra vida desconoce por completo lo que representa vivir en compañía de seres humanos. Conoce al hombre porque le ha alimentado al dejar de mamar la leche materna y porque le ha propuesto algunos estímulos en sus primeros juegos con los niños. Ha aprendido a confiar en él por imitación del comportamiento de la madre, pero nada más.

Gracias al trato paternal que ha recibido por parte del criador, no considera que los hombres sean seres muy diferentes que él, sino que más bien los considera como perros grandes con quienes puede jugar y medirse para desarrollar su carácter y encontrar su lugar en el grupo. Una vez tenga confianza en nuestra persona, deberemos ponerle algunas normas, que no harán más que reforzar su estima.

La llamada

Lo primero que debe aprender un perro bien educado es acudir cuando se le llama, dejando de lado cualquier otra cosa de su interés. Si hemos sido capaces de convertirnos en su interés principal, el perro se sentirá feliz obedeciendo. Las primeras veces no le llamaremos inmediatamente después de haberle soltado, o sin motivo mientras esté haciendo algo. Empezaremos diciéndole ven aquí mientras está viniendo hacia nosotros. Cuando haya venido, le mostraremos nuestra alegría y jugaremos un poco con él.

La negativa

Al igual que la llamada, la negativa es otra orden que un cachorro de dos meses ha de reconocer perfectamente. El aprendizaje de estas órdenes no debe estar asociado al miedo, sino al hecho que no deseamos que realice una determinada acción y sobre todo que nos disgusta mucho que la lleve a cabo, hasta el punto de que podríamos abandonarlo a su destino excluyéndolo del grupo. El miedo al abandono será el motor que hará que poco a poco el cachorro aprenda lo que puede y lo que no puede hacer.

La correa

Es su primera obligación, pero también una forma de sentirse protegido y de hacer las cosas que le gustan. El collar es el primer paso para acostumbrarlo: jugando con él, tiraremos hasta que acepte la constricción en el cuello. Le ataremos la correa y daremos unos pasos por casa. No importa si tira hacia atrás intentando soltarse; lo arrastraremos con suavidad hacia nosotros, enseñándole una galleta que llevaremos en la mano.

Una vez conocidos el collar y la correa, ha llegado el momento de su primer paseo. Las primeras veces dará tirones o intentará retroceder para liberarse, con la esperanza de escurrirse del collar.

Las necesidades fisiológicas fuera de casa

Cuando el perro ya tiene confianza en el territorio «exterior», se contiene espontáneamente dentro de los límites de casa y hace sus necesidades fuera sin problemas. No olvidaremos mostrarle nuestra alegría por el hecho y, cuando se disponga a hacerlo dentro de casa le diremos ¡no!, y nos mostraremos contrariados cuando use el periódico. Al cabo de pocos días deberemos tener el valor de retirar el papel de periódico y aumentar el número de salidas. Recordemos que cada vez que defeque en la calle deberemos limpiar como si estuviéramos en casa: el incremento de población canina en las ciudades ha hecho necesaria esta norma cívica.

EL JUEGO PARA APRENDER

Para los cachorros es una forma de estar juntos, de conocerse mejor y saber quién es el más fuerte, el más valiente, el más reflexivo y el más rápido. Pero en realidad es el hombre quien dice que los cachorros «juegan» para referirse a este comportamiento. En efecto, los animales juegan, pero al mismo tiempo se agreden, se desafían, gruñen, se muerden el cuello, se acosan y persiguen todos juntos un objeto del que desean apoderarse, simulando una cacería. La misma madre los estimula en esta actividad, pero sin dejar que se pasen de la raya; y es precisamente en estos casos cuando oímos que un cachorro emite un fuerte grito y a menudo se tumba boca arriba para indicar que reconoce haber superado el límite.

Los adultos se comportan del mismo modo: arrancan de pronto en persecución de un objeto invitando a los cachorros a seguirles, como para enseñarles una técnica de caza, o bien los incitan a atacar y luego les imponen una sumisión.

Este juego, que tiene lugar a diario, debe continuar cuando el cachorro se separa de los hermanos, padres y tíos y se integra en la nueva familia, con la diferencia de que seremos nosotros quienes deberemos jugar con él, teniendo en cuenta que para el animal es una forma de aprender a comportarse y de asumir el lugar que le corresponde en la jerarquía.

Deberemos aprender a comportarnos con él como lo haría un adulto, lo cual significa que nunca iniciaremos un juego sin tener claro qué sentido tiene. Es fundamental que respetemos siempre la siguiente regla: «se juega para aprender». También podemos proponerle juegos de lucha, en el curso de los cuales deberemos reprenderlo con un ¡no! seco cuando gruña excesivamente o cuando no deje de mordernos las manos. En estos juegos el cachorro nunca ha de tener la impresión de poder imponerse y deben terminar siempre con la sumisión del cachorro.

El adiestramiento del cachorro de los cuatro a los seis meses

Hasta ahora hemos jugado con el cachorro y deberemos continuar haciéndolo, aunque con una pequeña diferencia. Hemos empezado enseñándole algunos comportamientos, y a partir de los cuatro meses debemos empezar a adiestrarlo. Por lo tanto, nuestro alumno tendrá que darse cuenta de que ha llegado el momento de ponerse a trabajar en serio.

En esta etapa el golden ha de adquirir confianza en sí mismo y respeto por el instructor y, dado que introduciremos ejercicios cuya respuesta es para el perro un signo inequívoco de sumisión, deberemos presentarlos siempre asociados a algo agradable y en ningún caso como una obligación.

Ya desde el principio se puede usar una cadena fina que no le oprima el cuello, o un collar-correa típico de los retriever. Es muy cómodo porque está formado por un solo elemento y, paseando con el perro, se puede mantener flojo.

La marcha con correa

En las exposiciones caninas y durante los ejercicios de adiestramiento el perro tiene que caminar siempre a nuestra izquierda. Ha de aprender a mantenerse a la altura de la rodilla, sin adelantarse ni retrasarse. Cuando esto ocurra, al principio adaptaremos nosotros el paso, sin dejar de felicitarlo muy efusivamente. Si perdura la tendencia a no seguir nuestro paso, habrá que dar breves tirones de la correa, felicitándolo igualmente cuando siga nuestro paso. Las muestras de satisfacción deben continuar cuando nos detenemos, de manera que aprenda a detenerse al mismo tiempo que nosotros.

¿PUEDE INICIARSE EL ADIESTRAMIENTO A LOS CUATRO MESES?

El golden es un perro seleccionado para el trabajo, concretamente para la búsqueda y cobro. Su tendencia natural es llevar a cabo esta función y, si el perro vive en una familia en la que sólo se le pide amistad, es posible que se vuelva perezoso o que busque desesperadamente algo para coger con la boca y llevar de un lado para otro. Para evitar estas situaciones, tan antagónicas como antinaturales, es conveniente proponerle desde cachorro un pequeño programa de adiestramiento que para él represente un juego y que, al mismo tiempo, le permita expresar la función para la que ha sido seleccionado.

Sentado

Le daremos la orden ¡sentado! en el momento en que el perro se disponga a adoptar espontáneamente la posición sentada, y lo felicitaremos jugando con él y mostrándole nuestra satisfacción con el ¡muy bien! Si le cuesta repetir el ejercicio en condiciones normales, le daremos la orden y simultáneamente efectuaremos una ligera presión con la mano en la grupa, para ayudarle a flexionar las extremidades posteriores de manera que quede sentado. Le daremos la orden cada vez que, caminando con él, nos detengamos.

Echado

El hecho de tumbarse por orden del dueño supone para el cachorro un momento de fuerte inhibición de sus instintos. En este caso también se debe actuar con mucho tacto y astucia: se le puede ayudar a tumbarse cuando está sentado tirándole de las patas anteriores suavemente hacia delante, al tiempo que le decimos ¡tierra! Si le cuesta realizar el ejercicio solo, le ayudaremos haciendo pasar la correa por debajo del pie y, después de haberle hecho sentar, le daremos la orden al tiempo que tiramos de la correa para que note el empuje hacia abajo.

La llamada

El cachorro ya conoce la orden ¡ven aquí!, y ahora debemos hacer que no tenga la menor sombra de duda en la respuesta. Atamos al collar una cuerda larga que servirá para ayudarle a reaccionar correctamente, reforzando su llegada con un trocito de comida. Cuando realice el ejercicio correctamente le quitaremos la cuerda y nos limitaremos a felicitarlo efusivamente. Si no quiere venir no deberemos perseguirlo, porque él interpretaría nuestra reacción como un juego, en el cual él sale como vencedor porque es más rápido que nosotros.

SOCIALIZACIÓN

En la mayoría de los casos, el golden no presenta problemas de socialización con las personas. Esto podría ocurrir a perros que siendo cachorros no habían tenido contacto con seres humanos, excepto con el criador que les llevaba la comida. En este desgraciado caso es conveniente que, desde el momento en que se haya instalado en casa, el perro empiece gradualmente a relacionarse con terceras personas, dentro y fuera de su territorio, que le toquen y le traten amistosamente.

Otro aspecto importante es la socialización con otros perros, sobre todo si en el criadero no ha tenido la oportunidad de conocer otros animales que no sean los hermanos y la madre. Para ello deberemos llevarle a los parques y, asegurándonos previamente de que los otros perros son equilibrados desde el punto de vista psicológico, le dejaremos que se relacione y juegue con ellos. Si deja escapar algún aullido no deberemos preocuparnos: será una buena lección de educación canina, importante para reconocer su propia condición de perro y, en concreto, de cachorro, y para descubrir que ha de ser capaz de someterse a los adultos, ya sea por respeto o bien para evitar daños peores.

ALIMENTACIÓN Y SALUD

Finalmente, el perro ha pasado a formar parte de nuestra familia, y ha llegado el momento de poner en la práctica el dicho mens sana in corpore sano.

En primer lugar recordaremos algunos conceptos sobre el significado de la comida para nuestro perro, un animal inteligente que asigna un significado concreto a cada acción que le atañe.

Cuando le ofrecemos el plato lleno de comida no realizamos únicamente un gesto mecánico cuyo fin es su supervivencia. En efecto, uno de los primeros signos de domesticación es que el animal depende directamente del hombre en lo que a la alimentación se refiere, es decir, que desde el punto de vista biológico el perro es totalmente dependiente del hombre.

Por consiguiente, si la domesticación se ha producido en parte a través de la comida, la forma en que se lo presentamos contribuye a definir la posición de perro en la jerarquía interna de su nueva familia.

En este capítulo veremos cómo se presenta la comida del perro para que este recuerde que come gracias a nosotros y que sin nosotros no podría sobrevivir; y esto no lo haremos por vanidad, sino para reforzar en la mente de nuestro nuevo amigo el recuerdo de que se ha convertido en animal doméstico, concretamente en un valioso auxiliar del hombre.

Alimentación es sinónimo de salud; en estas páginas veremos también cómo y cuándo alimentar al perro, sin pasar por alto algunos pequeños detalles y las golosinas que pueden hacerle más agradable la vida, igual que les ocurre a los niños.

Un perro sano es un perro que vive en un ambiente sano, sobre todo desde el punto de vista higiénico. Tampoco hay que caer en excesos, porque el perro tiene sus propias defensas naturales, bastante más numerosas y potentes que los humanos. Nuestra labor tan sólo consistirá en protegerlo de los parásitos internos y externos, y de todos los peligros que le puedan acechar en los lugares en donde el hombre no siempre actúa con las debidas precauciones.

Un perro bien alimentado y sano no será nunca un perro feliz si no realiza la cantidad adecuada de ejercicio físico. Puede adaptarse perfectamente a vivir en un piso de una ciudad, pero es imprescindible que se desahogue y corra. Esto significa que antes de adquirir un perro tenemos que estar seguros de que disponemos de tiempo suficiente para llevarlo cada día a algún lugar en donde pueda hacer ejercicio. Aunque tengamos jardín en casa, no deberemos conformarnos con llevarle a pasear esporádicamente (o peor aún, con dejarlo todo el día solo, y acordarse de que existe sólo a las horas de comer). Cada día tenemos que pasar un rato con él, jugando y corriendo. Es una buena costumbre hacer que se relacione con otros perros en cualquier momento.

LA ALIMENTACIÓN

En primer lugar hay que desmentir la convicción muy común de que el perro es un animal carnívoro. Su antepasado el lobo prefiere la carne, pero no hace ascos a las vísceras de sus víctimas herbívoras y a varios tipos de vegetales, como bayas, hierbas o tubérculos. Es más, las busca para reabsorber las vitaminas y las sales minerales indispensables para el equilibrio alimentario. Por otro lado, al estar en contacto directo con el hombre, el perro se ha adaptado rápidamente a comer lo que el hombre podía ofrecerle, ya sean los restos de su pobre comida o el monótono rancho a base de pan seco y lecho, en el caso de los perros de pastor en las montañas.

Si se le deja actuar por instinto, el perro se abalanza sobre el plato, devora su contenido y lo defiende enérgicamente. Es un comportamiento que forma parte del recuerdo ancestral: después de matar a la presa, se entabla una fuerte disputa entre todos los integrantes de la manada para hacerse con el animal capturado.

Nosotros hacemos las funciones de «jefe de la manada» y le «autorizamos» a comer, enseñándole a acercarse al plato tranquilamente, sin abalanzarse sobre la comida. ¿Cómo lo haremos? Las primeras veces detendremos al golden antes de que se precipite sobre la comida con un ¡no! pronunciado en tono seco, y la mano abierta sobre su cabeza; le haremos esperar 10 segundos y luego le dejaremos comer, para lo cual le daremos la orden «come». Cuando el animal haya aprendido el proceso, esperaremos 30 segundos antes de dejarle comer, sin olvidar nunca darle la orden pertinente.

Un cachorro ha de comer tres veces al día, ya que de esta forma asimilará mejor los alimentos. Conviene además que coma siempre antes que la familia y que se disponga de algún tiempo inmediatamente después para trasladarlo al exterior y que pueda hacer sus necesidades.

La comida de un perro joven se divide en dos tomas diarias hasta el año y medio. El perro adulto puede comer una sola vez al día, aunque le gusta empezar el día con un ligero desayuno.

LA ALIMENTACIÓN DEL PERRO ANCIANO

El perro es anciano a partir de los nueve años. Hoy en día, gracias al progreso en los campos médico y alimentario, muchos ejemplares superan esta edad fatídica y llegan a vivir —lógicamente con los achaques propios de la edad avanzada— hasta quince años o más. Si la alimentación sana y equilibrada ha sido un factor que ha contribuido a que el perro llegara a esta edad, todavía será más decisivo el hecho de adaptarla a las necesidades propias del animal anciano. Los alimentos han de contener proteínas nobles y fácilmente digeribles; la cantidad deberá reducirse en términos globales para que el aparato digestivo tenga que trabajar menos; y se le repartirá en dos o tres tomas. Por otro lado, el veterinario deberá aconsejarnos una integración de vitaminas y minerales adecuada para la edad del perro.

Un perro anciano sano estará forzosamente más delgado que cuando se encontraba en plenitud de fuerzas, debido a la disminución de la actividad fisiológica y a la pérdida de masa muscular. Por lo tanto, cuando un perro anciano tiene sobrepeso hay que replantear su alimentación, y si esto no basta tendrá que visitarlo el veterinario para determinar las causas de esta situación anómala. Un perro anciano gordo tiene dificultades para moverse, carga demasiado las extremidades y la columna vertebral, y además tiene más dificultades que un perro joven para superar los daños causados por la obesidad.

Un perro bien adiestrado puede desayunar con nosotros siempre y cuando disponga de su propia escudilla con leche y galletas

Un golden que trabaja consume una gran cantidad de energía. Su alimentación debe, pues, ser apropiada para hacer frente al desgaste físico y psicológico. Es preciso administrarle alimentos de excelente calidad porque serán más fácilmente digeribles, procurando que las cantidades de proteínas y de lípidos sean proporcionales al gasto energético que deba realizar. No es bueno dar de comer al perro antes de que comience a trabajar. Es mejor dejar pasar al menos tres o cuatro horas.

La alimentación de un perro que no realiza más actividades que un paseo por la mañana y otro al atardecer, y que suele correr un poco los fines de semana, debe adaptarse a la vida sedentaria. Pocas proteínas y pocos lípidos ayudarán al perro a que viva más tranquilamente, a que no sufra trastornos del hígado y a que no engorde inútilmente.

EL EXCESO DE PESO

El exceso de peso y la obesidad nunca son positivos en un animal: el primero casi siempre está causado por una mala alimentación y la falta de movimiento, mientras que la obesidad puede estar causada por disfunciones hormonales y metabólicas.

En el segundo caso es absolutamente necesaria la intervención del veterinario. En cambio, si el perro está simplemente demasiado gordo, bastará con un poco de sentido común y un poco de esfuerzo, por parte del perro, que deberá conformarse con una comida menos abundante, y por parte de quienes viven con él que deberán sacudirse la pereza y llevarle con más frecuencia a pasear, sin descartar la posibilidad de hacerlo en bicicleta; no ceder bajo ningún concepto a su mirada implorante cuando están comiendo; corregir la alimentación del perro con una dieta hipoproteínica equilibrada que le proporcione la energía necesaria, pero sin contener excesivas calorías.

Cuando se sigue una dieta adelgazante es conveniente controlar semanalmente el peso del perro. En algunos casos puede hacer falta una balanza que llegue a 200 kg, en la que pueda pesarse una persona robusta con el golden en brazos.

CAUSAS DE LA OBESIDAD

Predisposición natural de la raza.

Alimentación a base de las sobras de nuestra comida.

Animales sometidos a una operación de esterilización.

Edad avanzada.

Metabolismo anormal.

PROBLEMAS DEBIDOS A LA OBESIDAD

Trastornos circulatorios y respiratorios.

Dificultades motrices y problemas articulares, como la artritis.

Mayor incidencia de problemas cutáneos.

Mayores riesgos en caso de requerir anestesia e intervenciones quirúrgicas.

Mayor riesgo de diabetes.

Mayor riesgo de patologías hepáticas.

Las estaciones del año también influyen en la alimentación del golden: los alimentos con pocas proteínas y poquísimas grasas ayudarán a soportar un poco mejor la canícula. El agua fresca es muy importante, porque le refrescará, le bajará la temperatura corporal y también evitará las deshidrataciones.

Los alimentos secos se conservan fácilmente. Son muy cómodos y obligan a los perros a masticar. A algunos no les gustan porque no los encuentran demasiado apetitosos.

En cualquier caso, al administrárselos al perro, tendremos que colocarle un tazón con agua para que beba.

En invierno, a causa de las bajas temperaturas, el golden requiere ciertas atenciones. Es necesario que le demos todas las proteínas necesarias para obtener la energía que le permita moverse y regular su temperatura corporal. Si se encuentra en la nieve, habrá que darle agua suficiente para evitar que ingiera nieve, ya que puede contraer una infección.

LOS ALIMENTOS PREPARADOS

Casi todos los alimentos preparados, húmedos o secos, han alcanzado un nivel de calidad excelente, y son muy fiables tanto desde el punto de vista de la digeribilidad, como de la capacidad nutritiva. Además, son equilibrados en cuanto a la integración vitamínica y mineral. Son muy cómodos, sobre todo cuando el perro tiene que comer en diferentes lugares y cuando se viaja. Se venden en todas partes y se conservan fácilmente. Si se opta por un alimento seco es conveniente humedecerlo un poco antes de suministrarlo, o acompañarlo con agua fresca.

Los alimentos preparados son excelentes, muy apetitosos y apreciados por el perro. Son muy cómodos, ya que no es necesario acompañar la comida del perro con un cuenco lleno de agua

La alimentación casera necesita una cierta habilidad para preparar alimentos, ya que los hidratos de carbono y las legumbres deben administrarse en la proporción correcta y es necesario añadir vitaminas y sales minerales.

COMPOSICIÓN DE LOS ALIMENTOS SECOS

Condiciones de vida

En verano

En invierno

 

proteínas

grasas

proteínas

grasas

Sedentaria

20 %

5 %

20 %

9 %

Normal

22 %

9 %

25 %

12 %

Activa

30 %

15 %

30 %

20 %

Anciano

18 %

5 %

18 %

9 %

* Estos porcentajes son de referencia, ya que varían ligeramente según el fabricante.

No deberá sorprendernos que el perro coma hierba, porque es un comportamiento totalmente normal. Es posible que lo haga porque ha encontrado un sabor particularmente agradable, o porque le duele el estómago y le alivia comer hierba.

LA ALIMENTACIÓN CASERA

Sin lugar a dudas es la que prefiere el golden. No debe consistir en una mezcla casual de los restos de cocina, sino que debe respetar las necesidades nutricionales del perro. Por lo tanto, la comida del perro ha de prepararse teniendo en cuenta las proporciones correctas de carne, hidratos de carbono, verduras y complementada adecuadamente con sales minerales y vitaminas.

El perro ha pasado del estado salvaje a ser auxiliar del hombre en una vida siempre al aire libre, y hoy en día ha acabado siendo un animal urbano, como muchos de sus amigos de dos patas. Con ello ha perdido la posibilidad de complementar la dieta carnívora con hierbas, bayas, frutos y raíces. Si tenemos planeado salir a menudo de la ciudad con el golden —fines de semana, concursos, exposiciones, vacaciones— y hemos decidido darle una dieta casera, es conveniente acostumbrarlo a comer también alimentos secos.

El perro es un animal de costumbres fijas que acepta mal los cambios de alimentación, que pueden causarle problemas digestivos, de poca gravedad pero molestos, que se manifiestan con diarrea y malestar general. Para evitar estos inconvenientes le acostumbraremos a alternar el tipo de comida —dos o tres días de alimentación casera y uno o dos de pienso— o bien incluir en la comida de cada día una parte de alimento seco equivalente a un tercio del total.

Es una buena costumbre dar periódicamente al perro un hueso para roer.

Es importante que el hueso no se astille. Nunca hay que darle huesos de aves; el mejor es la rodilla de buey, de vaca o de caballo.

Además de ser una diversión, el hueso favorece la limpieza de los dientes y la eliminación del sarro; es, por decirlo de algún modo, el cepillo de dientes idóneo para nuestro perro.

La periodicidad con la que podemos darle un hueso es cada 10 o 15 días, según consideremos conveniente.

ALIMENTACIÓN CASERA DIARIA DE UN ADULTO DE 50 KG

Carne

500 g

Levadura de cerveza

20 g (en perro activo)

 

en perro activo: 15-20 % de grasas

Aceite de semillas

una cucharada sopera

 

vida sedentaria: 10-12 % de grasas

Yemas de huevo

2 por semana

Pasta de arroz

400 g

Sales minerales*

 

Verduras mixtas

200 g

Vitaminas*

 

* Las sales minerales y las vitaminas se suministran atendiendo a las instrucciones de uso de cada producto

 

EL CHOCOLATE

Un perro que vive con nosotros en un piso no puede sentirse excluido de nuestras pequeñas alegrías. Si estamos comiendo una chocolatina que nos gusta especialmente, nuestro amigo se dará cuenta inmediatamente y querrá también él. Le podemos dar un trocito, pero no demasiado porque a los perros les cuesta digerirlo.

Si el perro nos ve comer en la mesa, es muy probable que se nos quede mirando con un aire entristecido y nos dé unos golpecitos con el morro. No debe permitirse que se acerque a la mesa y mucho menos que ponga las patas en ella. Si se hiciese demasiado molesto, habrá que ponerle un cuenco con comida lejos de la mesa.

Los cachorros comen juntos desde el destete hasta los cuarenta días. A partir de esta edad se les tiene que enseñar a comer cada uno en su propio comedero, para que cuando llegue el momento de la separación, estén ya acostumbrados a comer solos.

EL MOVIMIENTO

No olvidemos que el perro por lo general es bastante holgazán y que, si se le deja solo en un jardín, una vez haya marcado el territorio con la orina, puede pasarse horas y horas tumbado delante de la puerta. En efecto, su principal deseo no es correr sin ningún objetivo preciso, sino estar cómodo en medio de su familia (a ser posible tumbado en una alfombra a nuestros pies o en un sofá).

En estado natural los animales corren casi exclusivamente para cazar: todo movimiento tiene como finalidad la nutrición, e incluso el juego de la manada tiene como objetivo la definición de la jerarquía que les permitirá comer antes y, en consecuencia, adjudicarse las mejores partes de la presa.

Antes de dar de comer a nuestro golden jugaremos un poco con él y luego le «concederemos» el plato, pretendiendo el debido respeto por el «jefe».

LA SALUD

Cuando el perro entra por primera vez en casa, una de las primeras preguntas que nos planteamos con una cierta preocupación es: ¿cómo sabremos si está enfermo? En este capítulo procuraremos explicar algunos trucos del oficio, aquellos pequeños detalles que todas las madres saben para descubrir rápidamente si los síntomas de su niño son sólo un mal pasajero o si merecen ser examinados por el pediatra. Pero en el caso del perro esto comporta algunas dificultades más porque su cuerpo, pese a ser de carne y hueso como el nuestro, es distinto y resulta más complicado apreciar al instante la gravedad de un determinado síntoma. Además, el perro no habla, no sabe decirnos que le duele la cabeza, los dientes o el vientre. Por otro lado, es muy buen actor, y, para ganarse unas caricias y convertirse en el centro de atención, puede fingir cojera o un terrible dolor de barriga.

Un bello manto brillante y terso, sin escamaciones (que suelen ser frecuentes en la época de muda o durante la renovación natural de la piel), pero sobre todo una piel sana, indica que el perro posee una buena salud

Según la creencia popular, la trufa indica el estado de salud del perro. Esta suposición se debe sin duda al conocimiento de que el olfato es el sentido más desarrollado y, en consecuencia, más importante en el perro.

Asimismo la trufa tiene que estar siempre húmeda, aunque a veces las trufas secas o agrietadas suelen ser bastante normales en perros que acostumbran a excavar o arrastrar la nariz por el suelo para rastrear.

Los dientes son muy importantes para el perro, y lo eran todavía más para sus antepasados, puesto que los utilizaban para matar a la presa, desgarrar la carne y masticarla.

Hoy en día, al haberse convertido en un animal doméstico, el perro ya no caza para comer, y come alimentos desmenuzados y blandos.

A pesar de todo, los dientes requieren unos cuidados especiales. Un hueso cada 15 días ayuda a mantenerlos limpios. Por otra parte, también cada 15 días es conveniente limpiar los dientes y las encías al animal para prevenir la formación de sarro, con agua y bicarbonato de sodio, utilizando una gasa o un cepillo dental.

Si nuestro perro entra en contacto con otros perros (por ejemplo, en parques, exposiciones, campos de adiestramiento) puede ser infestado por varios tipos de parásitos, internos o externos. Casi siempre se pueden eliminar. Para ello se puede aplicar un tratamiento preventivo periódicamente (cada seis meses) y usando antiparasitarios cuando se le lava.

Lamerse, rascarse, mordisquearse y sacudirse son comportamientos normales que forman parte de la limpieza de todos los días.

En cambio, lamerse insistentemente puede ser síntoma de problemas dermatológicos, de infestaciones parasitarias o incluso de una fuerte inhibición.

En el caso de que esta última fuera la causa, habrá que replantearse el tipo de relación que se mantiene con el perro.

Sea como fuere habrá que intervenir rápidamente para acabar con este hábito, distrayéndolo cada vez que le veamos hacerlo, cosa que mejorará sin duda la imagen que haya podido hacerse de nosotros.

Al despertarse, después del baño, en periodos de calor, es normal que sacuda el cuerpo y la cabeza. De este modo se estimulan las glándulas odoríferas de la piel, los labios se levantan y se refresca la boca, etcétera.

Pero cuando sacude la cabeza y se rasca las orejas repetidamente significa que algo no funciona en el pabellón auditivo del perro. Quizá le haga falta una simple limpieza con un algodón y unas gotas antisépticas, pero si el síntoma persistiese, la causa podría ser un cuerpo extraño o incluso una otitis de mayor o menor gravedad, en cuyo caso debería verlo el veterinario.

Cuando estando en casa le llamamos y el animal se limita a alzar la cabeza o a mover los ojos, la situación no es normal y menos en el caso de un golden retriever, siempre dispuesto a hacer ejercicio.

Si el perro se comporta así a lo largo de todo el día, deberemos preocuparnos y realizar una serie de comprobaciones: le miraremos las encías, la nariz, le tomaremos la temperatura y controlaremos si se ha acabado la comida en cuyo caso la repondremos de inmediato.

Las encías blancas que no cambian de color al presionar con un dedo, la temperatura elevada y la trufa seca son síntomas que deben ser examinados por el veterinario. Puede tratarse de un malestar pasajero, pero también pueden ocultar algo más grave que pudiera ocasionar un disgusto.

La temperatura corporal y las pulsaciones son dos indicadores del estado de salud del perro.

Para tomar la temperatura al perro se le introduce por vía rectal un termómetro pediátrico; la frecuencia cardiaca se toma presionando suavemente con los dedos la arteria femoral contra el fémur. Si presionamos con el pulgar la cara externa del muslo y con el índice y el medio la interna, debajo de estos dos últimos notaremos el «pulso» del perro.

PARÁMETROS FISIOLÓGICOS

 

Cachorro

Adulto

Temperatura corporal

38-39 °C

37,5-38,5 °C

Pulsaciones en reposo

100-130 por min

60-120 por min

LAS PARASITOSIS

Son enfermedades fácilmente identificables, bastante difundidas; no son graves pero sí son molestas; afectan al aparato digestivo (parásitos internos) y a la piel (parásitos externos).

Parásitos internos. Son los ascárides, los ancilostomas, las tenias y los tricocéfalos. Se detectan observando el comportamiento del animal (el perro se lame), el aspecto (pelo opaco y adelgazamiento) y los excrementos; realizando un examen coprológico se pueden apreciar los huevos de los parásitos. La terapia consiste en la administración de antiparasitarios específicos, apoyada con un tratamiento de carácter preventivo consistente en la eliminación de los excrementos sólidos y en la desinfestación del lugar en donde vive nuestro perro.

Parásitos externos. Son las pulgas, los piojos, las garrapatas, los ácaros de la sarna y los hongos; estos últimos causan las micosis. Su presencia se puede detectar por el comportamiento del animal (el perro se rasca continuamente y se lame), el aspecto (pelo opaco y a veces roto), o incluso se pueden ver a simple vista. Las pulgas también dejan bolitas en la base del pelo, que son los excrementos de las propias pulgas.

Las micosis y la sarna están causadas por unos parásitos muy pequeños, visibles sólo en el microscopio, y por esta razón sólo se aprecia la consecuencia, que es la caída del pelo del área afectada. El veterinario, una vez identificado el parásito, nos aconsejará el tratamiento adecuado.

Las pulgas, los piojos y las garrapatas son visibles a simple vista, y se pueden prevenir con un champú adecuado o con collares antiparasitarios. En cualquier caso es conveniente desinfestar los lugares frecuentados por el perro para eliminar los huevos.

Atención a las garrapatas, que deberán separarse cuidadosamente de la piel del perro. La prevención contra este parásito con productos específicos es especialmente aconsejable, sobre todo en áreas de riesgo, ya que la garrapata puede transmitir la piroplasmosis, que se manifiesta con una fuerte anemia fácil de curar si se detecta a tiempo (orina de color entre anaranjado y marrón, con fiebre de 40 y 41°), pero que puede conllevar la muerte del animal si no se cura a tiempo.

CONTAGIO DE LAS ENFERMEDADES DEL PERRO

La gran mayoría de las enfermedades que afectan a las especies animales son específicas, es decir que sólo se transmiten de perro a perro, de hombre a hombre, etc. Las que sí pueden ser contagiadas son unas 200 (según datos de la Organización Mundial de la Salud), pero en gran parte de los casos la difusión se produce lejos de los lugares que normalmente frecuentan los seres humanos y los animales domésticos. Las pocas enfermedades de las que es responsable el perro doméstico son:

  infecciones tetánicas por mordeduras y arañazos;

  dermatitis y micosis debidas principalmente a la falta de higiene;

  los parásitos externos raramente se transmiten del perro al ser humano, y el único que puede crear algún problema es la garrapata;

  el único parásito interno que se transmite al hombre es la tenia, aunque el riesgo se limita al contacto con perros desconocidos;

  la rabia, enfermedad vírica afortunadamente poco difundida actualmente y que se encuentra bajo control sociosanitario gracias a la vacuna obligatoria en las zonas consideradas de riesgo.

LA VISITA AL VETERINARIO

El veterinario, además de efectuar las visitas rutinarias y todas las acciones de carácter sanitario que le competen, suele ser también un experto en el comportamiento del perro, y no tendrá inconveniente en aclararnos todas las dudas que le expongamos, sobre todo en el campo sanitario. Nos explicará cuáles son los síntomas que han de ser motivo de preocupación, y qué hacer en determinadas circunstancias, antes de correr desesperados a su consultorio. Nos explicará por ejemplo que muchas veces una diarrea normal, antes de ser tratada con fármacos, puede ser curada con sentido común: un día de ayuno y dos días comiendo con pocos hidratos de carbono. De este modo nos ahorraremos las horas transcurridas en la sala de espera y una visita en muchos casos inútil.

En la sala de espera de un centro veterinario suele haber muchos perros. Evitaremos cualquier tipo de riña y, aunque el nuestro esté bien educado, haremos que se siente a nuestro lado y procuraremos que se esté quieto. Si está nervioso por encontrase en un lugar desconocido, lo tranquilizaremos con caricias y con la voz o bien saldremos al exterior para dar un corto paseo después de haber reservado el turno.

Si se trata de la primera revisión, concertaremos visita a una hora poco concurrida, para que el cachorro no se asuste al estar en un lugar nuevo y con perros desconocidos. Deberemos llevarlo en brazos porque, al no haber completado el programa de vacunas, es preferible no arriesgarse a que entre en contacto con otros perros.

Inmediatamente después de haber comprado el cachorro, lo llevaremos al veterinario para una revisión general y comprobar que no tenga algún defecto que nos haya pasado por alto. Más tarde, lo llevaremos nuevamente para vacunarlo.

Cuando el perro es adulto, y si goza de buena salud, basta una visita semestral para las vacunas (moquillo, parvovirosis, leptospirosis, rabia), que el veterinario aprovechará para efectuar una revisión general y un examen de las heces (recogidas en un frasco que se compra en las farmacias).

Si el perro vive en un lugar con elevada presencia de mosquitos, es conveniente plantear un tratamiento preventivo contra la filaria, una enfermedad cardiopulmonar transmitida al perro mediante la picadura. El veterinario puede detectarla en las visitas rutinarias, pero dado que el tratamiento es fastidioso y la curación larga y no siempre completa, es aconsejable comunicarle si el perro ha estado o está a punto de viajar a una zona de riesgo. De este modo se podrá aplicar un tratamiento preventivo, que hoy en día ofrece una garantía total.

La displasia de la cadera es una patología grave de la articulación coxofemoral. Es específica del rottweiler y resulta difícil de diagnosticar antes de los cinco meses, por lo cual la única garantía es la exención de esta patología por parte de ambos progenitores. La displasia se manifiesta con cojera y dolor a la palpación de la zona afectada. La única forma de asegurarse de que un perro carece de esta enfermedad, o de determinar el grado, en caso de haberla, es por medio de una radiografía, que deberá realizarse también a los perros que aparentemente están sanos, si bien habremos de esperar a que cumplan un año de vida.

1. Sin displasia; 2. Con displasia

LAS VACUNAS

Las vacunaciones anuales han sido el arma más eficaz para vencer algunas enfermedades de origen bacteriano o vírico que durante muchos años han supuesto un grave riesgo para la vida de nuestros perros. El recordatorio anual es prácticamente un deber para el dueño de un perro y, con mayor motivo, para el criador que posee hembras. Los cachorros al nacer están protegidos por los anticuerpos de la madre, se vacunan por primera vez a los 50 días de vida, y se les inyectan recordatorios periódicamente.

Las vacunas más comunes son contra la leptospirosis, contra el virus del moquillo, la hepatitis, la parvovirosis y la tos de las perreras. Esta última se aconseja especialmente en lugares de mucha población canina, por ejemplo en un criadero.

EL PROGRAMA DE VACUNAS

 

50-55 días

70-75 días

90-95 días

3-6 meses

recordatorio anual

Moquillo

 

 

Hepatitis

 

 

Parvovirosis

 

 

Leptospirosis

 

 

Tos de las perreras

 

 

 

Rabia

 

 

 

* En situaciones de riesgo, recordatorio a los 15 días.

PRIMEROS AUXILIOS

Las situaciones que describiremos en este apartado requieren, en la mayoría de los casos, la intervención del veterinario; sin embargo el propietario ha de tener recursos para practicar una primera curación mientras esperamos al especialista.

1. Picaduras de insectos: las zonas de más incidencia son la boca, los labios, la lengua, las orejas y las patas delanteras. Se lava inmediatamente la parte afectada con agua fresca y se observa la rapidez de la inflamación. Si además de prurito, sed y nerviosismo general se observan dificultades respiratorias, llevaremos el perro al veterinario; 2. Golpe de calor: es típico del animal al que han dejado encerrado dentro de un automóvil (incluso con la ventanilla un poco abierta); también puede producirse cuando el perro lleva a cabo grandes esfuerzos, o no tiene la posibilidad de resguardarse en la sombra en un día particularmente caluroso. Mojaremos rápidamente al perro con agua (si es posible bañándolo en agua fría), y seguidamente lo instalamos en un lugar fresco en donde le dejaremos descansar con una manta mojada encima. Si en poco tiempo la situación no mejora, contactaremos con el veterinario más próximo; 3. Mordedura: en este apartado omitiremos las situaciones particularmente graves que puedan afectar a los órganos internos, en las que sólo podrá intervenir el veterinario. Si la mordedura es superficial y no presenta graves laceraciones la lavaremos con agua, cortaremos el pelo alrededor de la herida y la desinfectaremos con agua oxigenada; si la herida está cerca del ojo, es preferible utilizar agua bórica. La capacidad de cicatrización del perro es muy alta y, en consecuencia, si la herida no supera los dos centímetros, no será necesario ponerle puntos de sutura; sólo la haremos coser si el golden participa en exposiciones y queremos que la herida se cierre a la perfección

Para la primera cura mientras se espera al veterinario se necesita un material de primeros auxilios: suero fisiológico, agua oxigenada, gasas, vendas elásticas, esparadrapo, algodón hidrófilo, jeringuillas, tijeras de punta redonda, cortaúñas, termómetro pediátrico.

Es posible que veamos algún perro con un extraño collar, parecido a un embudo o a un cuello de la época isabelina; precisamente por esto recibe el nombre de collar isabelino.

Este collar sirve, por un lado, para evitar que el perro pueda rascarse la cabeza con las patas traseras y, por otro, impide que el animal pueda alcanzarse muchas partes del cuerpo con la boca, y no se lama las heridas o alguna pomada.

El perro escupe de manera instintiva cualquier cosa que se le introduzca en la boca en contra de su voluntad. Para lograr que se tome un comprimido se lo tendremos que introducir profundamente en la garganta, e inmediatamente masajearle el cuello. No olvidaremos abrirle la boca para comprobar que no la haya retenido en algún rincón de la boca. Todavía es más difícil convencerlo (o mejor dicho, obligarlo) de que acepte tomarse un medicamento líquido: utilizaremos una jeringuilla sin aguja y le inyectaremos lentamente el líquido por la comisura labial. Si el animal lo expulsa veremos si tenemos más suerte depositando, también con la jeringuilla, el producto en la superficie de la lengua, lo más al fondo posible.

Si el animal debe seguir un tratamiento en el que se incluyen inyecciones, y el veterinario nos sugiere que se las pongamos nosotros mismos, debemos saber que hacerlo no es tan complicado. Si la inyección es subcutánea, levantaremos un pliegue de piel del perro con dos dedos, clavaremos la aguja horizontalmente y haremos retroceder ligeramente el émbolo. Si retorna inocularemos el líquido, y la inyección ya estará puesta.

Una inyección intramuscular se coloca en la parte posterior del muslo o en la nalga, procurando no tocarle el hueso con la aguja. Antes de inyectar el contenido aspiraremos ligeramente con la jeringuilla para asegurarnos de que no hemos clavado la aguja en un vaso sanguíneo: si así fuera, el líquido se teñiría de rojo por culpa de la sangre aspirada, y entonces deberíamos retirar la aguja y repetir la operación hasta que al aspirar no cambie el color del medicamento; una vez puesta la inyección efectuaremos un ligero masaje en la parte.

Los supositorios no gustan a nadie, y mucho menos a un perro, que lo considera como un atentado a su dignidad. Por esta razón, si es un animal muy dominante deberemos ponerle el bozal, y si estamos solos tendremos que ponernos a horcajadas sobre el lomo.

Le introduciremos el supositorio con sumo cuidado en el recto utilizando una bolita de algodón como tapón y esperaremos unos segundos para evitar que lo expulse.

ATROPELLO: CÓMO TRANSPORTAR UN PERRO ACCIDENTADO

Los atropellos son bastante raros, pero constituyen un riesgo para el cachorro que vive en la ciudad. Lo principal es saber que un atropello afecta a todo el organismo, aunque el traumatismo esté claramente localizado, por ejemplo en una pata; se pueden haber producido lesiones internas y, por consiguiente, es indispensable que el veterinario vea al perro. Otro aspecto importante es prestar mucha atención al transporte del perro herido.

La mejor solución es extenderlo cuidadosamente en una superficie lisa para evitar que se agraven las posibles lesiones internas; cuando lo transportemos, evitaremos los baches en la medida de lo posible.

Si no disponemos de ninguna base rígida, lo moveremos con mucha cautela; si es un cachorro, lo levantaremos pasándole un brazo alrededor del cuello y otro por debajo del tórax, sin comprimir la zona abdominal; si es adulto lo agarraremos de manera que apoye el tórax contra el nuestro y el mentón sobre un hombro, y lo aguantaremos con un brazo por debajo de los muslos y lo abrazaremos suavemente, con el otro brazo apoyado en sus hombros.

ENVENENAMIENTO, INTOXICACIÓN E INGESTIÓN DE CUERPOS SÓLIDOS

Para satisfacer su curiosidad el perro usa principalmente el olfato, por ello, especialmente cuando es cachorro, pasa mucho tiempo con el hocico en el suelo. Es bastante normal que pruebe algo que tenga un olor particular, que mastique o ingiera algún cuerpo sólido; casi siempre el daño es poco o inexistente, pero también puede ocurrir que se trague algo tóxico, de gran tamaño o que le produzca laceraciones en los órganos internos.

Sustancias nocivas

Si la sustancia queda retenida en la cavidad oral, se aprecia una abundante salivación, tos, úlceras en la lengua, en las mucosas y en algunos casos síntomas de ahogo. En cambio, si pasa rápidamente al estómago los síntomas aparecen más tarde, a veces incluso días después, con manifestaciones:

  neurológicas: convulsiones, temblores, rigideces, pérdida del conocimiento; son síntomas típicos de la ingestión de herbicidas, pesticidas e insecticidas;

  generalizadas: típicas de los venenos, como por ejemplo la estricnina, de la inhalación de óxido de carbono o de la ingestión de determinadas partes de plantas como el oleandro o el tejo, o de alguna seta. El malestar se manifiesta con vómito, espasmos, diarrea, temperatura muy baja (conviene dar calor al animal) o muy alta (conviene enfriarlo, mojándole la frente y el pecho con un trapo húmedo);

  dificultades de coagulación de la sangre: el perro se muestra desganado y vomita, pero lo más importante es que la sangre no le coagula; es típico de los raticidas.

Ingestión de cuerpos sólidos

Por desgracia no es rarísimo que un macho se trague una piedra durante el celo de una hembra, o que un cachorro muerda y acabe tragándose una rama de rosal o un pedazo de alambre. Si la piedra es pequeña recorrerá todo el tubo digestivo hasta ser expulsada, pero si es demasiado grande podrá causar una oclusión intestinal. Esto podemos notarlo si el perro pierde el apetito, bebe mucho y tiene conatos de vómito. En el caso anterior del cachorro observaremos sangre en los excrementos, inapetencia, sed e indicios sanguinolentos en lo poco que consigue vomitar.

En ambas situaciones es indispensable la intervención del veterinario, que la mayor parte de las veces deberá operar para extraer el cuerpo extraño.

LA GESTACIÓN Y EL PARTO

El parto es un acontecimiento muy emocionante que todo propietario de una hembra desearía poder vivir. Criar una camada no es tan sencillo como parece, y requiere una serie de conocimientos, paciencia y dedicación. Los cachorros necesitan una serie de cuidados; además, a los 20 o 25 días empiezan a corretear por casa, causando todo tipo de destrozos, a causa de su gran vitalidad, el afán de explorarlo todo y la necesidad de satisfacer sus necesidades fisiológicas. Si no estamos seguros de tener el tiempo suficiente para cuidar de la camada, es preferible renunciar a la experiencia, a lo que debe añadirse la dificultad que supone muchas veces encontrar nuevos propietarios para los cachorros.

Si por la razón que sea queremos a toda costa que la hembra tenga una camada, podemos cederla al criador, que se encargará de los preparativos y de la supervisión del parto, y atenderá debidamente a los cachorros. Otra solución es hacerla parir en casa y posteriormente llevar a la madre y a los cachorros al criadero, aunque nunca entre los 15 y los 30 días.

La gestación

Si durante un paseo observamos que un macho corteja con especial interés a nuestra perra y le huele debajo de la cola, significa que el celo es inminente. El macho lo percibe por el olor que desprende la hembra, provocado por una serie de cambios hormonales que están teniendo lugar en su organismo. Nosotros podemos apreciarlo a simple vista: la vulva se vuelve turgente y al cabo de pocos días empieza a tener pérdidas de sangre.

Cuando las gotas de sangre se hacen más claras, densas y de color pajizo (aproximadamente a los nueve días) significa que ha empezado la ovulación. La hembra sólo acepta al macho durante este periodo, que dura de media tres días.

Los primeros 40 días a partir de la monta es difícil apreciar si la hembra está grávida. Podemos observar algunos signos: está más tranquila, deseosa de soledad y al mismo tiempo afectuosa, aunque por otro lado también es más irascible, hasta el punto de que puede llegar a morder. Si desea moverse, puede correr y saltar tanto como quiera.

La posesividad se acentúa durante la gestación, y en los últimos 15 días puede convertirse en una obsesión y hacer que la perra se adueñe celosamente de algún objeto, sobre todo peluches pequeños. El abdomen aumenta de tamaño, los movimientos se hacen más pesados y le gusta tumbarse sobre un flanco; los pezones se hinchan, y puede ocurrir que uno o días antes de parir dejen escapar alguna gota de suero blanco. De vez en cuando excava en los lugares más imprevisibles, como por ejemplo en la alfombra de casa, como si estuviera preparando una madriguera.

El parto

El parto tiene lugar entre los 59 y los 63 días a partir de la primera monta. Es un hecho natural que una hembra equilibrada es capaz de realizar guiándose por el instinto.

Unos días antes del parto le enseñaremos el lugar que habremos preparado para el parto. La paridera, que instalaremos en una sala caldeada, debe tener unas dimensiones que permitan a la perra estar tumbada y extender las patas mientras está pariendo. Le obligaremos con mucho tacto a que pase en ella el máximo tiempo posible, le daremos de comer al lado o incluso dentro, y le facilitaremos algunas sábanas viejas que, unas horas antes del parto, rasgará hasta convertir en mil pedazos.

El inicio del parto está anunciado por las contracciones y una respiración jadeante, lenta y profunda. Los cachorros nacen a intervalos que van de los pocos minutos a las dos horas. En cuanto nacen, la madre les libera de la placenta, que se come inmediatamente después de haber cortado con los molares el cordón umbilical. Los cachorros más tónicos van inmediatamente en búsqueda del calor materno y los otros lo hacen ayudados por la madre que los empuja con el hocico; la búsqueda finaliza en el pezón de la madre.

Normalmente el parto transcurre sin problemas, pero si observamos que entre un cachorro y el siguiente pasa mucho tiempo, o que se ha roto la placenta antes de salir el cachorro y este corre el riesgo de ahogarse, llamaremos inmediatamente al veterinario, al que ya habremos avisado previamente.

Durante el primer día las mamas no segregan leche, sino calostro, una sustancia rica en anticuerpos que proporciona al cachorro una base inmunitaria que le durará hasta los 50 días, momento en que le tocará la primera vacuna.

Los cachorros crecen

Los sentidos se desarrollan a lo largo del primer mes. Durante la primera semana se sirven del olfato y del tacto para encontrar el cuerpo de la madre que les proporciona calor y leche. A los diez días los cachorros abren los ojos, que son de color gris agua. Al principio sólo ven sombras y contornos, y poco a poco comienzan a distinguir el mundo que los rodea. En cuanto al oído, hay que esperar hasta el final de la segunda semana para que el conducto auditivo se abra. El gusto tiene un desarrollo más lento; los cachorros no empiezan a distinguir los sabores hasta los veinte o veinticinco días, momento en que realizan las primeras tentativas de ponerse en pie y caminar.

1. Reborde para que los cachorros no puedan ser aplastados; 2. Fondo de moqueta (intercambiable); 3. Pared de madera maciza; 4. Calzo que permite separar la paridera del suelo; 5. Fondo de contrachapado; 6. Pared rebajada para facilitar el acceso de la hembra

Sección de una paridera

EL CONTROL DEL PESO

El peso de los cachorros al nacer oscila entre los 350 y los 500 g. Durante el primer día de vida experimentan un ligero descenso de peso, y empiezan a crecer a un ritmo de 50 g diarios durante el primer mes. Conviene pesarlos cada día para controlar el ritmo de crecimiento.

En esta fase ya se puede empezar a diversificar la dieta. El destete se inicia con un alimento lo más parecido posible a la leche de la madre, y gradualmente se va añadiendo la primera carne. La madre los alimentará todavía durante un par de semanas, y nosotros la ayudaremos a disminuir la producción de leche alimentando con mayor frecuencia a los cachorros.

Al cumplir los treinta días ya son autónomos: ven, oyen, huelen y caminan, por fin pueden decidir a dónde van, y en consecuencia comienzan a realizar sus primeras exploraciones. Cada día se alejan más de la madre, pero se refugian en sus patas así que oyen o ven algo nuevo o imprevisto, aunque su inexperiencia les hace ser muy confiados, especialmente con el hombre. De estos primeros encuentros dependerá la seguridad con la que, una vez adultos, afrontarán todas las novedades que la vida con los seres humanos les irá proponiendo.

EL ADIESTRAMIENTO

El golden retriever nace como perro de trabajo especializado en el cobro de las piezas en terrenos de difícil acceso y también en agua. Actualmente la caza ya no es una necesidad, y el golden se ha convertido en el compañero ideal del hombre. Sus funciones se han ampliado y, además del cobro, puede ser guía para invidentes o puede orientarse al adiestramiento deportivo.

En un capítulo anterior hemos visto el aprendizaje de las normas de educación básicas. Ahora, en este capítulo, daremos un paso más y nos centraremos en el adiestramiento avanzado, que sin ninguna duda proporcionará grandes satisfacciones tanto al perro como a su amo.

EL ADIESTRAMIENTO AVANZADO PARA EL CONTROL DEL PERRO

Los ejercicios que veremos a continuación son esencialmente ejercicios de repaso y de corrección de la educación inicial. El golden retriever que recibe un adiestramiento deportivo debe saber caminar perfectamente al lado de su conductor con y sin correa, acudir a la llamada, saltar un obstáculo y, precisamente por ser un perro de cobro, detenerse a distancia. Esto último porque puede darse la circunstancia de que cuando esté yendo a recuperar una pieza abatida o un dummy (apport especial para perros retriever), se le tenga que detener con la voz por motivos muy dispares.

La conducción con correa

Para evolucionar en un adiestramiento avanzado, el perro ha de saber caminar siempre junto a su amo sin que se le tenga que repetir la orden y sin tirar de la correa. Para aumentar el grado de dificultad se puede pasar con el perro cerca de otro perro, o hacer que una tercera persona lance el dummy mientras estemos caminando.

La conducción sin correa

Se empieza realizando una marcha con correa, y de vez en cuando esta se deja apoyada en el lomo del animal, al tiempo que se le da la orden ¡pie! Si el perro no obedece porque se da cuenta de que está libre, se recupera inmediatamente la correa, se tira de ella para poner al animal en su sitio y simultáneamente se repite la orden ¡pie! En cambio, si el animal muestra indiferencia a la libertad, se ata al collar un hilo de nailon, que el conductor sujeta por el otro extremo. A continuación se le suelta el mosquetón de la correa sin que el animal se dé cuenta, y se le da la orden ¡pie! Si el perro continúa caminando correctamente, se harán unos pasos y el conductor lo felicitará. En cambio, si nota que está libre, el conductor deberá retenerlo bruscamente con la correa invisible y repetir la orden ¡pie!

Sentado

Es un ejercicio preliminar de todas las fases del adiestramiento, un momento de atención obligatoria —equivalente a la posición de «firmes» del soldado—. La ejecución correcta del «sentado» se realiza con el perro paralelo al hombre, el tren posterior en línea con el tronco y mirando hacia delante.

El salto

¿Nuestro perro ya está preparado para saltar pequeños obstáculos? Muy bien. En caso contrario, habrá que buscar una valla que no sea demasiado alta y saltémosla con él mientras le damos la orden ¡hop! A continuación, nos detendremos de pronto y dejaremos que salte solo. Es muy importante dar la orden en el preciso instante en que lo haga. Al otro lado del obstáculo, nuestro perro estará perplejo: haremos que vuelva a saltar hacia donde estamos mientras le damos la orden. En cuanto lo haga, lo felicitaremos. Es un juego muy agradable con el que se divertirá mucho, sobre todo si nos acordamos de felicitarlo cuando lo haga bien.

La llamada

Para comprobar que la llamada esté perfectamente asimilada, repetiremos el ejercicio añadiendo factores de distracción. Por ejemplo, se pueden lanzar dummies primero lateralmente, y después entre el conductor y el perro, y cuando le llamemos dándole la orden ¡ven aquí!, el animal ha de correr hacia nosotros en línea recta, sin hacer ademán de ir a buscar ningún dummy. Si el animal se dirigiera hacia el dummy, deberíamos ordenarle que se sentase para detenerlo, y seguidamente lo volveríamos a llamar. Nunca debemos decirle ¡no! cuando intente ir a buscar el dummy, porque es precisamente lo que deberá hacer cuando se trabaje el cobro.

La parada a distancia

Ordenamos al perro que se siente delante de nosotros, retrocedemos dos pasos y le ordenamos ¡quieto! y, con la mano abierta, le hacemos signo de que no se mueva. Al cabo de un minuto retrocedemos un paso, volvemos junto al perro y lo felicitamos (las primeras veces le damos un poco de comida). Repetimos el ejercicio varias veces alejándonos dos, tres, cuatro metros, pero volviendo siempre junto a él para felicitarlo.

Cuando estemos seguros de que el perro ha comprendido el mecanismo, podremos darle la espalda y, siempre controlando con el rabillo del ojo, intentaremos alejarnos 20 m. Seguidamente volveremos junto a él, o bien lo llamaremos, alternando siempre las dos formas de conclusión, y lo felicitaremos.

Para reforzar la parada a distancia, podemos hacer que se siente durante la marcha y que espere. A continuación un colaborador lanzará unos dummies cerca del perro, al tiempo que nosotros continuamos alejándonos (si es necesario, o sea si el perro intenta seguirnos, repetiremos la orden ¡quieto!). A unos 20 m de distancia llamamos al perro, y a los pocos pasos lo detenemos nuevamente; el colaborador vuelve a lanzar dummies, de manera que el perro aprenda a asociar la orden ¡quieto! con algún acontecimiento. Repetiremos el ejercicio algunas veces, alternándolo con breves momentos de repaso.

EJERCICIOS PARA EL COBRO

Pese a tener una gran predisposición para el cobro —no en vano se trata de una raza retriever—, el golden no nace adiestrado. Efectúa el cobro por instinto, tal como prueba el hecho de que el cachorro nos trae todo lo que encuentra y todo lo que huele de su nueva familia. Sin embargo, el cobro complejo y articulado que lo convierte en un auxiliar del hombre es una cosa bien distinta. En primer lugar, debe asociar el objeto en cuestión con nuestra persona, luego debe saber qué objeto debe buscar y dónde encontrarlo. Dichas asociaciones no son simples, pero un buen adiestramiento, orientado a potenciar su instinto natural, puede proporcionar al golden los mecanismos para entenderlas.

Familiarización con el dummy

El dummy no es un juego y, por tanto, no hay que dejarlo al perro fuera del contexto de adiestramiento. Para que el golden adquiera confianza con el dummy, primero tiene que conocerlo, llevarlo en la boca y ver que a nosotros, efectivamente, nos satisface que lo haga.

El material indispensable para el adiestramiento para el cobro: correa de retriever corta, correa de retriever larga, dummy y lanzador de dummy

El ¡ten!

Cuando el golden haya comprendido que el dummy no es un enemigo que conviene evitar o triturar con los dientes, sino un objeto que consideramos interesante, haremos que asocie el momento en que lo lleva en la boca con la orden ¡trae!

El ¡suelta!

El perro está sentado delante de nosotros con el dummy en la boca; le acariciamos debajo de la barbilla y lo felicitamos con la idea de que lo aguante unos segundos. Luego le damos la orden ¡suelta! para que nos lo entregue, sin que lo deje caer al suelo y estando atentos a que no se nos caiga a nosotros.

El ¡trae!

Hasta el momento la orden ¡trae! ha sido utilizada para enseñar al perro a sujetar el dummy con la boca. Ahora veremos que en realidad es una señal para enviar el perro a buscar el dummy o lo que queramos que traiga.

Buscamos un espacio bien delimitado y ordenamos al perro que se siente a nuestro lado. Lanzamos el dummy y, con la orden ¡trae!, hacemos que el perro vaya en su búsqueda; cuando se esté aproximando al objeto le indicaremos que queremos que lo traiga, repitiéndole las primeras veces la orden ¡trae! Cuando el perro llegue a nuestro lado, le felicitamos y le damos la orden ¡suelta!, para que el dummy pase de la boca del animal a nuestras manos.

El tipo de terreno a elegir deberá ser igual al que más adelante será el marco de sus evoluciones de búsqueda y cobro. Por esta razón, tan pronto como el golden haya aprendido y memorizado las fases del cobro, conviene buscar terrenos cada vez más difíciles.

EL COBRO AVANZADO

Esta fase avanzada del trabajo se denomina técnicamente trabajo de marking, y consiste en unos ejercicios de memorización para recordar dónde caen los dummies y para asociar la caída al suelo con el disparo.

La línea: avanzar recto

El perro ha de aprender a realizar su trabajo de búsqueda con el menor gasto posible de energías; esto significa que debe saber escoger la línea más rápida para llegar al dummy. Para lograrlo, se coloca un determinado número de dummies (inicialmente cuatro o cinco) en línea recta, a una distancia de 7 m uno del otro (con el primero a 10 m del punto en donde estamos nosotros). Se le da la orden ¡trae!, y se le hace traer un dummy cada vez, empezando por el más próximo.

Elegir entre varios dummies

El ejercicio siguiente consiste en enseñar al golden a traer un dummy cada vez, cogiéndolo de un conjunto de cinco o seis. Lo importante es que no suelte uno para coger otro.

Para poder controlar lo que hace, al principio colocaremos el conjunto de dummies a una distancia que nos permita ver perfectamente las acciones del perro; seguidamente deberemos contar con la ayuda de otra persona, que se colocará cerca de los dummies y reforzará la acción con un ¡trae! para que el perro no dude y lo cambie.

Las direcciones

Derecha, izquierda y atrás son las tres direcciones que debe aprender el golden. Con el perro sentado de cara a nosotros, a 6 m de distancia, le enviaremos a buscar dummies en las tres direcciones, que señalaremos con el cuerpo.

A ser posible nos colocaremos en un lugar en donde el perro tenga una pared o un seto a sus espaldas, para delimitar las direcciones que queremos enseñarle. Lanzamos un dummy a nuestra izquierda y con el brazo, gesticulando claramente, indicamos al perro la dirección que deberá tomar.

Cuando haya aprendido a ir a la izquierda, repetiremos el proceso, esta vez hacia la derecha.

Para comprobar si el perro está interpretando correctamente las indicaciones, lanzaremos dos dummies, uno a la derecha y otro a la izquierda, y le señalaremos sólo uno con el brazo.

Atrás

Comenzaremos por sentar al perro a 6 m del punto donde nos encontramos, pero en esta ocasión sin ninguna barrera detrás del animal. Captaremos su atención y lanzaremos un dummy detrás de él. Le daremos la orden ¡atrás! y con el gesto le indicaremos la dirección. En este primer caso, habrá visto caer el dummy, y no tendrá dificultad en recogerlo. A continuación, para comprobar si ha memorizado el significado de ¡atrás!, pasaremos a un ejercicio más complejo: partiendo de una conducción sin correa y, sin que el perro se dé cuenta, dejaremos caer un dummy. Al cabo de unos pasos, le daremos la orden ¡sentado! y nos colocaremos de cara a él. Si confía en el conductor, cuando este le dé la orden, el perro irá a buscar el dummy que se encuentra detrás de él.

Un cambio de dirección

Otro ejercicio para verificar la comprensión de las direcciones: lanzaremos un dummy a nuestra derecha y otro a la izquierda. A continuación, mediante la orden ¡trae!, le haremos ir hacia el dummy que tenemos delante, y, a medio camino, con el brazo le indicaremos que se dirija hacia uno de los lados.

EL ADIESTRAMIENTO PARA EL COBRO EN AGUA

El golden tiene una predisposición natural por el agua, y con sólo ver un charco ya se siente feliz. Sin embargo, no todos los ejemplares de la raza saben nadar, ni a todos les gusta el agua. Por esto es conveniente acostumbrarlos al agua desde pequeños, ya que lógicamente para trabajar el cobro en el agua es indispensable saber nadar bien.

Para las primeras experiencias elegiremos un lugar con orilla de poca pendiente y agua poco profunda. Sentaremos el golden a nuestro lado, y lanzaremos un dummy al agua, no demasiado lejos.

Damos al perro la orden ¡trae! para que vaya a buscarlo. La entrada en el agua es un momento particularmente delicado. El perro tiende a zambullirse apresuradamente, ansioso por recuperar el dummy. Sin embargo, debemos instarlo a avanzar con cautela porque podría no ver una madera flotando o una roca.

Una vez en el agua, el perro nada recto hacia el dummy, lo emboca y vuelve a la orilla siguiendo una línea recta.

Cuando esté a punto de alcanzar la orilla, reforzaremos la acción de cobro con un ¡ten, trae!, mientras se va aproximando hacia nosotros. Esperaremos unos segundos, le ordenaremos el ¡sentado! y le presentaremos la mano para que nos entregue el dummy, que bajo ningún concepto se nos deberá caer al suelo.

Por lo general, después del baño todos los perros suelen sacudirse el agua enérgicamente. En cambio, un golden de trabajo ha de aprender a esperar hasta que haya entregado a su amo el dummy.

La explicación es muy lógica: para que no se le caiga lo que lleva en la boca cuando se sacude, se ve obligado a aguantarlo con más fuerza. Puesto que el dummy simula una pieza de caza, tendremos que enseñarle a no estropearla ni dañarla con los dientes.

Después de que el perro haya aprendido estas primeras órdenes en el agua, habrá que enseñarle a cambiar de dirección y a detenerse cada vez que nosotros se lo ordenemos. Sólo un perro que haya aprendido perfectamente estos ejercicios en tierra podrá ejecutarlos en el agua sin que tenga ningún problema o se confunda.

Si el animal duda, insistiremos nuevamente, pero realizando esta vez todos los ejercicios en tierra.

En el agua el dummy debe ser lanzado más lejos, por lo que emplearemos un lanzador. El punto de partida también deberá ser distinto, ya que la orilla es más abrupta y la posición de partida suele estar a 5 o 6 m del agua.

EL GOLDEN Y LA BELLEZA

Si queremos poner a prueba la tipicidad del golden, es decir, si queremos descubrir hasta qué punto se ajusta al estándar de la raza, podemos pedir la opinión del criador, de algún amigo experto, o bien podemos presentarlo en una exposición. Actualmente se organizan muchos certámenes, los más importantes bajo los auspicios de la RSCFRCE, sean de ámbito autonómico, nacional o internacional. Hay quien dice que son una feria de vanidades, pero innegablemente es la forma más fácil de obtener un veredicto profesional de la calidad de nuestro perro. Asimismo, es una forma de conocer a otras personas que comparten la afición por una misma raza, de conseguir todo tipo de información y, si somos propietarios de una hembra de buena morfología y carácter, tendremos ocasión de encontrarle una buena pareja.

Para presentar dignamente un perro en exposición no hace falta ser profesional; basta que el golden esté bien educado y sepa trotar a nuestra izquierda. Lo importante es saber mantener siempre su atención para que el juez lo pueda valorar con toda su vitalidad.

La primera regla no escrita para un perro que debe ser presentado en una exposición es la higiene. Uno o dos días antes le limpiaremos bien las orejas y los ojos, y le inspeccionaremos los dientes para comprobar que no se haya formado sarro.

La preparación del manto consiste principalmente en una serie de operaciones que deben ser efectuadas por un estilista o un peluquero canino unos diez días antes de la exposición. La más importante es la eliminación del exceso de pelo en el cuello, el pecho y los hombros. Esto hace que el observador vea un perro más proporcionado, menos pesado y aprecie mejor la longitud de las patas. Otro retoque estético aconsejable (además de retocar el contorno de las orejas, los pies y la parte posterior del metacarpo y del metatarso) es el corte de las mechas de la cola de longitud decreciente desde la base hasta la punta.

La mesa plegable de exposición nos permitirá preparar al perro antes de la presentación. Es la última oportunidad para comprobar que no tenga algún nudo. Después se le aplica el acondicionador con un guante, para eliminar el polvo y dar brillo al pelo.

Al entrar en el ring nos encontraremos con muchos otros golden de la misma clase, edad y sexo. El juez observará a todos los perros conjuntamente, en posición estática y en movimiento, y luego los examinará uno a uno.

Es importante saber que el juez deberá poder tocar al perro y mirarle la boca para comprobar que el cierre sea correcto. Esto significa que el perro deberá estar acostumbrado a que personas extrañas lo toquen, incluso en la boca. De este modo el golden no mostrará timidez ni temor cuando se le acerque el juez.