POR LEONARDO BRUNETTI
Los camaleones son conocidos por todo el mundo, incluso por los niños, por determinadas características anatómicas, que los hacen inconfundibles entre los saurios. Las recordamos a continuación de forma muy sencilla y esquemática.
Los camaleones tienen unos ojos con unas particularidades anatómicas increíbles. Los párpados están unidos entre sí en una estructura circular única de ápice redondeado, que rodea por completo el ojo, adoptando así una forma cónica.
Los dos ojos tienen movimientos independientes entre sí, y se pueden mover aproximadamente 180° en el plano horizontal y 80° en el vertical.
La retina se compone solamente de conos (y no de bastones) que permiten una buena visión diurna y el reconocimiento de los colores, pero que llevan al camaleón a tener una ceguera casi completa por la noche. Por esta razón los camaleones se mueven y cazan únicamente de día, y ya al atardecer tienden a situarse en una zona resguardada para poder descansar tranquilamente durante la noche.
Los camaleones observan el mundo que les rodea alternando la visión de los dos ojos, con lo que obtienen un enfoque preciso a diversas distancias y la información necesaria para poder cazar los insectos que pasan cerca de ellos. La capacidad de acomodación y enfoque de los ojos de los camaleones es una de las más precisas y sofisticadas que existen entre los animales vertebrados.
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Trioceros quadricornis macho que muestra las características de su cabeza |
Trioceros tempeli |
Todo lo que se halla en el exterior y en el interior de la boca del camaleón está destinado a favorecer y secundar, de la mejor forma posible, la depredación de invertebrados (aunque en algunos casos también de vertebrados, como pájaros, pequeños reptiles y mamíferos).

La lengua del camaleón es su imprescindible instrumento de caza
Junto a la comisura lateral de los labios tienen unas glándulas que producen una secreción de aspecto ceroso y oloroso, que sirven para atraer algunas especies de insectos que se nutren de polen.
Otras glándulas mucosas particulares se hallan cerca de la lengua, y producen un material viscoso que favorece la adherencia de las presas a la lengua del camaleón durante las operaciones de caza. También la saliva es abundante y muy densa y pegajosa.
En los arcos maxilar y mandibular hay numerosos dientes, dispuestos hacia el interior de la cavidad oral, que carecen de alvéolos y que en caso de pérdida no vuelven a crecer (típico de las especies carnívoras). En la base de la lengua encontramos un hueso hioides modificado, que toma el nombre del proceso entoglosal, que, al desplazarse hacia delante con la ayuda de los músculos y tendones, permite el lanzamiento de la lengua al exterior de la cavidad oral a una velocidad superior a los 5 m por segundo (poco menos de 20 km por hora).
La punta de la lengua presenta numerosos surcos en su superficie, los cuales, con la saliva y la secreción mucosa de las glándulas linguales, producen un efecto de «succión por vacío» (tipo ventosa), que permite el transporte de la presa a la cavidad bucal. Los dientes, en el centro, permiten el agarre antes de masticar y de la sucesiva deglución. Junto a la lengua, los músculos retráctiles devuelven el órgano a su lugar en torno al proceso entoglosal.
La mucosa de la cavidad oral de algunos camaleones está pigmentada y puede ser de color amarillento o azulado (Trioceros quadricornis).
El órgano vomeronasal, o de Jacobson, cuya particular estructura epitelial es capaz de transmitir de forma directa los estímulos recibidos a los bulbos olfativos del cerebro, está muy desarrollado.

La proyección de la lengua fuera de la cavidad oral y la captura de un insecto (el proceso entoglosal está coloreado en rojo)
La capacidad de cambiar de color es, sin duda, una de las características que hace de los camaleones unos animales tan fascinantes y fuente de interés y atención por parte de muchos aficionados y estudiosos.
Sin embargo, recordemos que estos saurios no cambian de color con intenciones miméticas para reproducir fielmente el ambiente circundante, sino porque impulsos nerviosos, influidos por las condiciones psíquicas del individuo (reposo, exploración, estrés, miedo, agresividad, excitación sexual, «embarazo», presencia de otros camaleones, patologías en curso, etc.), interactúan con la luz, que atraviesa las distintas capas de la piel. Por lo tanto, la sorprendente capacidad mimética atribuida a los simpáticos camaleones en los medios informativos, publicidad,… no se corresponde con la realidad.
La piel de los camaleones, que pertenecen al orden de los reptiles escamosos (Squamata), se subdivide en escamas, planchas, placas, espinas y protuberancias córneas, por una modificación de la dermis, y está formada por muchas capas celulares, descritas a continuación de forma esquemática:
Epidermis. Es la capa más externa. Es transparente, contiene queratina y pequeñas células ricas en el pigmento guanina que adquiere una coloración amarilla, si lo ilumina una luz intensa, y azul, si el animal se halla en un ambiente poco iluminado.
Capa de los iridocitos. Los iridocitos son grandes células, situadas entre la epidermis y las capas más profundas de la piel; están rellenas de pigmento purina, que controla la intensidad de la luz que atraviesa estas células y puede modificar su dirección.
Dermis. Es la capa cromatófora, y está formada por dos tipos de células: las eritróforas, que son rojas, y las xantóforas, amarillas.
Capa de los melanóforos. Es la capa más profunda y está formada por grandes células, que contienen un pigmento negruzco, la melanina, con extensiones (como ramas de árboles) proyectadas hacia las capas superiores y tienen la función de reflejar hacia arriba la luz azul.
Los cambios de color del camaleón se deben a la interacción entre la cantidad y la calidad de la luz ambiental, cuyos efectos atraviesan las distintas capas celulares de la piel, y la acción del sistema nervioso autónomo (sistema neurohormonal), que controla la extensión y el espesor de las prolongaciones de los melanóforos hacia las células eritróforas, xantóforas y los iridocitos.
Estos mecanismos dan lugar a los cambios de color que puede adoptar el reptil según las condiciones y según su humor. El número de células y su distribución en las distintas capas cutáneas, que es variable de especie a especie, determinan el esquema cromático y el color del animal. Por esta razón, al lado de camaleones de cromatismos espectaculares, como los Furcifer pardalis y F. lateralis (este último denominado «camaleón alfombra»), el Chamaeleo calyptratus o el Trioceros melleri, tenemos otros con coloraciones más discretas, como los camaleones enanos de las selvas de Madagascar y del África centrooriental.

Esquema de la piel de un camaleón
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Furcifer lateralis macho, denominado comúnmente «camaleón alfombra» |
Hembra de Chamaeleo calyptratus que presenta el característico casco, aunque menos pronunciado que el macho |
La piel de los camaleones está recubierta de escamas córneas de diferentes tamaños y funciones. Por ejemplo, en las porciones internas de las patas y la cola hay unas escamas cónicas destinadas a impedir el deslizamiento de estas zonas en contacto con superficies lisas.
En torno a los labios hay unas escamas, a modo de borde dentado, que son más grandes y claras que las demás escamas próximas. Su presencia proporciona a los camaleones, de forma más o menos acentuada según la especie, una imagen de dientes rechinantes, que puede ser aprovechada por el animal para asustar o desorientar a los potenciales depredadores.
El grosor y la permeabilidad de la piel varían según la especie. Las que viven en ambientes semiáridos o áridos (como, por ejemplo, el camaleón del desierto Chamaeleo namaquensis) poseen una piel gruesa y densa, para conservar los líquidos dentro del cuerpo e impedir la deshidratación; las especies de montaña, como los camaleones del subgénero Trioceros, tienen una piel más fina y permeable porque viven en ambientes frescos y húmedos.
Los machos de algunas especies, sobre todo de montaña, tienen crestas, cuernos y placas, que no tienen las hembras (dimorfismo sexual) o tienen menos desarrollados.
Como todos los reptiles, también los camaleones cambian de vez en cuando la piel —para ser más exactos, sólo la capa epidérmica—, a consecuencia de su crecimiento corporal. Por lo tanto, los cambios son más frecuentes en los ejemplares jóvenes a partir de los 25-30 días de vida (época de la primera muda) y se manifiestan a intervalos irregulares (de 1 a 3 meses hasta alcanzar, ya de adultos, intervalos de 12-24 meses), muy influidos por la especie y la adaptación del reptil al cautiverio.
En algunas especies, como por ejemplo el Trioceros melleri, se producen unas mudas parciales prácticamente continuas. El animal suele perder la vieja epidermis poco a poco, y no de una sola pieza como sucede con las serpientes, al rozarse contra una superficie irregular. A continuación es ingerida, en la mayoría de los casos por el propio camaleón. Si se observa cierta dificultad en el desprendimiento de la vieja piel, se puede pulverizar al animal con agua tibia —de forma directa, pero delicada—, aunque sea de una especie procedente de zonas áridas o semiáridas. Durante la muda, el camaleón presenta la piel más opaca y sus colores son menos brillantes.

Cabeza de macho de Trioceros wiedersheimi
EL CASCO DE LOS CAMALEONES
El casco, o yelmo, de los camaleones cumple múltiples funciones:
• Reserva de grasas: un ejemplar bien alimentado posee un casco de aspecto voluminoso con los bordes redondeados. En cambio, en un camaleón mal nutrido se presenta hundido.
• Intimidación respecto a otros machos, sobre todo en las especies que presentan cascos muy evidentes, como el famoso Chamaeleo calyptratus, originario de la península arábiga, y el Bradypodion xenorhinum, que se encuentra en las montañas de Uganda y Zaire.
• Sirve para transportar el agua de lluvia o el rocío hacia la parte posterior de la boca, sobre todo en las especies procedentes de zonas geográficas donde la humedad no es muy elevada (Chamaeleo calyptratus).
• Regulador térmico, como transportador de energía radiante, según algunos expertos.
Los camaleones poseen un mecanismo auditivo rudimentario. No presentan aberturas o membranas timpánicas visibles desde fuera, sino una placa ósea, denominada placa pterigoidea, situada a la altura de la superficie caudal de los párpados, que permite recibir ondas sonoras y vibraciones. Justo debajo hay una cavidad timpánica, que corresponde al oído medio, separada por una membrana incompleta de la faringe, con la que se comunica.
En los camaleones, como en todos los saurios, el corazón está dividido en tres cámaras: dos aurículas y un solo ventrículo parcialmente subdividido por un tabique interventricular.
Una característica peculiar del sistema circulatorio de los saurios es la presencia de una circulación portal renal, que transporta directamente la sangre venosa de las patas traseras y de la cola al riñón, donde se filtra.
Esta característica anatómica de los reptiles no debe olvidarse nunca, ya que conlleva importantes implicaciones en la farmacocinética de algunos fármacos antibacterianos, como por ejemplo los aminoglucósidos, dotados de cierta nefrotoxicidad, y si se utilizan de forma indiscriminada pueden provocar graves daños renales.
Una característica de los camaleones es que tienen los dedos unidos en dos grupos de 2 y 3 dedos, que en conjunto constituyen un arco cigodáctilo, que proporciona a la punta de la extremidad el aspecto de unas pinzas.
Esta peculiaridad favorece un mejor agarre en ramas, hojas, hierbas, matorrales, arbustos y musgos que forman parte de los biotopos naturales de estos saurios. También la cola, en particular la de las especies pertenecientes a la subfamilia Chamaleoninae, es prensil y actúa como quinta extremidad para mantener el agarre y un buen equilibrio durante el desplazamiento, la caza, el apareamiento y las demás actividades realizadas diariamente por estos reptiles.
El sistema respiratorio de los camaleones es similar al de otros reptiles. No tienen diafragma, músculo que en los mamíferos separa la cavidad torácica de la abdominal, y los movimientos respiratorios son controlados por la musculatura costal.
En las especies más evolucionadas los pulmones están divididos, aunque no por completo, en dos lóbulos; mientras que en otros camaleones hay pulmones no divididos (unilobulados).
La superficie posterior y lateral de los pulmones prosigue con unas extensiones, similares a pequeños dedos, que se denominan sacos aéreos. A veces, son llenadas voluntariamente por el camaleón, y empleadas como un mecanismo de defensa con el fin de parecer más grande y asustar a enemigos potenciales o poner en fuga a otros congéneres. Ciertas especies, entre ellas algunas muy difundidas entre los aficionados, como el Chamaeleo calyptratus, el Furcifer oustaleti y el F. pardalis, tienen un saco aéreo accesorio, situado aproximadamente a media longitud de la tráquea, en su superficie ventral, bajo el proceso entoglosal (véase fotografía).
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Hembra joven de Chamaeleo calyptratus que muestra el saco aéreo a la altura de la tráquea |
Furcifer pardalis macho fotografiado en su ambiente natural en la isla de Nosy-Bé. (Fotografía de S. Caratozzolo) |
El aparato digestivo de estos saurios es bastante sencillo y similar al de otros reptiles insectívoros.
Los camaleones tienen un estómago alargado formado por una única cavidad. La membrana más externa de la pared intestinal (serosa) presenta melanosis, motivo por el cual el intestino es de color gris negruzco.
La cloaca está dividida en tres cavidades:
— el coprodeo, en el que desemboca el intestino y que recoge el material fecal;
— el urodeo, porción intermedia a la que llega el material urinario, el esperma en el macho, los huevos (si se trata de una hembra ovípara) y los recién nacidos (para las hembras vivíparas);
— el proctodeo, cámara más externa que desemboca en la abertura cloacal, situada bajo la base de la cola.
Los ovarios, en la hembra, y los testículos, en el macho, son pares y están dentro de la cavidad abdominal, delante de los riñones.
La hembra posee un oviducto, con una pared muy delgada, que aumenta de dimensión durante la gestación para acoger los huevos (que en las especies más grandes pueden ser hasta 60-80) o las crías, recubiertas por una membrana, en las especies vivíparas (u ovovivíparas).
El macho presenta dos hemipenes replegados en dos bolsas en la base de la cola; son muy visibles en algunas especies (Furcifer pardalis), y menos o nada en otras (Trioceros melleri). Los hemipenes presentan diversos tipos de crestas y papilas, que se utilizan para poder identificar a especies muy similares que viven en las mismas áreas geográficas, como las Brookesia.
Los dos riñones están localizados en el canal pélvico; y los uréteres desembocan en una vejiga urinaria de pared muy delgada en comunicación con la cámara intermedia de la cloaca (urodeo).
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Detalle de los hemipenes extraíbles |
Sección anatómica de un Chamaeleo calyptratus |

Esquema anatómico de los órganos internos de un camaleón