Manipulación de monedas y anillos

EL SUEÑO DEL AVARO


La denominación Sueño del avaro es obra de T. Nelson Downs, el rey de las monedas de América. El número siempre ha provocado un entusiasmo especial en el público, tal vez por lo fascinante que resulta el dinero en sí. En el apogeo del music hall era costumbre que el artista pidiera prestado el sombrero a algún espectador. Tras mostrar que estaba completamente vacío, lo llenaba casi hasta el borde con relucientes monedas de oro y plata salidas de todas partes.

Hoy es difícil encontrar entre el público alguien que lleve sombrero, por lo que el artista dispone de un receptáculo donde depositar las monedas a medida que van apareciendo.

Material necesario

Los recipientes más corrientes para ir dejando caer las monedas son una lata grande o una champanera, pues ambas tienen la ventaja de hacer oír el sonido de las monedas al caer en el fondo metálico, lo que no sucedía con el sombrero. El ruido de las monedas al caer es probablemente el aspecto más importante del número para convencer al público. Además, es un modo de llamar la atención al que pocos podrán sustraerse y, por lo tanto, es un buen medio para despistar al público de lo que realmente está sucediendo.

Lo importante del bote de latón o la champanera es que produzca buen sonido, es decir, que el timbre sea el apropiado cuando cae la moneda. Uno de los mejores materiales es el acero inoxidable. Con aluminio se obtiene un ruido más bien opaco. El latón resonará de forma agradable, pero sería conveniente darle una apariencia más sofisticada.

En cuanto a las monedas, el tamaño, el peso, el grosor o el brillo no tienen importancia; cualquier tipo de moneda servirá. Lo ideal es que sean lo bastante grandes como para poder manejarlas con comodidad, y preferiblemente de color plateado. Pero repetimos, su aspecto no es importante. Algunos artistas liman la superficie de las monedas hasta que estas quedan lisas, pero eso supone que tan sólo se podrán utilizar para este número.

Método

Como el efecto requiere cierta habilidad manual, lo mejor será empezar por describir varias posiciones en las que es posible sujetar una o varias monedas en la mano. La fig. 9 muestra la posición clásica de la palma. La moneda descansa casi en el centro de la palma y se sujeta por la presión ejercida con la base del pulgar.

Fig. 9

POSICIÓN DEDO CON PALMA

Es la posición más normal y natural para sujetar un objeto pequeño en la mano y no requiere casi ningún esfuerzo (fig. 10).

Fig. 10

POSICIÓN PALMA FRONTAL

En esta posición la moneda se mantiene con la cara contra los dedos centrales. Permanecerá fija gracias a la presión ejercida por encima y por debajo con el índice y el meñique (fig. 11).

Fig. 11

POSICIÓN PALMA POSTERIOR

Este es el nombre que se le da a este método para ocultar una moneda en el dorso de la mano. Es exactamente igual a la posición anterior, pero trasladada al dorso.

Un ejercicio de habilidad del que nos ocuparemos más adelante consiste en hacer pasar la moneda de la palma al dorso de la mano (fig. 12).

Fig. 12

PALMA CON PULGAR

La posición palma con pulgar consiste en mantener la moneda en el ángulo formado por ambos. Si tiene una moneda en la posición dedo con palma (fig. 10), y va cerrando el puño lentamente, la moneda se acercará al pulgar, con el que será fácil sujetarla (fig. 13).

Fig. 13

SUJECIÓN POSTERIOR

Es una versión simplificada de la posición de palma posterior. Para colocar la moneda en dicha posición, manténgala sujeta entre los dedos índice y medio de la mano derecha. Doble un poco los dedos hasta que le sea posible alcanzar con el pulgar el canto de la moneda, empujándola entonces hasta obligarla a que pase a la cara posterior de la mano. Los dedos índice y medio no dejan en ningún momento de sujetar la moneda (fig. 14).

Fig. 14

PALMA CONTRAÍDA NELSON

Para colocar la moneda en esta posición, manténgala entre los dedos índice y medio, tal como se hace en la posición de sujeción posterior. Al doblar los dedos hacia el interior, acercándolos al ángulo del pulgar con la mano, sujete fuertemente la moneda con el borde interno del pulgar. Este movimiento recibe también el nombre borde de la palma, pero preferimos referirnos a él con el de palma contraída de Nelson ya que a él se le atribuye el descubrimiento de un método para hacer aparecer monedas con la sola intervención de la mano y a partir de dicha posición. Practique manteniendo sujetas varias monedas en esta posición: es uno de los sistemas más importantes y útiles para aplicar en el número del sueño del avaro (fig. 15).

Fig. 15

PALMA POSTERIOR Y ANTERIOR

Podrá encontrar un ejercicio idéntico en el capítulo de manipulación de naipes. La moneda se sujeta en la posición palma frontal. Los dos dedos centrales se doblan hacia el interior, sorteando la moneda y haciéndola pivotar entre los dedos índice y meñique hasta situarla en la cara opuesta de la mano. Si se invierte el movimiento la moneda vuelve a ocupar la posición palma frontal. Conviene estudiar el sistema en el apartado de naipes, para poder mostrar ambas caras de la mano vacías (fig. 16).

Fig. 16

Estas son las posiciones básicas para ocultar monedas en la mano derecha. La izquierda sujetará el cubo de cava; no es necesario entrenarla para realizar estos movimientos. Practique hasta que tenga totalmente asimilados los ejercicios anteriores. Como está haciendo trabajar músculos que nunca funcionaron antes, debe darles tiempo para que actúen con facilidad.

Hemos mencionado la posición palma contraída de Nelson y la forma de hacer aparecer monedas a partir de ella. Para empezar es suficiente practicar con tres o cuatro monedas, pero pasado cierto tiempo comprobará que le es posible manejar seis o siete sin esfuerzo. En la fig. 17 se muestran cuatro monedas sujetas en dicha posición.

Observe ahora la fig. 18. Es exactamente igual a la fig. 17 salvo que las yemas de los dedos están ligeramente dirigidas hacia el interior, hasta lograr el contacto del extremo del dedo medio con el pulgar.

En la fig. 19 se ve la mano de frente con los dedos algo separados. En esta posición, la mano parece vacía. El artista debe poder sujetar cierto número de monedas en dicha posición y describir con la mano un movimiento en arco de derecha a izquierda sin que el público pueda sospechar la existencia de las monedas.

Fig. 17

Fig. 18

Fig. 19

Para hacer aparecer las monedas, una a una, en esta posición, se deben doblar los dedos índice y medio hacia el interior y situar la primera falange del dedo medio bajo la base de la moneda. Al presionar ligeramente es posible extraer la moneda situada en la parte baja del conjunto. Una vez libre de la sujeción del pulgar, se coge la moneda con el índice por encima. En este momento se está sujetando la moneda con ambos dedos y si los extiende y empuja con la punta del dedo medio alrededor y por detrás del índice, la moneda aparecerá en la punta de los dedos.

Las figs. 20 y 21 muestran cómo la moneda sale de la base del conjunto y es aprehendida entre los dos dedos. La fig. 22 muestra la misma moneda situada ya en la punta de los dedos.

Fig. 20

Fig. 21

Fig. 22

Otro método para hacer aparecer una moneda a partir de esta posición consiste en hacer que se deslice fuera del conjunto con ayuda del dedo medio únicamente (fig. 23).

Transporte la moneda a partir de dicha posición, en equilibrio, sobre el lado de la extremidad del dedo hasta la yema del pulgar, con la que se sujetará la moneda y será posible mostrarla (fig. 24). Una vez ha enseñado la moneda en la punta de los dedos, déjela caer en el cubo. Haga aparecer una segunda moneda de la misma forma, luego otra y otra hasta acabar con la provisión.

Probablemente se estará preguntando de dónde procede tanta moneda. La respuesta es: de la mano izquierda (fig. 25), que sujeta el cubo con el pulgar por el exterior y los cuatro dedos por dentro. Al auditorio le es prácticamente imposible ver el interior derecho del cubo, a menos que usted dirija la boca en su dirección.

Fig. 23

Fig. 24

Fig. 25

La fig. 26 muestra las monedas sobre la palma de la mano. Observe en qué dirección descansan. Es la posición correcta. En la fig. 27, la posición es incorrecta.

La fig. 28 indica la forma en que las monedas se mantienen, que más o menos corresponde a la posición dedo con palma. Si se introduce la mano en el cubo (fig. 29), y se aprieta el interior del mismo (fig. 30) con el pulgar por fuera, las monedas se deslizarán colocándose en la posición ilustrada en la fig. 31 casi automáticamente.

Con la práctica comprobará que puede situar las monedas en posición al tiempo que retira el cubo de la mesa. Luego basta con dejar caer las monedas una por una en el fondo del cubo (fig. 32). El cubo debe estar inclinado, apoyándose sobre un ángulo de forma que las monedas incidan en el centro de la base del recipiente. Debe practicar hasta que le sea fácil soltar las monedas sin tener que mirar el interior del cubo.

Fig. 26

Fig. 27

Fig. 28

Fig. 29-30

Fig. 31

Fig. 32

Sujete el cubo con la mano izquierda, en la que también tendrá cogidas 10 o 15 monedas. Disponga de una moneda en posición palma pulgar en la mano derecha. Alce el brazo y haga aparecer la moneda entre la punta de los dedos, lo que conseguirá doblando los dedos índice y medio hacia el interior y cogiendo con ellos la moneda sujeta entre pulgar y palma.

Enseñe la moneda, desplace la mano derecha metiéndola en el cubo mientras vuelve a colocar la moneda en posición palma pulgar. Al mismo tiempo deje caer una moneda de la mano izquierda, sacando a continuación la mano derecha del cubo.

El efecto es perfecto. No sólo parecerá que ha dejado caer la moneda en el cubo, sino que los espectadores lo creerán sin dudas, por lo que han visto y oído. El resto es evidente: el artista hace aparecer del aire la misma moneda una y otra vez, en la punta de los dedos de la mano derecha, y se deshace de ella en el cubo. El juego prosigue hasta agotar la provisión de monedas de la mano izquierda.

Lo que intentamos dejar claro es que el público puede ver cómo las primeras cuatro o cinco monedas caen en el interior del cubo; ¿por qué habría de sospechar de las restantes monedas? ¿Acaso no se las puede oír también?

Al principio, todos los movimientos deben ser deliberadamente lentos, para dar tiempo a los espectadores a que comprendan lo que está ocurriendo con exactitud. Cuando ya se han hecho aparecer seis o siete monedas, puede irse acelerando la acción de forma progresiva hasta que el artista parezca capaz de hacer aparecer tantas monedas como desee.

Si desea realizar el número del sueño del avaro situándolo hacia la mitad de la función, ¿de dónde sacará las monedas? No puede cogerlas sencillamente de la mesa y empezar el truco, sino que debe haber alguna forma de ponerlas a su alcance sin que el público lo note. El sistema para conseguirlo consiste en utilizar un portamonedas. Estos dispositivos pueden colgarse del cuerpo en diversas posiciones y es posible usarlos en cualquier momento sin que los espectadores se den cuenta.

Los artesanos fabrican portamonedas sofisticados, pero cualquiera puede hacer uno.

La fig. 33 muestra un trozo de latón recortado en una determinada forma. Fíjese en las lengüetas situadas a cada lado del dispositivo. Si se dobla el trozo de latón alrededor de unas cuantas monedas y se doblan las lengüetas en ángulo recto hacia dentro, construiremos algo parecido a la fig. 34. Si añadimos un imperdible a la parte superior, disponemos ya de un portamonedas para seis unidades. Las medidas dependen del diámetro de las monedas utilizadas, pero el principio es válido para cualquier tamaño de moneda. Suponiendo que se cuelga usted el portamonedas por dentro de los faldones de la chaqueta, resultará sencillo alcanzarlo y tirar de las monedas hacia abajo para extraerlas del aparato.

En la fig. 35 se muestra un portamonedas algo más ambicioso y más difícil de construir. La palanca que tiene a un lado lleva un muelle acoplado al punto por el que pivota y que mantiene cierta presión en la base de la palanca. Al apretar la extremidad superior de la palanca, el extremo inferior se separa del armazón del portamonedas. Así queda libre la trampilla situada en la base y las monedas caen entre los dedos. En este caso, el portamonedas se prende cerca del borde de la chaqueta por el interior, pero la presión debe aplicarse desde el exterior, lo que evita la necesidad de introducir los dedos por debajo de la chaqueta y extraer las monedas.

Fig. 33

Fig. 34

Fig. 35

La fig. 36 ilustra una idea completamente diferente, adecuada para una cantidad de monedas mayor. Todas las monedas están perforadas por el centro. A través de ellas se pasa un trozo de alambre y se prende a los pantalones, junto al borde de la americana, quedando cubierto. El extremo libre del alambre se dobla hacia arriba y mantiene las monedas en la posición correcta. Con los dedos se cogen las monedas y se tira de ellas hacia abajo; entonces, el alambre se enderezará y las monedas caerán en la mano. Tendrá que experimentar diferentes grosores y resistencias de alambre antes de encontrar el más conveniente.

Con un imperdible grande se puede construir un buen portamonedas de emergencia. En la fig. 37 se puede ver el modo de ensartar cuatro o cinco monedas prendiéndolas del borde interno e inferior de la americana. Con los dedos por debajo de la prenda se presiona sobre los bordes superiores de las monedas de lado y hacia abajo. Si a continuación se empuja con el pulgar por el exterior de la americana, las monedas son impelidas hacia fuera, cayendo en los dedos. De esta forma se pueden obtener cantidades pequeñas de monedas.

En la fig. 38 se ilustra un tipo de portamonedas totalmente diferente. Esta modalidad es más útil para el artista que viste un frac en lugar de un esmoquin. El portamonedas va prendido a los pantalones por la parte trasera. Con el segundo dedo, y por debajo del portamonedas, se puede conseguir, con un solo movimiento, extraer por arriba todas las monedas. Observe el acanalamiento en la base por el que se debe introducir el segundo dedo. Este sistema es particularmente apropiado para obtener mayores cantidades de monedas.

Fig. 36

Fig. 37

Fig. 38

Efecto

Para el principiante puede ser un problema el decidir la presentación de este truco hasta que admite el hecho de ser un principiante. Son dos las presentaciones básicas del sueño del avaro. La primera es la del manipulador, que puede embobar al público con pura habilidad y destreza digital. La segunda y mejor, la del artista de variedades, genial, agradable, humorista y, a veces, casi como de la familia.

El sueño del avaro es básicamente un efecto de repetición. A menos de que se disponga de cierta habilidad escénica, puede resultar aburrido para el público ver cómo uno va haciendo lo mismo una vez tras otra, por lo que conviene introducir variantes al simple efecto de sacar monedas del aire y tirarlas en el cubo. Puede recurrir a comentarios divertidos y acciones cómicas.

El método clásico para presentar este número, tanto en fiestas infantiles como para grupos mixtos de niños y adultos, consiste en hacer aparecer monedas del aire, de las cortinas laterales del escenario, de debajo del tapete de la mesa; en definitiva, de todas partes. Mientras, va comentando lo que está haciendo hasta que se encuentra próximo a un espectador, momento en que le indicará que tiene una moneda sobre la cabeza, y la soltará dentro del cubo.

Súbitamente percibirá otra bajo la butaca de alguien. Inclinándose hará ver que recoge la moneda. En este momento se encuentra entre el público, así que decide hacer una colecta. Se pasea por delante de la primera fila, sacando monedas de debajo de las solapas, de detrás de las barbas o de cualquier otro lugar que le venga a la imaginación, para finalmente volver al escenario o al centro de la sala y recibir un merecido aplauso.

Sea cual fuere la forma de presentación, hay un problema: el final del número. El más obvio, que ha sido probado y experimentado a lo largo de los años, consiste en poner nuevamente el cubo sobre la mesa, alzar las dos manos en el aire y hacer aparecer en ambas una cantidad de monedas que caigan en forma de cascada dentro del cubo. Si ello puede acompañarse de un resonante acorde musical, tanto mejor: el sonido de la música transmitirá al público el final del número.

Recuerde que inicia el acto con unas 15 monedas en la mano izquierda y seis en la derecha. Tras haber hecho aparecer cinco monedas en la mano derecha, empieza usted a dejarlas caer de la izquierda. ¿Qué sucede cuando ya no quedan más monedas en la mano izquierda?

Una de las formas para conseguir más monedas es bastante sutil y completamente engañosa y tiene lugar, o al menos es posible, en cualquier momento del número. Le permite igualmente seguir haciendo aparecer monedas a voluntad sin verse obligado en realidad a añadir más unidades a su provisión de monedas en ningún caso.

Durante el ciclo sacude continuamente el cubo para que el público se dé cuenta de que hay gran cantidad de monedas en su interior. En determinado momento, cuando se agota la provisión de piezas en la mano izquierda, le da una sacudida al cubo haciendo que algunas de las monedas asciendan hasta los expectantes dedos de su mano izquierda. Con toda seguridad estarán completamente desordenadas cuando las sujete, pero si prosigue agitando el cubo y haciendo resonar las monedas del interior, comprobará que dispone de un amplio margen de tiempo para obligarlas a colocarse en cierto orden. Esto puede constituir una poderosa ayuda al efecto en general: mientras hace aparecer la misma moneda de una forma continuada en la mano derecha, está en condiciones de poder dejar caer las mismas monedas suavemente de la mano izquierda.

Otro método para disponer de gran número de monedas sin recurrir a dispositivos especiales consiste en tener una buena cantidad sobre la mesa, detrás de algún objeto o instrumento. Mientras hace aparecer monedas, puede coger de la mesa el grupo oculto y dejar caer solamente una pieza en el cubo. Hasta el momento se ha dedicado a hacer surgir monedas de una en una y de todas partes, por lo que no hay razón para que el público espere más de una sola unidad.

La sincronización es vital durante el «hurto». Al proveerse de las monedas debe parecer que sólo está haciendo brotar una simple moneda y al desplazar la mano en dirección al cubo debe emplearse exactamente el mismo tiempo que antes. Lleve la mano detrás de la rodilla y seguidamente de nuevo hacia el cubo, soltando una segunda moneda de las del montón en su interior.

Dispone ahora de un buen número de monedas en la mano derecha, de forma que puede levantarla en el aire y dar unos pases, abrirla y dejar caer todas ellas en cascada dentro del cubo. Si momentos antes ha logrado hacer saltar, mediante una sacudida al cubo, más monedas en la mano izquierda, puede pasar el recipiente a la mano derecha. Alzando la izquierda, repita el mismo pase en el aire y suelte las monedas en el cubo. Mejor aún, tenga monedas en ambas manos, deposite el cubo sobre la mesa y haga aparecer las piezas de las dos manos, que caerán al unísono.

ANILLAS CHINAS: LA CUENTA DE LA CAÍDA


Es sin duda uno de los efectos mágicos más antiguos y mejores de todos los tiempos.

Se muestran ocho anillas por separado. El artista las encadena y desencadena continuamente, llegando incluso a ofrecerlas a los espectadores para que las examinen. Aunque a lo largo de los años ha variado la presentación de la mayoría de los números, el de las anillas chinas ha permanecido casi inalterado.

Se usan ocho anillas, y un vistazo a la fig. 39 aclarará su disposición. Tres de las anillas están permanentemente encadenadas. Otras dos también lo están por separado. Dos anillas quedan sueltas y la última tiene una abertura de un cm aproximadamente.

Fig. 39

Si bien esta es la forma en que se presentan las anillas, el público debe creer que las ocho son independientes. Para conseguirlo se precisa práctica y sincronización, pero escasa habilidad manual.

Son varios los sistemas posibles para convencer al público de que las anillas están sueltas y uno de los mejores es el llamado la cuenta de la caída. Para ejecutarla se deben disponer las anillas de una forma especial. La anilla con la abertura se denomina anilla clave. Coloque la anilla clave en la palma de su mano izquierda con la separación en el centro. A continuación coloque las tres anillas trabadas, después la pareja unida y finalmente la independiente (fig. 40). Dispuestas así las ocho anillas pueden alzarse y ser mostradas al público, como se ve en la fig. 41.

Con el conjunto de ocho anillas en semejante posición, la anilla suelta que está más próxima a las puntas de los dedos se deja caer hacia el suelo y es atrapada con la mano derecha (fig. 42). Una vez sujeta, se baja un poco la mano derecha para que los espectadores se cercioren de que efectivamente se trata de una anilla suelta.

Fig. 40

Fig. 41

Fig. 42

La siguiente pareja de anillas enlazadas se suelta a su vez y es recogida con la mano derecha.

Al atrapar la segunda de las anillas enlazadas, se hace descender un poco más la mano derecha, para que el público pueda ver que están bastante separadas.

De la mano izquierda se suelta una cuarta anilla, independiente. De nuevo el público se da cuenta de que es así. Las siguientes tres anillas encadenadas, se dejan caer en rápida sucesión una tras otra. Después de haber soltado la tercera, se alza la mano izquierda con la que todavía se sujeta la anilla restante antes de reunirla con las que están sujetas en la derecha.

Lo que intenta hacer es dar la impresión de que las anillas están sueltas. Si va contando en voz alta las anillas que van pasando de una a otra mano, asegurándose de que no se interrumpe o hace pausas durante la cuenta, los espectadores quedarán convencidos de que las anillas están sueltas. Recuerde que debe contar cuando las manos mantienen las anillas separadas. Si el cronometraje es correcto el público no tendrá duda de que las anillas son lo que parecen: ocho anillas de acero independientes.

Finalizada la cuenta de la caída, se vuelven a coger las anillas en la izquierda, exactamente en la misma posición en que estaban al iniciar el número.

Con la mano derecha se coge la primera anilla y se ofrece a un espectador para que la examine. Una vez el asistente ha comprobado que en verdad es una sólida anilla de acero, debe recuperarla.

Con un movimiento seco, colóquela en la mano izquierda y exactamente en la misma posición que antes. Al hacerlo, sin embargo, los dedos dejan que la siguiente anilla —perteneciente al par unido— quede libre, de modo que ahora estará colgando por debajo de las demás anillas. La ilusión es perfecta. Parece como si la anilla que ha examinado el espectador se hubiera encadenado a una de las que usted mantiene en la mano.

Seguidamente, con la mano derecha se sujeta esta anilla más baja y tira de ella, apartándola de las demás. Al ocurrir esto, los dedos de la izquierda dejan de sujetar la anilla perteneciente al par encadenado y que está a nivel superior, de manera que con la mano derecha se tirará de ambas anillas, extrayéndolas de la mano izquierda. Como estas anillas están enlazadas entre sí de forma permanente se pueden tender a un espectador para que las inspeccione.

En esta fase del acto las próximas dos anillas pendientes de los dedos de la mano izquierda son las sueltas. Se pueden dar a los espectadores para que satisfagan su curiosidad acerca de la autenticidad de las mismas. Recupere ambas anillas con la mano derecha, y páselas a la mano izquierda a la vez que da una buena sacudida para que resuenen al entrechocar. Al hacerlo, los dedos de la mano izquierda dejan de sujetar la siguiente pareja de anillas permitiendo que caigan. Como estas dos anillas forman parte de una cadena de tres, colgarán de la tercera de forma similar a como lo hizo antes la primera anilla. Con la mano derecha se sujetan las dos anillas que cuelgan, tirando de ellas hacia arriba. Al mismo tiempo se suelta la tercera anilla de la cadena de la mano izquierda. Se dan a continuación las tres anillas al público para que las examine.

Ahora nos gustaría atraer su atención sobre las figs. 43 y 44. Cuando las anillas de la mano derecha pasan enérgicamente a la mano izquierda, de esta última se suelta una anilla que caerá en el momento de producirse el impacto. El efecto consiste en que la anilla más alta, sujeta en la mano derecha, se ha hecho descender y encadenar con una anilla de la mano izquierda.

Fig. 43

Fig. 44

En la fig. 45 se puede ver cómo salen las dos anillas de la mano izquierda. Se repiten exactamente los mismos movimientos de la segunda fase, en la que se sujetaban las dos anillas independientes con la mano derecha y se hacían pasar a la izquierda. En ese momento la mano izquierda deja libres dos anillas. Al caer estas, parece como si se tratara de las mismas anillas que se sujetaban con la mano derecha.

Fig. 45

La situación a estas alturas es como sigue: uno de los espectadores tiene dos anillas enlazadas, otro espectador sostiene tres anillas también encadenadas y el ilusionista tiene en la mano izquierda tres anillas sueltas, una de las cuales es la anilla clave. Entonces deja que una de las anillas sueltas se deslice alrededor de la muñeca derecha hasta detenerse a la altura del codo. La anilla clave se sostiene en la mano derecha y la anilla restante suelta en la mano izquierda. Estos dos últimos aros se frotan uno contra el otro y durante dicho movimiento se hace pasar uno de ellos a través de la abertura del otro, quedando así trabados. La mano izquierda libera la anilla mientras que la derecha sostiene la anilla clave de la que a su vez cuelga la segunda anilla (fig. 46).

Recupere el par de anillas eslabonadas en poder del espectador y manténgalas en la mano izquierda, con una de ellas colgando por debajo. Así, tiene en su mano izquierda una pareja de anillas encadenadas, y en la derecha la anilla clave con otra anilla ensartada. Junte las manos y deslice la anilla completa hasta la mano izquierda a través de la abertura de la anilla clave, con lo que ahora tendrá cuatro anillas encadenadas (fig. 47). Junte de nuevo las manos y separe los dos pares de anillas, lo que logrará haciendo pasar nuevamente la anilla independiente y entera a través de la abertura de la anilla clave; de este modo tendrá ahora dos anillas en cada mano. Con la mano izquierda, que sujeta dos anillas permanentemente enlazadas, sacuda la anilla que cuelga por debajo y atrápela. Con los dedos de la misma mano proceda a deslizar las dos anillas a través de la muñeca hasta el codo izquierdo.

Fig. 46

Fig. 47

Ahora tiene una anilla independiente alrededor del codo derecho y dos anillas enlazadas alrededor del codo izquierdo. En la mano derecha mantiene la anilla clave de la que a su vez pende otra completa.

Proceda a recuperar las tres anillas encadenadas en poder de uno de los espectadores y cogerla con la mano izquierda, de la que colgarán formando cadena (fig. 48). Junte las manos e introduzca la anilla superior de la cadena a través de la anilla clave. Puede entonces mostrar otra cadena de cinco anillas (fig. 49). Observe que la anilla clave ha pasado a la mano izquierda y que con la derecha sujeta la anilla independiente.

Fig. 48

Fig. 49

Frotando los aros, separe la anilla independiente de la anilla clave y hágala correr hasta el codo derecho en compañía de la otra anilla independiente. Enseguida transfiera la anilla clave a la mano derecha, de forma que la cadena de tres aros cuelgue hacia abajo (fig. 50). A continuación, con la mano izquierda, alcance la anilla inferior, elevándola al nivel de la anilla clave, haciéndola pasar por la separación y dejándola caer, con lo que ahora tendrá la anilla clave, seguida de dos anillas y, por fin, una anilla independiente (fig. 51).

Con la mano izquierda recoja la anilla independiente que cuelga más abajo y, levantándola al nivel de la anilla clave, hágala pasar por su intersticio. Dispone ahora de la anilla clave en la mano derecha con tres anillas ensartadas en ella (fig. 52).

Fig. 50

Fig. 51

Fig. 52

Mantenga la anilla clave en la mano derecha y en la dirección del brazo (fig. 53).

Con la mano izquierda coja las dos anillas independientes que descansan alrededor del codo derecho y desplácelas hacia la mano derecha, haciéndolas pasar por la separación de la anilla clave (fig. 54); tendrá de esta forma cinco anillas colgando de la anilla clave.

Coloque ahora la anilla clave en la mano izquierda y en la dirección del brazo.

Mientras, con la mano derecha coja las dos anillas que hay alrededor del codo izquierdo y, haciéndolas pasar a lo largo del brazo, llévelas hasta la mano izquierda, encadenándolas a la anilla clave a través de la separación, tal y como se ha hecho antes.

En este momento tiene usted la anilla clave en la mano izquierda con siete aros colgando de ella. Pase la anilla clave a la mano derecha y sujete con la izquierda las siete restantes. Vaya dando la vuelta a la anilla clave hasta que logre separarla del conjunto de siete anillas (fig. 55). Tiene, pues, la anilla clave en la mano derecha y las otras siete en la izquierda. Alce la anilla clave y exclame: «¡Una!». Coloque la mano derecha bajo la izquierda, empiece a soltar las anillas de la mano izquierda cogiéndolas con la derecha y haciendo la cuenta de la caída, exactamente del mismo modo en que se realizó al iniciarse la actuación.

Fig. 53

Fig. 54

Fig. 55