En efecto: en la organización formal lo que existe es poder por
el puesto que se ocupa en el organigrama y este poder se impo-
ne sobre otro y lleva a que la otra persona se someta. En la orga-
nización informal lo que existe es autoridad y la autoridad se pro-
pone y se hace uno acreedor a ella. Por eso, quien reconoce en
otro autoridad practica respecto a él la obediencia. Surgen así
relaciones de colaboración y cooperación espontáneas en ausen-
cia de toda fuerza o imposición externa, mientras que en el caso
del poder, como éste se impone por la fuerza hace que el otro se
someta y ejecute las acciones porque no le queda más remedio,
pero tarde o temprano conduce al enfrentamiento y la rebelión.
Por eso, la relación poder-sumisión hace imposible que podamos
alcanzar la unidad mientras que la segunda, autoridad-obedien-
cia, es el camino que la garantiza y consolida.
b) Desde el punto de vista personal, lo que se le pide a cada
miembro del grupo es que desarrolle un sentido crítico, respon-
sable y de prudencia antes de actuar, es decir, preguntarse acer-
ca de lo que le proponen (= crítico), comprometerse a realizarlo
(= responsable) una vez que tiene claro lo que le han propuesto
y, finalmente, saber hasta dónde puede llegar (= prudencia) en la
aceptación y en la ejecución de la propuesta para practicar en
ella la justicia, la lealtad y los aspectos positivos de la virtud de
la prudencia a los que nos hemos referido en el punto anterior.
Por ello, la comunicación entre los miembros exige la práctica de
la prudencia: no todos los miembros de la empresa deben dis-
poner de todo tipo de información sino sólo de la que necesitan
para realizar sus cometidos. La comunicación no está al servicio
de satisfacer las curiosidades de sus miembros o sembrar alarmas
e inquietudes injustificadas en el grupo humano. Por eso, las per-
sonas han de colaborar con lo que son y con lo que tienen y sólo
se ha de reservar para sí aquello que puede perjudicar al otro si
lo pongo a su disposición. Para que esto sea una realidad, se han
de repartir o atribuir tareas y cometidos de acuerdo con las carac-
terísticas personales de cada uno, encomendando cada cosa al
que mejor sabe o puede hacerlo, así como a quien ha de apren-
derlo debidamente tutelado. Y esto es tarea del grupo, del equipo
de trabajo, no del Director. En esto consiste educar en libertad,
como ya hemos indicado: expuestas las pautas y criterios, usted
elige, decide y se responsabiliza, que es la forma en la que se
promueve la maduración personal. Por ello, es fundamental ser
Recursos Humanos
90