forma espontánea. Al mismo tiempo, los miembros del grupo han
desarrollado personalmente la virtud humana de la solidaridad
con todo lo que ello implica de exigencia y compromiso perso-
nal, que va mucho más lejos del sentimiento de solidaridad que
a nada compromete por mucho que apruebe «declaraciones ins-
titucionales», las cuales encubren y amparan un «egoísmo senti-
mental» que va deshumanizando a la persona y la reduce al plano
animal29. Son estas actitudes de cooperación y solidaridad las que
conducen a alcanzar un mutuo acuerdo porque la gente llega a
entenderse estableciendo, así, unas metas comunes que se inten-
tan alcanzar y que brotan del propio grupo y están gestadas por
él en lugar de venir dadas desde fuera. Cuando todo esto se ha
conseguido en el marco de un respeto interpersonal profundo,
que va más allá de la no agresión al otro porque se apoya en la
aceptación y valoración respetuosa de todo lo que de bueno hay
en el otro, el grupo como tal alcanza un alto grado de unidad
que provoca un aumento de la atractividad y eficacia: lo que es
necesario hemos conseguido hacerlo atractivo y, por ello, las
cosas salen bien. Sucede en este terreno como en nuestras rela-
ciones con los demás: cuanto más aprecias a otro, más iniciativas
se te ocurren a favor de él y, cuanto peor te cae alguien, más ocu-
rrencias tienes para fastidiarlo e incordiarle de modo espontáneo.
Sólo carecemos de ocurrencias e iniciativas respecto a las perso-
nas que nos resultan indiferentes. Por eso, «hay olvidos que no
son falta de memoria sino falta de interés y aprecio hacia el
otro»30.
¿Qué es lo que necesitamos para alcanzar todo ello? Podemos
concretar el tipo de exigencias en dos grandes bloques:
a) Desde el punto de vista del grupo se espera que éste gene-
re confianza entre sus miembros31, la cual se basa en la justicia
y en la sinceridad de las que nos hemos ocupado anteriormente
al referirnos a la humildad del Director, pues yo no puedo depo-
sitar confianza en un grupo cuyos comportamientos no se basan
en la virtud de la justicia y de la sinceridad. Adviértase, por ello,
que no nos estamos refiriendo a las consecuencias sociológicas
de una acción, sino a aquello que provoca en el agente la deci-
sión de realizar esa acción y no otra32 porque lo que hace que
una acción sea justa no es que las consecuencias sean justas
(pues pueden serlo por error o por accidente) sino que sea una
acción producida por la virtud humana moral de la justicia, es
Recursos Humanos
86