genera el tedio de ese presente repetitivo y continuo. Estamos
entonces ante la peor de las crisis por las que atraviesa el ser
humano, que es consecuencia de no haber resuelto adecuada-
mente las que tuvo en el pasado, comenzando por la crisis de
la pre-adolescencia y siguientes, en las que debía haber madu-
rado, consolidado y fortalecido su personalidad a fin de afron-
tar mejor las crisis futuras. Estamos ante personas que no se
han enfrentado personalmente con tales crisis en el pasado
para resolverlas adecuadamente y aprender de ellas: han teni-
do una vida acelerada y de vértigo y «han tapado» estas situa-
ciones sin enfrentarse a ellas para resolverlas y aprender para
el futuro. Esto explica la crisis «de los 50» o crisis de las tres «C»
en la que muchos varones creen resolver sus problemas perso-
nales cambiando de coche, de casa y de chica, lo que no res-
ponde a una auténtica solución de las dificultades sino a una
forma concreta de encubrirlas.
6º) Descubrir la importancia y necesidad del sufrimiento para
madurar como persona, que no tiene nada que ver con el maso-
quismo.
El dolor y el sufrimiento constituyen el lastre que da estabili-
dad al barco de la felicidad personal evitando así que naufrague
en las pequeñas y medianas adversidades... y también en las
grandes, porque ha con-formado (= formateado) el barco de la
felicidad de tal modo que «siempre sale a flote y queda en pie
sobre las aguas» tan pronto ha pasado la ola. Ahora bien, para
que esto se logre es necesario adoptar frente al sufrimiento una
actitud muy concreta.
En primer lugar, hay que saber evitarlo sin pretender supri-
mirlo de la vida propia y ajena, es decir, evitarlo pero contando
con él y sabiendo que existe. Porque, si pretendo por ejemplo
que mis hijos nunca sufran y me esfuerzo por suprimirles todo
tipo de sufrimiento y de dificultad en sus vidas, estoy practican-
do una postura absurda y les incapacito para superar cualquier
dificultad o contratiempo en su vida de modo que, por ejemplo,
la primera vez que pierden el autobús se enfrentan a la mayor
tragedia de su vida porque constituye un problema imposible de
superar para ellos porque no están preparados ni capacitados
para resolverlo. No se trata, pues, de suprimirlo de la vida propia
y ajena sino de saber «torearlo» para saber vivir y sacar partido de
esa situación.
Recursos Humanos
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