lo practica. Ello es así porque el amor de benevolencia, el dar sin
recibir nada a cambio, es una postura correcta, válida y deseable
para practicarla con personas concretas pero no con carácter
general, porque el amor está llamado a ser biunívoco: no exige
la correspondencia pero está abierto a ella, la espera y la presu-
pone16. Los seres humanos no sólo necesitamos amar sino saber
y sentir que somos correspondidos por los demás. Sin esta corres-
pondencia, es imposible la relación interpersonal de amistad y de
afecto y, como hemos visto, el amor de benevolencia opera sólo
en una dirección: hacer el bien al otro aunque el otro no me
corresponda, por lo que no puedo basar en él mi desarrollo afec-
tivo humano. La alternativa, pues, no ha de ser ni el egoísmo ni
el altruismo sino la cordial convivencia que permite establecer
vínculos entre personas que se apoyan en el afecto y la razón, en
lo que dan y en lo que reciben, con lo cual desarrollan cauces de
expresión de su afectividad que son fuente de satisfacción. Por
ello, la maduración de la personalidad conduce al amor interper-
sonal de amistad como meta, pero exige que previamente pase-
mos por el amor de bene-volencia (= querer el bien ajeno) y el
amor de bene-ficencia (= hacer el bien al otro). Se explica así la
importancia que tiene en este proceso la auténtica amistad para
poder ver «con limpieza» lo que existe en otra persona a la que
no pretendo dominar ni aprovecharme de ella, tarea imprescin-
dible para ser un buen Director.
Esta cordial convivencia es el resultado del valor de la «unidad»,
fundamento de todo comportamiento humano en la empresa que
se apoya en el «criterio de consistencia». No podemos aquí exten-
dernos en su contenido e implicaciones pero podemos indicar
algunos aspectos que han de estar presentes: la racionalidad de lo
que planteo buscando el bien ajeno y la virtualidad o habilidad
operativa para practicarlo por unos y para saber proponerlo por
otros; el respeto hacia la persona en su integridad; las buenas
intenciones de quien hace la propuesta y la búsqueda real del bien
ajeno entendida no como un deseo sino como algo efectivo y algo
real, operativo, para que lo deseable sea también efectivo y se
desarrollen así experiencias interpersonales que hagan crecer la
confianza mutua interpersonal17. Por eso, la alternativa al egoísmo
no es el altruismo sino la postura noble e inteligente que practica
la Verdad (= racionalidad) en el Amor (= afectos y sentimientos)
para fomentar la mejora personal de cada uno. En definitiva: todos
Recursos Humanos
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