una virtud, entendemos por pobreza la carencia involuntaria de
bienes que es compatible con la avidez por los mismos y el afán
materialista. Análogamente, definimos la ambición como esa pos-
tura personal que nos estimula a superarnos enriqueciendo nues-
tra personalidad con las más variadas facetas, cualidades y valo-
res humanos que estamos dispuestos a compartir con los demás,
todo lo cual es valioso mientras que entendemos por codicia el
deseo de poseer más de lo mismo. Por ello, como la ambición
implica desarrollar nuestra personalidad mejorando sus cualida-
des y las relaciones que establecemos con todo lo demás, la con-
sideramos positiva para el ser humano y fuente de satisfacciones
interpersonales, mientras que la codicia, al querer más de lo
mismo, empobrece y autodestruye a las personas, pues «el que
sólo sabe latín, ni latín sabe». De aquí proviene muchas veces el
estrés del ejecutivo que va realizando progresivamente más horas
de trabajo de la misma actividad, olvidando así los demás aspec-
tos de la vida y volcándose en el trabajo para alcanzar su éxito
profesional. Evidentemente, quien sólo desarrolla en su vida la
faceta profesional o lo hace con evidente relevancia sobre todas
las demás, lleva a cabo un desarrollo patológico de su persona.
Curiosamente, esto suele ocurrir en los primeros años de la vida
activa en los que se produce «la escalada profesional», que cons-
tituye una forma de codicia propiciada por las circunstancias y
aceptada por el individuo.
Son, pues, las relaciones interpersonales y la comunión de
idea les la fuente esencial de las satisfacciones humanas cuyo
componente fundamental está en las satisfacciones afectivas. De
ahí que en la empresa, lo que más une a las personas no es la
proximidad física de los locales de trabajo sino los valores huma-
nos que se comparten y que son el soporte sobre el que se asien-
tan fuertes vínculos de unión interpersonal. Desde este punto de
vista, la denominada organización informal es de vital impor-
tancia en la empresa y tiene un gran impacto sobre los resulta-
dos económicos de la misma. Fácilmente se comprende que el
cambio de una persona no altera la organización formal de la
empresa pero en cambio sí afecta a la organización informal: la
empresa ha cambiado, para mejor o para peor, en convivencia,
colaboración, talantes interpersonales, etc.
3º) La madurez e integración de toda nuestra personalidad es
el tercer pilar sobre el que se asienta la felicidad, de modo que
Recursos Humanos
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