se lo imagina y actúa como si lo fuese. Actuando de este modo
desarrolla la creatividad, imaginación e iniciativas, de lo que se
deriva como resultado un alto grado de satisfacción que expresa
su estado interno de felicidad. Pues bien, ¿resulta posible con-
templar y analizar el trabajo de un adulto como hacemos con el
juego para un niño? Para responder a esta pregunta, tenemos que
aplicar al mundo del trabajo lo que es esencial en el juego de un
niño: la relación lúdico-ambital en la que yo sé colaborar, coo-
perar y complementar mis posibilidades y capacidades con las
que me brinda la persona o cosa con la que yo interacciono, no
con ánimo de dominarlas y someterlas a mi capricho sino de enri-
quecernos mutuamente.
El ámbito es toda cosa o persona cuyas posibilidades que nos
ofrece nos resultan conocidas y sabemos cómo complementarlas
con las nuestras para obtener unos resultados que, por nosotros
solos, serían imposibles. Así, por ejemplo, una piscina climatiza-
da es un peligro para quien no sabe nadar, una cosa u objeto,
pero se traduce en un ámbito para quien sabe practicar la nata-
ción, lo que le permite disfrutar, relajarse y complementar sus
posibilidades deportivas con las que le ofrece la piscina. De igual
modo, una partitura de música y un violín son simples objetos
para quien desconoce la música pero, quien sabe tocar el violín
interpretando la partitura, se encuentra ante un ámbito que le
ofrece unas posibilidades que se complementan con las suyas y
que le reportan un alto grado de satisfacción al interpretar esa
obra musical y permitir que otros disfruten con ello, tanto más
cuanto que tal interpretación puede tener lugar en el ámbito de
una gran orquesta en la que las posibilidades de unos se enri-
quecen y complementan con las que aportan otros.
Las personas somos ámbitos y también lo son la tecnología y
las máquinas de una empresa ya que todo ello nos está ofre-
ciendo a cada uno una serie de posibilidades. El problema se
plantea en si los que nos rodean son capaces de captarlo y con-
jugar esas posibilidades que ofrecemos. Si lo hacen así, surge la
colaboración, cooperación, participación y el enriquecimiento
mutuo, en contra de lo que ocurre con las relaciones de domi-
nio, que anulan las posibilidades que el otro ofrece o las reduce
y rebaja de categoría. Lo esencial, por tanto, está en el tipo de
relación que se establece porque también un niño puede esta-
blecer una relación de dominio con los juguetes, utilizándolos
Introducción a los recursos humanos en la empresa
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