ni los mejores en todo, algo que es vital para no caer en la pre-
potencia o en la suficiencia. Es así como se construye la con-
fianza mutua, base de toda convivencia y de toda autoridad,
pues por ella concedemos y otorgamos credibilidad al otro de
modo que, a mayor número de experiencias de este tipo, mayor
garantía de que todo seguirá así, pues humanamente nunca
alcanzaremos certeza matemática respecto al comportamiento y
respuesta que esperamos encontrar en otro ser humano. Así por
ejemplo, cuando celebramos las Bodas de Plata tenemos mayor
garantía de estabilidad matrimonial que antes del matrimonio o
en sus comienzos.
Pero la humildad se basa en dos grandes virtudes humanas:
la justicia y la sinceridad. La justicia exige dar un trato distinto a
los que, de suyo, son distintos pero este trato diferente ha de ir
revestido de la ponderación5para que el trato desigual sea razo-
nablemente distinto y no dé pie a claras discriminaciones que
generen desigualdades hirientes. En más de una ocasión, cuando
los seres humanos hablamos de justicia y pedimos que se haga
justicia, estamos hablando de venganza, que es algo bien distin-
to pero que anida y brota muchas veces de nuestro corazón. Por
su parte, la sinceridad consiste en saber decir la verdad que el
otro puede entender y decírsela de forma que le ayude a mejo-
rar como persona. Nada tiene que ver con la prepotencia6o la
grosería del que «se sube al andamio» y, desde arriba, le «lee la
cartilla» a los demás para «hundirles en la miseria»: yo, que te veo
muy bien y te conozco perfectamente, te voy a decir cómo eres
aunque no me lo preguntas... ¡para que aprendas! Esto puede ser
grosería, prepotencia... pero jamás será sinceridad. No se trata
tampoco de decir «medias verdades» sino de exponer la verdad
con la forma y el contenido que el otro es capaz de captar y le
hace bien: la explicación que se da del big-bang o de los Reyes
Magos a un niño de 5 años ha de ser sincera, real, veraz, pero
necesariamente incompleta y, en este sentido, parcial (= una
parte) lo que no significa que sea falsa sino que le ayude a pro-
gresar hacia el conocimiento pleno de la verdad siguiendo su
ritmo, su evolución, sin forzar las situaciones. Por tanto, no se
trata de decirle al otro lo primero que se me ocurre sino algo que
le ayude a aclararse, a mejorar, porque lo puede entender.
La humildad se asienta, pues, sobre la justicia y la sinceridad y,
por ello, la persona humilde sabe valorar a sus subordinados en
Introducción a los recursos humanos en la empresa
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