muchas que la quieren y, sin embargo, sus necesidades afectivas
encontrarse insatisfechas porque esa persona es incapaz de per-
cibir y captar el afecto que le tienen. No se trata de superar esta
situación multiplicando los signos de afecto: éstos, tienen siempre
un sentido pero adquieren un signific ado específic o de acuerdo
con las experiencias previas. Como el mismo signo puede tener
distinto significado para un sujeto y para otro, la persona que no
capta el amor que se expresa en ese signo siempre lo racionali-
zará de acuerdo con sus propias experiencias, entre las que no se
encuentra el amor hacia esa persona, cosa que en otros sujetos sí
ocurre y perciben por ello tales signos como manifestaciones de
afecto interpersonal. Y ésta no es una cuestión de aprendizaje teó-
rico sino práctico, de donde surge la experiencia y el aprendizaje
afectivo que nos abre al conocimiento de la realidad personal del
otro a través de los signos de afecto intercambiados. Surge así la
capacidad de establecer relaciones afectivas profundas y estables
con otros seres humanos.
Todo lo anteriormente expuesto nos permite abordar la res-
puesta personal a preguntas tales como: quién soy yo, por qué
estoy aquí y para qué. Respuesta que en la familia adquiere una
tonalidad más global y, en la empresa, es más bien una respues-
ta parcial al sentido de mi tarea y mi vinculación a la organiza-
ción, pero que ayuda a enfrentarme con la respuesta global del
sentido de mi existencia como persona.
Nótese que el grado de satisfacción que experimenta el ser
humano radica siempre en el plano de lo natural y vivencial, no
de lo superficial. En la familia se aprende la finalidad de nuestra
vida, a querer a los demás y a buscar su bien personal. Partiendo
de esta base, en la empresa se profundiza en el sentido de lo que
hacemos, de nuestro trabajo y nuestro trato con los demás.
Cuando en la familia uno se preocupa de los demás recibe la
atención, el afecto, respeto y aprecio de los otros según su pro-
pia forma de ser. Algo similar ocurre en la empresa, en la medi-
da en la que todos estamos abiertos a la correspondencia como
signo de aceptación, amistad y afecto: no doy para que me den,
pero acepto que me den y brindo oportunidades a los demás de
mostrar su agradecimiento y afecto en el marco de una relación
interpersonal amistosa.
La satisfaccn personal nace así de estar a gusto con uno
mismo y con los que me rodean, convencido de que he orienta-
Recursos Humanos
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