respecto a mí las personas que componen el grupo humano en el
que me integro y con los que necesariamente tengo que relacio-
narme. De hecho, en la medida en la que uno se respeta a sí
mismo aprende a respetar a los demás. Y ese respeto hacia uno
mismo es tanto mayor cuanto más se descubre y percibe la dimen-
sión trascendente y teocéntrica del ser humano. De ahí que el fra-
caso de la existencia humana conduce a esa carencia de sentido
de por qué y para qué se vive y la pérdida de ilusión por seguir
viviendo, al margen de lo que se tiene y lo que no se tiene, pues
hay muchas formas de practicar el suicidio.
3.3.8. Algunos aspectos pedagógicos sobre experiencias
deshumanizadoras
De cuanto hemos expuesto, fácilmente podemos comprender
que, tanto la represión como el desfogue, son dos respuestas ina-
decuadas para el ser humano como persona y en su relación con
los demás. Por tanto, defender un comportamiento personal
basándose en que somos espontáneos, naturales, no reprimidos,
etc., no queda debidamente justificado y tiene también sus lími-
tes en el «debido respeto al otro» porque ¿es razonable, es acep-
table, es deseable comportarse en público con total «espontanei-
dad» ante cualquier impulso físico o psicológico que sintamos?
Vivir implica con-vivir y convivir tiene sus reglas que no se basan
en el capricho individual sino en el profundo respeto y acepta-
ción de los unos por los otros, pues, de otro modo, la conviven-
cia resulta imposible.
Pero la convivencia y la maduración personal exige esfuerzo,
superación de las dificultades, saber elegir y optar entre lo que
está a nuestro alcance teniendo clara la meta que buscamos, de
modo que seamos los protagonistas de nuestra vida en lugar de
ir arrastrados por los acontecimientos que nos rodean. Esto supo-
ne una decisión voluntaria y libre. Y mi voluntad, que actúa al
lado de los sentimientos, tiene siempre dos opciones:
a) decidirme por el otro buscando su bien y creando relacio-
nes de cooperación y colaboración, de forma que «yo me doy a
tí, a pesar de cómo eres y contando con cómo eres»
b) decidirme por mí buscando mi interés y desarrollando relacio-
nes de dominio sobre el otro, de forma que «yo me apropio de ti».
La estructura de la personalidad
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