personal, voluntario y libre en el que yo me comprometo y entre-
go a otra persona al mismo tiempo que la acepto tal y como es.
Podemos en este caso hablar de algunas clases de amor18:
a) Amor afectivo, que es el amor subjetivo y de sentimientos
que despierta en mí el interés por la otra persona en la que des-
cubro aspectos que me gustan y me atraen. Ello conduce natu-
ralmente hacia la comunicación interpersonal para conocer al
otro y ver lo que quiere mostrarme y des-cubrirme de sí mismo
b) Amor de benevolencia y beneficencia, que me lleva a bus-
car el bien ajeno brindando al otro lo que soy, tengo y puedo
conseguir con mis medios para que mejore como persona aun
cuando no sea correspondido
c) Amor interpersonal de am istad, que es el más intenso al
que puede aspirarse en una Organización y conduce al valor de
la unidad y al mantenimiento de la fidelidad en el paradigma
antropológico de la concepción empresarial. Se produce cuando,
a partir del conocimiento de la realidad personal del «yo» y del
«tú» descubrimos la dimensión del «nosotros» como ámbito en el
que ha de vivirse la relación «yo-tú» y en la que el bien ajeno lo
percibo y considero como bien propio personal y lo mismo les
ocurre a los demás conmigo, porque estamos ante una relación
bidireccional. Surge así un profundo conocimiento del otro y la
razón juega aquí un papel importante: no me quedo en la ilusión
y el atractivo del otro (= aspecto sensible y sentimental) sino que
soy consciente de sus defectos y de sus virtudes. Por ello, el amor
interpersonal de am istad implica el amor afectivo (= los senti-
mientos) más el amor de benevolencia y de beneficencia (= la
dimensión espiritual del ser humano), de forma que ambas que-
dan comprometidas en una misma realidad
d) Amor conyugal: es la decisión de la voluntad en libertad para
formar el vínculo matrimonial entre un hombre y una mujer que
implica el amor interpersonal de am istad unido a la dim ensión
sexual, aspecto que no interviene en los casos anteriores. En la
dimensión sexual podemos distinguir dos aspectos diferenciales: el
procreativo y la genitalidad sobre la que se asienta el hedonismo.
Cuando esta dimensión de la sexualidad se limita a la genitalidad y
se practica al margen del amor interpersonal de amistad, nos encon-
tramos ante la prostitución que supone claramente un reduccionis-
mo en la relación y un ac to violen to de un ser humano que se apro-
pia y usa de otro ejerciendo dominio sobre él. En general, la mujer
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