mayor información o cultura ni tampoco en el marco del matri-
monio. Todo ello, compromete seriamente las relaciones inter-
personales en la Organización e influye, favorable o desfavora-
blemente, en los resultados económicos que se alcanzan.
Si para la cultura sajona, los términos «love» y «honey» se apli-
can a realidades distintas, ya los griegos distinguían tres elemen-
tos básicos diferentes, que no se contraponen sino que se inte-
gran y complementan entre sí:
a) eros: algo muy distinto a lo que nosotros entendemos hoy,
pues, para los griegos, representa los aspectos de «complementa-
riedad» interpersonal entre el hombre y la mujer
b) filei: el sentimiento que brota entre dos personas, y que
expresa la atracción interpersonal que existe, por ejemplo, entre
padres e hijos generando unos «sentimientos comunes»
c) agapei: es la «decisión personal» la «fuerza de voluntad» que
sirve de soporte a esa relación, la mantiene y la desarrolla en el
tiempo.
Pues bien, toda relación humana interpersonal y, por ello,
también la que se establece en el marco de una Organización
empresarial, se apoya en esas tres realidades: la c om plem en tarie-
dad de las personas m ás los sentim ientos comunes17 y s la
decisión voluntaria que defiende la fidelidad en la relación esta-
blecida dándole así continuidad y estabilidad en el tiempo. La
ausencia de uno cualquiera de sus elementos conlleva la des-
trucción de la misma. Conviene, por ello, no confundir los diver-
sos planos que se presentan porque el amor humano implica una
afectividad y sentimientos hacia los demás pero no es sólo afec-
tividad o sentimientos. El sentim iento expresa la atractividad,
emotividad, sensibilidad: es el componente psicosociológico de
la relación, pero, como los sentimientos son cambiantes al apo-
yarse en sensaciones, atracciones y sensibilidad, la relación que
se basa sólo en ellos es incierta y quebradiza pues funciona sobre
el placer y el displacer, lo que me atrae y lo que me repele. La
afectividad, en cambio, da un paso más: se apoya en los senti-
mientos (dimensión animal del ser humano) pero exige el con-
curso de la voluntad (dimensión racional del ser humano) que
dec ide al lado de esos sen tim ien tos para qu erer o rec hazar en un
acto personal y libre, es decir, sin que necesariamente tengamos
que querer lo que me agrada (= sentimiento) o rechazar lo que
me des-agrada (= sentimiento). Por tanto, el amor implica un acto
La estructura de la personalidad
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