Por eso, todo lo afectivo consiste en un cam bio in terior que
se produce de forma brusca en unos casos o paulatina y sucesi-
va en otros. Es un estado singular de encontrarse uno consigo
mismo, de darse cuenta de la realidad personal a partir de esta
modificación interior. Tratar de definir la afectividad y sus com-
ponentes es adentrarse en un campo difícil y complicado, porque
hay que buscar las notas esenciales que definen el mundo emo-
cional de una persona. De ahí que muchas veces los sen tim ien-
tos c on stitu yen u n en igm a: nos cuesta enormemente comprender
lo que es capaz de realizar el ser humano movido por el odio, la
venganza, la revancha y la ira, tal y como expresó Speer, lugar-
teniente de Hitler, en el proceso de Nüremberg. La forma habi-
tual de discurrir la afectividad se produce a través de los senti-
mientos, y el sentimiento más noble que puede habitar en el ser
humano es el Amor.
3.3.4. Amor interpersonal y cohesión del grupo humano
Cuando me dirijo a alguien para saludarle ofreciéndole mi
deseo de paz como hacen los judíos, manifiesto que quiero com-
partir con él el (EL) espíritu (ESPÍRITU) que nos une y nos alien-
ta para generar la paz, entendida de una parte como un don que
se nos ha dado, ya que nacemos libres y no esclavos, y, de otra
parte, como una conquista y una meta en la que todos tenemos
que implicarnos, si bien no consideramos la paz como un valor
humano supremo ya que ésta ha de fundarse sobre la justicia y
ser el resultado del amor mutuo que exige, previamente, el res-
peto de unos hacia los otros. La paz conlleva así una forma con-
creta de convivencia, entendimiento, de deseo leal y efectivo de
prosperidad ajena, de arraigo en lo ya conseguido, colaboración,
cooperación y afecto interpersonal.
Pero la manifestación profunda del afecto interpersonal que,
ciertamente, implica los sentimientos, no se traduce en una pos-
tura sentimental sino en el amor humano interpersonal de amis-
tad o, como mínimo, en el amor humano interpersonal de bene-
volencia. Y esto exige un acto de voluntad en el marco de la
libertad.
En efecto: el amante da al amado de lo que es, de lo que tiene
y está en su mano el poder darlo, pues no todo lo que yo deseo
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