3.3.2. Motivación, afectividad y voluntad
La motivación que damos a los demás actúa siempre sobre la
afectividad y los sentimientos (anillo 3) provocando en el otro
sensaciones, sentimientos y afectos favorables a nuestro mensaje
o propuesta, que estimulan así una tendencia concreta en el otro.
No obstante, esto no puede convertirse en una forma de mani-
pular o conducir a los demás: se trata de proponer algo a alguien
y no de disponer sobre alguien. Precisamente porque tanto la
motivación como la publicidad no ponen de relieve «necesidades
latentes» en el ser humano sino que despiertan en él «apetencias»
concretas hacia modos de comportarse u objetos materiales,
encontramos aquí la explicación a preguntas como éstas: ¿por
qué una persona (incluso debidamente informada sobre un tema
y los riesgos que éste conlleva) es atraída de modo irresistible por
tales propuestas?, ¿por qué yo sucumbo ante lo que me apetece?
La infancia y las personas inmaduras se sienten especialmente
desprotegidas ante estas propuestas, con lo que la proposición de
algo se convierte en una disposicn sobre alguien. Para poder-
nos proteger sobre tales influjos necesitamos saber elegir y ser
capaces de elegir por convencimiento propio, por decisión per-
sonal y no por temor, por respetos humanos, por falsos argu-
mentos. Por eso, sólo cuando soy capaz de rechazar algo y decir
NO oponiéndome a ello (ejemplo: violar una ley), soy capaz de
asumirla, aceptarla y decir SÍ con todas sus consecuencias (es
decir: obedecer y cumplir una ley, que no es lo mismo que
«someterme» a ella), con independencia que la decisión tomada
lo sea sobre algo bueno o malo en sí mismo.
Esta capacidad para elegir implica todo un proceso de educa-
ción personal que podemos concretar de forma resumida en los
siguientes aspectos:
a) Educar la Vo l u n t a d como capacidad de actuación humana
que ha de estar al servicio de la inteligencia personal que guíe
esta fuerza. Todo ello implica desarrollar la virtud de la Fo r ta le z a
que consiste en saber mantener una postura y posición con fir-
meza (y no con cabezonería) para afrontar las dificultades y con-
tratiempos con To le ra n c ia y Paciencia al ser comprensivo con
las limitaciones propias y ajenas pues cada uno, hoy por hoy,
tod avía es como es y cada persona necesita un tiempo distinto
para reaccionar y cambiar.
La estructura de la personalidad
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