hacemos preguntas como éstas: ¿que puedo hacer para que
una persona me caiga bien?, ¿qué puedo hacer yo para caer
bien a otra persona?, ¿qué tengo que hacer como Director de
Recursos Humanos de la Empresa para que las relaciones inter-
personales mejoren? Ante estas y otras preguntas similares
hemos de tener en cuenta que los sentimientos existen en el
ser humano al igual que otras sensaciones como las de ham-
bre, frío, cansancio, etc., y que no son ni buenas ni malas sino
que «tenemos que aceptar que existen, contar con ellas del
mismo modo que acepto que en verano hace calor y en invier-
no hace frío y, finalmente, tenemos que actuar no contra ellos
o a favor de ellos sino al lado de ellos para superar las difi-
cultades que nos presenten y no dejarnos arrastrar por ellos».
En definitiva: es la voluntad (anillo 2) la que ha de decidir en
el marco de la libertad al lado de los sentimientos (anillo 3) y
contando con ellos (dominio político), pero no es la voluntad
la que debe intentar someter y controlar los sentimientos
(dominio despótico con represion) ni son los sentimientos los
que han de pilotar las decisiones de la voluntad en el marco
de su libertad (dominio despótico con desfogue). Por todo
ello, tanto en Comportamiento Humano en la empresa como
en Dirección de Recursos Humanos no existen recetas mágicas
para abordar las dificultades o deficiencias de personalidad
que tienen las personas, pero hay normas que debemos consi-
derar para reflexionar sobre ellas y valorar sus consecuencias
y resultados. Todos debemos ser conscientes de que la empre-
sa cuenta con lo que la persona es y quiere aportar a la orga-
nización: cualidades, defectos y limitaciones. Nada de todo ello
va a quedar aparcado en la puerta de entrada para que el tra-
bajador lo recoja a la salida. Por otra parte, el talante con el
que actúa una persona, fruto de su modo de ser y de los valo-
res humanos que practica, es fundamental para la marcha de
la empresa, sea cual sea el puesto y la responsabilidad que le
corresponda10. En definitiva, tendremos siempre que pregun-
tarnos quién tiene la prioridad en la práctica: la persona y su
propia familia o la organización en la que presta sus servicios
pues, como ya vimos, entre la persona funcional y la función
personal debe primar esta última como indica, entre otras, la
Teoría Z a pesar de que, en Japón, los trabajadores consideran
que la empresa («su empresa») está antes que su familia.
Recursos Humanos
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