Más todavía: la conciencia supone que capto la verdad. Si
cometo un crimen por el que castigan a un inocente, sé que tal
acto va en contra de la verdad de los hechos tal como yo los
conozco. La conciencia es un instrumento para conocer la verdad.
Pero los animales no tienen ética: se mueven por instintos.
7º) La religión es algo específico del ser humano. Los anima-
les no tienen templos, no dan culto a nadie, no ofrecen sacrifi-
cios a la divinidad. Y ello es así porque el fenómeno de la reli-
gión es un hecho radicalmente espiritual: supone una tendencia
al infinito tras constatar que las cosas de este mundo no le satis-
facen plenamente. En efecto, el ser humano hace proyectos de
felicidad y, una vez que los logra, tiene que realizar otros nuevos
que conduzcan a una plenitud mayor. Esta tendencia hacia el infi-
nito es un hecho natural que no se encuentra en los animales.
No es ajeno a todo ello la conciencia del ser humano sobre la
realidad de la muerte, que contradice sus sentimientos y su deseo
de vivir. Es el único animal que sabe que va a morir sin haberlo
constatado: lo sabe por inducción de una ley universal y surge en
él un deseo de inmortalidad que no apreciamos en los animales.
A las diferencias ya expuestas entre los seres humanos y los
animales podemos añadir las que se derivan del instinto anim al
pues, el animal, no está dotado de ninguna de las dimensiones
espirituales de las que hemos hablado. El animal, decíamos,
puede aprender por simple imitación asociativa (= ve lo que
hago y trata de imitarlo) pero esto no es signo de racionalidad:
es preciso descubrir si se han aplicado principios abstractos
para conseguir determinados fines diferentes, como ocurre
cuando, por ejemplo, nos encontramos con diversas piedras
talladas. El ser humano conoce el fin en cuanto fin y orienta sus
acciones para lograrlo conscientemente, mientras que el animal
se mueve sólo por instintos.
Es cierto que el instinto animal supone a veces unos conoci-
mientos que nos asombran como la elaboración de los panales
de abejas o la orientación de las aves migratorias. Pero, todos
esos conocimientos los poseen sin haberlos logrado por la expe-
riencia: no nacen después de una experiencia sino que preceden
a la experiencia. Los animales persiguen un fin incluso antes de
haberlo conocido como resultado determinante de su código
genético. Y todos los animales de una especie nacen con los mis-
mos conocimientos.
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