petible y singular, algo inédito. Mientras los animales son copias de
sus padres, nosotros no lo somos: en ello radica el santuario sagra-
do de la dignidad humana como ser único e irrepetible.
Pero tampoco me determina el influjo que recibo de fuera.
Estoy determinado en lo que se refiere al conocimiento sensible,
pero el hombre no tiene sólo una relación mecánica con lo sen-
sible sino que tiene un conocimiento intelectual de las cosas en
virtud del cual las distingue de él mismo, se distancia de ellas y
las convierte en objetos o ámbitos que puede elegir para sus
fines. El animal no se distancia de las cosas materiales y, por eso,
es repetitivo: su historia no es historia, sino vida vegetativa.
Cuando pretendemos negar la libertad humana afirmando que el
hombre hace en cada circunstancia lo que le parece mejor, fácil-
mente constatamos que una persona puede considerar algo como lo
mejor desde el punto de vista racional y, sin embargo, elegir lo con-
trario. Esta elección es una verdadera elección porque, lo mismo que
podemos elegir el placer podemos elegir también la pérdida del
mismo, lo cual demuestra que no estamos determinados por él sino
sólo condicionados. El ser humano n o está determ in a do ni por el
bien moral ni por el placer y esto es, justamente, la libertad.
4º) El progreso científico, que exige conocer la ley interna de
las cosas a través del conocimiento abstracto. Los animales care-
cen de este progreso científico, ya que únicamente «copian» lo
que han visto hacer a sus progenitores o reaccionan instintiva-
mente a los estímulos que reciben de fuera, lo que hace posible
que el ser humano pueda amaestrarlos mediante estímulos con-
dicionados de Paulov.
El ser humano ha progresado en sus conocimientos al descu-
brir por intuición intelectual la esencia de las cosas, las leyes
internas que las rigen y sus relaciones, que es la base de todo
progreso científico.
5º) El arte es también una manifestación espiritual. Los animales
no realizan obras de arte: todo cuanto hacen es por utilidad propia,
porque es útil para su vida. Sin embargo, el ser humano puede
decidir que quiere gastar parte de su tiempo en contemplar la belle-
za de un paisaje desinteresadamente y disfrutar con ello.
6º) La ética supone la existencia de la conciencia, es decir, el
convencimiento de que se debe actuar de acuerdo con el bien
moral. Esto exige que, previamente, captemos lo que es el bien
en cuanto bien, lo que exige un acto espiritual.
La estructura de la personalidad
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