BLOQUE I
1º) Hay que comenzar por la «A»u toa c eptac ión , que no es
resignarse sino admitir y aceptarse uno tal y como es. Este acep-
tarse a uno mismo es total: con lo bueno y con lo malo. Pero
no es una postura de resignación: «soy así, y siempre lo seré»,
«genio y figura, hasta la sepultura», sino que es una aceptación
activa y, por tanto, de esfuerzo personal por superarme a par-
tir de lo que soy, poniendo la meta en lo que, razonablemente,
puedo llegar a ser. La autoaceptación es el punto de partida
para alcanzar la autoestima: es verdad que la autoestima depen-
de en gran manera de la aceptación que de mí hacen los demás
pero, si no empezamos por aceptarnos a nosotros mismos reco-
nociendo nuestras cualidades y limitaciones, nuestros puntos de
coincidencia y de discrepancia (o disparidad total) con los
demás, la autoestima es algo imposible. Así, por ejemplo, quien
padece anorexia no es que esté grueso sino que él se ve grue-
so. Por eso, la autoaceptación no es fácil: tenemos que apren-
der a vernos para conocernos y para re-conocer que somos así,
sin caer en el odio o el rechazo ni tampoco en el narcisismo.
Quien sabe aceptarse sabe aceptar a los demás y se siente segu-
ro: no teme ceder ni con-ceder algo, a sí mismo o a otro, por-
que sabe que es el camino en el momento presente para acep-
tar al otro y a uno mismo tal y como son hoy, sin que ello
impida perder de vista cómo deben ser en el futuro. En reali-
dad, sólo cede el que acepta y comprende porque ama al otro y
busca el bien ajeno, lo mejor para el otro. Por eso, el que no
acepta ni comprende, no cede por más que lo afirme: lo que
hace es comprimir o reprimir pero, porque ni acepta ni com-
prende, acaba «explotando» ante una pequeña cosa como con-
secuencia de lo que lleva «acumulado».
La autoaceptación es reconocer «la verdad» de lo que somos y
hacerlo con sencillez, con humildad, sin miedos ni temores, con
naturalidad y realismo. Por eso, la autoa c eptac ión n ada tien e qu e
ver con transigir: cuando transigimos pretendemos dar por bueno
lo que de suyo no lo es. De ahí que, en general, no es frecuen-
te encontrar personas con un grado de autoaceptación elevado y
sí lo es encontrar a quienes no se aceptan o presumen de cómo
son expresando así, en ambos casos, una inseguridad personal
que es fruto de una incorrecta autoaceptación.
Recursos Humanos
352