sus actuaciones reiteradamente, lo que permite aproximarnos al
conocimiento de las metas de su vida. Por ello, nuestra propia
experiencia personal nos presenta como evidente que la estabilidad
y desarrollo de unas buenas relaciones interpersonales se basan en
el entendimiento, la confianza y la credibilidad de unos respecto a
otros. Y esto, que constituye la base de las relaciones humanas, es
igualmente el soporte de toda organización empresarial.
Tanto desde el punto de vista humano como de la Dirección
de Personal, defender lo que es valioso no equivale nunca a
adoptar una postura de «resentimiento» frente a quienes actúan de
otro modo. Nunca debemos olvidar que somos personas que tra-
tamos con otras personas y, en todo ello, nuestro aspecto, nues-
tra sonrisa y nuestros modales condicionan la eficacia de lo que
decimos, porque una palabra clara y persuasiva que alienta y
orienta sin herir se capta y penetra en nosotros mucho más si se
pronuncia por una persona amable que ha establecido con noso-
tros una relación cordial. Y es que en el desarrollo y perfeccio-
namiento del ser humano tienen importancia las obras pero tam-
bién las palabras, gestos y detalles, pues el amor no ha de
ponerse sólo en obras sino también en palabras y signos que lo
expresen y encarnen. No se trata, por ello, de cosas contrapues-
tas o separadas: la palabra es un signo del que hemos de descu-
brir su significado y lo mismo ocurre con las obras de nuestra
vida que son un signo, un modo de enseñar lo que es posible
lograr como personas y que, por ello, confirma la veracidad de
nuestras palabras. Antes de «dar lecciones» a los demás sobre lo
que es bueno para ellos hay que empezar por amar a esas per-
sonas tal y c om o son para que perciban lo que pueden llegar a
ser. Y hay que proponerse que sean felices y alegres en su vida,
que se ilusionen por las metas que les proponemos, por los obje-
tivos que se intenta alcanzar. De ahí que, en buena parte, la tarea
de un Director de Recursos Humanos consistirá en hacer alegre
ese camino y poner en él amabilidad, ilusión y credibilidad al
comprometer en ello el propio prestigio profesional en las pro-
puestas que formulamos a otros.
Por tanto, partiendo de los valores humanos, de las virtudes
que podemos desarrollar personalmente y promover en otros
desde la Dirección de Recursos Humanos, podemos referirnos a
un conjunto de ellas que permiten desarrollar una correcta rela-
ción interpersonal. Son las siguientes:
Aplicación de las virtudes humanas al comportamiento humano
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