en la capacidad de poder que yo tengo frente a otros pero no
aseguran que otros no puedan desbancarme de mi posición y
pasar yo a ser controlado y dominado por ellos. El temor y la
incertidumbre no pueden garantizar ni ser el soporte de la felici-
dad personal. Por eso, avanzando en esta dirección no podemos
sentirnos satisfechos, seguros, con relaciones que generan con-
fianza y credibilidad de unos hacia otros. Y, sin embargo, cada
vez más, el futuro de las Organizaciones empresariales se parece
más al futuro de las relaciones interpersonales: necesitamos que
se basen en la confianza mutua, el «juego limpio», las buenas rela-
ciones con los demás de cooperación y colaboración desde la
«excelencia profesional de cada uno y el respeto de todos hacia
todos» que hace posible la convivencia en lugar de dar prioridad
a la ley de la selva, del dominio de unos sobre otros para poner-
los a nuestro servicio. Cuando hacemos de la libertad un valor
absoluto, constatamos que la «libertad entre desiguales» (países,
clases sociales, individuos) equivale al «dominio del más fuerte»,
a la libertad del zorro con las gallinas dentro del mismo galline-
ro: es la libertad sin respeto a los valores y derechos ajenos y, por
supuesto, la libertad sin fraternidad que anula el desarrollo futu-
ro del grupo humano. Y es que, contra lo que muchas veces
suponemos y proponemos, n o libera la libertad sin o que libera la
Ve r d a d que es la justa valoración de las personas y las cosas de
acuerdo con el fin para el que existen. Por eso, es imprescindi-
ble desarrollar una relación honesta con respecto a la verdad
como condición necesaria o requisito previo de la auténtica liber-
tad. Pero, en ocasiones, tenemos miedo a la verdad por lo que
nos exige a nosotros mismos el aceptarla o porque creemos que
ser veraces nos complica la vida y podríamos evitarlo con una
mentira. Sin embargo, de la verdad solo puede provenir bien, aun
cuando una mentira puede proporcionarnos beneficio económi-
co a corto plazo pero nunca podrá hacerlo a largo plazo. De un
modo u otro, todos vivimos dando una respuesta concreta a estas
tres preguntas: quien soy yo, por qué estoy aquí y para qué estoy
aquí. Aunque no me lo plantee explícitamente, no puedo actuar
y vivir sin dar una respuesta «implícita» con mis obras a estas tres
preguntas.
En nuestras relaciones interpersonales es fundamental ser
veraces y sinc eros y comportarnos así en nuestra vida corriente:
sin estas virtudes, es difícil o imposible la convivencia. Y lo
Aplicación de las virtudes humanas al comportamiento humano
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