Apéndice
APLICACIÓN DE LAS VIRTUDES HUMANAS
AL COMPORTAMIENTO HUMANO
Y LAS RELACIONES INTERPERSONALES
Todo ser humano experimenta en su persona una tendencia
que le impulsa a actuar como respuesta al atractivo que algo o
alguien le pro-voca (= provocare: llamar desde fuera). Cons -
tatamos así que, frecuentemente, nos movemos siguiendo lo que
nos apetece y nos atrae. A lo largo de la infancia y la niñez mani-
festamos una tendencia innata hacia todo aquello que nos pro-
porciona placer. Con la llegada de la adolescencia y la juventud,
el deseo de placer se va uniendo al deseo de dinero (= las pelas)
pues nos proporcionan múltiples posibilidades de buscar el pla-
cer personal o, como vulgarmente se dice, «el dinero no da la feli-
cidad pero la facilita». Es ya en la época adulta cuando se des-
pierta en el ser humano el deseo de poder que espera alcanzar
antes de la madurez para ejercerlo hasta el final de su vida y,
curiosamente, al poder se pretende acceder a través de las «pelas»
constituyendo ese poder una forma concreta de placer: la satis-
facción que da el «dominio» económico que ejercemos sobre per-
sonas y cosas. El crecimiento de muchas empresas y las fusiones
y alianzas que se dan en el plano internacional no pretenden en
primer término un aumento de rentabilidad sino alcanzar un
mayor «poder económico», un «control sobre una cuota mayor de
mercado» que permita defenderse de posibles competidores, de la
ambición de «tiburones económicos o financieros» lo cual puede
conducir a mayor rentabilidad económica o no, pero siempre pro-
porcionará un elemento de presión sobre el poder político.
Como podemos apreciar, este tipo de relaciones posesivas no
facilitan ni conducen hacia la felicidad personal, pues se basan
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