Sin embargo, lo norm ativo no se identifica con el voto de la
mayoría o con la unanimidad y es contrastable sólo a largo plazo
viendo los efectos que tales medidas proporcionan. El creci-
miento en valores humanos, la propia educación, la cultura que
se adquiere, la mejora de la propia personalidad... es un proceso
lento y no formalizable, lo que no significa que deba desarrollar-
se al margen de toda orientación o sugerencia de personas exper-
tas: que sea no formalizable no equivale a dejarlo al azar.
Evidentemente, de padres generosos pueden venir hijos egoístas
y de padres trabajadores hijos vagos: pero la relación no es de
causa efecto. Cuando esto se produce, no lo es por azar o por
relación causal directa sino porque el ser humano es libre y, por
ello, no formalizable y, además, en muchas ocasiones, el proce-
so de educación seguido ha estado plagado de múltiples inco-
rrecciones y errores. Por eso, los aspectos normativos quedan
incompletos si no se precisa el contenido de los valores a los que
hacen referencia y a las peculiaridades del ser humano.
Lo n o r m a t i v o , como ya se indicó, tiene siempre prioridad sobre
lo positivo pues lo positivo hace posible la realización de lo nor-
mativo. Por eso, las decisiones operativas hacen posible las deci-
sion es tácticas y éstas convierten en realidad las decisiones estraté-
gicas pero, las fundamentales, las que prim an , son las estratégicas:
todas las demás, están a su servicio y tienen sentido en tanto en
cuanto se orientan hacia la consecución real de las decisiones
estratégicas, adaptándose para ello a las diversas circunstancias de
cada día, a las diversas personas y a los posibles modos de llevar-
las a cabo. Por todo ello, en la medida en que lo normativo va
siendo posible y se plasma en algo real, deja de ser una utopía.
De ahí que la validez o no de un enfoque normativo se deri-
ve siem pre de sus consecuencias y éstas pueden conocerse estu-
diando sus efectos sobre la sociedad y la persona en un plazo
temporal más o menos dilatado. La historia se convierte así en el
laboratorio que confirma o rechaza las ventajas humanas y socia-
les de tales opciones, formuladas en juicios de valor.
Por otra parte, ya sabemos que lo normativo no puede cons-
truirse de espaldas a lo positivo aunque no se puede deducir de
lo que es lo que debe-ser. La optimalidad económica es, cierta-
mente, un aspecto importante porque lo que está mal hecho no
es correcto ni deseable como meta. Pero no es éste el criterio
único ni el decisivo, pues los juicios de valor que orientan las
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