exigir a mí y el haberlo practicado en el pasado no exime de su
práctica actual y futura. Dentro de este campo encontramos tres
tipos de valores:
a) Valores de respeto: exigen no hacer mal pero no requieren
ninguna postura interna favorable a los demás. Basta con la no
agresión aunque ignore al otro y no me ocupe de él.
b) Valores de justicia: exigen dar al otro lo que le correspon-
de y, por tanto, suponen una exigencia personal hacia mi com-
portamiento y conducta en relación con los demás.
c) Valores de autodominio o sofrosine: me exigen a mí esta-
blecer un orden interno en mi persona, una ponderación o pro-
porcionalidad en mis reacciones de euforia o agresividad en rela-
ción a las causas que las provocan, lo que resulta imprescindible
para lograr una adecuada convivencia. Adviértase que esto nada
tiene que ver con las represiones freudianas, sino que expresa la
madurez y equilibrio personal.
El deber-ser Estic o se caracteriza por ser no obligatorio y no
saturable: nadie me lo puede exigir pero su práctica enriquece
mi persona y es fuente de satisfacción. Su práctica no produce
saturación sino que, por el contrario, permite abrir nuevas posi-
bilidades. Como ejemplo tenemos el arte, el deporte y la amistad
personal.
El deber-ser Astico es, así mismo no obligatorio y no satura-
ble y conduce a las mayores cotas de satisfacción que el ser
humano puede alcanzar. Se encuentran aquí los valores religio-
sos y el amor interpersonal de amistad.
¿Podemos establecer sobre esta base una clasificación u orde-
nación de los mismos? Siguiendo a Méndez en su obra ya citada,
podemos combinar los criterios utilizados por Scheler y
Hartmann y establecer así la P RIMERA LEY AXIO LÓ GICA. Para
Scheler, la importancia de los valores radica en lo que él llama la
altura, es decir, la «calidad humana» que proporcionan a quienes
los practican. Es evidente que, en este caso, los valores más altos
o importantes serán los ascéticos, seguidos de los estéticos, éti-
cos y económicos por ese orden.
Pero Hartmann razonaba de otro modo: se fijaba en la fuerza
con la que tales valores pueden ser exigidos frente a los demás
y, en este caso, los de mayor fuerza son los económicos (primun
vivere, deinde filosofare), seguidos a continuación de los éticos,
estéticos y ascéticos.
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