artista que es honesto porque sabe que así será más apreciado
su arte, puede pasar por un hombre estimable ética y estética-
mente. Pero, si la indecencia se pusiera de moda en la sociedad
que le rodea, sin duda estaría dispuesto a cambiar de táctica. En
sentido ascendente, la ordenación de medios a fines sólo es
correcta cuando se emplean valores económicos que son los
únicos no valiosos por sí mismos y, por tanto, son los que han
de estar al servicio de los que son valiosos por sí mismos: éticos,
estéticos y ascéticos. Los demás casos: la ética al servicio de la
estética o de la religión, la estética al servicio de la religión,
expresan relaciones utilitarias que resultan externamente acepta-
bles pero que entrañan un vicio interno al reducir lo que es
valioso en sí a la categoría de medio o instrumento, lo que ataca
a su propia dignidad.
Por tanto, tratar los valores no como fines sino como medios
es una forma de actuar mal, aunque sea menos perversa que la
realización de antivalores. Cuando voy al peluquero yo uso de él
como un medio, pero no debo servirme simultáneamente de él
como un mero medio, es decir, como si no tuviese otro valor que
el de servir a mi fin subjetivo. Por eso, lo que en economía se
suelen llamar servicios, esto es, prestaciones de persona a perso-
na, tienen un valor económico contabilizable. Pero esos servicios
han de ser prestados siempre de modo que quede a salvo la dig-
nidad de la persona que los presta. Cuando esto no se cumple,
esos trabajos adquieren una tonalidad humillante y surge una
economía dominada por antivalores. Sólo una economía domi-
nada por auténticos valores puede ser buena. El que lo ético sea
un presupuesto previo para lo estético, y lo estético para lo ascé-
tico no quiere decir que sean medios para, porque cada orden de
valores tiene su propia dignidad, su propia valiosidad. Todos los
auténticos valores son irreduc tibles unos a otros: no podemos
deducir la valiosidad de lo ético a partir de lo estético pues lo
ético debe ser vivido por su propia valiosidad que no consiste en
ser un paso hacia lo estético, pues ello equivaldría a rebajar lo
ético a la condición de medio. Los únicos valores que derivan su
valiosidad de su carácter instrumental hacia los valores superio-
res son los que pertenecen a la esfera de lo económico pero, los
valores propios y genuinos (= éticos, estéticos y ascéticos) nunca
pueden ser instrumentalizados ni en orden descendente ni en
orden ascendente.
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
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