que es mucho más que una capacidad de elección o libertad de
maniobra: el ser humano es protagonista de su vida y su vida
tiene que tener una finalidad, un sentido, una razón de ser y de
existir de una forma y modo concreto. Por eso, los valores son
los ideales por los cuales se vive.
El destino del ser humano: ¿quién soy yo, por qué estoy aquí
y para qué estoy aquí?, depende del acierto o error al elegir los
valores por los cuales vive. Pero la mera elección por muy correc-
ta que sea e, incluso, la aplicación de los medios oportunos, no
agota el proceso: es preciso que el valor se realice de hecho. Y
entonces el espíritu humano se nos presenta como una libertad
capaz de dar la «existencia» en su persona al valor o al antivalor,
a lo bueno o a lo malo que se encuentra en las acciones huma-
nas. El espíritu humano es así capaz de proponerse fines (finali-
dad) y de actualizarlos recreándolos constantemente, porque, en
el momento concreto en el que no lo hacemos, el valor desapa-
rece: yo no dudo de que alguien sea honrado habitualmente sino
«en este caso concreto» que estamos analizando. Por eso, aclarar
el sentido de la vida humana o elaborar una filosofía de la acción
humana es lo que lleva a cabo el conocimiento axiológico, en la
medida en la que somos capaces de probar que los valores son,
objetivamente, los fines de la acción humana. Esta finalidad,
siguiendo la terminología germana, presenta tres aspectos:
a) En d e : el término o la conclusión a la que conducen
nuestros actos
b) Zie l: el fin como pretensión del sujeto, esto es, la meta,
objetivo o intención que me he pro-puesto
c) Zw e c k: el fin intrínseco de los seres en una cosmovisión
finalista, es decir, el fin previsto y querido por
Dios para el hombre que constituye el sentido más
profundo y preciso de la palabra fin.
3.8. El razonamiento axiológico
La polémica sobre la objetividad de los valores es una cues-
tión recurrente que aparece una y otra vez. Se puede afirmar que
no existen o que son subjetivos y, cada cual, los cambia a su
capricho pero, de hecho, todo el mundo vive de acuerdo con
unos valores (buenos o malos) en los que cree como ideales, vive
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
325