cuencia del estado de cosas que había ayer) mientras que al refe-
rirnos a la libertad afirmamos todo lo contrario: la independencia
de la decisión que tomo en este momento respecto a cualquier
estado de cosas anterior de cuyo condicionamiento causal me
libero. Por ello, el acto humano responsable sólo puede recono-
cer como su propia causa a la libertad que toma tal decisión.
Como ha señalado Hartmann, previdencia, providencia y
libertad son las tres fases del proceso finalista que se dan en la
actividad del espíritu de todo ser humano. Ciertamente se puede
argumentar que el hombre aparece después de un proceso evo-
lutivo de los seres vivos, y esta evolución es de tipo causal y pro-
pia de la materia que estudiará la biología, mostrando la línea
ascendente hacia seres dotados de mayores posibilidades de
acción y adaptación frente a otros que pierden posibilidades y se
extinguen. También es cierto que las actividades intelectuales
humanas tienen una base o sustento físico-química en el cerebro
y, más concretamente, en las zonas 43, 44 y 45, pero el espíritu
humano no es una simple evolución de la materia: bastará dirigir
la atención hacia la axiología y a sus datos irrecusables porque,
tan imposible es que el ser proceda de la nada como que la inte-
ligencia y la libertad humanas procedan de la materia8.
En efecto: la finalidad o elemento formal del conocimiento
axiológico es algo propio del hombre. La obra de los hombres a
lo largo de la historia es algo evidente y sería imposible sin una
finalidad previa. Nuestra propia experiencia nos atestigua de
nuestras intenciones y responsabilidades. Si queremos ser honra-
dos ante la verdad tendremos que admitir dos fuentes de noticias:
existe el cuerpo humano con todo su complejo mundo de reali-
dades materiales naturales, y existe, también, el espíritu humano
con su mundo no menos complejo de realidades no materiales,
aunque no por eso menos reales o menos asequibles al conoci-
miento.
Así pues, el conocimiento axiológico obedece a leyes distintas
de las que regulan el conocimiento físico: no pensamos en clave
causalista sino en clave finalista. Por su parte, el conocimiento
axiológico conlleva descubrir en un primer momento la realidad
material de los valores y su jerarquía pero, en una segunda etapa,
nos enfrenta con demostrar o comprender que esos valores son
precisamente los fines que dan sentido a la vida humana porque
el ser humano es los valores que realiza.
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
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