3.7. ¿Por qué hay que hacer lo valioso? Elemento formal
del conocimiento axiológico
Ya hemos señalado en un principio que el mundo de la natu-
raleza se rige por la causalidad mientras el mundo de la libertad
lo hace por la finalidad. Y todo ser humano es, al mismo tiempo
y simultáneamente, materia y espíritu. Ocurre, además, que exis-
te una indudable jerarquía entre ambos: el espíritu del hombre
domina y controla el mundo material. Es verdad que este domi-
nio no es total, que el ser humano no puede crear materia de la
nada, ni violar los principios de la termodinámica, pero se ense-
ñorea de las fuerzas de la naturaleza para conseguir los fines que
se ha propuesto: lo causal está por eso al servicio de lo final.
¿Cómo explicar esta evidente superioridad del espíritu dotado de
finalidad sobre la materia dotada de causalidad?
El ser humano posee un conocimiento previdente, capaz de
adelantarse al tiempo, así como un conocimiento providente
capaz de disponer los medios para conseguir un fin. Y esto no
ocurre con los animales: conocen los alimentos que les convie-
nen pero su conocimiento es estático y sus técnicas no mejoran.
El hombre se propone fines que, de momento sólo tienen una
existencia real-ideal como afirma Hartmann. Son ideas concebi-
das por una inteligencia espiritual pero, cuando el hombre lleva
a cabo los fines que se ha propuesto, induce los medios apro-
piados hasta que el fin adquiere una existencia real-actual. Por
eso, previdencia y providencia son propias y exclusivas del ser
humano. No las encontramos en ningún otro agente de la natu-
raleza. Por ello, el conocimiento del hombre es abstracto e inma-
terial porque el ser humano está dotado de inteligencia (poten-
cia) en su alma (ser espiritual) que le capacita para conocer el
futuro como algo ideal, tanto cuando salta sobre el tiempo para
proponerse fines (previdencia) como cuando dispone de medios
para alcanzar un fin (providencia).
En segundo lugar, vemos cómo la actividad del hombre se rige
por un principio de determinación que llamamos libertad. Esta
libertad es también inmaterial o espiritual, independiente de las
energías o fuerzas pertenecientes al reino de lo natural, por lo que
la libertad es independiente del tiempo. Por ello, la causalidad
natural es distinta de la causalidad propia de la libertad: la causa-
lidad natural está ligada al tiempo (lo que hoy se hace es conse-
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