que es la intuición material de los valores, un elemento formal
puro que es la lógica del razonamiento moral y un elemento for-
mal propio que es el principio de la finalidad.
El conocimiento espontáneo no es científico y, en esto, tienen
razón los emotivistas: pero de ahí no se deduce que tenga que
ser falso o carente de garantías de veracidad. El hecho de que yo
no pueda dar razones de por qué algo es bueno, no implica que
tenga que ser malo.
En p r i m e r l u g a r precisemos que la intuición axiológica mere-
ce tanto crédito como cualquier otra intuición. Quizá la discrimi-
nación provenga de su carácter emocional porque suponemos
que la intuición física es fría mientras que la axiología va acom-
pañada de emoción. Pero, aparte de ser ésta una forma muy
peculiar de razonar, constatamos también cómo los científicos se
ven profundamente afectados en sus sentimientos cuando obtie-
nen un descubrimiento trascendental. Y, por otra parte, la pre-
sunción está a favor de la intuición axiológica cuando nos dice
que algo es malo y resulta que es precisamente lo que hemos
hecho. Cuando la conciencia nos declara culpables, quisiéramos
anular el veredicto pero hemos de admitir que lo seguimos vien-
do como malo. Y esta presunción a favor no se da en el caso de
la intuición física.
En segundo lugar: el conocimiento ilustrado viene en ayuda
del conocimiento espontáneo y da razones de por qué algo es
bueno o malo. Y estas razones poseen rigor lógico y gnoseológi-
co: confirman lo que el conocimiento espontáneo había prea-
nunciado. Es verdad que cabe el error en la intuición de los valo-
res; también es verdad que nuestros deseos y emociones pueden
traicionarnos; incluso, los casos patológicos son aquí mayores
que en el conocimiento físico dada la tendencia que todos tene-
mos, mediante el proceso de «racionalización», de justificar nues-
tra conducta para concluir que es falso lo que nos hace culpables
y verdadero lo que coincide con nuestros deseos, pero todas
estas deficiencias del conocimiento espontáneo pueden ser sub-
sanadas por el rigor científico del conocimiento axiológico ilus-
trado. Es decir: los emotivistas no se alejan de la realidad al des-
cribir el conocimiento axiológico espontáneo como mera
expresión de sentim ien tos, lo que no implica que necesariamente
sean falsos. Pero los emotivistas se alejan de la realidad cuando
ignoran los aspectos racionales de la axiología ilustrada.
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
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