misma organización y contribuimos, así, a lograr los objetivos
de la empresa. El compañero, pues, no demuestra tener un
interés por mí como persona: basta con que cada uno hagamos
correctamente «nuestra parte» como profesionales alcanzando,
como mucho, una relación de ayuda mutua en el trabajo
mediante sugerencias, indicaciones, etc., que me faciliten resol-
ver los problemas que me encuentre. El compañero, como su
nombre indica, acompaña en el trabajo, en el viaje, etc., pero
no tiene un interés por mí para que yo mejore como persona:
el tipo de relación humana que aquí predomina es una rela-
ción profesional frente a una relación personal.
c) el CÓMPLICE, finalmente, se comporta ante mí como si qui-
siera ser mi amigo y procura ganarse mi confianza y amistad,
pero sus intenciones (que permanecen ocultas ante mí como las
de cualquier otro ser humano) no son las del amigo sino las de
quien quiere servirse y aprovecharse de mí y de mis cualidades
en beneficio de sus intereses, causando perjuicios a la organiza-
ción de los que será difícil responsabilizarle a él y mucho más
fácil culparme a mí. Pero el cómplice, como el buen espía, está
«camuflado» y se encubre bajo apariencias honorables y dignas
pero engañosas y manipuladoras, que desorientan y confunden
al tratar de mezclar e identificar aspectos y talantes que son, de
suyo, muy distintos1. En efecto: ser solidario y amigo de alguien
es incompatible con ser cómplice o encubridor de las malas
acciones ajenas que no se corrigen ni se delatan, lo que acaba
por destruir el compañerismo como relación básica a la que
todos aspiramos.
De lo que venimos exponiendo, resulta a todas luces evi-
dente que una cosa es tener conocidos a los que veo y otra,
muy distinta, es tener amigos a los que trato y con los que esta-
blezco relaciones interpersonales que priman sobre las relacio-
nes profesionales existentes. Por ello, cuando pedimos a la
Dirección de Recursos Humanos que promueva que todos los
miembros de la empresa crezcan en humanidad, le estamos
pidiendo que no sólo fomente el compañerismo sino que
fomente la amistad y desenmascare a los cómplices, para lo
cual el Director ha de contar con una evidente talla en cuali-
dades y calidades humanas. La falsa amistad ante un enemigo
común (como la de Herodes y Pilatos) no garantiza una coo-
peración a largo plazo, como tampoco la asegura el talante con
Introducción a los recursos humanos en la empresa
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