Por tanto, los valores son percibidos a priori y, no obstante,
poseen contenido o materia: un acto de valentía es completamente
distinto de un acto de justicia. Comprendemos que ambos deben-
ser y aunque lo formal en ambos es igual, lo material es distinto.
Más aún: lo primero que vemos es lo material y sólo en un segun-
do momento captamos la obligatoriedad, el deber ser. El que movi-
do por la compasión se detiene a ayudar al herido, probablemente
ni siquiera repara en que está cumpliendo un deber-ser ético.
Cierto que aislar la intuición del valor es una operación difícil
y delicada. Habrá que probar también que los valores son inde-
pendientes de las valoraciones y, como los valores se presentan
en cosas portadoras de valor o «bienes», hay que demostrar que
los valores son independientes de los bienes. Y Scheler se enfren-
tó con todo ello afirmando que:
1º) Los valores son distintos de las valoraciones. El valor no es
puro subjetivismo o actividad psicológica, supone algo real, obje-
tivo y externo a la conciencia, que es captado tal cual es. Sus ene-
migos en este punto son todos los positivistas, ya sean radicales
como Berkeley y Hume, ya sean moderados como Kant y Locke.
2º) Los valores son distintos de los bienes. El valor es algo real
y objetivo, pero con una credibilidad que no pertenece al orden
del ser: no es algo ontológico sino axiológico. Sus enemigos aquí
son los metafísicos aristotélicos que profesan que el bien es una
propiedad transcendental del ser y que nada puede valer sin ser.
Scheler distingue en primer lugar los valores de las valoraciones
y así «hemos de reconocer con fastidio que un enemigo nuestro
posee determinado valor que no podemos negarle, aunque nos
gustaría hacerlo». Es decir: las valorac ion es depen den de los valores,
pero no al revés porque el valor es independiente de toda valora-
ción. Por eso mismo diremos que una valoración es correcta o
incorrecta según capte o no un genuino valor, porque fácilmente
confundimos los valores con nuestros deseos o inclinaciones pen-
sando que algo es valioso porque nos gusta o nos atrae. Ello se
explica, según Scheler, porque «es más difícil conocer y juzgar valo-
res objetivos que cualquier otro tipo de contenidos objetivos».
Y Scheler se ocupa también de otro frente no cubierto por
Moore: los valores son distintos de los bienes. Esto implica que
los valores valen y éste es su modo de ser, pero, aunque los valo-
res existen y son reales, no existen y son reales como las cosas.
Scheler nunca explicó en qué consiste este tipo de realidad pero
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