3.1. Existen c ia del valor y de los juic ios de valor o valorac iones
En Filosofía hay autores que defienden la existencia de los
valores como algo objetivo y otros que lo niegan y entienden que
el valor existe sólo de modo subjetivo tal y como lo aprecia cada
persona. Aquí se sigue la primera de las posturas, tal como la
exponen Méndez4y Tierno5. Para los autores citados, el valor
existe como tal de manera objetiva, pero accedemos a él a través
de personas concretas que lo viven y nos muestran su contenido
aunque no es ni pleno ni perfecto. Es decir: yo no conozco la
amistad o la justicia en abstracto sino a determinados amigos y a
ciertas personas que se comportan conmigo de una manera más
o menos justa. Los valores existen, pero no en el vacío sino a tra-
vés de alguien y por medio de alguien que los vive y los practi-
ca: los valores, pues, se encarnan en personas y éstas los viven
con sus limitaciones y su talante personal.
Esto nos permite diferenciar valor de valoración o juicio de
valor que es la apreciación subjetiva que yo hago de los mismos,
el conocimiento que yo tengo de un valor abstracto y que, como
tal, es un conocimiento incompleto. Por ejemplo: yo no conozco
la amistad en abstracto sino cómo me tratan y se relacionan con-
migo otras personas, estableciendo así una valoración o juicio de
valor subjetivo que expresa cómo yo entiendo y vivo esa relación
a la que llamo amistad.
3.2. Las vías del conocimiento en el ser humano
Dos son las vías por las que el ser humano accede al conoci-
miento del mundo que le rodea:
a) La r a z ó n , que me ayuda a entender o comprender lo que
es una cosa. Nótese que la cultura occidental concede excesiva
importancia a esta vía de conocimiento que, de suyo, es in-capaz
de des-cubrir algo nuevo, algo que no consista en combinación
diferente de elementos antes conocidos.
b) La intuicn, que me hace percibir lo que una cosa puede
ser o debe ser. Se trata de un conocimiento que me abre a cam-
pos nuevos y que es tanto o más seguro que el conocimiento
racional, constituyendo el camino de los inventos como distinto
al de la razón que nos lleva a los descubrimientos. Por la intui-
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