sables del Sistema Financiero y la confianza en la dirección de un
Banco comercial conduce a la credibilidad y aceptación de las
propuestas que realizan basándose en los valores y talan tes
humanos de quienes las proponen y ejecutan , de donde se dedu-
ce que la quiebra de todo ello puede provocar una crisis econó-
mica, desencadenar una «tormenta monetaria» o comprometer,
respectivamente, la supervivencia de ese Banco comercial. Nos
encontramos así con el hecho de que una Dictadura puede ser
más eficaz para suprim ir las m an ifestaciones externas de un pro-
blema pero no podemos asegurar que sea más eficiente en la
soluc ión del problem a y la su perac ión de su s c au sas: las relacio-
nes de «dominio» no aseguran estos resultados.
Por todo lo expuesto, hemos de tener presente que hay que
valorar siempre cada motivación por lo que representa en sí
misma y en su relación con los demás: las personas no trabajan
«sólo por dinero» pero tam bién lo hacen por dinero y esto no
debe ser motivo de menosprecio. Evidentemente, el proceso
ideal parte de la motivación trascendente (= mi vocación) que me
impulsa a desarrollar la motivación intrínseca (= mi profesionali-
dad) incluso en ausencia de incentivos económicos, como ocurre
con un misionero o un comportamiento altruista en un momen-
to dado sin esperar nada a cambio. Pero esto no ocurre siempre
ni el ser humano actúa y se siente satisfecho en ausencia total y
continuada de correspondencia hacia él de cuantos le rodean y a
los que trata y dirige sus acciones: el altruismo, llevado a sus últi-
mas consecuencias, no asegura un alto grado de satisfacción per-
sonal. En la vida real, encontramos muchas personas que no tie-
nen nada clara su vocación o ésta no coincide con lo que
realmente están haciendo. En todos estos casos resulta posible
que una motivación de orden inferior como, por ejemplo la
extrínseca, me anime a ser un buen profesional (= motivación
intrínseca) aun cuando, de momento, más bien lo hago por dine-
ro. Cabe la posibilidad que, en el marco de actuación de un
correcto liderazgo, vaya descubriendo paulatinamente la impor-
tancia que tiene para los demás lo que estoy haciendo y encuen-
tre así un sentido profundo a todo ello des-cubriendo, así, las
facetas vocacionales que me animen a desarrollar una motivación
trascendente que impulse las anteriores. El hecho de que esto no
siempre ocurra no implica que este camino sea imposible y deba
ser rechazado o desprestigiado a priori.
Ciencias positivas y ciencias normativas: El mundo de los valores
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